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mayo 28, 2011

Oficina oficial de la superstición

El gobierno argentino, por medio de la Fuerza Aérea Argentina, ha anunciado la formación de una Comisión de Investigación de Fenómenos Aeroespaciales como organismo oficial dedicado al estudio de "objetos voladores no identificados".

Esto, que podría parecer una inocentada, es sólo una perla más en el largo collar de memeces oficiales que adornan las pamplinas de diversos personajes curiosos, que van desde el más monumental descaro hasta el delirio psicopatológico más conmovedor, como lo demuestra el que la noticia haya sido dada por diarios medianamente serios (o al menos no órganos oficiales de la soplaflautería) como Clarín.



Por supuesto, se anota que la comisión estará formada por técnicos del Servicio Meteorológico Nacional, ingenieros, pilotos de la Administración Nacional de Aviación Civil, técnicos en radar y en posicionamiento satelital, expertos informáticos y geólogos.

Una lista impresionante de gente que se dedicará a perseguir ovnis con objeto de, en palabras del Brigadier Ernesto Omar París, "realizar un estudio científico de los fenómenos aeroespaciales". Pero no crea usted que por "fenómenos aeroespaciales" se refieren a las auroras australes, los nuevos tipos de relámpagos descubiertos en los últimos años por encima de las nubes de tormenta o formas más económicas de llevar tripulantes y bastimentos a la Estación Espacial Internacional, nonono... Esto que para el brigadier (a quien nos imaginamos con el pecho cuajado de medallas y, probablemente, dirigiéndose a la prensa con un pie sobre un cañón) es "una meta importante para nuestra institución" es simplemente recibir informes de ovnis y luego babear sobre ellos como suelen hacerlo los "ufólogos" o plativoleros urbi et orbi.

Esto se revela al analizar los nombres de tan distinguidos técnicos y científicos, entre los que encontramos a Alberto Brunetti (Grupo Investigador de Fenómenos Aeroespaciales Desconocidos, GIFAD, que no llega ni a página Web, pero hace himbestigaciones de este calibre), Carlos Alberto Iurchuk (analista de sistemas de información, sea lo que sea eso, e investigador independiente del fenómenos siderales, que suena impresionantísimo), Carlos Fergusson (coordinador de la Red Argentina de Ovnilogía, RAO), Andrea Simondini (de la Comisión de Estudios Fenómeno Ovni República Argentina, CEFORA, organización que además parece tener un problema con los artículos y las preposiciones).

Se trata, pues, de una colección de insignes "ufólogos" que han dedicado muchos años a no avanzar nada, absolutamente nada, en el conocimiento de nada a lo que se dedican, platillólogos que ahora pueden presumir de que son "oficiales", con oficina en el edificio de la Fuerza Aérea Argentina (y quizá con sueldo, a saber) y suponer, ingenuamente, que sus pseudoestudios e himbestigaciones han adquirido de súbito cierta respetabilidad.

Cuando las instituciones oficiales deciden avalar varitas mágicas de zahorí (como el gobierno mexicano y el falso detector GT200), decreta oficializar la "piramidología" y otros curanderismos (tal como hace el gobierno cubano) o decide tirar el dinero de los contribuyentes en pseudomedicinas como la homeopatía (como insiste en hacer el gobierno británico), no se prestigian las supersticiones... simplemente los gobiernos (y las universidades que abren las puertas a la superstición) hacen el ridículo y revelan su profundo divorcio del conocimiento científico, el pensamiento crítico y la realidad en la que vivimos. Están fuera del universo. Quizá eso explique algunas cosas.

mayo 25, 2011

Zahoríes para el cáncer

Suponga que usted de pronto siente, percibe, cree o ha notado que hay "demasiados" casos de cáncer de aparición "súbita" en un entorno determinado.

Hay varias cosas que puede hacer, claro.

Primero, lo inteligente es consultar a expertos en epidemiología oncológica para determinar, antes que nada, si realmente hay un aumento en los casos de cáncer respecto de la media del entorno más grande, es decir, si se trata o no de un artefacto estadístico. Ya sabe usted que si deja caer un puñado de arroz, los granos no se esparcen uniformemente, sino que en algunos puntos pueden quedar varios muy cerca entre sí, o sea, grupos o clústeres que son normales porque en términos de todos los granos de arroz, la distribución sigue siendo aleatoria. Dicho de otro modo: lo aleatorio no es uniforme. Podría ser una coincidencia.

Una vez determinado que NO es una coincidencia, sino que realmente hay un disparo en casos de cáncer, lo razonable sería denunciar la situación ante las autoridades sanitarias para que busquen las causas, es decir, los carcinógenos que pueden estar presentes en ese entorno en concentraciones elevadas causando el aumento en la incidencia del cáncer. Y, con base en sus recomendaciones, hacer los cambios necesarios para eliminar la fuente del cancerígeno.

O bien puede usted hacer lo que han hecho los funcionarios del Departamento vasco de Industria, ubicado en la quinta planta del edificio Lakua I: contratar a un zahorí que por supuesto no sabe nada de cáncer, de estadística ni, esencialmente, de nada aque tenga que ver con el mundo real, sino que cree que tiene poderes mágicos para detectar unas energías que nadie más que él ve (como los esquizofrénicos que escuchan y ven a personas que nadie más ve, pero cobrando y con prestigio), para que entre de tapadillo en las oficinas, se pasee por ellas con un péndulo sometido al efecto ideomotor diga muy serio que ha "detectado e interpretado" esas energías y sugiera, en trance feng-shui, "una serie de cambios en la disposición de las mesas para evitar consecuencias nocivas para la salud".


Los funcionarios, convencidos de que el cáncer es provocado realmente por la posición de las mesas en una oficina y no por cosillas como el tabaco, la quema de combustibles fósiles, el amianto y esas tonterías, proceden a cambiar las mesas y a rediseñar (con cargo al contribuyente) el sistema de comunicación informática.

Por supuesto, si realmente hay un motivo de preocupación, cambiar de sitio las mesas no lo eliminará. Aunque en realidad los médicos que han estudiado el asunto dicen que el aumento en los casos de cáncer se debe, como en el resto del mundo, al envejecimiento de la plantilla: antes había menos cáncer porque es una enfermedad degenerativa mucho más frecuente a edad avanzada... y antes de la medicina, en tiempos del feng-shui y otras supersticiones delirantes, la gente se moría a los 40 años de todas las enfermedades que la medicina sí ha curado.

Lo que no ha trascendido es el nombre del brujo y el monto de sus honorarios (que suponemos pagados por los desprendidos funcionarios y no pasado a las cuentas de la administración, que sería bueno saberlo). Lo que sí ha pasado es incluso una pregunta parlamentaria sobre el uyuyuyante tema, por cierto que reporteado por el Diario Vasco con visión crítica que ya quisiéramos ver en otros medios entregados a la promoción de la charlatanería como los informativos de La Sexta.

Pero no se preocupe. Usted manténgase atento a un brujo armado con un péndulo y una cara con la dureza del wolframio, anunciando que ha sido "llamado como experto por el Departamento de Industria del gobierno vasco" y sabrá quién es. Si se entera, avise.

mayo 16, 2011

Pseudociencia sin conciencia

Nada le gusta más a los charlatanes, engañabobos, soplaflautas y cameladores del ocultismo que utilizar la palabra "ciencia" y los conceptos nacidos de la misma para adornar sus poco agraciadas desnudeces, su patente inutilidad, su trágico abuso de la ignorancia y su altanería mayúscula.

Y cuando alguien señala el hecho, es también frecuente que amenacen con acciones judiciales, tronantes denuncias y tormentas jurídicas como algunas que el lector puede disfrutar en la columna de la derecha, en la sección "La persistencia de la memoria, que diría Dalí", donde hemos consignado algunas de las más atolondradas pretensiones paralegales de los desvergonzados profesionales del misterio.

Ambos temas se han aunado ante la denuncia realizada por el blog Submundo Mental acerca de un patético aquelarrito en el que pseudomédicos, brujos, magos y gente de esa ralea se apropia de la palabra "ciencia" para trincarle unos euros a sus víctimas y alimentarles supersticiones sin fin que no tienen nada que ver con la ciencia. Absolutamente nada.

El aquelarrito en cuestión es éste, con el engañoso y mendaz título de "Conciencia con ciencia" donde ni hay ciencia ni parece haber conciencia de que la desvergüenza es mal ejemplo para la juventud.



La cuota para que le cuenten cuentos incluye, por si el desfiguro fuera poco, unos cuantos euros que se mete en el bolsillo la escuela confesional Colegio Compañía de María de Albacete.

Como en las dos ediciones anteriores de este despropósito, el objetivo es cobrar y promover multitud de ideas y personas que no tienen nada que ver con la ciencia, el mismo tipo de soplaflautas de siempre con las mismas afirmaciones extravagantes y ni una sola prueba de ninguna de sus afirmaciones.

Salvo que ante la suave, considerada y francamente poco amenazante crítica de Submundo Mental, un sujeto que firma como "Alberto Ramírez Pasos", que en realidad no existe, procedió a amenazar con denuncias legales contra los autores del blog, como puede usted ver en estos rebuznos.

¿Van a ir a los tribunales las damas y caballeros de este negociete para demostrar ante un juez que curan, que ven el futuro o que dios existe, como uno de sus cófrades asegura haber demostrado "científicamente"? Yo lo dudo. Los jueces no suelen ser amables con quienes les hacen perder el tiempo con tonterías.

En las jornadas cobradas que organiza la revista que publican al menos varios de los mismos listos que se presentan como "ponentes", hay de todo menos ciencia y por supuesto nada de conciencia, al menos no de esa conciencia que a la gente normal le remuerde cuando embauca a un prójimo, especialmente si está desesperado, enfermo o sufre de la ignorancia que promueven estos brujos.

Como en el caso de Fernando Cuartero, yo también digo que esto es un embuste mayúsculo de unos sacacuartos sin escrúpulos. O, como entonces: