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abril 05, 2011

Fukushima y la irracionalidad

Actualización 7 de abril 22:50 - Una entrada del blog Ahuramazda ofrece respuestas sólidas, basadas en hechos y corroborables a la lista de preguntas que planteamos al principio de la entrada. Infaltable. 
¿Qué tan peligrosa es la radiación? ¿Hay una sola radiación o hay varios tipos? ¿Y la radiación nuclear es de un solo tipo o hay varias? ¿La radiación afecta al exponerse a ella un instante (como una bala) o sus efectos dependen del tiempo de exposición? ¿En Fukushima ha muerto mucha gente por la radiación? ¿Las centrales nucleares provocan más enfermedades y muertes que otras opciones de generación de energía? ¿Es verdad que hubo mutaciones monstruosas a resultas del desastre de Chernobyl? ¿Fukushima es Chernobyl? ¿Qué riesgo real corren los japoneses cerca y lejos de los reactores averiados? ¿Qué riesgos corren quienes en el resto del mundo están cerca o lejos de los reactores nucleares que producen su electricidad? ¿Es posible un mundo sin radiación nuclear o ésta es parte de nuestro universo y estamos expuestos a ella siempre?

Estamos en un momento en el que incluso plantear estas preguntas puede provocar reacciones tan airadas por parte de ciertos sectores que afirman ser ecologistas como las que puede uno obtener de cualquier fanático del Bible Belt estadounidense o un talibán afgano ante cualquier cuestionamiento sobre la veracidad literal de sus sagradas escrituras.

No pretendo dar las respuestas a estas preguntas en esta entrada, sólo decir que las hay y que, de acuerdo a lo que sabemos, al conocimiento científico disponible, no son las que los medios le han contado. Lo que hallo alarmante, como con toda otra forma de pensamiento mágico, irracional y pseudocientífico, es que la mayoría de las personas más sinceramente preocupadas, alarmadas, inquietas y temerosas por el accidente de la central nuclear Daiichi en Fukushima no conocen tales respuestas. No las han buscado y, para remate, los medios de comunicación han optado por no informarle de ello a la gente.

El periodismo a caballo entre Íker Jiménez y Laura Bozzo se ha apoderado incluso de medios razonablemente serios.

En algunos casos, esto se ha debido simplemente a que casi nadie en las redacciones de hoy tiene información científica fiable, basada en fuentes sólidas (es decir, en estudios científicos debidamente publicados en revistas arbitradas por pares y, de preferencia, replicados y analizados ampliamente por otros científicos), y publican prácticamente lo que sea sin darle importancia a su veracidad factual.

En otros casos, ha habido una decisión consciente (doy testimonio personal) de impedir que llegue información al público, estableciendo una censura efectiva de modo que sólo se exponga al público a visiones sesgadas e interesadas como las de los distintos profesionales de lo antinuclear, que en España (y en muchos otros lugares) han tomado los medios relatando impunemente una larga cadena de mentiras, como que desde el 12 de marzo está rota la vasija de contención del reactor nº 2 de Daiichi Fukushima, que el combustible de los reactores es uranio puro y está en contacto con el aire, que una millonésima de gramo de plutonio causa cáncer inevitablemente, que los reactores nucleares de generación eléctrica son "bombas atómicas lentas" y otras barbaridades demostrablemente falsas, pero que acuden a los disparadores emocionales del público desinformado.

La reacción contra todo intento por difundir datos que se aparten de esta versión oficial, de este consenso manufacturado (frase de Chomsky lamentablemente aplicable en este caso), de este dogma, debería llamarnos a la preocupación a todos. Porque el mensaje detrás de muchos de estos dogmas es que precisamente lo que debe rechazarse es el pensamiento crítico y cuestionador, el conocimiento científico, los avances de la ciencia y la tecnología, la investigación misma de nuestro universo se está viendo bajo asedio.

Es el mundo del "no preguntes", del "no pienses", del "hay cosas que no debemos saber"... un mundo oscurantista, mágico, lleno de temores a lo desconocido (que es desconocido por un ocultamiento interesado), donde un grupo de mesías se pone al frente de las multitudes para indicarles el camino, caudillos del misterio, profetas verdes, simuladores de la medicina, poíticos profesionales con la máscara del "activista sincero", de los señores de la propaganda.

Nada distinto del siglo XII, pues. Pensamiento único, agresiones sin medida, límite ni decencia a quienes se atreven a dar datos molestos; manipulación de las masas en aras de un dogma establecido sin acudir a la razón, falacias continuadas (acusación de que quienes difunden información son servidores de algún poder económico, es decir, presumir su mala fe sin demostrarla; distorsionar y caricaturizar los datos para no dar argumentos -falacia de hombre de paja-, burla y escarnio -falacia ad hominem-, entre otras), en fin, todo el arsenal que las iglesias y los creyentes fanatizados han empleado siempre contra quienes traen datos que no concuerdan con su cosmología.

Las unanimidades ideológicas siempre son preocupantes, alarmantes, señal de que el cuestionamiento libre está siendo reprimido. Es decir, las unanimidades ideológicas son falsas, y son el síntoma claro de que quienes gozan de cierto poder han impuesto verdades preestablecidas e impiden la expresión de otros puntos de vista. Y cuando la ideología se apodera de la ciencia, tenemos casos como el de Lysenko en el estalinismo, el de Ulises Sosa y sus pirámides curativas declaradas oficialmente "ciencia" en Cuba, el de la "ciencia racial" del nazismo, los "museos creacionistas" y otras deformaciones monstruosas de la tarea básica de la ciencia: estudiar el universo, tratar de comprenderlo y reunir sus datos sin importar si tales datos nos gustan o no, si están de acuerdo con nuestras opiniones o no.

Por desgracia, en este sentido, los medios de comunicación han traicionado su obligación de ser garantes del derecho de la gente a saber, y por tanto cada uno de nosotros se ve en la obligación de buscar la información fuera de los cauces demostrablemente manipulados.

Pregunte, infórmese, pida fuentes científicas fiables, dude de todo y busque información entre quienes saben y no tienen compromisos ideológicos por ocultar o alterar los hechos. En el caso de Fukushima, multitud de ingenieros nucleares, físicos, divulgadores e incluso militantes serios del ecologismo como George Monbiot ofrecen datos y cuestionamientos más allá del dogma. Probablemente se sorprenda, probablemente tenga que cambiar algunas de sus preconcepciones, pero con toda seguridad, con absoluta y total seguridad, será más libre. Pésele a quien le pese.