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marzo 23, 2004

La farsa piramidal

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Si usted le muestra a un experto en fenómenos para anormales una esfera, un paralelepípedo, un cilindro o un dodecaedro, encontrará que se trata de formas geométricas que lo impresionan más bien poco.

Sin embargo, si usted le muestra al "experto" una pirámide de base cuadrada, éste entrará en éxtasis, sudará, llorará, se azotará con un látigo de nueve colas, se dejará caer de rodillas (poniendo previamente un mullido almohadón de plumas) y afirmará que esa forma es maravillosa, excelente, extraterrestre, extramística, extrapotente, extratlántica, extranormal y extrageneradora de ingresos extra para todo desvergonzado que se respete.

¿Por qué?

Fundamentalmente como celebración de la ignorancia. Propia y ajena, faltaba más.

Pocas culturas antiguas están tan estudiadas como la de Egipto. Ya quisiéramos saber de Babilonia o del imperio de Nubia o de los olmecas la mitad que se sabe del Egipto antiguo.

Todo ese volumen de conocimientos, todos los resultados de años y años de investigaciones de arqueólogos y otros especialistas de todo el mundo son decididamente ignorados, desconocidos o convenientemente olvidados por esa raza especial que se autodenomina "piramidólogos".

Lo suyo es la ignorancia, vendida a precio de oro.

Imhotep, es el nombre del arquitecto de la tercera dinastía que pasa de la mastaba o túmulo funerario a la pirámide escalonada. Un verdadero innovador. Al cabo de un siglo, los arquitectos habían logrado superar la pirámide escalonada de Imhotep para llegar a las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, más o menos en el 2500 a.n.e.

Las piedras que componen a las pirámides van siendo cada vez más grandes de la tercera a la cuarta dinastía, mostrando una evolución clara del proceso de construcción sin necesidad de extraterrestres. Vaya, que no era asunto de que un día, sin mediar proceso alguno, se pusieran a hacer la pirámide de Keops y a mover piedras que nunca habían movido. Hay un siglo de evolución arquitectónica allí, que los miembros de la familia mafiosa charlatanesca prefieren ignorar.

Por supuesto, las pirámides no son la única muestra de esta capacidad, están también los templos de Abu Simbel, construidos por Ramsés II (1301-1235 a.n.e), pero a ésos no los incluyen los embaucadores porque hay demasiados datos sobre ellos.

Y eso es lo que mata a estos pobres ingenuos. Desde que los primeros seudomísticos se ocuparon de las pirámides hasta hoy, hemos (a pesar de ellos) aprendido mucho sobre estas estructuras y los hombres que las construyeron. Hoy sabemos, por ejemplo, que las piedras de las pirámides egipcias están muchas veces firmadas orgullosamente por los equipos que las minaron, cortaron o movieron. No eran esclavos, eran canteros y albañiles orgullosos de su habilidad, que no verían con buenos ojos que se pretenda negar su existencia para sustituirlos por hombrecitos verdes (o, racistamente al estilo Von Däniken, por rubios de ojos azules que le arreglan los problemas a los morenos inferiores).

Pero ellos siguen en las teorías tartajeadas hace decenas de años por engañabobos que eran, al menos, más originales.

Olvídense de los "místicos datos" que dicen tener los oficiales de la engañifa y fíjense en la enorme cantidad de datos conocidos con certeza (y no conocidos gracias a estos soplaflautas, sino gracias a arqueólogos serios que sí hacen ciencia) que este hato de borricos persiste en pasar por alto.

Hace un montón de años, hubo un mexicano, cuyo nombre misericordiosamente creo haber olvidado, que escribió y vendió como pan caliente un libraco llamado Los secretos de la gran pirámide en los cuales hablaba de fantasías lobotomizadas como la "pulgada piramidal" y otras medidas convenientemente inventadas para que cuadraran con sus teorías y sacar como conclusión que la pirámide era una especie de "libro del futuro" llena de profecías aritméticas que él, siendo un genio, había descubierto pese a que los malvados arqueólogos se revolcaban en el suelo de la risa al escuchar sus payasadas (cosa que él traducía como que "la ciencia oficial cierra los ojos ante mis apasionantes descubrimientos").

Con el paso del tiempo, la sarta de estupideces que vendía como profecías fueron demostrando que no eran sino fantasías levemente psicodislépticas hasta que el libro quedó inútil.

Y eso que, según él, la pirámide había predicho con 100% de certeza todos los hechos anteriores a la confección de su ladrillo de patrañas.

Es lo que pasa siempre, las profecías funcionan hasta ayer. pero a partir de mañana son bastante imprecisas. Igual pasa con Nostradamus, por ejemplo, que después de ocurridas las cosas salen seis o siete expertos asegurando: "¡Nostradamus lo predijo, yo ya lo sabía!" (a lo que se contesta: "¿Y por qué no avisaste ayer, pedazo de sinvergüenza?").

Bueno, pues la pirámide no se mide en "pulgadas piramidales" ni fumadas similares. Los egipcios medían sus edificaciones en codos sagrados, no en pulgadas que se inventaron en Inglaterra en el medievo.

Por cierto, el delirio de las pulgadas piramidales se refriteó hace poco para asegurar que el 5 de mayo del 2000 en la noche, debido a una alineación planetaria (cosa a la que le tienen miedo estos anormales porque no entienden qué significa, pero que ocurre constantemente sin que pase nada) se provocaría un terrible "cambio en la tierra", que sería el fin del mundo "quizá", que habría más terremotos (¡de hasta 3 días de duración!), más volcanes y peor clima, con el inicio de la nueva era glacial.

Pues no.

La sarta de embustes que se han contado sobre las pirámides recorre todo el abanico de lo misticoide: las hicieron los extraterrestres... no, las hicieron los atlantes que se fueron a Egipto cuando se hundió su continente... no, las hicieron los egipcios para predecir el futuro (bueno, esto se refiere sólo a la de Keops, los charlatanes no se ocupan en explicar para qué son las otras dos grandes pirámides, ni les aplican sus mismas matemáticas delirantes)... no, es una batería cósmica que reúne energía mágica indetectable.

Me acuerdo de que hace años, un tipo integralmente hebefrénico predijo, en un programa de la televisión mexicana dedicado a las profecías para ese año, que en determinada fecha se abriría "una puerta dimensional" en la pirámide de Keops para anunciar el inicio de la era de la espiritualidad. Un año después, le reclamé en el mismo programa que no se hubiera abierto ninguna puerta dimensional, demostrando que era un descarado mentiroso o un caso para alguna unidad de siquiatría con espíritu aventurero.

La respuesta del tipo aclara perfectamente el nivel de peyote en sangre que se puede tener sin morir de alucinaciones: "Sí se abrió, exactamente en la fecha prevista, pero sólo lo pudimos ver los iniciados".

Así cualquiera hace predicciones, vaya.

Por supuesto, los rascahuele de la farsantería siempre hacen notar que todas las pirámides están orientadas geográficamente. Asombrosa observación, sin duda alguna. ¿Conoce usted algún edificio que no tenga orientación geográfica? Sobre todo si las culturas primigenias estaban todas descubriendo los cielos y la astronomía, y éstas disciplinas, mezcladas con la religión, eran la base de su cultura y sociedad... ¿qué esperaban?

Lo que no dicen (por su colosal ignorancia o por su no menos ciclópea mala fe) es que las pirámides de las distintas culturas tienen distintas proporciones y tamaños, se realizaron con distintos sistemas de construcción, se emplearon para distintos usos, representaban distintos significados religioso-culturales y sólo se parecen en una cosa aparte de ser todas pirámides de base cuadrada...

... una cosa misteriosa por la que todas las culturas antiguas que intentaron grandes construcciones hicieron pirámides...

... un secreto asombroso que revelamos aquí para que se lo lleve usted al piramidólogo más cercano a su corazón:

¡No se pueden hacer grandes construcciones sin modernos sistemas de construcción a menos que uno las haga piramidalmente!

Es así de simple: al no contar con técnicas que se desarrollarían posteriormente, la única forma viable de hacer estructuras que se acercaran al cielo era hacer pirámides. Los otros intentos se caían.

Trate usted de hacer un gran montón de naranjas y verá que la forma piramidal es la única que se presta para la tarea.

¡Milagro! ¡Extraterrestres! ¡Tecnologías asombrosas!

La forma piramidal es clara muestra del nivel ingenieril de las culturas que las hicieron, no son más avanzadas que eso, que no tuvieron acceso a conocimientos provenientes de otra galaxia ni a reactores nucleares o levitadores energéticos.

O sea que no se trata de apantallarse ante las pirámides, que nos dicen precisamente lo que podían (y lo que no podían) construir determinadas culturas en determinados momentos de su evolución.

Lo verdaderamente apantallante sería encontrar un rascacielos con vigas de acero en tiempos del faraón Zóser. Eso sí sería un misterio y no las divagaciones de estos papanatas.