julio 01, 2008

Una visión equilibrada

Entre la granizada de improperios que los "defensores de los simios" me han lanzado, evadiendo el debate y de paso demostrando que lo que más les va es la misantropía, alguno de los anónimos héroes señaló la página de "apoyos" de la que presume el Proyecto Gran Simio, implicando que todos y cada uno de los allí incluidos es partidario sin discusión de la prohibición total que detalla el Proyecto No de Ley que ha iniciado este debate (véase la entrada Más ciencia y menos policía).

Parecía difícil que toda esa lista de personajes españoles e internacionales estuvieran de acuerdo con "la prohibición expresa de experimentación o investigación cuando ello pueda producir daño a los simios y no redunde en su beneficio". Después de todo, la idea de "dañar" y la idea de "beneficio" no están definidas, y por tanto quedan a la arbitraria subjetividad de la gente de PGS, cuya directiva en España no sólo está formada por personajes que no son científicos (no es malo eso, claro, cualquiera que quiera defender a los grandes simios puede hacerlo sin ser científico, faltaba más, pero si quiere que se tome en serio su opinión científica, más vale que la pueda sustentar al menos con el apoyo de científicos que tengan los datos clave), sino que tiene como director ejecutivo y ampuloso ocupante de todo reflector más o menos a mano a un señor llamado Pedro Pozas Terrados, que se adscribe a las teorías conspiranoicas, irracionales y mal sustentadas de personajes como Bruno Cardeñosa, al que considera admirable, en un despliegue lamentable de delirio ignorante, de pasión por el escandalo barato y de renuncia al pensamiento crítico y a la aceptación de los hechos.

(El señor Pedro Pozas Terrados también cree en las máquinas de movimiento perpetuo, por cierto, hoy llamadas por el New Age "energía libre" o "energía de punto cero", pero que son lo mismo, lo cual nos da una idea de su escasa comprensión de las leyes por las que funciona el universo. Así, en un artículo habla de un timo relativamente reciente del movimiento perpetuo, el "motor Adams", diciendo: "El Dr. Robert Adams en Nueva Zelanda, ha desarrollado motores eléctricos, generadores y calentadores que funcionan con imanes permanentes. Con los campos magnéticos se podrían realizar maravillas en nuestro mundo, trenes sin consumo, vehículos sin motores complicados y sin combustible." ¿Que las leyes de la termodinámica y varios críticos serios dicen que no funcionan y que de hecho desde 1993 no se consigue que funcionen? No importa, suena guay. Lástima que Pedro Pozas se dedique a la conspiranoia y no a fabricar motores Adams --o Lindemann-- para salvar al mundo. Si miente por sevicia o por ignorancia, preocupa igualmente.)

Dado este inquietante panorama en el que la seudociencia parece estar en el asiento del piloto, seleccionamos a los científicos que aparecen en la página de apoyos de Proyecto Gran Simio y tratamos de encontrar forma de contactar con ellos por correo electrónico. A todos aquéllos cuya dirección de correo electrónico encontramos, les enviamos la siguiente pregunta:

"Como personaje que apoya al Proyecto Gran Simio, ¿usted comparte la idea de que España debe prohibir terminantemente toda forma de investigación con grandes simios, o considera que, de demostrarse que alguna investigación así fuera necesaria, debería autorizarse, luchando siempre por evitar sufrimientos a los simios durante los estudios y después?"

La primera respuesta precisa y directa que recibimos es del Dr. Fernando Valladares, del Instituto de Recursos Naturales, del CSIC, que nos dice:

"Creo que el sentido común hace responder a tu pregunta que si se demuestra que una investigación con grandes simios (o con cualquier animal) es importante y no existe forma de hacerla si no es con animales vivos (y no con tejidos, celulas en cultivo, etc.) la investigación debe admitirse. Pero creo importante que de entrada exista una total prohibición. Del mismo modo que estan prohibidas tantas cosas pero que cuando se plantea su necesidad se permiten. Asi pues, yo propondria de entrada la prohibición, pero dejaria una ventana legal para reconsiderarlo en casos de extrema necesidad o urgencia que en cualquier caso deberian ser estudiados individualmente por un comité de expertos."

Parece razonable. De hecho es razonable, porque el Dr. Valladares matiza, con el sentido del científico que debe ser ético con sus sujetos experimentales si se ve precisado a usarlos pero también que debe pensar en los posibles beneficiarios de las investigaciones, que la prohibición absoluta sin posibilidad de recurso no es la mejor salida.

Seguiremos diciendo, mientras averiguamos quiénes son algunos de nuestros más delirantes corresponsales, que lo que urge es más ciencia y menos policía. Y menos propaganda irresponsable procedente de personas que, como Pedro Pozas, llegan a ridículos tales como llamar "maestro iluminado" a un fallido testigo en favor de los terroristas del 11-M, creyente en la inexistencia del avión que chocó en el Pentágono y héroe, por cierto, de los "peones negros" de la conspiranoia , Bruno Cardeñosa, y creer, a contrapelo de los hechos, en las máquinas de movimiento perpetuo.

Si hay más respuestas, seguiremos reproduciéndolas para que los lectores normen su criterio pero no oyendo sólo un lado de la cuestión, como gusta a los noístas profesionales y los antis del New Age despistado.