El gobierno argentino, por medio de la Fuerza Aérea Argentina, ha anunciado la formación de una Comisión de Investigación de Fenómenos Aeroespaciales como organismo oficial dedicado al estudio de "objetos voladores no identificados".
Esto, que podría parecer una inocentada, es sólo una perla más en el largo collar de memeces oficiales que adornan las pamplinas de diversos personajes curiosos, que van desde el más monumental descaro hasta el delirio psicopatológico más conmovedor, como lo demuestra el que la noticia haya sido dada por diarios medianamente serios (o al menos no órganos oficiales de la soplaflautería) como Clarín.
Por supuesto, se anota que la comisión estará formada por técnicos del Servicio Meteorológico Nacional, ingenieros, pilotos de la Administración Nacional de Aviación Civil, técnicos en radar y en posicionamiento satelital, expertos informáticos y geólogos.
Una lista impresionante de gente que se dedicará a perseguir ovnis con objeto de, en palabras del Brigadier Ernesto Omar París, "realizar un estudio científico de los fenómenos aeroespaciales". Pero no crea usted que por "fenómenos aeroespaciales" se refieren a las auroras australes, los nuevos tipos de relámpagos descubiertos en los últimos años por encima de las nubes de tormenta o formas más económicas de llevar tripulantes y bastimentos a la Estación Espacial Internacional, nonono... Esto que para el brigadier (a quien nos imaginamos con el pecho cuajado de medallas y, probablemente, dirigiéndose a la prensa con un pie sobre un cañón) es "una meta importante para nuestra institución" es simplemente recibir informes de ovnis y luego babear sobre ellos como suelen hacerlo los "ufólogos" o plativoleros urbi et orbi.
Esto se revela al analizar los nombres de tan distinguidos técnicos y científicos, entre los que encontramos a Alberto Brunetti (Grupo Investigador de Fenómenos Aeroespaciales Desconocidos, GIFAD, que no llega ni a página Web, pero hace himbestigaciones de este calibre), Carlos Alberto Iurchuk (analista de sistemas de información, sea lo que sea eso, e investigador independiente del fenómenos siderales, que suena impresionantísimo), Carlos Fergusson (coordinador de la Red Argentina de Ovnilogía, RAO), Andrea Simondini (de la Comisión de Estudios Fenómeno Ovni República Argentina, CEFORA, organización que además parece tener un problema con los artículos y las preposiciones).
Se trata, pues, de una colección de insignes "ufólogos" que han dedicado muchos años a no avanzar nada, absolutamente nada, en el conocimiento de nada a lo que se dedican, platillólogos que ahora pueden presumir de que son "oficiales", con oficina en el edificio de la Fuerza Aérea Argentina (y quizá con sueldo, a saber) y suponer, ingenuamente, que sus pseudoestudios e himbestigaciones han adquirido de súbito cierta respetabilidad.
Cuando las instituciones oficiales deciden avalar varitas mágicas de zahorí (como el gobierno mexicano y el falso detector GT200), decreta oficializar la "piramidología" y otros curanderismos (tal como hace el gobierno cubano) o decide tirar el dinero de los contribuyentes en pseudomedicinas como la homeopatía (como insiste en hacer el gobierno británico), no se prestigian las supersticiones... simplemente los gobiernos (y las universidades que abren las puertas a la superstición) hacen el ridículo y revelan su profundo divorcio del conocimiento científico, el pensamiento crítico y la realidad en la que vivimos. Están fuera del universo. Quizá eso explique algunas cosas.