Durante el mes de marzo presentaremos el libro en:
- 9 Cádiz 19:30 QiQ, presenta Hat Dursselev
- 11 Sevilla 20:00 Librería La Mercería, presenta Salvador Gutiérrez Solís
- 13 Madrid 19:30 FNAC Castellana, presenta León Arsenal
- 19 Gijón 19:30 Librería Central, presenta Cristina Macía
- 24 A Coruña 20:00 Librería Lume, presenta Javier Pedreira, "Wicho"
- 25 Santiago de Compostela 20:30 Librería Modus vivendi, presenta Uxío Novo
- 27 Bilbao, 19:30 Bar KZ, presenta Luis Alfonso Gámez
Y, en abril:
- 16 Salamanca, 20:00, librería Letras Corsarias, presenta César Brito González
- 23 Madrid Noche de los libros.
Comparto la nota de prensa de lanzamiento y la entrevista que la acompaña.
Parece que en las civilizaciones occidentales, el monoteísmo se ha aceptado sin que ninguno de nosotros pueda formularse ciertas preguntas. El dogma de fe se ha establecido como una ley única e inamovible a la que nadie puede enfrentar ningún tipo de espejo en el que la realidad se refleje para poder, de este modo, reflejar nuestra esencia.
Todo esto pretende el libro de Mauricio-José Schwarz. Plantear una serie de preguntas, establecer unas dudas razonables para que el propio lector se las responda. Por algo, el periodista y escritor mexicano está considerado como uno de los mejores divulgadores científicos en nuestro país. Por eso, tanta gente le sigue en redes sociales y en su canal de YouTube.
Este volumen repasa algunos de los argumentos históricamente esenciales del ateísmo y el agosticismo desde una perspectiva del siglo XXI y orientados no a académicos, sino sobre todo a la gente común y corriente que, al definirse como atea, no creyente, agnóstica o hereje se siente aislada, bajo asedio y temerosa de decir lo que piensa y por qué lo piensa. No se trata de un manual para enseñar ateísmo, tarea por lo demás imposible. ¡No, por dios! es un acto de complicidad para el ateo que empieza a serlo o que se plantea serias dudas religiosas, una demostración de que en la opción de vivir sin dioses no hay sino ideas sólidas, razón y una firme moral -más firme que las de las religiones- asumiendo las responsabilidades que comporta la vida como única oportunidad de ser feliz y de hacer felices a otros. Y que ser ateo está bien.
-¿Eres ateo o agnóstico?
-Filosóficamente soy agnóstico, pero en la práctica soy ateo, es decir, no creo que existan deidades y la idea de la deidad no juega ningún papel en mi vida cotidiana.
-¿Qué significa eso?
- "Agnosticismo" es una palabra inventada por Thomas H. Huxley para denotar a quien establece que no puede probar que no exista una deidad, significa "no conocer". Ateísmo es la vida sin dioses, simplemente.
-Dicen que la fe es una forma de mantener la esperanza, ¿qué significa no tener fe?
- No tener fe significa que tu esperanza está basada en la realidad y no en la fantasía. No anula la esperanza. La idea de que se debe creer algo irracionalmente para poder prever un futuro mejor es intrínsecamente contradictoria, porque sabemos que sólo la razón nos ha ido dando futuros mejores. La fe es renunciar a pensar para creer lo que otra persona te dice que debes creer sin pedirle que lo pruebe; es una base demasiado endeble para cualquier posición ante la vida.
-Ser ateo es un país aconfesional, ¿qué mérito tiene?
- No se es ateo por alcanzar méritos, ciertamente. Pero habría primero que determinar si éste realmente es un país aconfesional cuando uno de los partidos mayoritarios, hoy en el gobierno, se rige por los principios de una religión y pretende legislar con base en ellos, como lo hizo Alberto Ruiz-Gallardón, o cuando los ministros en lugar de hacer su trabajo le encargan las soluciones a imágenes religiosas. En todo caso, el que se pueda ser abiertamente ateo sin demasiado miedo a sufrir represalias es mérito de la sociedad y de las culturas de la Ilustración. Aunque algunas hay todavía, pienso en varios lugares donde no me emplearían por no ser creyente, por ejemplo.
-Si Dios no existe, ¿qué es el Vaticano?
- El Vaticano es el centro neurálgico de una de tantas religiones que se han desarrollado en la historia. Como en muchos otros casos, su poder sobre sus creyentes se traduce en poder económico, político e individual. Yo siempre he tenido la impresión de que muchos en el Vaticano no creen en lo que predican, pero sí creen que es bueno que la gente crea... además de resultarles conveniente.
-¿Mantienes, como los marxistas, que la religión es el opio del pueblo?
- Es muy divertido, porque la cita de Marx siempre se malinterpreta. Con su contexto completo es: "La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo". Es decir, aquí "opio" se considera como un bálsamo analgésico, como algo que hace olvidar el dolor, no como una droga estupefaciente, ya que no se le veía así a mediados del XIX. Aunque Marx hace una crítica de la religión en el siguiente párrafo, lo que dice en esta cita es otra cosa. Dicho eso, creo que la religión es mucho más que una visión simplista, llena distintas funciones en distintas personas, sociedades, épocas y culturas, independientemente de que el saldo sea abrumadoramente negativo. Me quedo mejor con la cita de George Bernard Shaw: "La felicidad basada en la credulidad es una cualidad barata y peligrosa."
-¿Este es un libro para rojos?
- En estos tiempos de pateo de la semántica, no sé si "rojo" signifique lo mismo para mí que para quienes me rodean. Si la izquierda es la lucha por la justicia social, la igualdad de oportunidades y la razón, probablemente sí. Pero no creo que sea necesario ser "rojo" bajo ninguna definición para carecer de creencia en las deidades. De hecho, en una parte de la izquierda se padece de una invasión de neorreligionismo new age, de rechazo a la razón y la ciencia tales, que hay motivos para preocuparse y para asegurar que ese sector, al menos, es tan irracional y dogmático como cualquier habitante del Vaticano. En todo caso, el libro analiza las implicaciones del ateísmo como crítica a las creencias religiosas y, por ende, a las posiciones sociales que se desprenden de esas creencias, y que son rechazables cuando la ciencia y la razón las contradicen.