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abril 28, 2004

El castillo de las mentes desastrosas 6: misericordioso fin

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Nota bene: al final de esta crónica, vea cómo el ganador de este concurso de mentecatos prodigiosos ya, desde el momento mismo en que acabó el programa, si no es que desde antes, ordeña la ubre del triunfo sin valor alguno que consiguió, buscando aprovecharlo para hundir sus garras en las cuentas bancarias de más inocentes.

Llega el final. Llega apresurado, acelerado, como dos meses antes de lo programado. Llega el final porque los embaucadores no son divertidos individualmente, pero en piara resultan abominables. Llega el final porque es más entretenido cualquiera de los demás clones de Gran Hermano. Pero sobre todo llega el final porque los anunciantes y Antena 3 han descubierto que hicieron la peor inversión de su vida suponiendo que realmente había más en estos papanatas que lo que se ve a primera vista.

Su profundidad es la de un plato llano, sus alcances son lo que le cabe a una cucharilla de café, su estulticia es cósmica (es lo único cósmico que tienen), su incapacidad para la convivencia es definitiva. En fin, que las "mentes prodigiosas" del castillo ése demostraron cuán limitados son los profesionales de la engañifa y qué tan poco interesantes son para el público en general.

Así llega la última emisión del peor programa imaginable. Y, para cerrar con broche de oro, nada mejor que darle un horario estelar: la 1:30 de la mañana en una noche de martes a miércoles, cuando la mayoría de la gente honrada y trabajadora ya plancha oreja y babea almohada, razonamiento que hace casi heroico el quedarse despierto para reseñar la final stupidity.

Ojalá que, al menos, la gente normal que haya pasado algún minuto o dos de su vida viendo a los protagonistas hacer sus desfiguros se haya alejado así sea mínimamente del riesgo de caer en las pezuñas de tan distinguidos miserables.

Pero antes, la respuesta a nuestra última pregunta de la vez pasada, que era: ¿Quién es el desahogao que ofrece, además de la colección habitual de boberías místicas, "consultas de sexología" por Internet a 42 euros la preguntita?

El pillastre en cuestión (que es tan sexólogo como vidente) es, ni más ni menos, el fracasado guitarrista y fallido compositor Manuel Carabantes, disfrazado para sus tropelías misticoideas bajo el alias de "Profesor Mercury".

Pero, ¿cuál (nos preguntamos mientras pasa la primera, larguísima tanda de anuncios que se agradecen porque posponen el momento de ver y oir a los abanderados de la asnalidad) es la diferencia entre Paco Porras y J JB con hielo? ¿En qué se distinguen el "Divino" Otelma y Pedro Amorós? ¿Qué distancia separa a Santi Molezún de Javier Sierra? ¿Cómo sabe uno quién es la bruja Lola y quién Fernando Jiménez del Oso?

En realidad, no hay diferencia más que de grado. Quizá fingen mejor o se saben expresar con más decencia en cuanto al uso del idioma, o cobran más (mucho más) pero en el fondo son los mismos. La diferencia que hay entre las parejas propuestas es la que hay entre un carterista callejero o un especialista en el "tirón" para despojar de sus bolsos a ancianas y los delincuentes de más "categoría" que se ocupan en robar joyerías o despojar accionistas de su dinero con emisioes fraudulentas. Es cosa de alcance y de la marca de los trajes. Nada más.

Quedan como residuos de la batalla de leperadas, bajezas y ruindades cuatro bichitos.

Primero resumen la participación del mexicano Jorge Astyaro, mentalista de escenario que finge que no es tal, sino poseedor de poderes preternaturales. Dado que sí es ilusionista, es al único al que le salen los trucos, incluyendo varios de mentalismo y uno de hipnosis de escenario, cosas que puede hacer cualquier mago que valga su smoking, pero que este descarado disfraza bajo el lema "la magia existe", cosa que tampoco significa nada.

Sigue la argentina Leevon "Kennedy", con su cuento de ser hija de John F. Kennedy y Marilyn Monroe. Resumen sus paparruchas, que se basan en pelearse con el Divino Otelma y lo que ya hemos reseñado aquí: un conjuro idiota, predicciones a voleo, "lecturas" de famosos españoles e internacionales y acusaciones a los demás de ser "farsantes"... nada.

Se nota la falta total del "tribunal". Ahora no están ni Apeles ni la Fúster ni el barbitas que se regodeaba encantado con los "aciertos" de los macacos que han sido los únicos beneficiados del programa (se presume que, como es costumbre en estos programas, además de pagarles sus gastos a los honorables huéspedes se les asignó un salario por día de desfiguro).

Está de finalista la bruja Lola Montero, que en su bastedad y rusticidad encuentra su redención, pues es probablemente la única que se cree realmente que es bruja y que todo su rollo tiene relación con la realidad. No sabe que lo suyo es falso, pero eso no lo hace verdadero, sólo honrada ignorancia. En su ingenuidad (no exenta de crueldad, la crueldad de quien se siente poderoso y los demás se lo hacen creer) hay, al menos, sabiduría popular y menos manipuleo.

Queda Santi Molezún, el atrabiliario modisto metido a médium que se ocupa de la innecesaria tarea de desprestigiar a la comunidad gay y que, para hacerlo con más brutalidad, se presenta afeitado y con una peluca rubia tal que no se sabe si personifica a Hedi Lamarr o al baterista de Queen en tiempos de A day at the opera. Repiten sus "lecturas" de tarot (alguien recuérdeme que algún día hablemos del cuentazo del tarot), sus broncas, y jura que en las noches "chateaba por Internet", cuando en realidad desplumaba congéneres en su ciberoráculo, del que se dice inventor. Y espera que esta experiencia le abra "más oportunidades", suponemos que de hacerse de euros sin ganárselos.

Alicia Senovilla trata de llenar el vacío televisual patente con el escote más pronunciado que ha usado en los programas. El espectáculo es, sin duda, tonificante, pero esto no se salva ni con un desnudo colectivo de las playmates de Playboy acompañadas, para no ser sexistas, de sus equivalentes masculinos.

¿Alguien estará viendo esto aparte de este sufrido blogger?

Leevon Kennedy al menos ofrece un nuevo dato sobre las patrañas de uno de los locales: Paco Porras, que, dice ella, la perseguía sin cesar con propósitos nada castos. En primer lugar, el tal Porras debe padecer unas urgencias entrepiernales verdaderamente añejas y potentes. En segundo lugar, habrá que recordar que el último cuento de Porras era que había descubierto que era "homosexual" (para vergüenza de los homosexuales honrados y dignos de este mundo) y contó la trola de que se había "casado" con un soldadito que se encontró en la calle, con el cual se paseó (cobrando, claro, por supuesto, ¿había duda?) por las televisiones.

Así son los cuentos de los cófrades de "El castillo de las mentes prodigiosas".

Quizá las escenas más fantásticas se disfrutan cuando este hato de irrefrenables mentirosos es conducido a una casa del horror llamada "El castillo de las tinieblas" donde en una escenografía a modo trabajan varios actores honrados y decentes disfrazados de momias, muertos poco frescos, monjes orates, vampirillos, caballeros medievales y demás, con objeto de asustar a los visitantes.

Las "mentes prodigiosas" que se llevan de tú con los espíritus de los muertos, que invocan demonios, que enfrentan a las fuerzas del mal y que se conectan sin necesidad de hacer tierra con todas las energías positivas y negativas del universo... se cagan de miedo a coro con los actores, se horrorizan como quinceañeras, gritan cual histéricas virginales y uno se pregunta cómo aguantan, entonces, sus rituales mágicos.

Y por fin, misericordiosamente, nos enteramos de que "los espectadores" (los cinco o seis, excepto yo), dejan en tercer lugar a Santi Molezún, en segundo a la bruja Lola, y en primero a Jorge Astyaro, suponemos que por guapo, lo cual es un termómetro del tipo de público que, aunque escaso, ha seguido la emisión.

Le ponen capa, le dan un mazo a modo de cetro, lo hacen elegir una llave para ver si se puede regresar a chupar sangre en México 18 mil euros más rico. Predecimos que acertará.

Para elegir, pone las manos sobre los cofres. Igual que hacía Uri Geller para encontrar la lata de película llena de agua entre varias que se le ofrecían. O usa ese truco o lo sabe desde antes.

Elige y, "sorprendentemente", acierta. Consigue poner cara de sorpresa (vaya mierda de vidente; en cambio yo debo ser la repera como tal).

El caso es que vaya usted a saber cuándo se vino grabando la "gran final" de este soporífero programa, pero algo nos dirá el saber que al parecer antes de que terminara, la página Web del desvergonzado Astyaro nos ofrecía la siguiente reseña modesta, que copiamos con todo y sus errores y patadas a la gramática:

Increíble, impresionante, indescriptible, emocionante, mágico, fabuloso, alucinante, espectacular, asombroso, casi inefable....

JORGE ASTYARO SE HA PROCLAMADO VENCEDOR DEL CASTILLO DE LAS MENTES PRODIGIOSAS!!!!!

El mentalista mexicano, de 32 años, el coleccionista de misterios, el estudioso de lo oculto, lo ha conseguido.

Tras una vibrante y emocionante final, se ha impuesto al resto de compañeros demostrando así que posee la mante más prodigiosa del mundo.

Puruebas de afecto, de cariño, de amor, de apoyo, de entusiasmo, de compañerismo, de amistad, de reconocimiento, de ayuda, de admiración, han llegado a la pantalla, a las terminales de sms, de teléfono, a su web, a su e-mail.....


Para hacerse publicidad es bueno, no cabe duda, jugando a que nadie en México se enterará realmente de la clase de pifia y fracaso estrepitoso que fue la emisión, ni, para el caso, de la calaña de los "compañeros" de Jorgito.

Despiden el programa corriendo, que se ha colgado seis minutos y ya vienen las noticias y luego la teletienda, para reponer los fondos tirados por la cadena a la basura (humana).

Las noticias nos hablan de cosas importantes, de soldados que salen de Irak, de soldados que se quedan en Irak atacando a los pobladores, de debates parlamentarios, de ataques terroristas y de todas esas cosas para las que sí serviría tener un vidente si los videntes existieran. En realidad, hay una ligera decepción al descubrir que tales poderes no son más reales que los unicornios, los reyes magos o la caperucita roja. Sería fascinante tener un mundo con esas maravillas, pero a falta de ellas tenemos el mundo como es y debemos encontrar en él las maravillas que sí tiene.

Y tiene muchas.

Si no me cree, saque la cabeza por la ventana y mire hacia arriba: las luces que hay en el cielo, parafraseando al escritor Fredric Brown, no son dioses, no son influencias mágicas, no son fríos acidentes, no son expresiones de fuerzas ignotas... son estrellas, soles. Allá debemos ir, como especie y como individuos. Nuestro futuro es el universo, si así lo decidimos. Podemos conocerlo, entenderlo, describirlo, emocionarnos con él y arrancarnos la venda que nos ponen en los ojos las creencias más salvajes, groseras e indignas.

La opción es revolcarnos en el lodo abrazados a sujetos sin escrúpulos que se fingen prodigiosos cuando no son sino sanguijuelas de la credibilidad humana, que se aprovechan de quienes no tienen acceso a la riqueza del conocimiento para pasarles la moneda falsificada de sus "poderes".