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mayo 30, 2007

Demostrado: las caras son duras

Decíamos ayer:
Ah, por cierto: el polígrafo (que como usted sabe no sirve para lo que la televisión dice que sirve) "determinará" que el hijo de María dice la verdad.
Pues no me lo va a creer usted, pero nuevamente acertamos como ya quisieran acertar todos los profetoides del mundo rosa, los astrologuillos y los videntazos que habitan los recovecos de la telebasura.

Claro que si el polígrafo realmente sirviera para "determinar" si alguien dice la verdad o no (cosa que no consigue hacer el aparatejo en cuestión, como lo han demostrado docenas de estudios), a los que habría que enchufárselo sería a Miguelito Blanco y a los dos Pedros del sensor obediente, a riesgo, claro, de que el aparato estallara de modo estrepitoso. Peligroso sería, pero sería "buena televisión", o al menos mejor televisión que la que nos ha recetado impunemente el programa "En Antena", de Antena Tres.

Le diré que no me han respondido oficialmente a mi denuncia de ayer (usted denuncia, nosotros nos hacemos los sordos), pero algún pequeño cambio sí se pudo detectar en el guión que le dieron a Jaime Cantizano, que perdió bastante entusiasmo paranormalero en 24 horas. Quizá no fue mi ignorado correíto (o el de usted, si se hizo eco de la denuncia contra tal desastre desinformativo), sino que haya influido que José Calabuig, subdirector de Interviú se sabía la historia y los dictámenes que hicieron hasta otros "parapsicólogos" menos caraduras que los que nos ocupan, José Luis Jordán Peña y Ramos Perea. O acaso se debió a que el atrabiliario paparazzi Miguel Temprano vio también que el asunto era incluso más impresentable que lo que ve habitualmente.

En ese nuevo ambiente donde no se repitió "que algo pasa en esa casa" (ripio lamentable), el hijo de María admite que se han beneficiado económicamente del cutrenómeno (sólo faltaba que lo negara) pero miente al decir que sólo recibían "la voluntad". Esto lo denunciaba incluso el hoy segundo millonario de la paracutredad, Íker Jiménez allá por enero de 2001 en el periodicucho Enigma Express, de la revista Enigmas, cuando era más joven, más pobre y todavía le quedaba algún escrúpulo, y señalaba que por "himbestigar" en Bélmez se cobraban seiscientas mil pesetas de las de entonces a modo de "voluntad por cojones", modalidad nada inhabitual en el mundo del misterio prefabricado.

Pero Miguel Blanco (sentado allí, cobrando) negaba todo, mintiendo sin ningún reparo, sin ninguna vergüenza, sin ningún respeto al público, es decir, como suele hacerlo Miguel Blanco: "Nunca han cobrado nada", berreaba mientras el hijo de María decía que sí cobraba... "ni a los investigadores" aseguraba.

Y claro que nadie mencionaba siquiera cuando la lamentable alcaldesa de Bélmez, coludida con Amorós, trató de comprar la casa de María para hacer un chiringuito turístico-esotérico que beneficiara a la por entonces inexistente pero siempre cobrante SEIP, y que ante el delirio de los hijos de María que querían cien millones de pesetas por el inmueble, se vieron salvados "milagrosamente" por la segunda casa de las caras, la que en los programas de estos tres días han tratado de enterrar buenamente antes de que le causen más vergüenzas a la comunidad vendemotos.

En un momento, Eva Sanz, la reportera supuestamente "escéptica" que fue sometida a los rollos místicodelirantes de Miguel Blanco durante quién sabe cuántas horas antes de meterla en el espectáculo "la tiendita de los horrores" versión SEIP y sumirla en el terror para convertirla en "adepta" al misterio inexistente, preguntó al hijo de María Gómez Cámara si había pasado "algo" en los dos días transcurridos desde el espectáculo audiovisual seipetas y el caballero, no preparado para esa pregunta (el resto del temario lo llevaba bien aprendido), admitió que no aunque Miguel Blanco se mordía los codos tratando de sugerirle respuestas "adecuadas".

No, Eva. Tales cosas sólo pasan cuando se tiene visita de los medios. ¿Acaso crees que si hubiera movimientos invisibles perceptibles por sensores de quién sabe qué (pero con sirenas para sacarte el alma del cuerpo, muy "científico" eso), si hubiera chicofonías a tutiplén, si hubiera poltergeists en activo diariamente y a voluntad del que tiene el dedo en el ordenata, ya se habría estudiado el asunto con algo de seriedad y el tendajón no estaría a cargo de un mentiroso profesional como Amorós y sus acólitos.

Eso sólo pasa cuando conviene. Imagínate que vas tú desde tu casita hasta Bélmez y no pasa nada... hubiera sido terrible para la televisión y el márketing de los cobrones éstos. Por suerte el SEIP tiene una fortuna extraordinaria y siempre que se aparecen sus fantasmas, pasan "cosas" y sale bien su show.

Pero todo palidecía ante los delirios de Miguel Blanco, que igual le descubre letras al brazo de "El Pelao" (mismas que no le mostró a las cámaras el día anterior) que se inventa "pruebas científicas en la universidad" que no ocurrieron nunca. Y le daba prisa por impedir que Calabuig o alguien más metiera una sola palabra crítica y herética, se angustiaba y sudaba... sobre todo cuando se recicló el lamentable video que hace meses se había atribuido a "las cámaras de TNT" con la moneda que "apareció de la nada" y "cayó del techo" (después de que, es evidente, alguien la lanzó hacia el techo desde detrás de Amorós, que contemplaba -a oscuras, paranormalmente- los desfiguros de alguien que hacía no sé qué, y si uno escucha con atención, en el vídeo se puede oír la moneda chocando contra el techo antes de caer).

No me lo va usted a creer, pero en comunicaciones de carácter privado ya habíamos previsto que aparecería el vídeo de la pedrúscula moneda.

¿Somos profetas? No. Lo que pasa es que los brujillos de cuarta son muy predecibles.

Y las preguntas (otras) que Antena Tres no responderá: ¿a quién se le ocurrió que ahora era el momento de hacer este desbarajuste de promoción de la superstición, la estupidez, la ignorancia, la anticiencia y la antiinteligencia?

Lo que hayan cobrado los que de eso viven (Miguel Blanco, los Pedros, la familia de María) es lo de menos, y es lo esperable. Pero que una televisión se ensañe así con su público para venderles una estupidez monumental sin ningún sentido crítico, ofende, de verdad. Ofende mucho.