Joseph Anthony (José) Argüelles místico de jornada completa (imagen de Wikimedia Commons) |
Un frenesí que está creciendo en los estrechos pero tumultuosos espacios de la chifladura, ese mundo de marginales farsantescos de lo esotérico, la conspiranoia, el misticismo de saldo y el negocio que se basa en asustar al vecino para vaciarle las alforjas y además que aplauda.
Y nosotros vamos a reunir, con ayuda de nuestros audaces lectores e intrépidas lectoras, los sonoros rebuznos de estos "maestros del misticismo" con taxímetro, no sólo para nuestra sana diversión y esparcimiento, sino para dejar claro quién de estos cuentacuentos dijo alguna verdad, así fuera por accidente o de modo totalmente involuntario, y cuántos se estuvieron regodeando en la ignorancia, el miedo y la buena voluntad ajenas, desde lectores de manos de liga escolar hasta periodistas archimillonarios.
Para empezar, desde aquí desafío, reto, provoco e incito a los que dicen que el mundo se va a acabar el 21 de diciembre o por ahí, a que demuestren que realmente creen en tal profecía firmando un documento legal (yo pago los gastos, por supuesto) en el que le cedan todos sus bienes irrevocablemente con fecha del 31 de diciembre de 2012 a la Fundación Europea de la Ciencia o algún organismo de lucha contra el hambre.
Por supuesto, si el mundo se acaba el 21 de diciembre, yo me comprometo a pedirles perdón en nuestra próxima reencarnación, cantando loas a su pericia durante cuatro horas al día.
Obviamente, nadie lo aceptará.
Porque los milongueros del desastre que viene se dieron cuenta muy pronto de que si el 21 de diciembre de 2012 se acababa el mundo, la profecía es en sí un poco boba, porque no sirve para nada, es decir, que fuera de alborotar el gallinero, las perspectivas para hacer crecer el negocio y el prestigio de los soplapitos después del 21/12/2012 eran flaca. Y si el mundo no se acababa, tampoco tendrían mucho qué vender, aunque ya en el pasado otros profetas se han dedicado a predecir erróneamente el fin del mundo sin perder negocio, como Michael Dronin, que con el embuste del "Código de la Biblia" anunció el fin del mundo ya dos veces, o el inefable Harold Camping, que falló dos veces en 2011 (21 de mayo y 21 de octubre). Vamos, que tendrían que inventarse otra historia nueva de gnomos y hadas.
Entonces pasaron al "lo que va a pasar es tremendo y yo me encargo de presentar la factura". ¿Por qué? Bueno, porque ese negocio ha funcionado como una seda con el cuento anterior: la "era de Acuario", que se empezó a anunciar allá por 1966 y que ha dado 46 sólidos años de negocios. La "era de Acuario" era, finalmente, la "nueva era", toda una religión y colección abigarrada de chifladuras que ha ganado más dinero que Nokia y ha embaucado a millones.