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febrero 04, 2004

La iglesia medieval del siglo XXI

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La Conferencia Episcopal Española parece haber decidido entrar en una competencia enérgica con la Conferencia Episcopal Mexicana por ver cuál es más medieval, más supersticiosa y más cavernaria.

Es de suponerse que tal reacción de las sotanas ibéricas proviene de su molestia al ver que sus propios talibanes, como Escrivá de Balaguer, han cedido terreno a los salvajes curas mexicanos, como el padre Marcial Maciel, cuyos "Legionarios de Cristo" (mejor conocidos como los "Millonarios de Cristo") han llegado a tener una influencia excesiva en el actual gobierno español, al grado que el confesor de Ana Botella, todavía primera dama y diputada en la legislatura de la comunidad de Madrid, pertenece a ese distinguido club.

Para demostrar que la iglesia católica puede, si se lo propone, superar las fanáticas barbaridades de cualquier otro fundamentalista religioso, la CEE ha emitido el "Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España", un documento de 250 páginas que, en resumen, culpa a la "revolución sexual" de los años 60 y 70 del siglo pasado de la violencia doméstica, los abusos sexuales, la pederastia, la homosexualidad y los hijos sin familias idílicas.

Lo más alarmante no es tanto lo que dice tal pastoral, sino lo que implica, es decir:

- Que en tiempos de Franco los hombres no golpeaban a sus mujeres.
- Que en tiempos de Franco no había abusos sexuales.
- Que en tiempos de Franco no había pederastas (ni siquiera entre los curas, tan conocidos por su afición a esta perversión).
- Que en tiempos de Franco no había homosexuales.
- Y que en tiempos de Franco las familias eran idílicas y modélicas, probablemente debido a que el divorcio estaba prohibido.

Lo que supuestamente se presenta como una pastoral dirigida al análisis de la familia (y uno supondría que de la familia católica, porque las que no lo son no deberían ser asunto de estos personajes) se revela como un documento político que se aferra a las más groseras supercherías para dar una imagen falsa no sólo de la actualidad, sino, sobre todo, del franquismo que añoran los curas, cuando ellos se encargaban de las delaciones de "rojos" que acababan en la cárcel o, idealmente, fusilados en campo abierto y arrojados en fosas comunes cavadas a la vera de los caminos.

Las 800 fosas que se calcula existen aún con restos de republicanos reales o supuestos contienen muchos miles de víctimas del sanguinario talante inquisitorial de los mensajeros del amor cristiano.

La fuerza que la iglesia católica alcanzó en el franquismo es, lógicamente, añorada hoy cuando la educación ha alejado a los jóvenes de las iglesias donde se dictan misas casi preconciliares (con las excepciones del caso, que curas progresistas también los hubo y también fueron perseguidos por las huestes de Franco y las jaurías de sus propios correligionarios).

El arribo al poder de una derecha zafia y ramplona como la que personifican José María Aznar y Vicente Fox es una invitación a que la iglesia se meta hasta el fondo de los asuntos públicos que deberían mantenerse en el laicismo.

Si el clero no tuviera poder, y poder real, sobre algunos gobernantes, sus palabras y opiniones no pasarían de ser una anécdota, una muestra de que entre los más salvajes integristas islámicos y los más salvajes integristas católicos no media mucho por cuanto a ideologías se refiere.

Es decir, nada sería más fácil que demostrar que, en tiempos de Franco, los hombres golpeaban brutalmente (pero éstas no podían quejarse y los curas, en confesión, les recomendaban resignación), que había abusos sexuales a tutiplén, pederastas abundantes, homosexuales reprimidos que sufrían por su condición para satisfacción de los curas y que las familias eran, por supuesto, unidades en las que los esquemas del poder autoritario se reflejaban claramente, donde el padre de familia tenía como modelo la brutalidad del dictador.

Pero si bien es fácil demostrar con datos y hechos que las afirmaciones de la CEE son absolutamente producto de su más enfermiza imaginación, lo difícil es echar para atrás lo que los gobiernos hacen para congraciarse con los sectores más montaraces del integrismo católico que lidera Juan Pablo II.

En España, por presiones de la iglesia católica, está prohibida la investigación con células madre.

En México, personajes del fascismo criollo quitan fondos a las organizaciones civiles para darle 3 millones de dólares a un grupo católico de salvajismo cruel, protagonista incluso de agresiones físicas, autodenominado "Comité Nacional Pro-Vida" y reconocido como quizá el más oscurantista de México.

En España, por presiones de la iglesia católica se ha reimplantado la enseñanza de la religión en las escuelas primarias y secundarias.

En México, la Conferencia Episcopal y el Cardenal Rivera Carrera se desviven difundiendo la mentira de que la píldora "del día después" es abortiva.

En España, en México y en todo el mundo, la iglesia católica busca desmontar del todo el Concilio Vaticano II y cerrar la entrada al poco aire fresco que dicho concilio permitió que entrara en una institución desprestigiada y rancia. La actitud beligerante e integrista del Papa Wojtyla ha sido recogida con entusiasmo por el sector menos civilizado de las sotanas que busca, nuevamente, controlar el poder político con la coartada celestial.