Leyendo los libros de los profesionales del misterio, uno no puede sino asombrarse del hecho de que todas las personas que han hecho algo interesante o importante en las artes, las ciencias, la política o la vida pública en general sean declarados por los misteriólogos como "miembros" de una de esas cosas que llaman, mirando para los lados asegurándonos de que no haya orejas indiscretas, "sociedades secretas".
Louis Pasteur, Albert Einstein, Miguel Ángel, Francis Bacon, Mozart, Bach y Churchill, Carlos Gardel, en fin, usted ponga el nombre y no faltará quien venga a asegurarle que esa persona era miembro de una "sociedad secreta".
Evidentemente, esto no significaría nada a no ser por el aura que los representantes comerciales de lo abracdabrante le han conferido a la idea misma de "sociedad secreta". Las llamadas "sociedades secretas" pueden ser de muchísimos tipos, ya que el sólo hecho de ser un colectivo (es decir, de estar formadas por más de una persona) y el que no se sepa que existen basta para convertir a cualquier par de amiguetes que comparten discretamente el gusto por las películas de Santiago Segura en una "sociedad secreta".
La sociedad en cuestión puede ser "secreta", además, de dos formas. La primera es ocultando su propia existencia, y eso le viene como anillo al dedo a los traficantes del estupor, pues siempre pueden decir que la sociedad secreta estaba allí, pero nadie la vió precisamente porque tuvo éxito en su secretismo. La segunda, más simple, es ocultando que sus miembros lo son. Muchas cofradías católicas son en ese sentido "sociedades secretas", como lo son las sociedades anónimas propietarias de medio mundo o los grupos de Alcohólicos Anónimos.
Por supuesto, la gente se ha asociado secretamente incontables veces a lo largo de la historia, con los más diversos objetivos, desde el culto religioso (el cristianismo era una "sociedad secreta" en la Roma imperial) hasta la obtención de ganancias irregulares (muchos oficios requerían pertenecer a un gremio), la delincuencia simple (la mafia), la lucha política (los partidos de izquierda son con frecuencia "sociedades secretas" perseguidos por dictadorzuelos varios), y varios motivos más, solos o mezclados.
Nada de esto tiene que ver con las "sociedades secretas" que los nada secretos comerciantes del misterio usan en sus escritos conspiranoicos. Las "sociedades secretas" que afirman que ellos han "descubierto" son generalmente agrupaciones:
a) Siniestras y despiadadas: nunca tienen interés en hacer nada bueno, nada positivo, nada que pudiera ser aplaudido por las mayorías, es decir, son secretas por vergonzosas y no, digamos, porque sus tendencias populares y justicieras pudieran molestar a los que tienen las armas, porque las sociedades secretas son las que tienen las armas, claro, y matan, destruyen e incluso masacran sin ningún resquemor ético.
b) Poderosísimas: consiguen cuanto se proponen con el sencillo expediente de ser secretas, al grado de que secretamente dominan todo el mundo, salvo a los vendedores de misterios, claro, que las exhiben, las denuncian, las desenmascaran y cobran por ello sin que nadie los moleste (si usted nota una pequeña contradicción, es normal).
c) Eternas: no tienen principio ni fin, hace poco escuché asombrado que Miguel Ángel, el artista renacentista, pertenecía a "Los Illuminati", hazaña nada despreciable si tenemos en cuenta que los "Iluminati Bávaros", la primera organización con ese nombre, se fundaron en 1776, mientras que el artista murió en 1564, más de 200 años antes.
d) Omniscientes: Lo saben todo, tienen todo el conocimiento científico y tecnológico del universo a su disposición, y lo comparten con sus miembros con la consigna de mantener tal conocimiento en secreto y no usarlo. Cuando sus miembros traicionan a las poderosísimas y despiadadas sociedades secretas y divulgan sus conocimientos o incluso los presentan como descubrimientos propios, dichos miembros se llenan de dinero y de reconocimiento mundial sin que las sociedades secretas les hagan nada (si aquí también detecta una pequeña contradicción, es igualmente normal).
e) Una sola: No importa que a lo largo de la historia haya habido "sociedades secretas" tan distintas como los cátaros (en realidad una secta religiosa que no era secreta), los templarios (que tampoco eran secretos), los rosacruces (unos loquitos que dicen conocer los secretos de la religión y de la alquimia), los masones (una sociedad de ayuda mutua con bases metafísicas y un sistema moral liberal), skull and bones (cráneo y huesos, una de las miles de fraternidades estudiantiles de Estados Unidos, ésta de élite en una universidad de élite, Yale), el "Priorato de Sión" (una sociedad falsa inventada por Pierre Plantard en 1956, aunque Dan Brown le cuente otra cosa), los Illuminati (fundados, decíamos, en 1776 y disueltos en 1790, aunque los buhoneros del misterio aseguran que "aún existen"), todas son una y la misma, y domina al mundo, y nadie se da cuenta más que los intrépidos escritores de libros malísimos.
f) Secretas aunque no lo sean: Algunas organizaciones, como el grupo "Bilderberg", organización proestadounidense en Europa que realiza una reunión anual de personajes política y económicamente poderosos en defensa de sus intereses (cosa que sólo sorprendería a los muy tontos), tienen listas públicas de miembros y sus reuniones son igualmente asunto público... pero los profesionales de la conspiranoia las anotan como "sociedades secretas" para convencernos de que realmente todas esas personas dominan el mundo (la verdad no necesitamos a tales expertos para darnos cuenta, pero bueno) y que además todos están de acuerdo, aunque se trate de personas que compiten en lo político y lo económico. Lo cual nos lleva al último punto de las "sociedades secretas" de opereta que se venden en tantos y tantos libros que repiten lo mismo hasta la náusea.
g) Sociedades que hacen lo mismo que vemos, pero de modo "secreto". Decíamos que no es necesario que vengan los conspiranoicos con tarifa a decirnos que en las reuniones Bilderberg se reúnen personas con gran poder, pues. Pero, nos aseguran los negociantes de lo falso fantástico, nos dominan "secretamente"... es decir, que en realidad el dominio del mundo no se efectúa por medio de guerras, de expoliación económica, de presión política, de persecución de disidentes, de promoción de la estupidez y la desinformación en los medios de comunicación, difusión delirante del pensamiento mágico, fantasmas y poderes místicos, de una televisión inane, una radio sin compromiso social alguno y de una pasión desmedida por poseerlo todo y cobrarlo todo, que es el sueño del capitalismo neoliberal... nononono... usted no entiende nada, eso no es "dominación", la verdadera dominación es la que hacen "en secreto", y eso lo saben unos pocos que le cobrarán por decírselo, para... pues para algo que en nada se diferencia de lo que hay hoy: el predominio de unos pocos poderosos sobre unos muchos jodidos, igual que durante toda la historia humana, si usted se fija un poco.
La realidad, claro, tiene la mala uva de contradecir a los especialistas en la venta de falsedades. Muchas "sociedades secretas" no son sino clubes de excéntricos que no van a ningún lado, ni pretenden nada más que hacerle al embozado porque les divierte y les permite ligar (como en las "fraternidades" universitarias estadounidenses), otras sirvieron a algún objetivo y luego se diluyeron, otras fracasaron estrepitosamente, otras ni siquiera existieron y todas, absolutamente todas, sospechan de las demás. La "Gran Federación Universal de Sociedades Secretas" sólo existe en la imaginación interesada de unos vendedores de libros, pues.
Claro que sí hay "sociedades secretas" en este mundo, desde los cárteles de la droga hasta diversos grupos armados y no pocos psicodislépticos que comparten "saberes esotéricos" a tanto el kilo. Pero con admirables astucia los "expertos en misterios" esquivan hablar de las verdaderas sociedades secretas, de investigarlas y de divulgar sus secretillos. Porque es muy emocionante sentirse heroico por asegurar que Bill Clinton perteneció al "club" Bilderberg, pero si en vez de tal no-información uno cuenta las andanzas de algún jefe de la Camorra Napolitana o desvela la identidad de los más destacados dirigentes de la Yakuza japonesa, o los agentes de la CIA infiltrados en Hamas, se ha comprado un boleto de viaje de ida al cementerio mediante procedimientos probadísimos.
Por supuesto, tales trabajos les quedan a algunos pocos verdaderos periodistas de investigación que sí se juegan el pellejo (sin andarlo proclamando) para averiguar asuntos de genuino interés para la sociedad. Los otros, los misteriólogos o rarólogos, se agotan repitiendo las mismas zarandajas que usted puede escuchar todas las semanas (si el hígado le da) en las emisiones del imperio "Jiménez del Misterio", y que puede leer en libros como el último tabique que con su inimitable estilo "high-hortera" ha expelido Bruno Cardeñosa, quien junto con sus coleguitas, dicen los malintencionados, pertenece a la primera ONG secreta del mundo esotérico y cobracional: "Soplapitos Sin Fronteras", que se conforman con alimentar de combustible a los más extraños conspiranoicos, milicianos de ultraderecha, sicópatas tipo Unabomber, antisemitas con rasgos más o menos neonazis y expertos en promover miedos falsos que, quiéranlo o no, ayudan al control nada secreto de las masas en bien de los poderosos.