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abril 27, 2010

Todos son Evo

Evo Morales
(Wikimedia Commons)
El presidente boliviano Evo Morales ha conseguido horrorizar y preocupar a propios y extraños con un discurso lleno de afirmaciones irracionales, de creencias sin bases y de declaraciones políticamente correctas y racionalmente equivocadas.

Parte del problema, precisamente, es que Evo es representante de un sueño absolutamente legítimo, el de la autodeterminación de los pueblos indios de América. Y ello hace que por los alrededores aletee la falacia de que atacar el lamentable discurso que se marcó don Evo el 20 de abril equivale a atacar a los indígenas.

Evidentemente no es así.

Y, evidentemente, la ignorancia de la que hizo gala el presidente boliviano así como su adopción irracional de cuanta tontería le suena políticamente correcta no tiene nada que ver con su condición de indígena, ni con su origen extremadamente humilde ni con su falta de estudios.

Evo Morales es un hombre de su tiempo, un gobernante a la altura de los más grandes estadistas del mundo. Sólo que sus estupideces se resaltan más por venir del Tercer Mundo. Y, quizá, su ingenuidad y falta de malicia hacen que sea más franco y sincero al exhibir sin pudor sus supersticiones ante el mundo.

Evo Morales cree, y dice, que "los mejores medicamentos" son los mates o infusiones de coca, manzanilla y wira wira. Ciertamente pueden ser buenos medicamentos para ciertas afecciones, pero decir que con eso basta para enfrentar todas las patologías humanas es un exceso por no decir una mentira. Si los bolivianos tuvieran acceso a una medicina de calidad basada en conocimientos científicos (que también puede echar mano de las infusiones de wira wira), no sufrirían una mortandad infantil de 49,09 muertes por cada 1 000 nacimientos (compárese con las 6 muertes por mil nacimientos del mundo desarrollado y se verá que todas las tradiciones no consiguen detener esa masacre infantil brutal), ni tendrían una expectativa de vida de 66,89 años, comparados con los 83 de Japón o los 81 de Australia, Canadá, Suiza, Suecia y otros países con medicina de verdad.

Pero Evo Morales no está muy lejos de los políticos españoles que se andan exhibiendo con la inútil, costosa y brujeril pulsera Power Balance, Porque creen que "una frecuencia" se puede capturar en un "holograma" y que dicho holograma, sin ninguna fuente de energía, "emite" ondas mágicas que afectan el equilibrio.

De hecho, la burrada de los políticos españoles es bastante más irracional que la de Evo. Al menos el wira wira, la coca y la manzanilla sí tienen algunos efectos terapéuticos, sobre todo si estamos tirados en los Andes, como indígenas olvidados por el mundo.

Ciertamente Evo Morales mete la pata al suponer que su pueblo se puede dar el lujo de prescindir de la medicina científica basada en evidencias, cuando la única esperanza del Tercer Mundo radíca en la apropiación del conocimiento científico y técnico, no en su rechazo. El conocimiento no se sustituye con formas varias de la ignorancia, de modo que la medicina y las técnicas agrícolas que permiten aumentar los rendimientos para alimentar a una población tradicionalmente subalimentada -- con todo lo que ello implica -- son requisito indispensable para recuperar realmente la dignidad de los pueblos originarios del terder mundo colonizado.

Pero una y otra vez los estadistas blancos de los países desarrollados han demostrado la misma estulticia arrogante y profunda al intentar prescindir de la ciencia, a grado tal que en Estados Unidos la mayoría de los textos de biología no hacen mención de la más que demostrada y redemostrada evolución de las especies para no encabronar a unos salvajes que blanden la Biblia con furor, y la forran en acero inoxidable para lanzarla a la cabeza de los herejes.

Y eso por no mencionar a los políticos más o menos abiertamente neonazis y racistas que usan la inmigración como forma de movilizar a las masas provocándoles miedo y angustia, cerrando los ojos a toda la información sociológica y antropológica que demuestra que la delincuencia no es cuestión de nacionalidad, sino de situación socioeconómica, salvo en casos patológicos distribuidos de modo uniforme entre todos los grupos nacionales y étnicos. Esto le da igual a Le Pen en Francia y a García Albiol en España.

Los mitos de la Coca Cola son adorados por todo antiimperialista que se respete, al menos hasta que se da cuenta (a muchos no les ocurre nunca) que las tácticas comerciales y las políticas imperialistas de la empresa no significan forzosamente que el producto sea malo. De hecho no lo es. Y la afirmación de Morales de que las tazas de baño se destapan en Bolivia con Coca-Cola es un mito que gusta aunque no sea cierto.

Otros ejemplos de este traslado de la barbarie capitalista de las empresas al rechazo irracional de sus productos lo podemos ver en la industria farmacéutica o las compañías de telefonía móvil, todas empresas que pueden ser hasta siniestras en su accionar, pero cuya política deleznable no hace que la insulina no trate la diabetes ni consigue que las ondas de los teléfonos móviles o celulares empiece a causar cáncer violando las leyes de la física. Finalmente, es de señalarse que la política sumamente cuestionable y rechazable de empresas agroindustriales como Monsanto es el principal motivo que mueve a muchos a oponerse a los organismos genéticamente modificados sin tener ni media idea de lo que realmente están diciendo.

Pero otros gobernantes más del gusto del G-8 no son menos absurdos. En su rechazo irracional a la izquierda, son capaces de decir tonterías aún peores que las de Evo Morales, cuando no de echar mano de brujos y esotéricos irracionales como lo han hecho los políticos mexicanos más amados por Estados Unidos, como Salinas, Fox y Calderón, cosa que este blog ha comentado en varias ocasiones. Videntes, sectas, irracionalidad a carretadas, y todo ello además desde el desprecio al indígena (especialmente si les sale respondón como Evo Morales o los zapatistas).

Evo Morales se equivoca y pone en peligro a su país y a su gente por rechazar el conocimiento como si fuera equivalente a la superstición. Cae en el mismo error que los filósofos posmodernistas, los grandes valedores de la asimetría y la desigualdad, que en un relativismo interesado afirman que para un cáncer es igual el baile de un médico brujo que la quimioterapia, siempre y cuando la quimioterapia sea para los ricos y poderosos y los pobres, indios, negros y colonizados se conformen con el baile del médico brujo y se mueran sin dar la lata.

Esta arma de la dominación se vuelve más perversa cuando consigue reclutar al explotado, dominado y expoliado para la causa propia, de modo que éste se garantice su condición subordinada a futuro, demandando del dominador mucho menos recursos en cuanto a represión, control y supervisión continua.

Y es lo que parece haberle pasado a Morales.

Además de decirle a Evo que no, no se usan "combustible y químicos" para producir transgénicos, que no, la papa holandesa no tiene hormonas de pescado (menuda hazaña sería), ni el pollo está cargado de hormonas femeninas ni mucho menos es culpable de la homosexualidad, y que los transgénicos pueden ser buenos o malos, según el caso, debemos decirle a la Comisión Europea que no, los transgénicos no son el monstruo que pinta Greenpeace sin apenas datos científicos, y que prohibirlos así, en general y sólo por ser transgénicos es un acto de irracionalidad que puede costar vidas, que sólo la evidencia científica debe ser criterio para prohibir o no porque los transgénicos pueden ser buenos o malos, según el caso.

Y de paso informar a los partidos más retrógradas como el PP en España o el PAN en México, ayuntados a la barbarie católica, que la homosexualidad no es, como creen junto con Evo Morales, una desviación, una enfermedad o una perversión, sino una condición humana más que sólo es asunto de quienes la tienen.

Cierto que debemos decir que no, señor Morales, la calvicie no es una "enfermedad" ni un problema alimenticio sino genético (que no transgenético), y los europeos tienen una característica en el gen receptor andrógeno que es uno de los determinantes de la calvicie (ya podrán comer papa imilla con infusión de wira wira, si el gen EDA2R tiene ciertas características, las probabilidades de calvicie serán elevadísimas). Pero igualmente urge decirle a los gobernantes del resto del mundo que no, la homeopatía no es una "medicina alternativa" porque no existen pruebas de que cure y sí muchísimas evidencias de que es un placebo caro y peligroso cuando sustituye a la buena medicina, y que todo intento por legislar apra que se le haga "medicina científica por decreto" es de una ignorancia aterradora. Y que no, los teléfonos móviles no causan cáncer porque no pueden causarlo, porque la física no es una opinión, sino un hecho, y que no existe por supuesto ninguna prueba de que lo que dicen los negociantes newageros sobre la "contaminación electromagnética" es tan bobo como el discurso de Evo al completo.

Y claro, al educar a Evo Morales para informarle que no existe la Pacha Mama, también debemos decirle al resto de los gobernantes del mundo que tampoco existe el dios islamojudeocristiano al cual le hacen sacrificios, a cuyos ministros les arrojan cantidades ingentes de dinero y en cuyo nombre se mata, se tortura y se destruye, que ese dios irracional es una superstición de pastores de cabras, indigna del siglo XXI.

Sí, ha sido lamentable y condenable la ignorancia y la irracionalidad políticamente correcta de Evo Morales, así como su falta de asesores que entiendan de qué se trata la ciencia. Y lo mismo es aplicable a todos los demás responsables de la toma de decisiones que legislan, opinan y deciden sobre ciencia y tecnología desde una ignorancia y una irracionalidad políticamente correctas, peligrosas y dañinas.

La solución a los problemas de alimentación, paz, ecología y salud del mundo no se encuentra en el rechazo al conocimiento y el regreso a la superstición, ni en la aceptación y consagración de creencias peligrosas y mentiras convenientes, sino en la utilización de los conocimientos en bien de todos. Educar, investigar, promover la medicina, la sanidad pública, la información comprobable deberían ser obligaciones torales de cualquier gobernante. De eso no se ha enterado Evo Morales, ni casi ninguno de los líderes políticos que padecemos.

Para desgracia de ellos, y de todos nosotros, todos son Evo.