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junio 18, 2012

El último fugitivo de Aum Shinrikyo

La policía japonesa ha detenido el 13 de junio a Katsuya Takahashi, el último fugitivo de una hoy casi olvidada masacre religionista.

Cartel de "Se busca" pegado en Tokio en 2006. Los
protagonistas son Shin Hirata, el recién detenido
Katsuya Takahashi y Naoko Kikuchi, sospechosos
en el ataque al metro de Tokio.
(Foto GNU vía Wikimedia Commons)
Era el 20 de marzo de 1995, a la hora punta, cuando el sistema del metro de Tokio vivió el horror de un ataque con gas venenoso, dejando un saldo de 13 muertos, hiriendo gravemente a más de 50 e hiriendo a más de cinco mil inocentes, además de sembrar el pánico.

¿Los responsables? Los seguidores de la secta Aum Shinrikyo o "La verdad suprema" (que sigue medrando hoy bajo la nueva marca "Aleph"), encabezada por el delirante gurú o mesías Chizuo Matsumoto, que se hacía llamar Shoko Asahara y en su neorreligión mezclaba elementos del budismo, el hinduismo, la cristiandad y los escritos de Nostradamus en una delirante mezcla dominada por su paranoia y egocentrismo. Al no poder entrar a la universidad, Asahara siguió el camino del menor esfuerzo estudiando la supuesta "medicina china" que lo puso en el camino del misticismo

A Asahara le gustaba sobre todo identificarse con el budismo, y era muy amigo del Dalai Lama, a cuya causa donó 2 millones de dólares a cambio de poder decir que el líder y monarca feudal tibetano le había dado la divina misión de difundir "el verdadero budismo" en Japón. (Por menos dinero, el Dalai Lama declaró a Steven Seagal la reencarnación de una antigua deidad.)

El Dalai Lama y Shoko Asahara
Esta foto del Dalai Lama con Shoko Asahara, fue reproducida insistentemente por la secta, para atraer a los adeptos a los que finalmente convertiría en asesinos, en una especie de reedición siniestra del caso de Charles Manson y "La Familia", secta responsable de varios asesinatos brutales en 1969, entre ellos el de la actriz Sharon Tate.

Por supuesto, Asahara aseguraba que era el único iluminado verdadero que había existido desde Buda, y de alguna forma consiguió que se le creyera.

Las sectas destructivas como Aum Shinrikyo/Aleph controlan a sus seguidores con técnicas de violencia psicológica por entonces aún no bien conocidas, como la nutrición reducida (para eso es ideal el concepto de ayuno), horas de sueño reducidas, largas horas de trabajo, rezos o actividades de proselitismo y recaudación de fondos, eliminación del tiempo libre y del ocio, anulación de la vida privada haciendo que todas las actividades sean colectivas, control de la vida sexual de los adeptos y repetición incesante de palabras o acciones inútiles (como recitar mantras). Asahara también utilizaba drogas alucinógenas y descargas eléctricas.

Como ejemplo de sus aceleradas actividades promocionales en los 80, Asahara aprovechó la popularidad del manga o cómic japonés para publicar una serie de revistas promoviendo ideas de terribles conspiraciones mundiales, el uso de armas y la búsqueda de la verdad definitiva. Por supuesto, prometía la curación de todas las enfermedades (todos lo prometen, ¿no?), el aumento de la inteligencia de sus seguidores y su satisfacción espiritual, poderes sobrenaturales y otros beneficios, todo a cambio de su adoración... y dinero.

Shoko Asahara en la televisión japonesa en 1987
 explicando cómo puede "levitar". Sus
adeptos siguen subiendo estos vídeos a
YouTube y llamándolo "El Maestro".
(Imagen tomada de YouTube)
Aum Shinrikyo creció aceleradamente durante la década de 1980, pero pronto llamó la atención de las autoridades por el secuestro de algunos seguidores que deseaban cortar relaciones con la secta y por sus agresivas formas de recaudar dinero de los adeptos, como hace hoy, por ejemplo, la llamada "Vidente del Escorial" en España y otras religiones sectarias en todo el mundo.

Pero el creciente poder de la secta y sus creencias conspiranoicas (ya dirán algunos que las creencias no hacen daño) los llevaron a atacar al sistema japonés y a hacer acopio de armas para atacar a sus críticos. En 1989 asesinaron a un abogado antisectas, a su mujer y a su hijo, y para 1993, además de otros secuestros, asesinatos e intentos de asesinato contra quienes se les oponían, comenzaron a fabricar gas sarín. Esta sustancia que ataca el sistema nervioso, considerada arma de destrucción masiva, fue inventada en 1938. Los nazis tenían previsto utilizarla en la Segunda Guerra Mundial, algo que el triunfo aliado impidió.

En junio de 1994, los sectarios de Aum Shinrikyo hicieron su primer ataque con gas sarín en la ciudad de Matsumoto, matando a ocho personas e hiriendo a 200. Pero nadie los relacionó con el acontecimiento. En febrero de 1995 asesinaron al hermano de un adepto que se había separado de la secta. Y el 20 de marzo, un grupo de adeptos de Asahara liberó gas sarín en cinco trenes del metro de Tokio. La policía finalmente se dio cuenta de que la prédica de amor y concordia de Asahara eran la pantalla de una organización religioso-criminal.

Protesta contra la secta Aum Shinrikyo en 2009. Las
protestas y el rechazo no han podido impedir que
la secta siga floreciendo.
(Fotografía D.P. de Abasaa, vía Wikimedia Commons)
Lo que encontró la policía en la sede de la secta, a los pies del Monte Fuji, fue asombroso (pero no poco común en el mundo paranoico de las sectas destructivas): explosivos, armas químicas y biológicas (como cultivos de ántrax y del virus del ébola, obtenido en Zaire), y un helicóptero militar ruso operativo, suficiente gas sarín para matar a varios millones de personas, laboratorios de producción de drogas, millones de dólares en dinero y oro y una gran cantidad de celdas, en algunas de las cuales había prisioneros de la secta.

Lo relevante es que los seguidores de Shoko Asahara no eran marginales, drogadictos ni personas de bajo perfil intelectual, sino que entre ellos había profesionales de alto nivel, químicos capaces de producir armas químicas y drogas, de experimentar con botulismo, cólera y otras toxinas biológicas, ejecutivos, hombres y mujeres que buscaban "algo más" en sus vidas y que pagaron su satisfacción espiritual sirviendo a un asesino demente e intentando varios ataques, la mayoría de los cuales, por fortuna, fracasaron, incluyento intentos de rociar ciertas zonas con toxina botulínica y virus del ébola.

Gente normal que llegó a hervir el cabello del gurú para beberlo como un té que curaba todas las enfermedades, por mencionar sólo una de las numerosas delirantes prácticas del grupo. Después de todo, el megalomaniaco Asahara se decía avatar de Shiva, el Buda, el divino emperador de Japón y del mundo, el Cristo declarado, el revelador del signifcado de los evangelios, el salvador del siglo veinte y el ser que inauguraría la Era de Acuario (la nueva era o new age) para presidir sobre una nueva era de verdad suprema.

Si el no lo creía, sus seguidores sí.

Una vez descubierta la implicación de los fanáticos en el ataque al metro de Tokio, sobrevino la cacería de los principales responsables. Pero aún incluso después de la detención de Asahara en mayo de 1995, la secta realizó ataques, como el envío de una carta bomba al alcalde de Tokio. Un total de 200 miembros fueron condenados a diversas penas.

Resulta verdaderamente alucinante que la secta siga existiendo y funcionando, con más de mil miembros y sedes en distintas ciudades de Japón. El líder Asahara, acusado de 27 asesinatos y condenado por varios de ellos a la pena de muerte, perdió su último recurso en 2006, sin que hasta ahora se haya ejecutado la sentencia, que en Japón se reserva en general a asesinos múltiples.

Los cuatro últimos sospechosos cayeron en los últimos seis meses: Makoto Hirata se entregó el 31 de diciembre de 2011, diez días después era arrestada Akemi Saito, el 3 de junio de 2012 fue detenida Naoko Kikuchi con información que permitió detener finalmente a Katsuya Takahashi este 15 de junio. Takahashi era uno de los ayudantes de Yoshihiro Inoue, que era jefe del supuesto "Ministerio de inteligencia" de la secta y que está también esperando su ejecución.

Takahashi tenía, entre sus posesiones, fotografías de Shoko Asahara, y otra de los recientes detenidos, Naoko Kikuchi, asegura que en 2006 seguía celebrando ceremonias en honor del "maestro".

Tratando de deslindarse de Asahara, por cierto, el Dalai Lama emitió en 1995 una declaración que por lo visto no se aplica a sus seguidores, sólo a los de otros supuestos seres divinos: "Sospecho de los milagros y los poderes sobrenaturales. Los creyentes en el budismo no deben depender demasiado de un líder en concreto. Esto es poco sano".

Y que lo diga el Dalai Lama.