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abril 19, 2004

El fanatismo del creyente y la cautela del sentido común

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Una y otra vez, a lo largo de los años, hemos constatado que es imposible convencer a los verdaderos creyentes acerca de la falsedad de su religión.

Esto únicamente sirve para demostrar que tales homínidos son inmunes a la razón, a los datos, a las pruebas y a la evidencia real. Por eso no discutimos con ellos, a menos que hacerlo tenga algún valor didáctico para sus posibles víctimas.

El ovni de Puebla

Pongamos un caso que fue ciertamente famoso, el del "Ovni de Puebla", de México, el 29 de Julio de 1977, visto por decenas de miles de personas, filmado varias veces, incluso profesionalmente (por un equipo que trabajaba en una película sobre el cual pasó el objeto), y que cayó finalmente en la Sierra Norte de Puebla.

Mientras los loquetes de siempre deliraban por la "visita extraterrestre", dos investigadores, Héctor Chavarría y Pablo Latapí, llegaron al lugar, entrevistaron a los pobladores e incluso obtuvieron un trozo de lo que se estrelló en el asoleadero de café de un campesino severamente perjudicado por todo el meneo. El objeto fue analizado y se determinó que era acero similar a una aleación al cromo silicio usada, entre otras cosas, para hacer resortes.

Los años pasaron mientras los ufólogos creyentes bordaban una tontería tras otra sobre el "Caso Puebla".

En 1990, amparado en el Acta de Libertad de Información, el ufólogo escéptico Héctor Escobar consiguió datos del Comando de Defensa Estratégica de los EE.UU., que probaban que la trayectoria, velocidad y hora de entrada del "ovni" a la atmósfera coincidían con los de la tercera etapa del cohete soviético que había puesto en órbita al satélite Cosmos 929.

El objeto venía de los cielos, habiendo sido lanzado previamente desde Baikonur. Misterio resuelto. Ovni convertido en ovi.

¿Alguien en el mundo de la ovnilogía o ufología charlatanescas quedó convencido de la prueba y archivó el caso Puebla? Pues no.

La historia completa la escribieron Héctor Chavarría (uno de los primeros investigadores) y Héctor Escobar (que resolvió el caso) en en el boletín de la ARP-SAPC y en muchos otros lugares.

El mundo de la ovnilatría sinvergüenza no tuvo interés en investigar el hecho. Tenían lo que llamaron "un caso perfecto" y no iban a permitir que se los viniera a joder la realidad. La investigación de verdad tuvo que ser hecha por quienes no comparten los dogmas de fe de estos acólitos de la baba.

Pero los fanaticazos fundamentalocos siguen citando el caso y, antes de acudir a esta información, prefieren citar párrafos de franca alucinación, pergeñados por tipos que nunca vieron los restos pero aseguran que tienen "un brillo azul que nos llena de paz" y sofritos mentales de este tipo. (He tenido en mis manos varias veces el trozo que guarda Héctor Chavarría, y es acero sin ningún brillo mamón ni efectos esotéricos.)

"Los hechos nos importan un carajo"

¿Se demostró que las "investigaciones" sobre Uri Geller en la universidad de Colgate estuvieron malhechas y no son válidas al no evitar que el vivaracho israelí hiciera trampa? Ni lo mencionan. ¿Se encontraron modelos de "naves extraterrestres" adecuados para trucos fotográficos en la casa del demencial "Billy" Meier? Eso no demuestra nada, según ellos. ¿La psicología ha demostrado que las "regresiones" son memorias falsas introducidas por hipnotistas imbéciles o interesados? No hay una sola mención en los documentos públicos de los hipnotizadores que ofrecen tales "regresiones". ¿Una investigación demuestra las falsedades de distintos curanderoides? No importa, la consulta sigue llena. ¿Las pruebas estadísticas demuestran que las predicciones astrológicas no funcionan para un carajo? Es que la ciencia no nos quiere, es mala con nosotros (y se sueltan a llorar). ¿El caso de las hermanas Fox hace ciento y tantos años fue un fraude confesado por una de ellas, Margaret? Lo ocultan avergonzados.

Nada, absolutamente nada de lo que se diga a estos fanáticos los mueve de sus convicciones. Lo suyo, aunque lo disfracen con palabras extravagantes como "investigaciones" es cosa de fe, asumida de manera fundamentalista, en la que el no creyente es, cuando menos, un hereje, y el que los critica se vuelve blanco de todo tipo de ataques.

Como los talibanes, pues.

Nunca han aceptado las pruebas que se les dan, por sólidas que sean (y pocas cosas más sólidas que un trozo de acero) y a cambio exigen que se acepten "evidencias" frágiles, cuando no meramente simples decires de personas, que habitualmente hacen negocio con sus afirmaciones.

Los escépticos ya han visto que su aproximación a los hechos no tiene efecto sobre estos cerebros de planaria y su buena fe inexistente. La mentalidad científica no tiene ningún problema en cambiar de opinión, pues ni tiene ni cree tener a La Verdad agarrada por el pescuezo, sino que se concibe como un proceso de acercamiento continuo a hechos y datos certeros y certificables por cualquiera para obtener explicaciones válidas y que se integren a todo un enorme cuerpo de conocimientos (esto último quiere decir que lo que ocurre en la química no contradice a la física, y que la anatomía del aparato digestivo no contradice a la química, el conocimiento está sistematizado y es coherente, a diferencia de los jirones patéticos que hilan los paranormalólogos).

¿Cómo funciona la ciencia? Dice que hay nueve planetas en el sistema solar porque conoce nueve, pero se demuestra la existencia de Sedna y entonces, en vez de "defender" su posición previa, acepta las pruebas, dice que hay diez planetas y se pone a estudiar. Supone que los dinosaurios eran reptiles hasta que se demuestra que no, que tienen un antepasado común con los reptiles pero pertenecen a otro orden, y la ciencia lo acepta y sigue avanzando. Contaba con las leyes de la gravitación de Newton para explicar la dinámica del universo, pero al demostrarse que tales leyes no eran aplicables a nivel microcósmico y macrocósmico, la ciencia aceptó la relitivdad de Einstein y la mecánica cuántica de Planck.

Igualmente, la ciencia se autocorrige. Al funcionar con investigaciones repetibles y contrastables, lo que dice un investigador puede ser comprobado por otros en las mismas condiciones, si no se replica, se analiza todo de nuevo. Eso impide que los charlatanazos sobrevivan mucho en el mundo de la ciencia real.

¿Que en la ciencia hay reticencias y a veces no se puede avanzar tan rápido como se pudiera? Pues sí, pero los científicos son humanos y se comportan como tales. Pero, a la larga, los hechos demostrables se imponen sobre las opiniones y resulta que conocemos mejor nuestro universo y podemos operar sobre él de manera predecible (algo que ninguna forma de la charlatanería nos permite hacer, mire a su alrededor y constátelo).

Por tanto, quien tiene un pensamiento crítico y científico, que sabe dudar de su propia visión de la realidad, supone ingenuamente (y tontamente, los años lo demuestran) que los embusteros de oficio piensan igual, y que bastarán las pruebas y una argumentación racional impecable para que muden de parecer.

Nunca van a cambiar de opinión porque tienen la respuesta antes de enfrentar los hechos, porque prefieren creer antes que saber y porque tienen intereses creados enormes.

Siete formas de ser como el tío Lolo, que se hacía tonto solo

Primero: tratar de trasladar el peso de la prueba a los escépticos. Esto es falaz, porque quien presenta una hipótesis es quien debe demostrarla, no al revés. Si alguien dice que Fulanito Descerebradito puede hacer algo maravilloso (doblar metales con la mente, predecir el futuro, conversar con extraterrestres, teletransportarse) debe demostrarlo satisfactoriamente. El que afirma, debe probar, el que afirma cosas maravillosas (fantasmas, extraterrestres, visión del futuro) debe dar pruebas igualmente maravillosas, no fotos y grabaciones dudosas, relatos lisérgicos y "predicciones" simplotas que cualquiera puede hacer.

Segundo: acudir a que los fenómenos "no los pueden reproducir los escépticos". Este argumento es especialmente bobo. Yo no sé cómo hace el mago Yunke su ilusión de cortarle la cabeza a la nena que lo ayuda, pero no porque yo no pueda reproducirlo voy a creer que "hace magia de verdad".

Tercero: saltarse a la torera la demostración de los hechos para tratar de discutir su "explicación" de manera delirante. Basta echar un ojo a cualquier manual de los especialistas en dar gato por liebre para encontrar docenas de explicaciones de cada taradez suya, haciendo que el lector (víctima) olvide que nadie ha podido demostrar la existencia del fenómeno en cuestión. Es como debatir el tipo sanguíneo de las hadas o el nombre del sastre de Astérix.

Cuarto: hacer el blanco móvil. Si alguien ofrece un misterio y se pone en duda, se apresura a ofrecer otro y otro, y otro, complicando el escenario para que nadie se dé cuenta de que todavía sigue sin demostrarse que el primer "misterio" no fuera un embuste. Así, un sacaplata superprofesional como el supuesto "contactado" Billy Meier empezó diciendo que tomaba fotos de platos volantes (se encontraron los modelos en su garaje), luego de extraterrestres (lástima que una "extraterrestre" fotografiada era una cantante conocida, por mucho que la desafocó), luego los filmaba (colgados de un palito), luego resultó que además viajaba en los platillos volantes y, lo último, ahora viaja en el tiempo (como prueba ofrece una foto de San Francisco después de un ataque nuclear, lástima que es la foto de un dibujo de un artista para ilustrar un artículo sobre el tema en la revista Geo años antes de la "foto" de Meier). Y entonces, en vez de centrarnos en que sus fotos no son pruebas de nada, se nos cuenta algo tan oriental como que le ha tomado una foto a Cristo cuando viajó en el tiempo.

Quinto: diversificarse (variación del 4). Habiendo dinero y "prestigio" (por fraudulento que fuere) en tantas áreas, los charlatanes surgen de una especialidad y al cabo de pocos años están metidos en muchas de las demás formas de desplumamiento de incautos. Con esto, además, pueden mover el blanco con más eficacia, por ejemplo, al ser cuestionados sobre sus fantasmas salir con un rollete sobre ovnis que hace todo diálogo imposible.

Sexto: desprestigiar al crítico. Quienes han tenido la mínima formación en lógica saben que ésta es una falacia de argumentación llamada argumento ad hominem, y que demuestra una mente poco ducha en la discusión racional (descubrimiento asombroso).

Séptimo: el insulto, la ofensa y acusaciones más o menos veladas. Cuando pierden los estribos y asumen su personalidad real (la de fanáticos babeantes, acefálicos y desprovistos de toda ética) resultan sumamente divertidos. Quedan totalmente desnudos en su ruin bajeza, la que antes de ese momento ocultaban bajo un manto de "espiritualidad", "iluminación", "sabiduría ancestral (o extraterrestre, o astral)" , "desarrollo mental", "relación con energías preternaturales maravillosas" y demás inventos engañabobos. (Por cierto, es cuando llegan a esto cuando los irracionales vendedores de abono disfrazado de alimento kármico acaban ante un juez explicando sus acciones y afirmaciones difamatorias.)

La bala mágica: el sentido común

El sentido común (que, como todo el mundo sabe, es el menos común de los sentidos) es, por ello, el arma ideal para enfrentar a los farsantes (y en cierta medida a los defraudadores, aunque sería mejor que éstos estuvieran más seguido ante los tribunales por vender curas falsas, cursos imbéciles, "lecturas" adivinatorias mendaces, "contactos con espíritus" imaginarios y todo tipo de imposturas dañinas, perjudiciales y, en última instancia, delictivas).

Pero no se trata de enfrentarlos para "convencerlos", sino para exhibir su miseria humana, moral, intelectual y científica ante sus posibles víctimas, quitándoles así a los charlatanes la posibilidad de seguir obteniendo beneficios de su oferta de ignorancia y ayudando a sus víctimas a escapar de la trampa.

¿Hay datos que puedan demostrar que los muertos gustan de hablarle al micrófono especialmente a Pedro Amorós en sus psicóticas psicofonías? No los hay ni les interesa ofrecerlos, que muy ocupados están vendiendo cursetes mamertos y cobrando publicidad de sitios igualmente desavenidos con la verdad. ¿Hay forma de demostrar que, efectivamente, las "miles" de cintas con las que pretende apabullar a sus presas sean falsas? Pues menos, porque nadie ha controlado cómo manufactura sus cuentos de muertitos durante tantos años. No se deja.

Sólo hay dos formas de enfrentar seriamente tales estupideces. La primera sería que, en aras de la "investigación" con la que se llenan la boca falsamente, Pedro Amorós o alguno de sus compinches aceptara realizar sus milagretes bajo condiciones de laboratorio con variables controladas y un protocolo experimental debidamente establecido por científicos y magos de escenario (expertos en las artes de engañar al público, pero de manera honrada). A esto no se someten estos pavorreales inútiles ni bajo amenaza de muerte. (Bueno, en contadas ocasiones sí, y cuando se someten y fracasan, siempre tienen pretextos. Lo que nunca tienen es éxito.)

La otra forma es poner en palabras claras lo que venden estos descerebrados para que sus presas lo vean con claridad. Decir en lenguaje llano lo que ellos revisten de imaginación enfermiza y verborrea deesaforada y demencial (demencial porque pretenden confundirla con la realidad; como todo el mundo sabe, sólo los niños y los locos son incapaces de distinguir entre lo real y lo imaginario), acudir a la lógica, a lo simplemente obvio:

¿Realmente las mentes superiores de este universo vienen desde el grupo de estrellas de Las Pléyades a 400 años luz sólo para las vea un chalado llamado Billy Meier y se forre de dinero vendiendo el cuento? ¿Es lógico pensar que las estrellas influyen en nosotros sin importar su distancia de nosotros y luego creer que su posición sí importa? ¿Cómo es que los estudios de sonido de todo el mundo borran cintas en magnetófonos sin micrófono y a nadie le aparecen las voces que persiguen a un puñado de selectos lamesuelos? ¿En verdad alguien puede aceptar que un pelmazo como los de "El castillo de las mentes prodigiosas" sea un sujeto "superior" cuando se comporta como cualquier delincuente menor?

Lo importante es que usted, que no está tan seguro de si tantas afirmaciones extravagantes son o no verdad, aprenda a dudar y preguntar con agudeza ante las barbaridades que pretenden que crea y compre.

Y que recuerde que más allá de los cuentos de estos viles orates, el universo real está lleno de maravillas reales y asombrosas que éstos quieren ocultarle; ellos se dedican a evitar que usted levante la cabeza y mire de frente a su realidad y la entienda, su meta es conseguir que usted se deje manipular, que eso siempre conviene a los poderosos, en lugar de entender su mundo y disfrutar del conocimiento real y de todo lo que ofrece.

Lógica, sentido común, razón elemental, pensamiento simple. Son como los Cuatro Jinetes del Apocalipsis para esos vividores que sólo pueden prosperar si reclutan incautos.

A ellos no los convence nadie, y precisamente por eso es peligroso que usted se deje convencer por ellos sin dudar sistemáticamente.