A estas alturas, ya usted seguramente sabrá que
la homeopatía nunca se ha tomado la molestia de realizar ningún experimento (repito:
ningún experimento, ni siquiera uno, nunca, ni de broma) para determinar que sus compuestos medicinales ocasionan los efectos curativos que sus practicantes afirman y por los cuales a usted le piden dinero.
Sin duda los diarios le habrían tenido que avisar que la homeopatía vende como sustancias curativas
cosas que simplemente no existen como el oscilococo.
También debería usted estar enterado de que las
diluciones homeopáticas son tales que
no queda ni una molécula del principio activo (lo que está escrito en la cajita que le venden) en lo que usted se toma. Y que para el caso, en los últimos 5 mil millones de años toda el agua ha estado en contacto con todas las sustancias del mundo, así que si el agua puede "recordar" las sustancias que contuvo, una gota de agua bastaría para curarnos de todos los males del mundo (y también para matarnos, "recordando" venenos atroces).
Y, finalmente, no estaría de más que supiera que nunca en toda la historia humana se ha demostrado que la homeopatía funcione con los sistemas que usamos para aceptar o no que un medicamento funciona, es decir, mediante estudios clínicos de doble ciego con controles. Los estudios que se han hecho, todos reunidos y evaluados, como a usted se le debió haber dicho hace tiempo, no han demostrado nada, como informó la principal revista médica del mundo, la británica
The Lancet determinó claramente que los resultados del tratamiento homeopático no son mejores que los tratamientos con placebos, es decir, con sustancias no curativas que se presentan como si lo fueran.
Usted probablemente, sin embargo, no sabe nada de esto porque los homeópatas son sumamente eficaces haciéndose las víctimas, atacando a quienes pretenden desenmascararlos y escondiéndose tras ataques contra el negocio farmacéutico como si eso tuviera algo que ver, además de inventarse una conspiración en la que todo médico, enfermera, microbiólogo y químico son unos asesinos desalmados peores que Hitler.
Lo que menos sabe, claro, es que toda, absolutamente toda la terapéutica homeopática está formada por unos mil pseudomedicamentos. Tras el cuento de que hay "un medicamento para cada paciente, en una medicina individualizada", la realidad es que sólo hay mil medicamentos, de modo que con el paciente mil uno, se repiten por fuerza. Bastante menos individualizado de lo que le ofrecen en venta.
El asunto es que entre los pseudomedicamentos de la homeopatía, además del inexistente oscilococo hay más de uno que nos invita a levantar la ceja y preguntar "¿cómo funcionará eso?", pregunta que los homeópatas nunca contestarán. Por ejemplo, la
Materia Medica de Boericke recomienda la medusa (así, en general, como si fuera un animal y no la mitad del phyllum Cnidaria, con miles y miles de especies) para cuando usted tiene en la piel insensibilidad, sensación de quemaduras, erupciones con vesículas o ampollas, especialmente en la cara.
El mismo libraco nos recomienda, para dolores súbitos, intolerancia a las bandas en las muñecas, brazos o cintura (síntoma que no me parece muy común, pero bueno), dolor en la cadera
izquierda, en el corazón y en el ovario
izquierdo la milagrosa "ovi gallinae pellicula", que es una forma de latín de cocina para decir membrana de huevo de gallina (de verdad). Vaya, como "mel cum sale" que es, en resumen, miel con sal, y se supone que cura el útero prolapsado (y no).
En este vademecum delirante compuesto por William Boericke en 1927, por ejemplo, se recomienda la ceiba amarilla (suponemos que triturando todo el árbol, que es de tamaño considerable, para la lepra. Por desgracia, y esto debería saberlo usted, la lepra fue incurable hasta la aparición de los antibióticos. Si la dilución hasta el delirio del polvo de árbol de ceiba amarilla hubiera curado la lepra, su descubridor sería recordado como Alexander Fleming. También tiene momentos de cercanía con la magia como el alcohol "expuesto a los rayos X" y varios animales convertidos en polvo al estilo de los peroles de bruja de Walt Disney. Ni siquiera "ojo de víbora", la "Vipera berus" o víbora europea ligeramente venenosa se incluye en la tintura homeopática. Igual que algunos tipos de tarántula y, de manera especialmente interesante, las cucarachas.
Los nombres latinos
Blatta orientalis y
Blatta americana ocultan a la cucaracha de la India y la cucaracha americana.
La cucaracha de la India, nos asegura Boericke, cura ni más ni menos que el asma. Claro que actúa mejor, cualquier homeópata se lo dirá, aunque no le diga por qué "en pacientes gordos y corpulentos" y si hay mucho moco que parezca pus.
Lea usted aquí cómo se decidió que la cucaracha "curaba el asma": un enfermo muy observador, "ingirió té de una tetera en que había caído una cucaracha, obteniendo un gran alivio de su asma después de haber tomado esa infusión, en la que posteriormente encontró la cucaracha".
¡Ciencia pura!
En cambio la cucaracha americana sirve para "varias formas de gota" (a saber cuáles), cuando hay una complexión amarillenta y dolor en la uretra al orinar.
Lo que puede tranquilizarle, en todo caso, es que la
Blatta americana se dispensa en una formulación a la sexta potencia. Esto significa que se tomó una parte de una tintura de cucaracha, se disolvió en 99 partes de alcohol, luego se tomó una parte de esa primera dilución (1C) y se disolvió en 99 partes de alcohol (2C) y esto se hizo en total 6 veces, de modo que lo que usted se toma está compuesto por 1/1,000,000,000,000 de cucaracha, seguramente menos de la cantidad de polvo de cucaracha que puede tener el aire que respiramos.
Claro que habría que preguntarnos por qué el aire que respiramos no nos cura el asma.
Probablemente porque no nos pueden vender el aire en
pilules de 7 gramos a un precio de 7 libras con 15 céntimos que es lo que cuesta la papilla de cucaracha de la India en una bonita tienda homeopática.
El laboratorio más poderoso y rico de la homeopatía, Boiron, lleva esto a un nivel de delirio:
7 dólares con 45 céntimos por un frasquito de pildoritas de cucaracha oriental a una dilución de 30c.
Para ubicarse, una dilución de 30c exige que una molécula del polvo de cucaracha se disuelva en una esfera de agua de 30 mil millones de veces el tamaño de nuestro planeta (30.000.0000.000 planetas tierra). Cucarachas caras, pues.
Y luego se quejan de las farmacéuticas.
Salud y cucarachas.