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mayo 23, 2010

En todas partes se cuecen cristos

En 2004, Canal Plus mostró parte de un vídeo del cantautor Javier Krahe nunca antes emitido y que se titula "Cocinar un Cristo". Desde entonces, el grupo religioso ultrafundamentalista Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro emprendió acciones legales contra Krahe y contra el programa "Lo + Plus" que ahora han llevado, más de cinco años después, a que se abra juicio oral contra los acusados.

Para quienes vemos esto con estupor, provoca la sensación de que vivimos en territorios de la shari'a musulmana, de la halakha judía o del absolutismo del Dalai Lama budista. O que hemos vuelto a los tiempos inquisitoriales donde el hereje era considerado delincuente y detenido, torturado, humillado y, por supuesto cocinado asándolo en la hoguera mientras las sotanas reían y se tomaban un vinito.

Esta acción se basa en un atávico e indefendible artículo del Código Penal Español, el 521.1, herencia del cristofascismo cómplice de la iglesia con el que Francisco Franco cabalgó sobre el país durante 4 décadas (cocinando por cierto a muchos miles de herejes que osaban pensar distinto que el genocida de la voz de pito). Y es, por cierto, la primera vez que se aplica tal ordenamiento medieval desde que se promulgó el actual Código Penal en 1995. Pero el asunto legal lo explica perfectamente Yamato, que por algo es abogado, en su infaltable blog El fondo del asunto y no la voy a reiterar yo. Vaya, lea y vuelva.

Ahora que ha vuelto, es oportuno que también lea el resumen que hace Luis Alfonso Gámez en Magonia, para evitarme más repeticiones, aquí espero, no tengo prisa.

¿Ya?

Este nuevo embate de la ultraderecha cristocavernaria española es, evidentemente, parte de todo un movimiento ultrafundamentalista mundial y multiconfesional que busca concertadamente coartar la libre expresión y el libre pensamiento en aras del fanatismo religioso para devolver a los jerarcas de diversas religiones su preeminencia sobre la sociedad. La ley irlandesa contra la blasfemia, la lucha de los países islámicos por conseguir que la ONU condene las críticas contra el Islam y diversas acciones similares en diversos países, pretenden algo tan absurdo como otorgarle "derechos" a una creencia y convertir el "sentimiento de ofensa" de unos en algo más valioso y más defendible por las leyes que la libertad de otros de pensar, hablar, escribir, cantar y ser.

Pero lo más grave es que "ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa", "escarnio de sus dogmas, creencias ritos o ceremonias" y "vejar a quienes los profesan o practican", como reza (literalmente) el artículo 525 del Código Penal español son conceptos sujetos a una amplísima variedad de criterios.

Por ejemplo, podría decirse que estrellar aviones contra edificios del Gran Satán es parte de las "creencias" de los ultrafundamentalistas islámicos, y llamar a los perpetradores de este atentado "asesinos desalmados" podría "ofender los sentimientos de los miembros" de dicha confesión religiosa, además de "vejar" a quienes practican el ritual del suicidio del mártir en la jihad, una ley así permite por supuesto a Osama Bin Laden presentarse, digamos, ante el tribunal en el que se está llevando a cabo el circo contra Javier Krahe y exigir que todos los periodistas y analistas del horror del 11-S sean multados. Y los señores del Centro de Estudios Jurídicos (jojó) Tomás Moro tendrían que aplaudirles a rabiar en nombre de su perversión de la idea de la "libertad religiosa".

Cualquier mormón podría reafirmar su derecho a tener veinte mujeres, cualquier judío podría darle de palos a cualquier mujer que transitara, digamos, por la acera Este de la Gran Vía si un rabino hubiera determinado que es "calle sólo para hombres", y criticarlo podría ser punible de acuerdo al artículo 525. Y claro, los ultracatólicos podrían exigir la supervisión de los dormitorios de todo el mundo alegando que actos como la felación, el cunnilingus o la penetración anal "ofenden sus creencias" y los hacen sentirse "vejados", de modo que los tribunales deben multar cada uno de esos actos.

Estos ejemplos algo caricaturizados (menos de lo que nos gustaría) resaltan el peligro que subyace a las leyes hechas a medida de un grupo y redactadas de modo que toquen asuntos tan curiosos como qué tan ofendido se siente alguien porque otro tenga la libertad de criticar, analizar, comentar y examinar sus creencias.

Evidentemente, no sentirse ofendido no es un "derecho", ni mucho menos. Lo que nos ofende o hace sentirnos insultados es un asunto puramente subjetivo, personal, en el que las leyes no tienen nada qué hacer. Son temas íntimos, y no tienen tampoco por qué normar o limitar el accionar de los demás seres humanos.

El avance del pensamiento y la moral, los logros científicos, la democracia, la libre educación, el intercambio de ideas, la búsqueda de la verdad en el universo, han ocurrido única y exclusivamente gracias al retroceso del control religioso sobre la sociedad. Los grandes valores de la civilización, ya lo hemos dicho, no son los de la religión, del mundo católico, budista, musulmán o judío, sino precisamente los que han luchado contra la intolerancia religiosa.

Rendir el control de la sociedad a las religiones por medio de leyes que coartan la libre expresión en aras de los "delicados sentimientos" de religiones que han torturado, quemado, asesinado por millones, organizado guerras sin fin, odiado con intensidad ardiente, psicopática y aterradora, es renunciar a los avances humanos y ponernos en situación de volver a la más genuina barbarie, al miedo como forma de vida, al oscurantismo, a la ignorancia, al fin de la democracia y la libertad, y a someternos a la crueldad de los autoproclamados representantes en la tierra de uno u otro dios.

Así que, por la libertad y la democracia, por los avances del ser humano libre, cocinemos un Cristo. Seamos cómplices de Krahe, difundamos su vídeo, hagamos nuevos vídeos cocinando a otras deidades. Yo, por mi parte, aunque habría preferido usar mantequilla a las finas hierbas, participo en esta cocina, y si alguien se ofende, que no mire, y no esté jodiendo: