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julio 21, 2004

Memorias con un pillastre

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A ver, estuvimos medio desaparecidos porque como parte del delirante pluriempleo que padezco (en el que me veo obligado a ver cómo hago para combinar lo que tengo que hacer para vivir con lo que me da la gana hacer, como este blog) ocupé del 9 al 18 de julio en ser parte de la organización y realización de la Semana Negra de Gijón, magnífico festival multicultural-literario-lúdico-gastronómico-erótico-mágico-alcohólico-político-musical que fue el responsable de que visitara España por vez primera hace 12 años.

Alguna de las experiencias de esta XVII Semana Negra dan para una entrada en este blog que ya estamos perpetrando.

Pero, entretanto, se nos había pasado (lamentable olvido) invitar a las guapas lectoras y a los horrorosos lectores que nos visitan a que pasen por el barrio de El escéptico digital en su número 10 (joer, vaya si se me había pasado, es de hace como dos meses) y conozcan las confesiones de este bloggero sobre sus relaciones con el singular mocoso Jaime Maussán, cómo conoció a este especimen, desde cuándo lo pone en ridículo en los medios mexicanos, cómo ha coleccionado las mentiras que exuda la sola presencia de esta vergüenza del periodismo serio y otras historias que se remontan a hace aproximadamente un montón de años.

Así que, en lo que yo acabo las ochocientas cosas que tengo que hacer y que no hice porque la Semana Negra me gusta un montón y más me gusta ver cómo la ultraderecha local echa espuma por la boca ante el éxito de tan peculiar fiestecilla, pase usted por la URL indicada y refocílese en las memorias que me han dejado mis encuentros con tan singular rascahuele.

Regreso en un momento, pues.