Pues menuda decepción nos obsequió Íker Jiménez en su megasuperlanzamiento ultraestelar en el nuevo canal Cuatro.
Uno hubiera esperado que, dada la potencia económica del grupo dueño del canal, dado el interés que tiene el canal por competir efectivamente en un panorama muy inclinado hacia Tele Cinco y dado que Íker desea más que nada apoderarse de más medios, cobrar más e impedir que sus críticos tengan tribuna, el "Cuarto Milenio" jimenezero sería al menos superior al espacio de Javier Sierra en Telemadrid.
Pero resulta que no.
El programa de Jiménez constó de tres recortajes. Digo recortajes y no reportajes porque lo que hizo fue recortar historias antiguas y manidísimas (y desprestigiadísimas, como la del "apoloescepticismo"), coserlas con ánimo de modistilla malpagada y recetárselas al público.
Parecería que, después de todo, Íker sabe que los verdaderos creyentes que lo consideran un gran "investigador" y un magnífico "periodista", además de aceptar cualquier ocurrencia de los misteriólogos, son muy afectos a escuchar lo mismo repetido de varias formas, como si la repetición los hiciera más "reales". Luego, otro sector del público no tiene idea de los temas que explota Íker y todo esto le sonará sumamente nuevo. Otra paret del público le es inalcanzable porque no hace caso de tonterías pero tampoco ve qué tan graves son estas tonterías en particular. Y sabe también (para ello se han empeñado los ocultistas negociantes durante años) que serán muy pocos quienes entre el público dispongan de los datos necesarios para darse cuenta de las faltas a la verdad con las que los televidentes fueron aporreados durante 75 minutos, con aviesas sugerencias sensacionalistas sobre el manido caso de Ochate, la idea de que el hombre no llegó a la Luna y el cuento de que la "mesa de Salomón" está enterrada en Toledo.
Lo que me parece más dsetacable es cómo se utiliza a un científico de verdad y que no cree en los delirios conspiranoicos de los ocultistas para darle un barniz de credibilidad al reportaje sobre quienes venden la idea de que el hombre nunca fue a la Luna.
Son multitud los sitios que pacientemente se ocupan de responder a todas y cada una de las extravagantes ideas y observaciones a las que acuden quienes aseguran que los viaje a la Luna fueron en realidad montajes con efectos especiales al estilo de J.J. Benítez, entre ellos El hombre sí pisó la Luna, Of course we went to the moon, Fox TV and the Apollo Moon Hoax o Who mourns for the Moon, entre otros muchos.
Ojo: todos y cada uno de los argumentos que en el programa de Jiménez presentó un tipo con aspecto de cantante pop de los 80 están respondidos y rebatidos ampliamente. Todos. Y uno supondría que un "incansable buscador de la verdad" se ocuparía de demostrar que los contraargumentos y pruebas y razonamientos de los sitios arriba citados y otros muchos son incorrectos o inaceptables basándose en otros datos y argumentos y razones.
Pero como en el mundo del misterio no se trata de avanzar sino de cobrar, los enigmatólogos no se ocupan de mencionar siquiera que existen datos que contradicen su rollo. De nuevo, saben que la mayoría del público no conocerá esos datos y entonces se limitan a repetir los mismos viejos argumentos y a cobrar.
Ésa es una forma de mentira.
Otra forma de mentira es entrevistar al encargado de la NASA en España y dejarlo decir que los viajes eran públicos y que la teoría conspiranoica del fraude de los Apolo es una tontería insostenible. Nos quedamos sin saber si el científico español dio algún argumento contra las afirmaciones del invitado estrella de Íker y resultará que sus palabras fueron convenientemente editadas (como siempre, "por cuestiones de espacio" y no de mala leche). Es decir, a uno le permiten decir todas las tonterías y a otro se le deja decir que son tonterías, pero no demostrarlo, que tanta libertad tampoco es buena.
Pero la forma más clara de la mentira, la más gorda, la más desvergonzada y la más manipuladora, nos la ha hecho notar Gerardo García Trío, autor del blog Bajo el volcán.
Con su tono de conspiración misteriosona (un poco boba si se adopta ante un público de más de cinco personas), el locutor nos informa que un "periodista" se acercó amablemente a Buzz Aldrin, el segundo hombre en la Luna, viajero de la Apolo XI, y le pidió que jurara por su madre que había estado en la Luna, afirmación a la que el astronauta respondió como un energúmeno abusón con un gancho de izquierda a la mandíbula que nos recordó las prodigiosas hazañas de "Mantequilla" Nápoles en el boxeo de los 60.
El locutor del programa y su director, es decir, Íker Jiménez, mienten, como ya es tradición.
Como nos lo recordaba Gerardo, en el sitio de CSICOP se recoge la noticia de que el 2 de septiembre de 2002, un coequipero de Íker Jiménez, un creyente en la conspiración lunar, Bart Sibrel (o Bart Winfield Sibrel), que curiosamente se gana la vida vendiendo vídeos y conferencias sobre el tema, se le acercó con malas pulgas a Aldrin exigiéndole que jurara sobre la Biblia que había ido a la Luna. Como Aldrin (72 años, 73 kilos de peso, 1,77 de estatura) le pidió varias veces que lo dejara en paz, Sibrel (37 años, 113 kilos de peso, 1,87 de estatura) le dijo entonces valerosamente: "You're a coward, and a liar, and a..." ("Eres un cobarde, un mentiroso y un..."), y el resto de sus históricas palabras se perdió cuando el astronauta le atizó un moquete (cosa de todos modos reprobable, aunque uno pudiera simpatizar con un hombre que se ha jugado la vida para conseguir una hazaña singular y luego se haya pasado 33 años escuchando estupideces y aguantando el acoso de personajes tan creíbles y serios como Sibrel, Jiménez o Maussán).
Usted puede ver el vídeo en la misma página, subir el volumen, escuchar lo que dice Sibrel y compararlo con lo que Íker dice que dijo.
En realidad, como lo cuenta Phil Plait, Sibrel ya era famoso por acechar a los astronautas de las misiones Apolo y enseñarles una Biblia exigiendo que juraran sobre ella que fueron a la Luna. De hecho, Edgar Mitchell, astronauta de la Apolo XIV, no tuvo problemas en jurar sobre la Biblia de Sibrel que sí había ido a la Luna, cosa que no mencionan ni Sibrel, ni Jiménez ni el resto de su cuadrilla.
Ocultar lo que ya se sabe para seguir explotando misterios que no son tales, vendiendo como noticia una ocurrencia superada y desacreditada es una táctica tradicional de los charlatanes. Su aparición inmediata como estrella del "Cuarto Milenio" de Íker Jiménez, nos dice a gritos que estamos ante un programa de radio con cámaras, pero sin rigor, sin seriedad y con el único objetivo de obtener público y ganancias, que de los hechos reales se ocupen otros menos listillos.
Para la semana próxima, Jiménez nos anuncia que seguirá refriteando los temas que le han dado fama, fortuna y una egomanía de polendas. Lo que Cuatro vende como un "gran especialista" y un "periodista" sigue siendo el Georgie Dan del ocultismo, pues.