No son los charlatanes, los pseudocientíficos, los vendedores de fantasías interesadas, los que han mejorado la vida humana en los últimos 400 años.
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febrero 24, 2013
febrero 16, 2013
Pseudovidencia en Radio Euskadi
Hace unos días, Almudena Cacho, miembro de Círculo Escéptico y presentadora del programa "Más que palabras" de Radio Euskadi me propuso hacer un experimento de supuesta videncia con dos voluntarios de sus oyentes.
La videncia, la mediumnidad y la adivinación a todos los niveles, desde la quiromántica del Parque del Retiro hasta los más ricos que asesoran incluso de modo preocupante a jefes de estado, dependen de las técnicas conocidas como "lectura en frío" y, en menor medida, "lectura en caliente", como la que se ha denunciado que utiliza Anne Germain y que básicamente implica obtener información de la gente subrepticiamente y luego presentarla como obtenida mediante los "poderes" de la médium.
Creamos así a un personaje, el vidente mexicano Jaime Trejo, que dedicó unos cuantos minutos a "videnciar" a los voluntarios. Éste fue el resultado:
febrero 12, 2013
Feliz día de Darwin
Un regalo de día de Darwin. Foto de Charles Darwin de Dominio Público.
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febrero 10, 2013
Ramón Campayo, Íker Jiménez y el truco del 37
El 28 de enero me comentaron que había un invitado en Cuarto Milenio dando caña contra la creencia en la telepatía. Hace tiempo no veía nada de ese programa porque la intoxicación periodística no me seduce, hágala Jiménez Losantos o Jiménez Elizari, Carmen Tomás o Carmen Porter, pero cambié a Cuatro y vi uno de esos paneles que gusta de organizar el equipo del programa.
No había pensado en escribir sobre el tema hasta que alguien más me hizo notar esta semana que la página del programa de misterios falsificados afirmaba rotundamente que su invitado "adivinó" los números que estaban pensando los demás, titular más falso que la declaración de la renta de El Dioni, y que se promovía la idea de que el campeón de memoria Ramón Campayo le podía leer la mente a la gente porque lo decía una autoridad de la relevancia de Íker Jiménez en vez de señalar lo que realmente había pasado.
Pero el dúo de profesionales del embuste que llevan ese programa mienten, por supuesto, Ramón Campayo no adivinó nada y no hizo más que engañar al público para fines que quizá algún día nos relate. Así que recalemos en el tema brevemente
El panel lo formaban un colaborador del programa, Santiago Vázquez, que se finge paranormalólogo y al que el "equilibrado presentador" siempre anuncia como gran persona y mejor amigo, y que advierte que lo que va a decir su amigo es "muy interesante" o está "bien fundamentado"; otro habitual que hace el papel de crítico, generalmente con información insuficiente y no demasiadas ganas de quedar mal con el que manda, José Manuel Nieves (cuya impericia es protagonista de numerosos desbarres en la sección de ciencia del diario ABC), otro amigo y defendido de Jiménez, Ramón Campayo, campeón de memoria que usa su habilidad como trampolín para la venta de diversos embustes, y Manuel Martín-Loeches, psicólogo y coordinador de la sección de neurociencia cognitiva del centro UCM-ISCIII de evolución y comportamiento humanos.
Manuel era el que estaba "dando caña", pero por desgracia lo hacía solamente apuntalado en sus conocimientos sobre el método experimental, sin conocer el trabajo que se ha hecho en terrenos de la telepatía y, sobre todo, las críticas que se han hecho a quienes primero afirmaron haber descubierto pruebas sobre la realidad del fenómeno y luego no puedieron reproducirlas. Y sin conocer, por desgracia, los embustes y engaños que han sido parte (no irrelevante) de la investigación en temas sobrenaturales, de modo que cada vez que Santiago Vázquez aseguraba tajantemente que había estudios que demostraban cuanto se le iba ocurriendo, Manuel no tenía los datos para corregirlo.
En ese esquema desequilibrado que no es novedad, Ramón Campayo sugirió un "experimento" (así le llamó, con toda la desvergüenza) para "demostrar" la telepatía, con él en el papel de lector del pensamiento.
Los siguientes minutos fueron un ejemplo clarísimo de las fantasías y la vocación de engaño y embuste que caracterizan al mundo del misterio, a la supuesta "investigación" paranormal y a la desvergüenza de quienes medran viviendo de estos cuentos. La caradura es monumental.
Campayo sugirió que pensaran en un número del 1 al 50 pero que fuera de dos cifras (del 10 al 50, pues), pero que sólo fuera formado por números impares y que ambos números impares fueran distintos entre sí. Es decir, dejó los "50" números en ocho: 13, 15, 17, 19, 31, 35, 37 y 39.
Cuando todos escribieron su número, Campayo dijo que había leído la mente de todos y que habían escrito "37". Tanto Nieves como Marín-Loeches habían escrito "37" mientras que el autoproclamado parapsicólogo Santiago Vázquez había escrito "23". Nieves bajó la mirada, Jiménez dijo "uuuuuyuyuuuuuy" como si hubieran encontrado la tumba de Nefertiti, Jiménez dijo que él no mostraba su número sino hasta después, sin dar más explicaciones. Manuel Martín-Loeches dijo, astutamente, que el asunto le recordaba a un truco de ilusionismo.
Aquí, Campayo, claramente molesto, le preguntó al psicólogo "¿Es un truco? ¡A ver, hazlo tú!", adoptando el papel de víctima ofendida fundamental para verle la cara de ingenuos a quienes creen en la sinceridad de los mercaderes de la rarología. La respuesta:
Sí, Ramón Campayo, embustero, es un truco y tú lo sabes.
Algunos blogs de ciencia como "La Buhardilla 2.0" abordaron este tema desde el punto de vista de las probabilidades, con gran acuciosidad como lo puede ver aquí. Pero aún así, el resultado no dejaría de ser estadísticamente relevante: acertar el 50% de las ocasiones cuando alguien elige entre ocho opciones es impresionante (50% porque al final del programa Jiménez reveló que había elegido el 39, el segundo más común, según los ilusionistas).
O lo sería si la probabilidad de cada opción fuera exactamente de 1/8.
Pero no lo es. Esto no se lo enseña a usted la psicología, ni las matemáticas. Se lo enseñan esos neurocientíficos prácticos (que diría Teller, del dueto Penn&Teller) que son los ilusionistas.
No falto a la ética de los magos cuando le digo a usted que si hace este truco, la mayoría de las personas elegirán el 37. Las condiciones impuestas por el ilusionista son tales que descartan otras respuestas comunes (como 33) y aumentan el número de personas que responderán como él quiere.
Como cuando uno pide a un grupo de personas que piensen en un color. La mayoría pensará en el rojo... y serán muy pocas las que piensen en un turquesa suave.
Esto funciona incluso dando las mismas instrucciones con números del 1 al 100, y de hecho Campayo reduce el número de opciones, presumiblemente para estar más seguro dado que su público era pequeño.
Como en otros muchos trucos mágicos, el ilusionista no ha adivinado la elección que ha hecho usted, sino que ha dispuesto todo para que usted haga la elección que él quiere. El ilusionismo, para quienes estén interesados, tiene literalmente docenas de formas distintas de hacer esto, que un espectador o grupo de espectadores elijan la palabra, el número, la carta o cualquier otra opción previamente decidida por el ilusionista. ¿Cómo lo hace? Es un secreto y se mantiene para que podamos seguir asombrándonos. Pero ES UN TRUCO.
¿Por qué? No lo sabemos con precisión. Sabemos que así ocurre porque durante toda la historia los ilusionistas han hecho el truco y funciona. Puede influir que el 3 y el 7 sean los números que más frecuentemente dirá la gente cuando se le pide un número del 1 al 10. O porque 37 no es ni demasiado pequeño ni demasiado grande, lo hallamos cómodo en un universo de 50 o 100 números.
Pero es un truco que usted y cualquiera pueden hacer. Ponga las mismas condiciones a un grupo de personas y en su papel escriba "37" (o lleve un sobre cerrado que tenga un papel con el número "37" o algún otro efecto escénico interesante) y acertará porque la mayoría de las personas elegirán el 37 sin que usted tenga que hacer nada.
No me haga caso, pruébelo. Y recuerde que hablamos de "mayoría", no de "toda la gente", claro. Esto hay que manejarlo escénicamente para que parezca más asombroso aún.
Ahora lo esencial sobre este post, porque lo único importante es el engaño.
Primero: Ramón Campayo sabe que es un truco. Al igual que Uri Geller y otros desvergonzados embusteros que abusan de la buena fe ajena, presenta un legítimo efecto de ilusionismo como un poder mental
Segundo: Todo se ha dispuesto de modo que el engaño funcione: los críticos no tienen idea de embustes paranormales, estudios malhechos, desastres metodológicos ni ilusionismo, y por tanto el presentador los pone a merced de los embusteros profesionales para vender su mercancía de falsedades.
Tercero: Una vez explicado que esto es un truco, el presentador no se retractará de su "uuuuyuyuyyyy" con el que subrayó lo asombroso que le parecía (en su ignorancia o en su mala fe) el "acierto" telepático de Campayo y dejará a su amado público en la ignorancia total.
Cuarto: Lo más importante de todo, quizá, es que este experimento falso sí consiguió demostrar algo claro y patente, y es que un paranormalólogo con ínfulas que usa gazné de seda y se presenta como experto, es decir, Santiago Vázquez, cree que el "2" es un número impar, habiendo elegido el 23, antecedente con el cual no se entiende como alguien pueda creer que tiene capacidad de explicar cómo funciona el universo mejor que la física, la química y la biología.
No había pensado en escribir sobre el tema hasta que alguien más me hizo notar esta semana que la página del programa de misterios falsificados afirmaba rotundamente que su invitado "adivinó" los números que estaban pensando los demás, titular más falso que la declaración de la renta de El Dioni, y que se promovía la idea de que el campeón de memoria Ramón Campayo le podía leer la mente a la gente porque lo decía una autoridad de la relevancia de Íker Jiménez en vez de señalar lo que realmente había pasado.
Pero el dúo de profesionales del embuste que llevan ese programa mienten, por supuesto, Ramón Campayo no adivinó nada y no hizo más que engañar al público para fines que quizá algún día nos relate. Así que recalemos en el tema brevemente
El panel lo formaban un colaborador del programa, Santiago Vázquez, que se finge paranormalólogo y al que el "equilibrado presentador" siempre anuncia como gran persona y mejor amigo, y que advierte que lo que va a decir su amigo es "muy interesante" o está "bien fundamentado"; otro habitual que hace el papel de crítico, generalmente con información insuficiente y no demasiadas ganas de quedar mal con el que manda, José Manuel Nieves (cuya impericia es protagonista de numerosos desbarres en la sección de ciencia del diario ABC), otro amigo y defendido de Jiménez, Ramón Campayo, campeón de memoria que usa su habilidad como trampolín para la venta de diversos embustes, y Manuel Martín-Loeches, psicólogo y coordinador de la sección de neurociencia cognitiva del centro UCM-ISCIII de evolución y comportamiento humanos.
Manuel era el que estaba "dando caña", pero por desgracia lo hacía solamente apuntalado en sus conocimientos sobre el método experimental, sin conocer el trabajo que se ha hecho en terrenos de la telepatía y, sobre todo, las críticas que se han hecho a quienes primero afirmaron haber descubierto pruebas sobre la realidad del fenómeno y luego no puedieron reproducirlas. Y sin conocer, por desgracia, los embustes y engaños que han sido parte (no irrelevante) de la investigación en temas sobrenaturales, de modo que cada vez que Santiago Vázquez aseguraba tajantemente que había estudios que demostraban cuanto se le iba ocurriendo, Manuel no tenía los datos para corregirlo.
En ese esquema desequilibrado que no es novedad, Ramón Campayo sugirió un "experimento" (así le llamó, con toda la desvergüenza) para "demostrar" la telepatía, con él en el papel de lector del pensamiento.
Los siguientes minutos fueron un ejemplo clarísimo de las fantasías y la vocación de engaño y embuste que caracterizan al mundo del misterio, a la supuesta "investigación" paranormal y a la desvergüenza de quienes medran viviendo de estos cuentos. La caradura es monumental.
Campayo sugirió que pensaran en un número del 1 al 50 pero que fuera de dos cifras (del 10 al 50, pues), pero que sólo fuera formado por números impares y que ambos números impares fueran distintos entre sí. Es decir, dejó los "50" números en ocho: 13, 15, 17, 19, 31, 35, 37 y 39.
Cuando todos escribieron su número, Campayo dijo que había leído la mente de todos y que habían escrito "37". Tanto Nieves como Marín-Loeches habían escrito "37" mientras que el autoproclamado parapsicólogo Santiago Vázquez había escrito "23". Nieves bajó la mirada, Jiménez dijo "uuuuuyuyuuuuuy" como si hubieran encontrado la tumba de Nefertiti, Jiménez dijo que él no mostraba su número sino hasta después, sin dar más explicaciones. Manuel Martín-Loeches dijo, astutamente, que el asunto le recordaba a un truco de ilusionismo.
El asombrado "Uuuuyuyuuuuy" de Jiménez. |
La fingida indignación de Campayo. |
Sí, Ramón Campayo, embustero, es un truco y tú lo sabes.
Algunos blogs de ciencia como "La Buhardilla 2.0" abordaron este tema desde el punto de vista de las probabilidades, con gran acuciosidad como lo puede ver aquí. Pero aún así, el resultado no dejaría de ser estadísticamente relevante: acertar el 50% de las ocasiones cuando alguien elige entre ocho opciones es impresionante (50% porque al final del programa Jiménez reveló que había elegido el 39, el segundo más común, según los ilusionistas).
O lo sería si la probabilidad de cada opción fuera exactamente de 1/8.
Pero no lo es. Esto no se lo enseña a usted la psicología, ni las matemáticas. Se lo enseñan esos neurocientíficos prácticos (que diría Teller, del dueto Penn&Teller) que son los ilusionistas.
No falto a la ética de los magos cuando le digo a usted que si hace este truco, la mayoría de las personas elegirán el 37. Las condiciones impuestas por el ilusionista son tales que descartan otras respuestas comunes (como 33) y aumentan el número de personas que responderán como él quiere.
Como cuando uno pide a un grupo de personas que piensen en un color. La mayoría pensará en el rojo... y serán muy pocas las que piensen en un turquesa suave.
Esto funciona incluso dando las mismas instrucciones con números del 1 al 100, y de hecho Campayo reduce el número de opciones, presumiblemente para estar más seguro dado que su público era pequeño.
Como en otros muchos trucos mágicos, el ilusionista no ha adivinado la elección que ha hecho usted, sino que ha dispuesto todo para que usted haga la elección que él quiere. El ilusionismo, para quienes estén interesados, tiene literalmente docenas de formas distintas de hacer esto, que un espectador o grupo de espectadores elijan la palabra, el número, la carta o cualquier otra opción previamente decidida por el ilusionista. ¿Cómo lo hace? Es un secreto y se mantiene para que podamos seguir asombrándonos. Pero ES UN TRUCO.
¿Por qué? No lo sabemos con precisión. Sabemos que así ocurre porque durante toda la historia los ilusionistas han hecho el truco y funciona. Puede influir que el 3 y el 7 sean los números que más frecuentemente dirá la gente cuando se le pide un número del 1 al 10. O porque 37 no es ni demasiado pequeño ni demasiado grande, lo hallamos cómodo en un universo de 50 o 100 números.
Pero es un truco que usted y cualquiera pueden hacer. Ponga las mismas condiciones a un grupo de personas y en su papel escriba "37" (o lleve un sobre cerrado que tenga un papel con el número "37" o algún otro efecto escénico interesante) y acertará porque la mayoría de las personas elegirán el 37 sin que usted tenga que hacer nada.
No me haga caso, pruébelo. Y recuerde que hablamos de "mayoría", no de "toda la gente", claro. Esto hay que manejarlo escénicamente para que parezca más asombroso aún.
Ahora lo esencial sobre este post, porque lo único importante es el engaño.
Primero: Ramón Campayo sabe que es un truco. Al igual que Uri Geller y otros desvergonzados embusteros que abusan de la buena fe ajena, presenta un legítimo efecto de ilusionismo como un poder mental
Segundo: Todo se ha dispuesto de modo que el engaño funcione: los críticos no tienen idea de embustes paranormales, estudios malhechos, desastres metodológicos ni ilusionismo, y por tanto el presentador los pone a merced de los embusteros profesionales para vender su mercancía de falsedades.
Tercero: Una vez explicado que esto es un truco, el presentador no se retractará de su "uuuuyuyuyyyy" con el que subrayó lo asombroso que le parecía (en su ignorancia o en su mala fe) el "acierto" telepático de Campayo y dejará a su amado público en la ignorancia total.
Cuarto: Lo más importante de todo, quizá, es que este experimento falso sí consiguió demostrar algo claro y patente, y es que un paranormalólogo con ínfulas que usa gazné de seda y se presenta como experto, es decir, Santiago Vázquez, cree que el "2" es un número impar, habiendo elegido el 23, antecedente con el cual no se entiende como alguien pueda creer que tiene capacidad de explicar cómo funciona el universo mejor que la física, la química y la biología.
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febrero 02, 2013
El fundador de la Wikipedia contra la homeopatía
Jimmy Wales, fundador de Wikipedia. (Foto GDFL vía Wikimedia Commons) |
En un post en Quora, el fundador de Wikipedia, Jimmy Wales, ha estallado contra la homeopatía.
Wales se enfureció cuando un farmacéutico de Londres quiso venderle, en lugar de unas pastillas con benzocaína para calmar la tos, un preparado llamado Oscillococcinum del que ya hemos hablado aquí. Sabiendo que "la homeopatía es un fraude probado", Wales relata cómo escuchó al farmacéutico decirle que "si tomaba Oscillococcinum, destruiría el ADN del virus antes de que pudiera enfermarme".
Y continúa diciendo: "Bien, ese tipo de mentira es lo que me enferma". Procede entonces a explicar cómo el Oscillococcinum es un producto "completamente falso".
Lo que se pregunta Jimmy Wales es "¿por qué es legal esto? O, si no es legal, ¿qué se puede hacer al respecto?" Para ilustrar la gravedad del asunto, cita un artículo de The Guardian donde se dice que sólo el 50% de los adultos mayores del Reino Unido se aplicaron la vacuna contra la gripe y pregunta: "¿Cuántos del otro 50% optaron por no aplicársela porque creyeron que este remedio falso los protegería? ¿Y cuántos de ellos murieron?"
La conclusión de la entrada de Wales merece atención especial, porque refleja la inquietud de muchas personas, ciudadanos simples, médicos y científicos al confrontar los datos reales sobre la implausibilidad de la homeopatía y la ausencia de pruebas de su eficacia en más de 220 años desde que Samuel Hahnemann la inventó: "¿Con quién debo hablar sobre esto para animar la creación de una campaña para detener esto? No es mi área de interés principal así que no soy la persona correcta para liderar esto personalmente. Pero me gustaría ayudar".
Los comentarios a esa reflexión de Wales (45 al momento de escribir esta entrada) rápidamente le enseñaron a quiénes dirigirse. A Ben Goldacre, autor de Malaciencia, a Simon Singh y a Edzard Ernst, tres personas que concitan el odio babeante de quienes viven del engaño y de sus acólitos precisamente porque han sido eficaces en la lucha contra los fraudes a la salud en el Reino Unido.
Por desgracia, Jimmy Wales parece no estar consciente de la intensa labor que la Wikipedia en español hace para promover todo tipo de supercherías a cual más disparatada. Y eso que desde noviembre "coincidentalmente" le han metido mano a todos los artículos que denunciábamos aquí por entonces. Ya habrá tiempo de reseñar los cambios y otros problemas que tiene la versión en nuestro idioma de la enciclopedia iniciada por Wales.
Cuando hemos hablado aquí de la Wikipedia en español y de su claro sesgo en favor de las pseudociencias, la charlatanería, lo supuestamente paranormal, misterioso y sobrenatural, hemos recibido todo tipo de ataques. Incluso en la propia Wikipedia se han tomado la molestia de atacar al autor de este blog:
Lo cual es más fácil de decir que aceptar que a la Wikipedia en español le importa un pepino la ciencia, el conocimiento, los hechos que, más allá de las opiniones, nos dicen que las pseudoterapias que no funcionan siguen sin funcionar. A mí, por supuesto, me importa mucho, porque creo que los hispanoparlantes (500 millones) merecemos una Wikipedia decente y fiable, con más voluntarios y menos dictadorzuelos, con más ciencia y menos pseudociencia, con más datos y menos opiniones, con más seriedad y menos berrinchitos. Y porque aplaudí la iniciativa de Wales cuando aún no existía este blog.
Al final, estamos luchando junto a Jimmy Wales, desde esta minúscula trinchera, para crear una campaña que detenga los daños que causan las prácticas pseudomédicas. Aunque sea, paradójicamente, luchando contra el relativismo postmodernista de la Wikipedia en español. Y contra su idea de que es igualmente válido y merecedor de lugar en la enciclopedia la teoría de la tierra plana que la de la tierra esferoidal, la medicina y la química que la homeopatía, de la que no se atreven a decir, simplemente, "es un fraude probado".
____________
Actualización 2 de febrero, mediodía: Hora y pico después de publicar esta entrada, por Twitter, una persona que dice ser "administrador de @Wikinoticias" y editor de Wikipedia (como siempre, esto no se sabe, igual es otra persona suplantándolo y de ser así por supuesto que rectificaré), en vez de atender a lo dicho por Wales, a los ejemplos, argumentos y hechos que hemos presentado aquí en tres entradas, prefirió el ataque personal:
Le expliqué que no, no vivo de esto, que esto ni es negocio ni se hace por negocio y que sacar tan tonta conclusión porque tres de las 600 entradas que tiene este blog son sobre Wikipedia es halagarse demasiado. Lo siguiente fue decir que no se puede hablar conmigo por "mis antecedentes" (que nunca me dijo cuáles eran, el tema parecía fascinarle a él, a mí no tanto). Y sí, no habló conmigo, pero contra mí sí, parece que le resultaba importante. Pedí reiteradamente que atendiera a los problemas de la enciclopedia en la que participa en vez de celebrar su popularidad (que poca le puedo dar) recibí la siguiente recomendación:
Aclaré que los estudios existentes (Aurelio Asiáin desde Japón rápidamente aportó el enlace, que es este artículo de Wired) indican que no hay enciclopedias sin errores, pero que la fiabilidad de la Wikipedia en inglés es equivalente a la de la Encyclopaedia Britannica, mientras que por nuestro lado hispanohablante, otros estudios indican que la Wikipedia en español es la menos fiable. Así que invitarme a mí a que no la lea no resuelve nada. Expliqué:
Después de una pila más de descalificaciones y cierre a cualquier ejercicio de autocrítica, llegó la invitación a la censura no sólo dentro de Wikipedia (donde se me dijo que antes de editarla hay que pedirle permiso a los jefes en la página de discusión de cada tema, lo cual quizá explica mucho pero no tiene que ver con el proyecto original de Wales) sino en Twitter y en mi blog.
Las esperanzas que tenemos de que los voluntarios de Wikipedia resuelvan los graves problemas denunciados sobre ella (y no sólo por este blog de cuarta escrito por un don nadie sin título universitario, como los wikipedistas gustan de recordar sobre mí, porque para eso sí tienen tiempo, pero no para anotar en su mamotreto que las constelaciones familiares son un timo) son pocas, pues. Y las esperanzas de que otros voluntarios nuevos, frescos y abiertos puedan participar y compartir lo que claramente son cotos de poder bien divididos que dan ego trips y sentimiento de dominio, son menos.)
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