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octubre 31, 2004

El espeluznante caso de la demanda desaparecida

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En el forete del circo del SEIP, Pedro Amorós no consigue ponerle freno a su mitomanía, esa mitomanía que en tantos líos lo mete. Pero ahora no adorna más su currículum (cuando podría decir que le dieron el Nobel este año o alguna chirigota similar), sino que me usa de pretexto para regar su jardín de lirios y delirios.

Si usted, lector, no tiene mucho tiempo, le doy un resumen: dice Pedro que me denunció pero que no me denunció porque soy un "mexicanito" pobre y él no me podía sacar dinero, por lo que, dice, ahora se están juntando en gang todos los seudoinvestigadores "del misterio" para demandar a sus críticos aunque no tengan dinero.

(Quien encuentre la lógica en este batiburrillo de babosadas, por favor avise y explique, se agradecerá.)

Pero antes de entrar en tema, me interesa este caso como seguimiento de la entrada anterior sobre el horror a la crítica que tienen los habitantes de las cavernas del ocultismo fanaticón. Permítaseme un resumen de lo ocurrido.

El odio de los embusteros profesionales a la libre expresión de ideas y opiniones y su incapacidad para responder


En agosto escribí que un anuncio de cedés "curativos" de Amorós no sólo no curaba ni los callos, sino que su afirmación de que ciertas ondas sonoras del cedé no se podían copiar al copiar el cedé era una mentira gorda, rozagante y descarada. En lugar de responderme como corresponde a un investigadorazo miembro de instituciones internacionalmente respetadísimas, como fantasea ser, tapándome la bocota con demostraciones de curaciones realizadas con su cedé hipnótico o demostrando que efectivamente hay "ondas sonoras" que no se pueden copiar en su cedé del país de nuncajamás, Pedrito Amorós me amenazó con una denuncia por "calumnias", misma que NUNCA presentó.

Ante tal acusación propia de un habitante del mundo de la telebasura, pero especialmente bobo, procedí a demostrar que al menos tres afirmaciones adicionales de Amorós son falsas: que es "miembro" del SETI Institute, que ha sido asesor de la CNN y que también lo ha sido de la BBC. Para ello me puse en comunicación con estas tres instituciones, todo lo cual es fácilmente corroborable. Además, encontré un reportaje en El Mundo donde se argüía con pruebas que Pedro Amorós no era "ingeniero informático" como alucinaba (deje usted de eso, en el Segundo congreso internacional de TCI en México este cabecita hueca se dejó llamar "doctor", hágame usted el recabrón favor), y que nunca había asesorado a la Ten Thirteen Productions, la empresa que produjo Expedientes X.

Ante estos hechos basados en las respuestas de los responsables del SETI Institute, de la CNN, de la BBC, de la productora de Expedientes X y del Ministerio de Educación, Amorós no se ocupó en demostrar que sí era miembro y asesor de todo lo que decía (cuando bien podía dar el número de su título de "ingeniero informático" con el detalle que da a su inservible título de Master en Parapsicología Superior por la Academia Europea de las Artes y las Letras nº 18/1998 reg. 9832).

Para un "investigador parapsicológico" que al parecer tiene problemas para atarse solito los zapatos, esto es demasiado complicado. Mejor, en su invariable línea de conducta, Pedrúsculo vuelve a mentir diciendo que no existió mi investigación periodística, sino que todo se reducía a lo dicho en El Mundo por Javier Cavanilles y Paco Tormo, y revolcándose como un simpático Sus scrofa en su esquinita de lodo afirma que Javier Cavanilles "se había retractado" de todo lo publicado y ahora era "su amigo".

Ahora, claro, a Pedro y a sus lamebotas domesticados les llega la lumbre a los aparejos por el risible caso de la "nueva casa" con caras "misteriosas" en Bélmez, y por supuesto, en legítimo uso de nuestro derecho a opinar, a informar, a escribir y a carcajearnos de las más bastas y groseras mendacidades, lo hemos comentado. Y Pedro se enteró. ¿Qué hizo? ¿Se defendió demostrando con los documentos certeros el origen preternatural de tales caritas?, ¿ofreció datos, mostró mediciones, aportó estudios de laboratorios independientes?, ¿ofreció algún video que excluya la posibilidad de que esto sea un fraude?

Por supuesto que no. Es más, la mitad de esas palabras ni siquiera las entiende este agente de seguros metido a Coronel Tapioca. Lo que hace es inventar que ya me demandó y amenazar con que va a volver a hacerlo. (¿A hacer qué, embusterillo, a "volver a demandarme" o a "volver a no demandarme"?)

Lo que es evidente es que estos estrambóticos mentirosos no tienen forma de responder como gente pensante a las críticas en el terreno de los datos, las investigaciones y los hechos demostrables. Entonces, en la lógica de los tertulianos de los programas del corazón, lo único que se les ocurre es amenazar a sus adversarios fanfarronamente con tribunales, juicios y procesos que obviamente no son la forma de demostrar la verdad de una afirmación paranormaloide.

Ladran, Sancho. Avanzamos. (No, nunca lo dijo el Quijote, pero si non e vero, e bien trovato.)

Vamos al caso puntual de los nuevos embustes de Amorós.

Amenazas vanas y pavoneos para consumo de los adeptos a su protosecta


Dice Pedro Amorós en su forejo y con su inimitable paragramática y su vertiginosa paraortografía: "Ante los comentarios sobre el fotógrafo, Mauricio Schwarz sepáis que con el primero de sus artículitos interpuse una demanda por injurias . Este mexicanito rebotado de ARP y ante lo paranormal, ya no tiene ni donde caerse muerto y ¿para qué? no vale la pena seguir con ésto si al fin y al cabo al que le iba a tocar pagar los gastos era a mi aunque evidentemente ganase, puesto que no tiene ni para comprar el pan. Mi abogado me dijo, tras investigarle, que no vale la pena ..."

Vamos en orden:

1. Si soy fotógrafo, de ilustración editorial y a nivel internacional. Pero Amorós investiga pavorosamente mal (como siempre), pues no se enteró que además soy escritor con premios literarios en México y España, periodista Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México en 1997 con más de un cuarto de siglo en la divulgación de la ciencia, el desenmascaramiento de investigadores falsificados y el comentario político, y para remate traductor trabajando para empresas de Europa, América y Asia. Digo, para informar a su pandillita con veracidad.

2. Pedro Amorós miente con esa falta de elegancia que le caracteriza al decir que "interpuso una demanda" contra mí. Jamás me fue notificada demanda alguna en mi contra, y eso que públicamente le invité a Pedro a ponerla, le pedí cortéstmente que lo hiciera y hasta le di las gracias por ponerla, si la ponía Y nada, desde el 10 de agosto se metió en un agujero de misterios fantasmales y allí estuvo pensando con qué nueva fábula iba a salir. Sigo esperando la denuncia, porque un juicio en forma sería un aviso utilísimo para otros vendedores de fantasías que hasta ahora gozan de una impunidad inaceptable en su mentir cotidiano y en sus amenazantes censuras contra la libertad esencial de opinión de quienes no les siguen el jueguito. Amorós sólo se interesa en lucirse ante sus seguidores, pero su amenazante "denuncia" es tan falsa como tantas cosas que lo rodean, y puedo decir sin lugar a dudas que Pedro Amorós miente como un bellaco al decir que Javier Cavanilles se retractó de lo que escribió en El Mundo y miente redondamente al decir que Cavanilles es "su amigo".

3. Lo de "mexicanito" me encanta. Si la forma de Amorós de desacreditar a alguen es su nacionalidad, revela su bajuna calaña, su xenofobia, ese tenue resplandor fascista y racista de todos los de su especie. Pero Pedro no debería apurarse (y debería leer más este blog) porque ya le explicaba yo aquí a otro chupaflautas que he recuperado la nacionalidad de mi abuelo, así que también soy "españolito".

4. Sé de la existencia de ARP desde hace quizá 15 años, pero nunca pertenecí ni he pertenecido a dicha organización, de modo que no me han rebotado de ella ni mucho menos.

5. Al parecer a Amorós lo está engañando su abogado. Yo vivo muy a gusto, gano bien, como sabroso, coopero con alguna ONG y ¡hasta tengo Vía Digital! Dicho de otro modo, el supuesto abogado de Amorós, "investigándome", es tan impresentable como Amorós "investigando" caritas duras en el piso. Ciertamente yo no facturo más de un millón de euros al año como en 2001 facturó la empresa del papá de Pedro donde éste trabaja (no vaya a creer nadie que trabaja de "ingeniero informático"), ni alcanzo las utilidades de más de 150 mil euros que declararon ese año (que explicaría por qué Pedro puede perder el tiempo haciendo supuestas investigaciones fregando pisos embutido en un chalequito). Incluso si el único interés en demandarme de Pedro Amorós es el dinero (igual que su único interés en la parapsicología parece ser el dinero y la egolatría), podría ganarme al menos con qué comprar una cacerola mejos jodida que la que usó para la burda foto promocional de la casa de las caras duras de Bélmez. Pedro debería dejar de decir mentiras: si quisiera dar a conocer una "verdad" y una supuesta honra mancillada por mis críticas y la libertad de expresión que me confiere la Constitución, el que yo fuera insolvente y hasta indigente no obstaría para que me denunciara en busca de la reparación moral que representaría una sentencia a favor. Dicho de otro modo, Pedro: no me ha denunciado porque perdería y además lo pondría en ridículo (otra vez más). En mis escritos no hay nada constitutivo de delito, lo que sí hay en la sugerencia de que yo he cometido una falta legal. Si consigo que vayamos a juicio, los dineros que cualquier tribunal obligue a Pedro Amorós a pagarme serán dedicados a la lucha contra la charlatanería, por ejemplo, para pagar una investigación real de las caras de Bélmez y explorar el otro gran misterio de Bélmez, el inmobiliario.

6. A Pedro y a sus lamesuelas les molesta nuestro estilo. Eso es anecdótico. Graves son las mentiras. Y Pedro nuevamente miente diciendo que "desarticuló una secta" en Crevillente, cuando Pedro y yo (y cada vez más personas) sabemos perfectamente que por su falta de entendederas y su encumbrada egolatría. lo que hizo en Crevillente fue tratar de sentirse importante revelando en canal 9 las investigaciones policiacas de las que se le había informado de manera confidencial, lo que entorpeció la captura de al menos uno de los líderes de dicha secta, según fuentes intachables. Ésa es la verdad de su tan cacareada "asesoría" al ayuntamiento de Crevillent.

7. Como sí tengo pan (y no, no lo saqué a crédito) con qué acompañarme un corderito que aguarda en el horno, aquí lo dejo. El otro corderito, que es este pobrecillo impostor de pocas luces, me lo seguiré almorzando en otro momento.

La crítica como inesperado revés del destino cruel

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Primero: el hipnotizador babeante


Hace algo menos de diez años, el presentador de la televisión mexicana Nino Canún solía invitar a varios críticos de la paranormalología a un programa anual especial de año nuevo en el que una colección impresionante de desvergonzados hacía las predicciones de rigor ("morirá un personaje de gran relevancia internacional", "habrá un terremoto con muchos muertos probablemente en el oriente", "habrá un escándalo político de corrupción en México", "accidente aéreo sin sobrevivientes" y obviedades por el estilo). Ante la presión que metíamos quienes hacíamos horrendas preguntas incómodas (¿quién va a morir?, ¿cuántos muertos, qué día y cuántos grados Richter?, ¿por cuántos millones nos van a esquilmar esta vez nuestros desvergonzados gobernantes?, ¿de casualidad tienen la fecha y número del vuelo?), algunos se atrevían a ser más específicos. Para su desgracia.

En el segundo o tercer programa anual de "Las predicciones", los niños que veíamos al emperador desnudo y estábamos dispuestos a decirlo, gritarlo, publicarlo y anunciarlo, llegamos munidos con las predicciones del año anterior. Conforme el programa avanzaba, se levantaba una astróloga con abrigo de visón (lo juro) y recitaba sus tonterías, nosotros sacábamos las notas del año anterior y la confrontábamos con el hecho de que no se había cumplido ni una de sus profecías. Los adivinadodos pasaban del rojo cólera al verde furia y llegaban al blanco "te voy a partir la cara".

De repente, mientras yo puntualizaba las barbajanadas que había dicho un año atrás cierto personajo (su sistema de predicción era "hipnotizar" a su esposa, amante, concubina o lo que fuera, y ella se tiraba a hacer vaticinios mafufos en "trance"), el tal sujeto se puso de pie furioso, empuñó las manos y dio dos pasos cruzando el set (o plató) hacia mí, ante las cámaras de televisión y en red nacional. Alguna neurona que le quedaba sin freír del todo despertó y le dio la alarma de que estaba a punto de cometer un delito de agresión ante ocho o nueve millones de personas. El tipejo masculló un insulto y volvió a su sillita mientras a mí me ganaba la risa.

Tolerancia a la crítica de los "místicos esotéricos en estrecha comunión con las fuerzas elementales del universo inmanente y la bondad esencial de las energías cósmicas": cero.

Segundo: me atiza mi compadre


A pocos periodistas he apreciado como a Raúl Prieto Riodelaloza (o "Nikito Nipongo", crítico infatigable de la Real Academia Española y de sus sucursales o "correspondientes", pescador de perlas o gazapos en los periódicos (con lo que hacía su columna "Perlas japonesas", que apareció en prácticamente todos los periódicos nacionales de México). Nik, como le decíamos, era un decidido expositor de las pendejadas o gilipolleces de los políticos, un hombre de izquierda cabal y honesta, un baluarte de la intransigencia con la injusticia y hombre poco dado a contemporizar con imbéciles, cantamañanas e ignorantes voluntarios ya fuera en ciencia, lingüística, política o cultura.

Tuve una buena amistad con Nik (que nos dejó el año pasado, por cierto, junto con otros grandes amigos como Pedro Brull, Pancho Liguori y Carlos Laguna, nombres que los lectores mexicanos probablemente conozcan) y ocasionalmente colaboraba con su columna enviándole perlas pescadas en distintos puntos de la República Mexicana, por lo cual Nik me bautizó como "el corresponsal viajero Juicio Amores (horrendo anagrama de mis nombres)" y, para remate, compartíamos casa editorial, ambos en el periódico Excélsior (cuando conservaba un mínimo de respetabilidad).

En cierta ocasión, en los 80, en mi longeva columna "Circuito impreso", escribí un artículo sobre "La navaja de Occam" (tema que sería utilísimo que supieran de él los paranormalólogos y sus babuinos danzarines antes de inventarse "explicaciones" descabelladas, y del que pueden hallar datos aquí) y metí la pata con decisión diciendo que el brillante filósofo inglés Guillermo de Occam (u Ockham) era jesuita, cuando en realidad era franciscano (y de los militantes, tipo William de Baskerville, el de El nombre de la rosa de Umberto Eco, y no estoy tan seguro que no tenga en su genética literaria algo de Ockham).

Evidentemente, si me hubiera dado un respiro para pensarlo en vez de escribir a vuelatecla en mi vieja máquina Olimpia, habría visto que eso era un disparate de grandes alcances, considerando que Ockham vivió del siglo XIII al XIV y los jesuitas fueron un invento del XVI. Pero el gazapo se me escapó escurridizo, pasó inadvertido bajo las narices del jefe de sección, se le escabulló al puntilloso corrector (eran tiempos en que el periódico se hacía con enormes linotipos Mergenthaler, que la mayoría de los periodistas jóvenes nunca vieron en persona) y apareció todo feliz en las páginas de Excélsior.

Como mi suerte tenía que ser muy mala y no sólo mala, Nikito Nipongo puso los ojitos sobre mi columna y luego puso los deditos sobre la máquina de escribir y me puso verde. La ristra de adjetivos que me recetó fue generosa: desprolijo, ignorante de la filosofía y de la cronología histórica, irresponsable, falto de respeto al lector, incultazo... Mi amigo Nikito me puso a caer de un burro, como lazo de cochino, como jaula de perico, como Cristo de Ixtapalapa.

Me quedé pensando que si eso hacía con un amigo, no querría pensar en qué habría dicho si el dueño del gazapo fuera un desconocido.

Pero también pensé en que Nik, como yo, creía en la máxima de "Amicus Plato, sed magis amica veritas" (Soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad).

No me quedó de otra que, en mi siguiente columna, darle la razón a Nikito y aprovechar para contar más de Ockham, de los franciscanos del medievo tardío y de todo el tema de la fe y la razón que era, al fin y al cabo, lo que me interesaba (y me interesa). Y conservé la amistad, que es de las cosas que sí valen.

Y me tuve que tragar la crítica porque Nik, pese a sus modotes, tenía toda la razón.

Tercero: la piel delicada de los seguidores de protosectas


En los últimos días ha sido comentado en la blogosfera española el megaberrinche colectivo de los miembros de las protosectas que capitanean Pedro Amorós Sogorb e Íker Jiménez porque en sus sagrados foros "públicos" dedicados a los halagos mutuos y a cantar la perfección inmarcesible de sus caudillos, se han metido algunos dubitativos que han hecho preguntas incómodas (preguntas que, por supuesto, ni los caciques ni sus lugartenientes ni sus credulazos de infantería han respondido) y señalado hechos reales aún más incómodos, incluyendo el desnudamiento puntual que hemos hecho aquí de la ristra de mentiras autocomplacientes que Pedro Amorós alimenta a sus adeptos para que crean que es algo más que un agente de seguros común y corriente.

La reacción ha sido propia de un genuino control protosectario: se han borrado los mensajes ofensivos y con ellos los enlaces a sitios peligrosos, se ha acusado a los dubitativos de herejes (y de intolerantes, hay que joderse), se han sugerido bajunas mendacidades respecto a quienes no pertenecen a la protosecta y se ha hecho corrillo alrededor del faraute en cuestión para decirle que sigue siendo inteligente y guapo.

Lo mismo ha ocurrido en México en el "foro" del impresentabilísimo "cazafantasmas" y ahora psicofonista colega de Pedro Amorós, Carlos Trejo, que borra y borra mensajes dedicados a exhibir su desvergüenza, su ignorancia y su desmedida ambición. Sin embargo, gracias al ingenio de algunas de sus víctimas arrepentidas, todavía tiene por allí metido un gol de parte de la crítica.

El hecho real es que los creyentes suelen ser aún más atrabiliarios que sus capitanes, aunque hay sus excepciones (como el tal cabecilla Carlos Trejo).

Los césares son los sastres del cuento del traje nuevo del emperador, pues (el emperador engañado es su rebaño, por ende). Ellos saben que los hilos de oro de su ocultismo no existen, que los telares de la paranormalidad no están tejiendo nada y saben que no hay traje nuevo del emperador, que todo es aire, ilusión y cuento. ¿Alguien puede creer que realmente Pedro Amorós Sogorb crea o haya creído sinceramente que es "miembro" del SETI Institute y que tal organización de intachable seriedad lo "apoyó" con partes de una batería de cocina para pasearse como gallo gordo en una "alerta ovni" mamona? Evidentemente no. Sabe que miente, que adorna su currículum para adobar su maltrecho ego. Pero sus ovejitas lanudas balan encantadas creyendo que este campeonazo de los tornillos flojos dice la verdad sin fallar una.

Y es que los emperadores para los que tejen sus telas invisibles estos cinicazos, es decir, los seguidores que les creen cualquier ocurrencia, están convencidos más allá de toda razón de que sus caciques no pueden mentir porque los tratan bien (es la lógica del pavo que se siente encantado de lo bien que le dan de comer algunas semanas antes de Navidad), de que los malos son "los otros", "ellos", "el enemigo", los malvados herejes.

Enredados en una madeja de patrañas, en un mundo imaginario en el que nada es real, para estas víctimas (más o menos voluntarias, pero víctimas), el escepticismo ajeno, las críticas y los cuestionamientos no son algo siquiera aceptable. En nombre de la tolerancia que exigen, aplauden la intolerancia de sus califas de oropel cuando aplican la censura para impedir que alguno de los fieles creyentes pudiera empezar a dudar si visita los sitios Web malditos donde se dicen palabras peligrosas.

El siguiente paso, claro, es la quema de libros. Internet les ha puesto la tarea un poquito más jodida, pero por ganas no quedará.

Los berrinches de los credulísimos en el forete de "el" SEIP por la publicación en ABC de una carta de Fernando L. Frías criticando el desaseo informativo sobre las caras duras de Bélmez han sido también absolutamente furibundos y babeantes, como iracundos y biliosérrimos han sido los bombardeos de docenas de comentarios de odio en algunos blogs que se han "atrevido" a criticar a los pintacaritas de Bélmez y los desfiguros de las universidades que han permitido que Cadena SER les enchufe el programejo de Íker Jiménez (mamarrachazo sinvergüenza que es capaz de escribir sobre el caso "espiritista" de las hermanas Fox ocultando la confesión de Margaret Fox, con una falta de ética periodística sólo explicable por la más desnuda ambición).

La lista de correos de este último, por cierto, acaba de anunciar censura dura y pura a cargo de Frau Carmen Porter, segunda de a bordo de Jiménez en su programa y personaja capaz de creerse cualquier tontería, como puede verse en los artículos que escribe en el sitio de Jiménez y donde se demuestra que aún no se entera que los "círculos en las cosechas" son obra humana. Doña Carmen, como buena administradora de campo de concentración mental, ha advertido que borrará, impedirá, prohibirá y censurará a todos los que no sigan la línea del Führer.

Ésos son los personajes que se atreven a tachar a la ciencia de dogmática, para que usted les dé una probadita.

Prohibido pensar distinto.

Toda crítica es muestra de traición (mira tú, la misma lógica de George Bush).

Dado que este modesto blog de charlatanología fue mencionado en el foro de "el" SEIP, algún aventurero chavalillo que quiere quedar bien con su Duce Amorós (según dicen las malas lenguas, muy ocupado en escribir el libro nuevo que editará para rentabilizar las nuevas caras duras de la nueva casa de Bélmez) vino corriendo y dejó algo de grafitti coprolálico en tres de las entradas que le hemos dedicado al autoelecto presidente del SEIP (mira tú, igual que George Bush). Por supuesto, el grafitti no lo vamos a quitar ni censurar, y además pinta de cuerpo entero a los adeptos a estos protogurús.

Un ejemplo de adepto con cerebro de chicle sobre el que me llamaron la atención fue el del seudónimo "Hurdano", de la protosecta de Amorós Sogorb, habiendo escuchado rumores sobre una segunda casa con muchísimas caras "misteriosas" en Bélmez, expresó en el foro de "el" SEIP serias dudas sobre la credibilidad del caso, incluso sugiriendo que allí había cuestiones de dinero involucradas (¡vidente!)... pero en cuanto se hizo público que la casa existía, que el investiganancioso era el soberano de sus neuronas (pocas) y que las caras las certificaba su protosecta "oficialmente", ¡cambió de opinión a toda prisa, abandonó las dudas y cantó aleluyas a su gurú tururú!

(Véanse los libros de Pepe Rodríguez sobre el sectarismo).

El aterrador mundo arcano del ocultismo simulador


Cuando se vive en el mundo real, la crítica puede ser o una forma de darnos cuenta de que hemos metido la pata, o un pretexto para profundizar y fortalecer nuestros argumentos al enfrentarla y responderla, o una molestia menor cuando se expresa en la forma de insultos impotentes sin fondo argumental.

Pero cuando se vive en un mundo fantasmal, rodeado de voces de los muertos, caras de ultratumba, cedés curativos, celebración de la ignorancia médica, vidas pasadas, extraterrestres en cada esquina, seres de dos metros que causan el pánico en tierras lejanas, posesiones diabólicas por medio de tableritos ouija, la amenaza de volverse teas humanas mediante "combustión espontánea", la convicción de que somos juguetes del zodíaco y de que hay rituales satánicos que funcionan y nos ponen en peligro, del riesgo de ser abducidos a una nave para ser sujetos de atroces experimentos o abusos sexuales, de crueles conspiraciones formadas por todos los científicos y todos los médicos del planeta, de profecías aterradoras, de una paranoia cuidadosamente vigilada y una sensación de ser un valeroso comando de iluminados solo contra un mundo malévolo que "no nos entiende" (algo así como los "Neos" de Matrix) la vida parece tan temible e incierta que invita a cobijarse tras las faldas de algún dictadorzuelo de opereta que no sólo dice tener la respuesta a los misterios, sino que inventa sus propios misterios y parece controlarlos, y que es cuidadosamente magnánimo, simpaticón, bonachón y amabilísimo, de la misma forma en que los timadores son la mar de buenas personas con sus víctimas mientras las despojan. Como dijo Groucho Marx: El secreto de la vida es la honestidad y el trato justo... si puedes fingir eso, ya la hiciste.

Para estos simpaticones con intenciones ocultas, fingirlo es un arte cuidadosamente practicado.

Por ello, para los discípulos de tales oligarcas de la fantochada la crítica suena a sacrilegio, sabe a ofensa, se toma como ataque personal y jamás se reconocen siquiera sus argumentos, mucho menos se responden con la razón o con otros argumentos, datos, cifras, fechas y fuentes sólidas. Todos esos elementos son ajenos al esquema mental instaurado en la percepción del adepto a la protosecta, por mucho que se ponga un chaleco que lo transmute en "investigador" por ciencia infusa. El acólito adora más la "buena persona" que es su titiritero que las "buenas ideas" o "argumentos sólidos" que pudiera ofrecer.

Los devotos fanáticos de la bonachonería estudiada de sus prebostes encuentran la crítica inaceptable e injustificable. La consideran una inmerecida bofetada de la mala suerte, un producto de la maldad del crítico, cuya buena fe resulta inimaginable para los creyentes.

Les parece una herejía.

La crítica, obviamente, no es producto de la malevolencia que la paranoia de las protosectas neomágicas adjudica al crítico. Por el contrario, la crítica es lo único que nos permite no caer en la complacencia, porque la complacencia es, precisamente, el pilar esencial del conformismo de los seguidores de muchos protogurús.

Para la gente normal, la crítica es parte de nuestra vida. Los simples mortales nos equivocamos y más vale que lo reconozcamos, y hasta se agradece que nos lo señalen.

Pero los mandamases iluminaditos de las pandillas de "investigación" son percibidos como perfectos, de modo que toda crítica es repugnante, y los seguidores acaban apostándole a esa percepción un compromiso emocional tan intenso que romper con el pez gordo implica reconocer que su vida ha sido una pérdida de tiempo y además se han comportado como unos sublimes babosos.

Pocos pueden hacer tal cosa una vez fanatizados. Hace falta valor y una objetividad que precisamente las protosectas supersticiosas se apresuran en eliminar entre sus huestes.

Sirva esto para explicar por qué creemos que los militantes integristas de las protosectas ocultistas, los "investigadores" en polvo, los creyentes comprometidos, los seguidores que expresan adoración acrítica, no son recuperables para el diálogo argumental racional. Es imposible convencerlos siquiera de discutir abiertamente de nada que cuestione el misal de fantasías descabelladas que ellos mismos han asumido como La Verdad en capitulares medievales con reborde de oro y, como todo fanático, reaccionan con violencia (no siempre sólo verbal) ante "el enemigo".

Sus jefazos tampoco son rescatables para el pensamiento crítico. Si creen sinceramente, porque son más fanáticos que sus súbditos. Si engañan conscientemente, por razones obvias, tienen mucho que perder en lo económico, en lo emocional y en lo afectivo.

Desnudarlos públicamente cuando se pasan de listos a modo de ejemplo didáctico y dejar constancia pública de sus ideas descabelladas y del ridículo en el que ellos mismos se ponen no es para "convencerlos", sino para ponerlos en perspectiva. Ellos nunca admitirán sus patrañas. (Y sus protosectarios no les creerían su confesión, como lo han demostrado varios ejemplos terribles.)

Si me he ocupado (y me sigo ocupando) de Pedro Amorós, es por su increíble desvergüenza personal al meterse conmigo con una grave acusación absolutamente imbécil, y para que otros aljafifes de la patraña se lo piensen dos veces antes de venir a joder con fanfarronadas vacuas.

Quienes realmente son importantes en todo este debate son quienes todavía no han tomado partido, los que dudan, los que son presuntas víctimas pero aún no le han apostado sus emociones a los mitos del ocultismo en sus numerosas vertientes, los jóvenes que, como lo hice yo y como lo han hecho y hacen muchísimos más, hacen experimentos de telepatía, juegan con la ouija, buscan "algo más" y leen sobre diversos "misterios" pero sin dejarse chupar las neuronas por cualquier deschavetado del montón.

Y los otros que son fundamentales son los medios de comunicación, las organizaciones que invitan a estos fantoches a rebuznar ante públicos desprevenidos, las universidades que se dejan fascinar por las sirenas de los grandes medios de comunicación, las escuelas y las instituciones que manejan dineros públicos que con no poca frecuencia depositan en las cuentas bancarias de estos impostores. Hacerlos conscientes de una crítica sólida, seria y sin concesiones a las supersticiones más diversas es una forma de invitarlos a cumplir con su obligación de promover el pensamiento crítico y de poner en tela de juicio el pensamiento mágico.

En gran medida para ellos se ha creado "El retorno de los charlatanes: el grupo", lista de correos sin censura ni moderación donde se puede discutir libremente todo asunto relacionado con las "paraciencias", el esoterismo, el ocultismo, el misticismo, la "parapsicología", la paranormalidad y temas afines.

Porque siempre tenemos el peligro de que los protogurús se conviertan en gurús y que las protosectas devengan sectas. A nadie que no tenga muy bien amueblada la cabeza le pueden decir tan seguido que es hipersupermegafenomenal sin que se lo empiece a creer. Y los protogurús, esto es claro, tienen todavía por amueblar el ventoso ático de su cráneo. Y es entonces cuando la sociedad paga los delirios de estos comatosos ambulantes en muy distintas formas, algunas de las cuales pueden llegar hasta los extremos que nos permitió ver "La puerta del cielo", ese grupo aparentemente inocuo y muy, muy, muy simpático de creyentes en los ovnis que acabaron suicidándose simpáticamente en equipo.

octubre 29, 2004

Falsas memorias, falsas percepciones

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El tema de la "abducción extraterrestre" que comentamos en la entrada "Abduzcámonos los unos a los otros" depende principalmente de dos asuntos estudiados por la psicología más contemporánea: las falsas memorias (los recuerdos de la abducción) y las falsas percepciones (los avistamientos de supuestas naves extraterrestres).

Dependemos tanto de nuestra memoria y de nuestra percepción que resulta muy inquietante admitir que ninguna de ellas es perfecta. Pero a lo largo de los años, la psicología seria, la sociología y la criminalística han empezado a cuestionar la fe ciega que solíamos tener en las personas que dicen "yo lo vi" o "me acuerdo perfectamente".

Nuestras percepciones y memoria no son tan confiables, tendremos que aceptarlo.

Confiar en las percepciones


Hace algunos años impartí un taller de géneros periodísticos en un diplomado en periodismo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

Los alumnos que asistían eran en su mayoría ya periodistas en activo que deseaban consolidar su formación, por lo cual no se cocían al primer hervor, ni mucho menos. Eran ya profesionales de los medios.

Cuando tratamos el tema de la confiabilidad de las fuentes de la información y la necesidad de confirmar la fuente siempre, relaté algunas anécdotas que ilustraban cómo los propios testigos de un acontecimiento no lo podían describir con precisión, y me enfrenté al escepticismo de los alumnos-compañeros-periodistas ante lo que les sonaba una exageración del profesor. Tuve que hacer una demostración práctica.

Basado en un experimento de percepción que había leído tiempo atrás en la revista Psychology today, diseñé una representación-experimento didáctica.

Estamos dando clase y llega un chaval a la puerta, llama mi atención y pregunta por una alumna llamada "Enriqueta". Le pregunto a los alumnos si hay alguna Enriqueta en el salón, porque yo no recuerdo a ninguna, y todos niegan la presencia de la tal Enriqueta en el grupo de periodismo. En ese momento, llega un segundo alumno por detrás del primero, grita "¡Así te quería encontrar, hijo de tu chingada madre!" y lo golpea lanzándolo al suelo a mitad del salón. Se acerca al caído, le da una patada en la espalda, le advierte "¡No te vuelvas a meter con ella!" y sale corriendo. El caído se incorpora y sale detrás de su agresor.

El ser humano, enfrentado al hecho de la violencia, reacciona con enorme intensidad. Yo, de hecho, estaba listo para atajar a cualquiera de mis alumnos que se tratara de meter en la fingida gresca, pero ninguno lo hizo. Todos, eso sí, palidecieron, se tensaron y miraron todos los acontecimientos con los ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas (señales de preparación para la lucha, como nos enseñan los etólogos y psicólogos).

Cuando salió el segundo muchacho en persecución del primero, mis alumnos empezaron a preguntar si debían avisar a la dirección de la escuela o qué hacer. Yo simplemente dije: "Nota corta. Cinco minutos. Acaban de ser testigos de un hecho, como periodistas. Hagan una nota informativa corta sobre él".

Cierto que alguno me miró con odio, pero entendieron e hicieron su preceptiva nota informativa corta de más o menos media cuartilla (o medio folio).

El resultado no me decepcionó. En las notas de mis alumnos periodistas, al participante en la pelea que no tenía bigote, se lo pusieron, repartieron barbas a uno o al otro, nadie describió con precisión la ropa de los dos muchachos (luego los invité a pasar para cotejarlos con su descripción, eran dos alumnos de teatro que me ayudaron en la charada), les cambiaron el color y diseño de la ropa, a una camisa le pusieron rayas cuando tenía un dibujo más bien moteado, al que traía pantalón vaquero negro se lo pusieron azul, las estaturas eran inventadas y, finalmente, nadie recordó con precisión el breve diálogo (el error más común fue decir que el agresor gritó "¡No te vuelvas a meter con Enriqueta!" en lugar de "ella", complicando la cosa al suponer que la chica de la pregunta inicial y la de la agresión eran la misma).

Los alumnos de periodismo estaban absolutamente confundidos y frustrados al ver que no habían podido describir lo que vieron.

Mi explicación fue que si ellos, siendo periodistas, no podían describir lo que habían visto minutos atrás dado que las reacciones emocionales y la experiencia previa afectan a la percepción, como lo han demostrado los científicos que estudian la percepción, razón de más para ser escéptico con la gente que nos diera testimonio de lo ocurrido para un medio informativo, y que siempre había que confirmar la fuente o contrastar, preguntarle a dos mejor que a uno y a tres mejor que a dos, y mejor a veinte.

Pero la experiencia tiene otra lección ya no para los periodistas, sino para los paranormalólogos: su creencia ciega en las declaraciones de todo tipo de personas (médiums o canalizadores, contactados, abducidos, tarotistas, inventores de caras pintadas en el piso, psicofonistas, testigos de apariciones y cuanto le venga a usted en gana) no sólo es riesgosa, es peligrosa y boba porque las percepciones no son del todo confiables.

Y, por supuesto, lo son menos al paso del tiempo.

Las falsas memorias


En las películas suena muy bien eso de "¿Dónde estaba usted la tarde del 23 de marzo de 1994?", pero en la vida real, en la gran mayoría de los casos, la única respuesta sincera es: "¿Y yo cómo carajos voy a saberlo si no me acuerdo donde estaba hace tres semanas?"

Hay un experimento que se documentó en vídeo y que es verdaderamente revelador. Una experimentadora le pregunta a una niña de unos 5 años si recuerda cuando se lastimó un dedo con un clavo. La niña no recuerda nada, porque el hecho no ocurrió nunca. Día tras día, la experimentadora repite la pregunta y pronto la niña "empieza a acordarse" del incidente. Al cabo de pocos días, la niña asegura "recordar" lo que estaba haciendo y dónde estaba el día que se lastimó con un clavo, el dolor, el dedo exacto que se lastimó con el clavo y cómo su mamá la curó y la consoló.

Vimos nacer una memoria falsa.

La memoria no es nada confiable, hecho que deberíamos admitir humildemente cada vez que empezamos a dar vueltas por la casa todos soliviantados y preguntando "¿Dónde dejé las putas llaves del coche?"

Los expertos en las neurociencias, los psicólogos y los estudiosos en general, no confiaban demasiado en la memoria, mucho menos cuando ésta era "evocada" por una figura de autoridad (como un médico), pero los casos eran pocos y, a sus ojos, de poca importancia: alguien, hipnotizado, decía que lo habían secuestrado los extraterrestres; pues que lo disfrute, que le ponga sal y se lo coma sin estar jodiendo la marrana. ¿Que los cálculos indicaban que para los ovnílatras entre uno y cuatro millones de estadounidenses habían sido abducidos? Pues como dijo Carl Sagan, "es sorprendente que no se hayan dado cuenta más vecinos".

Sin embargo, el celo antisatánico y el temor sexual de muchas personas en los puritanísimos Estados Unidos llevó, en los años 80-90, a una verdadera catarata de personas que de pronto "recordaban" (generalmente después de algunas sesiones de hipnosis) que sus padres habían abusado sexualmente de ellos y los habían hecho participar en, claro, ritos satánicos atroces. El escándalo fue mayúsculo y varios buenos y santos padres fueron arrojados a los calabozos del policía del mundo. Los estudiosos pararon las orejas, empezaron a analizar la situación y determinaron que en la inmensa mayoría de los casos, los propios psiquiatras o hipnólogos tratantes habían introducido en la memoria de sus pacientes los supuestos abusos y los ritos satánicos.

Elizabeth F. Loftus, profesora de la Universidad de Washington, estudiosa del asunto y una de las máximas (si no la máxima) autoridades en falsas memorias, recuerda en este artículo que resume sus experimentos y los de otros sobre las falsas memorias: los profesionales de la salud mental y otros deben estar conscientes de cuán intensamente pueden influir en la recordación de acontecimientos, y de la necesidad urgente de limitarse en situaciones en las cuales la imaginación se usa como ayuda para recuperar memorias presuntamente perdidas".

Por supuesto, los "profesionales" de la paranormalología, en particular los que se creen "hipnotistas", no se limitan. Ellos están seguros de que la persona tuvo vidas pasadas, así que los hacen recordar cosas de edades más tempranas de su vida hasta que llegan antes del nacimiento, momento en el que, entre sus sugestiones y la imaginación del sujeto, se puede inventar cualquier cosa. (Elizabeth Loftus señala, también: Es muy poco probable que un adulto pueda recordar memorias episódicas genuinas del primer año de vida, en parte porque el hipocampo, que juega un papel clave en la creación de los recuerdos, no ha madurado lo suficiente como para formar y almacenar memorias perdurables que puedan recuperarse en la edad adulta.)

Crear falsas memorias, dice la científica, es bastante simple, y lo ha demostrado en numerosas ocasiones, en experimentos que han reproducido otros estudiosos.

Por otro lado, hay memorias irrecuperables, porque el cerebro humano sólo guarda cosas que va considerando útiles, y se deshace de numerosos datos irrelevantes. ¿Dónde estaba usted el 13 de agosto de 2001? es una pregunta que sólo puede responder alguien para quien esa fecha sea relevante. Como contraparte, casi todos podemos recordar dónde vimos la caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, porque fue y es relevante para todos.

El trabajo de Elizabeth Loftus, el Dr. John Hochman y otros contribuyó a detener la epidemia de falsas memorias de atrocidades padres-contra-hijos hacia mediados-fines de los 90.

Y, mientras todo esto pasaba, los "expertos" en "abducciones" y en "hipnosis regresivas" optaban por no enterarse, un sistema que sin duda alguna tienen totalmente dominado.

Si la conclusión ante las falsas percepciones es que deben corroborarse con más fuentes y sólo se deben tomar como probablemente ciertos los hechos en los que todos los testigos estén de acuerdo, los expertos nos dicen que la única forma de confirmar la verdad de la memoria es con pruebas que la corroboren.

En el caso de abducidos y "regresaditos", no hay tales pruebas, no hay información nueva que nos llegue de los etés o de las vidas pasadas. Lo único que hay es una ilusión, fortalecida porque la comparten (y la promueven) personas a las que la víctima les otorga cierta posición de autoridad.

Pero lo más alarmante es que los hipnotistas que hacen "regresiones" y creen descubrir "memorias reprimidas" nunca se plantean siquiera la posibilidad de que los relatos fantásticos que escuchan sean producto de la fantasía.

Y como ya dijimos, ¿cómo van a encontrar una explicación racional si ni siquiera la buscan?

Homo floresiensis y Homo pazguatensis

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El descubrimiento del Homo floresiensis, un homínido de un metro veinte de estatura que se calcula que vivió hace entre 38 mil y 18 mil años en la isla de Flores, en Indonesia, y que anunció la revista Nature, es sin duda importante por muchas causas.

La principal por cuanto se refiere a nuestro tema es que la existencia de una tercera especie humana (junto con neandertal y nosotros) capaz de hacer herramientas y de tener capacidades cognitivas (si tal fuera el caso, ya bien advirtió Juan Luis Arsuaga que hay que determinar si realmente estos homínidos hicieron las herramientas encontradas, es decir, que hay que ser cautos porque se plantean ahora muchas nuevas preguntas) sería otra patada feroz a las fantasías creacionistas.

Pero con este nuevo descubrimiento también se pone en evidencia a las ideas absurdas sobre la singularidad de nuestra especie, sobre nuestra "preeminencia evolutiva" y, sobre todo, a los comandos de simuladores que fingen "investigar" cosas rarísimas como la "criptozoología" desde la barra de un bar.

Pero momento, ¿no dijo ya un brunujo, en una lista de correos de brujos, que esto es buenísimo para la "criptozoología"?

Es decir, ¿van a convertir este bofetón a sus hipótesis peyoteras en una especie de triunfo para vender más bosta de vaca encuadernada a sus pobres víctimas?

Pero claro.

Los Homo pazguatensis al abordaje


Como siempre, estos desdichados se dedican a denostar a la ciencia hasta que encuentran algún elemento científico que pueden comercializar, y entonces gritan como una tropa de monos aulladores cuando ven un jaguar: "¡Ya ven! ¡LA CIENCIA nos da la razón!"

Curioso, porque cuando la ciencia no les da la razón (en la casi totalidad de los casos), entonces la ciencia es fascista, dogmática, conspiranoica, cerrada, ciega, malévola, inútil, incapaz y todo lo que se les ocurra.

Es decir, que manipulan la ciencia igual que todo: a la sola conveniencia de sus gordos egos y sus más gordas billeteras.

Por ejemplo, sabemos que el Homo floresiensis vivió hasta hace al menos 18 mil años por medio de diversos métodos de datación, desde el carbono 14 (C-14) hasta la resonancia de spin de electrones (ESR), y eso lo aceptan encantados de la vida los mismos chupaflautas que dicen que esos sistemas de datación no son fiables para determinar sin duda alguna que el lienzo de Turín ("Sábana Santa") es una falsificación del siglo XI-XII.

(Campeón en esto de la reinvención de la física atómica para marear congéneres es Javiercito Sierra, que alucina que el incendio al que estuvo expuesto el lienzo de Turín pudo "afectar" la datación con C-14, demostrando que no tiene puta idea de qué hace el fuego y qué hace la datación con C-14. Le dejamos una pista: que lea cómo se datan restos de antiguas fogatas con C-14 para que vea que el fuego no altera la proporción de isótopos de carbono en una muestra. Ah, tontito.)

Fascinante, ¿no?

Pero el hecho real, que ninguno de estos advenedizos con ganas de dinero facilón puede eliminar, es que el hallazgo del Homo floresiensis no lo hicieron los "criptozoológos", los ovnílocos, los brujetes de la radio, los seudoinvestigadores que sustituyen la formación profesional con un chaleco, los productores en masa de libros mamones ni ninguno de su lamentable cónclave de fantasiosos a sueldo, sino científicos de verdad, como Mike Morwood y R. P. Soejono, los encargados del equipo de excavación arqueológica, y Peter Brown, quien hizo el análisis de los restos.

Ningún brujo pedorro de las ondas y las editoriales andaba cerca.

Ahora, evidentemente, un científico honrado, honesto, serio, preparado y no proclive a aterrizar sobre las cuentas bancarias ajenas para hacerlas más ligeritas, se toma estas cosas con calma. Peter Brown recibió los primeros restos de Homo floresiensis en septiembre de 2003. En lugar de hacer lo que los farsantes de la paranormalología e ir corriendo al programa de radio de un amiguete o cómplice para soltar cualquier barbaridad que se le ocurriera, estudió el asunto, hubo más excavaciones, muchos análisis. Sabían que tenían algo importante, pero al mismo tiempo sabían que por lo mismo debían tratarlo con toda la seriedad y estudiarlo a fondo para no dar conclusiones aventuradas, apresuradas ni inventadas. Se tomaron un añito.

Cuando acabaron, no fueron a los "grandes templos de la criptozoología" como serían Más allá de la ciencia, Año Cero o cosas por el estilo. Fueron a una revista como Nature (que nunca publicaría los febriles delirios de los brujazos). Los encargados de la revista pasaron los datos a científicos independientes de los descubridores para que evaluaran si el asunto era serio o se parecía a las caras duras de Bélmez de la Moraleda. Una vez que los otros científicos decidieron que este descubrimiento era sólido, se procedió a la publicación.

¿Cómo es posible que celebren esto los mismos que nunca se han preocupado por hacer las cosas bien y que, para remate, saben perfectamente que nunca les publicarían sus seudoinvestigaciones en Nature, cosa que por otro lado les da exactamente igual ya que lo suyo no es el conocimiento sino la depredación de ingenuos bienintencionados y la obtención de admiradores?

Pues prepárese usted.

Desde el yeti hasta el trasgu


En breve los escuchará usted llegar a la brillante conclusión de que unos esqueletos de hace 18 mil años en Indonesia de alguna manera "prueban" que existen determinados mitos modernos en lugares que no tienen nada que ver con Indonesia.

Los investigadores falsificados del mundo paranormal no han siquiera podido aceptar el descubrimiento de que todas las pruebas del Bigfoot o Sasquatch fueron un invento burlón de Ray Wallace, que les vio la cara de zopencos a los crédulos durante 44 años, de modo que no tendrán problema en utilizar indebidamente el descubrimiento de Homo floresiensis para justificar su creencia no sólo en Bigfoot, sino en el yeti, el chupacabras, el "mono zorrillo" (o "mono mofeta") de la Florida y hasta el "hombre polilla", mito recurrente.

Es obvio, también, que la seudodisciplina de la "criptozoología", como la entienden los Homo pazguatensis, incluye desde animales cuya existencia es altamente probable (como el tilacino o tigre de Tasmania) hasta delirios tan insensatos como el monstruo del Lago Ness, el tal "hombre polilla", el "demonio de Jersey" y las hadas.

Para cualquier persona relativamente normal, claro, el que se probara la supervivencia del tigre de Tasmania no significa que debamos creer en el Yeti o abominable hombre de las nieves, pero las personas relativamente normales no suelen volverse "criptozoólogos".

En este caso, además, los Homo pazguatensis, siendo tontos, no lo son tanto como para no darse cuenta de que el Homo floresiensis era pequeño.

En la fantasía, los duendes son pequeños, los gnomos son pequeños, los pitufos son pequeños y los trasgus asturianos son pequeños, por dar unos cuantos ejemplos.

Y a los vendecriptosidades no les va a importar que los duendes, gnomos, pitufos y trasgus fueran mágicos, o que tuvieran poderes, o que se supone que han vivido en los últimos pocos cientos de años y bastante lejecitos de Indonesia. Ni siquiera que algunos sean azules. Las miles de diferencias entre los mitos y este descubrimiento no serán óbice... se centrarán en que son pequeños y en pocos meses tendremos libros al respecto.

De hecho, a todos los habitantes del reino de las hadas les llaman "La gente pequeña", ¿no? Pues nada, no faltará el que diga que el Homo floresiensis "demuestra" (a saber cómo) que existe "la gente pequeña".

Reinventemos la hadología.

Claro, hay que buscar en la "literatura" seudocientífica a ver cuándo y dónde dicen que en la isla de Flores hay homínidos de un metro de alto capaces de hacer herramientas.

Y veremos que no lo dicen en ningún lado.

Ningún "investigador" de lo paranormal, ningún "criptozoólogo", ningún egregio ejemplo de rusticidad interesada, previó ni pudo haber previsto este descubrimiento de la paleoantropología.

Pero los Homo pazguatensis explotarán al pobre Homo floresiensis, oh hermanitos, vaya si lo explotarán.

octubre 27, 2004

Abduzcámonos los unos a los otros

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Primero que nada, vea usted esta imagen.

¿Ya?

No me dirá usted que no es la viva imagen de un superinvestigador que le provoca al espectador una sensación de absoluta confianza, que transmite total seriedad, que exuda esa modestia que emana de los científicos bien preparados, esa tranquilidad que da el trabajo cotidiano en el laboratorio, en el observatorio, en el pizarrón donde se desarrollan las fórmulas matemáticas.

Es, obviamente, un autodoctorado "investigador" de "el" Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP), feudo de Pedro Amorós Sogorb, el modesto y tímido agente de seguros que al ponerse un chaleco milbolsillos con su escudo se convierte en Superinvestigador, el azote de los fantasmas.

Bueno, el investigadorazo de la foto, con las cabezas de dos etés decapitados, es José Manuel Durán Martínez, quien por supuesto "dirige" una revista en la que repite las mismas tonterías que todas las revistas de ese tipo.

Me lo encontré sin buscar al SEIP, lo juro, buscaba sólo una cita en español sobre abducciones para empezar esta entrada en memoria de la pobre Betty Hill, recién fallecida, y la cita de él que encontré no tiene desperdicio, con el sabroso añadido inesperado de proceder de la factoría de imbecilidades que es "el" SEIP: "La clave de la Ufología se encuentra en el ámbito de las Abducciones", nos dice en este sesudo artículo.

Me gusta mucho que ponga Ufología y Abducciones con mayúsculas, demostrando que como todos los de su especie disfruta pateando el idioma, y me gusta porque en sólo 13 palabras nos muestra la colección de cosas en las que creen estos tipos, cada una más improbable que la otra, a saber:

1. Hay civilizaciones extraterrestres (muy probable, nada orate).

2. Las civilizaciones extraterrestres son más avanzadas que nosotros (probable, sin duda).

3. Las civilizaciones extraterrestres más avanzadas nos han detectado (poco probable por radio, las ondas de las primeras transmisiones apenas han viajado por el espacio unos 110 años a la velocidad de la luz, y a 110 años luz de la Tierra hay pocas estrellas que puedan mantener vida inteligente).

4. Las civilizaciones extraterrestres que nos han detectado están muy lejos, incluso en las Pléyades, a 400 años luz de distancia (imposible por medios naturales, quizá por "telepatía" o algo así, lástima que la telepatía tampoco existe).

5. Dichas civilizaciones pueden viajar más rápido que la luz (imposible según nuestro conocimiento científico).

6. Estas civilizaciones viajan a nuestro planeta pero sólo se dejan ver por unas pocas personas, generalmente demasiado ingenuas, demasiado crédulas o soplapitos interesados en la venta de cuentos, y se esconden de los científicos, los filósofos, los astrónomos y la gente normal (muy poco probable, cuando algo real ocurre en el cielo, suele darse cuenta mucha gente, sin contar con el absurdo que implica que vengan hasta aquí tratando de esconderse, pero pese a toda su tecnología sean tan tontos que cualquier baboso puede verlos).

7. Los viajeros de estas naves espaciales secuestran (abducen, en idioma ocultista) gente, pero su tecnología no sirve para hacer que lo olviden (muy poco probable).

8. Toda persona que dice haber sido abducida ha sido abducida, pero curiosamente la mayoría son estadounidenses, hasta dos millones de estadounidenses, el 1% de la población (no sólo improbable, sino bobo).

9. Cualquier papanatas que se vista chistoso y se autonombre investigador nos dará las claves de todo esto si le damos suficiente atención, dinero o sexo (imposible).

Si usted puede creer en todo esto al mismo tiempo sin levantar una ceja y hacerse las dos preguntas mágicas (¿Cómo lo saben? y ¿Pueden probarlo?), quizá sea mejor que suelte el dinero y se haga parte del SEIP o de cualquier otro club o camarilla de atarantados.

Seguimos los demás.

El caso de Betty y Barney Hill


Resumen rápido según los crédulos: Los esposos Betty y Barney Hill vieron un ovni la noche del 19 de septiembre de 1961 y se volvieron muy inquietos, tanto que más de un año después fueron a consultar al Dr. Benjamin Simon, quien los hipnotizó y pudo así determinar que la pareja había sido secuestrada por la nave extraterrestre y se les habían practicado estudios supuestamente médicos a bordo de la nave. Esto dio como resultado que el público se enterara en 1966 mediante dos artículos en la revista Look, un libro, The interrupted Journey de John G. Fuller, y una película para la TV estadounidense. A partir de entonces, el fenómeno de la "abducción" se disparó con miles y miles de casos.

Pues casi. Pero como siempre, los buenos investigañanes mienten usando la verdad como parapeto.

La historia es un poco más compleja.

Betty Hill, trabajadora social blanca, y Barney Hill, empleado postal negro (foto aquí), vivían bajo fuerte presión como pareja interracial en un tiempo en que la "segregación" (forma amable de llamar al apartheid) era la ley en los Estados Unidos. Las muchas presiones a las que estaban sometidos le causaban graves problemas estomacales (incluida una úlcera) a Barney, razón por la cual se fueron de vacaciones y tuvieron el avistamiento.

No hay duda de que dicen que vieron un objeto raro en el cielo. Lo que no se sabe es si vieron simplemente una luz que no pudieron identificar, una nave extraterrestre, o no vieron nada y, como ha sugerido alguien, cocinaron la historia para hacerse de notoriedad como antídoto a la violencia racial de su época (ambos podían haber recibido fácilmente una paliza si se tomaban de la mano en los Estados Unidos de 1961). Además, estaban bajo el bombardeo mediático de películas como Invaders From Mars, las revistas pulp de ciencia ficción (respetabilísimo género literario que confunden con realidad algunas personas que viven con una sola neurona en estado lamentable) y los inicios de las revistas y libros sobre ovnis que eran entonces tan buen negocio como hoy.

Como resultado de su supuesto avistamiento, Betty compró y se leyó The Flying Saucer Conspiracy (La conspiración de los platillos voladores) del Mayor Donald Kehoe (ufólogo que exprimió los cuentos de etés hasta bien entrados los 70), y se obsesionó al grado de escribirle a Kehoe contándole que habían visto "algo", momento a partir del cual empezó a sufrir pesadillas en las cuales el platillo volador se los llevaba.

La carta de Betty a Kehoe cayó en las manos de Walter Webb, un "investigador" del barco pirata de "investigación" que Kehoe había fundado en 1956, el Comité nacional de investigaciones sobre fenómenos aéreos (National Investigations Committee on Aerial Phenomenon, NICAP, changarro que aún existe manteniendo vagos). (Obsérvese cómo se cumple la regla de que estos grupos suelen ser "nacionales" o "internacionales" y enchufan la palabra "investigación" en su nombre sin un instante de reflexión).

Webb, creyentazo irredento, fue a ver a los Hill y escribió un informe creyente. Dos periodistas creyentísimos, Robert Hohman y C.D. Jackson, leyeron el informe, fueron también a hablar con los Hill y "descubrieron" que les había tomado dos horas de más a los Hill llegar a su casa. Inventaron rápidamente el "tiempo perdido" de la pareja y lo convirtieron en un "gran misterio". El Mayor James MacDonald, amigo de los Hill y presente en la entrevista, sugirió la hipnosis para recuperar la memoria de esas dos horas (como cualquier persona sabe, un mayor de la inteligencia de la fuerza aérea está mejor capacitado que nadie para recetar hipnosis).

Por ahí de 1962, Barney empezó a tratarse con un psiquiatra, y más adelante, el psiquiatra en cuestión, luego de ver un acto de Betty y Barney hablando de su experiencia ovni, decidió que quizá sí necesitaban hipnosis (haberle preguntado antes a un mayor del espionaje) y los remitió a Benjamin Simon, psiquiatra, neurólogo y la mayor víctima de esta historia.

Durante seis meses, Simon sometió a ambos a sesiones de hipnosis. En ellas, por ejemplo, Barney describió a extraterrestres idénticos a los que habían salido días antes en la televisión, en el programa Outer limits (una de las muchas copias blandengues del excelente Twilight zone o "La dimensión desconocida" de Rod Serling). Según Betty, los etés le hablaban en inglés, según Barney, se comunicaban telepáticamente. Las historias eran incompatibles en muchos aspectos, y donde no lo eran resultaba viable que Betty y Barney se fueran comentando lo que "recordaban" en las sucesivas sesiones con Simon.

El diagnóstico final de Simon era que seguramente habían visto "algo" el 19 de septiembre de 1961, pero en su diagnóstico final a la compañía de seguros (la que tenía que pagar porque los dos abducidos no "podían" trabajar más) dijo que Betty había creado fantasías de una abducción para llenar el período de "amnesia" (período inventado por un creyente en ovnis) y que Barney, al escuchar a su esposa contar sus sueños, los había hecho suyos con el mismo objeto: llenar el tiempo supuestamente faltante.

Barney murió a fines de los 60 y Betty pasó a convertirse en la adorada abuela de todos los ufólogos, ovnílatras y ocultólogos del mundo, viajando gratis, viviendo sin trabajar y sintiéndose importante hasta el día de su muerte.

Lástima que los ovnílatras (nombre correcto de quienes adoran a los ovnis creyendo que son potentes fuerzas del más allá) no le creyeron al doctor Simon. Él, que apenas era psiquiatra y neurólogo, conocía las limitaciones de la hipnosis. Ellos, en la búsqueda de misterios en todos los rincones, inventaron que la hipnosis podía devolver la memoria y que, dijera lo que dijera el simple médico, ellos, "investigadorsísimos por la gracia de su propio dedo", declaraban que lo de Betty y Barney eran "recuerdos" precisos de algo que realmente ocurrió.

Y John G. Fuller escribió su libro (luego trataría de ordeñar otras zonas de la ocultología con historias de fantasmas en un avión, historias de curanderos brasileños y multitud de fábulas más que le permitieron vivir cómodamente hasta su muerte en 1990), la aseguradora pagó, las revistas pagaron, las editoriales pagaron, la televisión pagó y el negocio lo podía haber visto cualquiera con los ojos cerrados.

Cientos de miles de abducidos


El nuevo resumen que podemos hacer es: dos personas bajo fuerte presión social dijeron haber visto algo sin dar pruebas que lo corroboraran, influidos por creyentes en un mito, acaban creyendo que el mito tiene relación con lo que vieron y crean una fantasía que detecta un médico bien calificado, pero tampoco tienen una sola prueba sobre su fantasía. Los creyentazos les creen y se enfadan con los dubitativos.

Si dos personas así hubieran dicho que habían visto una "bruja" y, luego de ser influidos por creyentes en brujas, en las sesiones de hipnosis hubieran "recordado" que la vecina de la casa de junto era una bruja que los hechizó, los creyentazos habrían quemado a la vecina y probablemente a los dubitativos con ella.

Evidentemente, hay muchas otras explicaciones posibles a los acontecimientos, declaraciones y afirmaciones de los Hill, desde un engaño consciente y preparado en un mundo hostil hasta una fantasía disparada por ver algo que ellos no reconocían (desde un avión en posición desusada hasta Júpiter) y que fueron afinando y deformando bajo la influencia de al menos cuatro destacados creyentes en el origen extraterrestre de los ovnis.

Llegar a la creencia acrítica en los nueve puntos que indicábamos al principio de esta entrada basados solamente en las declaraciones no corroboradas con ninguna evidencia, inconexas, cambiantes y hasta contradictorias de dos personas a lo largo de varios años requiere un esfuerzo claro y firme por no pensar.

Todo lo cual no es una condena a la pobre Betty. Al final, pudo vivir varios años en paz con su marido mientras en los Estados Unidos se desataba la guerra por los derechos civiles, y luego gozó de admiración, respeto, buena onda (o buen rollo) e ingresos sólidos hasta el final de su vida.

Pero sí es una condena a quienes creen ciegamente, y especialmente a quienes se negaron a aceptar el diagnóstico del médico sobre las fantasías de Betty y Barney Hill.

Evidentemente, muchos "abducidos" o "contactados" posteriores han lanzado sus historias al mundo con el único objeto de ganar dinero y notoriedad, como es el lamentabilísimo caso del "doctor Jonathan Reed" (en realidad, el dependiente de gasolinera John Rutter) o el nerviosísimo escritor Whitley Strieber que pasó de escribir novelas a denunciar su abducción. Otros son gente que tiene claros signos de alteraciones conductuales que claman a gritos por un psiquiatra calificado. Finalmente, y esto es lo peor, muchos son personas normales y corrientes con tendencia a la imaginación y la fantasía, y a las que la oleada mediática y los charlatanazos mercantiloides los han convencido de que pueden ser abducidos e, ingenuamente, acaban creyéndolo.

Por ejemplo, el sitio Alien Abduction Experience and Research (Experiencia e investigación [obviamente] en abducciones extraterrestres) nos ofrece este sesudísimo test para determinar si hemos sido abducidos:
  • ¿Ha tenido frecuentes hemorragias nasales o dolores en las articulaciones sin un motivo médicamente explicable?
  • ¿Ha sentido que lo observan, o ha tenido una visión en estado de vigilia en la que se pregunta si pueden haberlo visitado los extraterrestres?
  • ¿Ha tenido una pesadilla que le causara escalofríos, lo paralizara, le hiciera sacudir la cama como en la película El exorcista, impedido que gritara pidiendo ayuda y lo ha sacado flotando por la ventana a una nave espacial que espera?
  • ¿Ha visto un ser con enormes ojos oscuros de aspecto húmedo y forma de almendra, con piel arrugada y gris?

Si responde "sí" o "tal vez" a cualquiera de estas preguntas... ¡rápidamente le ofrecen el IRM, método de "sanación psíquica" para la eliminación y desactivación de implantes extraterrestres!

65 dólares por sesión si su eté es de los "grises", pero si es "reptiliano", sube a 95. Tres sesiones y es usted libre.

Ajá.

Los "implantes" son el único añadido importante a la historia de Betty y Barney Hill en el mundo de los abducidos. Hay incluso un famoso podólogo (pedicurista, le diríamos en México) "especializado" en encontrarle "implantes extraterrestres" a todo el mundo y luego dar conferencias y pasearse por congresos con su cuento. (Los implantes generalmente parecen pequeñas piedras, y pregúntele usted a un médico qué tan infrecuente es que tengamos pequeños objetos dentro del cuerpo, sin que nadie los haya metido, y se sorprenderá. Ningún laboratorio de verdad ha estudiado tales trozos de grava.)

Hasta ahora, sin embargo, no ha habido un solo abducido que tenga alguna prueba medianamente sólida de una experiencia tan asombrosa. A lo más a lo que llegan es a mostrar una cicatriz que descubrieron en un momento dado de su vida y decir algo tan inteligente como "¿Usted puede explicar exactamente quién me hizo esto? (Igual se lo hizo solo, un accidente olvidado años atrás no hay modo de saberlo.) ¿Me puede decir exactamente para qué me lo hicieron? (Uta, ni que uno fuera vidente, probablemente para nada, fue un accidente.) Si no tiene respuestas, la única posibilidad es que me hayan abducido los extraterrestres y ellos me lo hicieron".

Ante una lógica así, uno se rinde. Otros rinden su credulidad y sus billetes. Pero sólo es posible separarse tanto de la realidad en esa lógica, y sólo en esa lógica, sin pruebas, sin nada que mostrar como no sean libros (y revistas y cedés y otros materiales de merchandising) que cuentan historias.

(El asunto de las falsas memorias y las falsas percepciones, que son parte importante de esta historia, lo dejamos para otra entrada más genérica, que ya se hizo tarde y ya toca.)

Lo que tiene el cuento es que es interesante, misterioso y atractivo. Pero, para buscar cosas interesantes, misteriosas y atractivas, más vale aficionarse a la literatura. De preferencia de ciencia ficción y fantasía. A menos que su equilibrio mental no sea sólido, claro.

Si no, el peligro más evidente que tiene usted es el de acabar siendo cliente de "investigadores" así y que tire su dinero comprándoles revistas para que ellos puedan comprar así cartelitos con etés llevando sombreros con la bandera estadounidense. Sujetos que nos susurran cavilaciones tan científicas como ésta de otro sitio ocultovnístico: "No hay nada más horrible que ser abducido por seres no humanos y estar a expensas de las vejaciones más truculentas. A tenor de los relatos de supuestos abducidos..., los raptores no son precisamente tan inocentes como muchos quisieran. Horroroso ver en nuestro propio cuarto la figura de un típico gris que nos amenaza con su peculiar mirada."

En verdad que escribe mal el tipo.

octubre 26, 2004

Los falsos escépticos

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En los últimos años ha surgido un nuevo tipo de charlatán que se podría llamar "el falso escéptico", el "bufonazo de la ciencia" o, en una línea más política, "el quintacolumnista de la memez".

Juntos, estos personajes forman el "Movimiento de Falsos Escépticos y Soterrados Engañabobos", el "MOFESE".

Se trata de tipos que, en su búsqueda por obtener alguno de los grandes satisfactores del charlatán, o los tres (admiración, sexo y dinero), se dan cuenta de que el mundo del esoterismo, las paraciencias, el misticismo, la parapsicología y la parafernalia de estas paratonterías cuentan en sus filas con ejemplares capaces de desacreditar hasta a Nelson Mandela si se toman una foto con él.

Esta aguda percepción puede tener varias formas: "Paco Porras es un tanto fantochesco", podría ser uno de sus agudos razonamientos, o a guisa de madura percepción: "eso de tomarle una foto a Jesucristo con dos de sus apóstoles resulta ligeramente dudoso". O bien: "hombre, quizá ya se ha demostrado suficientes veces que no se puede encontrar agua con un palito" o en un esfuerzo neuronal verdaderamente olímpico, perciben que "se me hace que el mal de ojo no existe".

Si no, siempre les queda hablar mal de las sectas, sabiendo que la alarma social ante el fenómeno sectario es tal que eso les gana puntos, siempre y cuando el público no se dé cuenta de que lo que viene después es, en realidad, altamente protosectario y ciertamente fenicio. Las sectas causan mucho miedo, y éstos aprovechan que ellos todavía no causan tanto miedo, aunque sean pocas cosas las que los diferencian de las sectas más peligrosas.

Como sea, su instinto mercadotécnico los llama a hacer lo que en publicidad se llama "diferenciación", para así "posicionarse" en la mente del público en una dimensión distinta de los más colosales palurdos de su tribu. La "diferenciación", por ejemplo, es lo que hace que los fabricantes de detergente inventen nombres esquizoides para los más sencillos ingredientes, haciéndole creer al inocente comprador que sólo ellos tienen "cloritrax sulfamida, para cortar la grasa", "espumol polifrutado para que no se le corte la espuma", o bien se agrega algún ingrediente sumamente idiota, como la sávila "para cuidar sus manos" (claro que, si el detergente es bueno, le lavará de las manos completamente la sávila que él mismo contiene, con lo cual usted paga por un ingrediente que esencialmente sólo sirve para tirarlo por el caño).

"Diferenciarse" es ser distinto, sí, pero también "mejor" a ojos de las chusmas. Una consecuencia de la diferenciación es el "posicionamiento" que da "valor agregado" a los productos (todo esto son grandes secretos de la publicidad y la mercadotecnia o márketing).

Por ejemplo, es difícil de creer que hacer un Ferrari Enzo cueste seiscientos mil euros, es decir, cuarenta veces más que los quince mil euros de un Renault decentito. En realidad no cuesta tanto, ni mucho menos, por más que esté hecho a mano con el último alarido de la tecnología. Pero el caso es que Ferrari no sólo vende las materias primas, la mano de obra y la tecnología, nonono, vende "status", vende "imagen", está posicionado como lo máximo en automovilismo, al grado de que la propia Ferrari decide a quién le vende sus coches y a quién no. Un pelagatos con dinero que no pertenezca a la Jet Set tendrá que buscarse su Ferrari de segunda mano, porque la fábrica en Milán lo mandará, si le da la gana, a meterse sus seiscientos mil euros por donde no les dé el aire. Y entonces ese "posicionamiento" genera la percepción de "valor agregado" y no faltan (al contrario, sobran) los que desean pagar los seiscientos mil euros para poseer un Enzo o un Testarosa.

Bueno, entre los charlatanes también hay "diferenciación" y "posicionamiento". Después de todo, el negocio que tienen es pura mercadotecnia.

Ante la ristra de zarandajas indefendibles que abundan en el mundo de lo esotérico junto a constructos levemente menos orates, los falsos escépticos de estos tiempos adoban el terreno donde van a construir sus engaños posteriores con la crítica a las estupideces más notorias de lo para anormal. Las sectas les gustan mucho porque los daños que producen estas formas de charlatanería destilada son bastante obvios y porque han generado una alarma social que no parecen producir, salvo en contadas ocasiones, otros buitres carroñeros del zoológico de la irracionalidad.

A partir de allí, el falso escéptico se "gana un nombre" metiéndose con lo más indefenso de entre sus congéneres de la fauna para anormal, y se presenta así, ante el público, como "defensor de la verdad" y "genuino crítico" de la charlatanería. Lo hace, sí, con mejor instinto mediático que los habituales críticos de lo paranormal, y además no tiene empacho en usar armas poco éticas (como aprovecharse de las víctimas de las sectas para darse lustre).

El falso escéptico construye una crítica sólida (nomás faltaba que no fuera sólida, sobre todo porque para ello depreda el trabajo de quienes realmente luchan en favor del pensamiento crítico) contra las taradeces más obvias y peligrosas. Llegado el momento, cuando ha conseguido que el público tenga la impresión de que está del lado de "la razón, el conocimiento y el pensamiento crítico", procede a soltar su bomba personal: "Ah, pero yo, como investigador serio, cosa que ustedes me reconocen, sí he encontrado uno o más casos genuinamente fantásticos, maravillosos y probadamente paranormales, y como ustedes saben, yo no me dejo engañar con cualquier burrada".

Luego proceden a vender su burrada.

No es infrecuente que, para ello, organicen alguna "sociedad nacional", "organización mundial", "frente galáctico" o "federación universal" de cualquier cosa relacionada con la parapsicología y que tenga por ahí embutida la palabra "investigación", y pueden así agenciarse como clientes a personas más avispadas y probablemente más forradas de billetes que las víctimas de las astrólogas de televisión o los curanderos más fantochescos. Con eso ya les da para conseguir un programilla en radio o TV locales y diseminar mariguanadas sin fin.

El fenómeno está presente, al menos, en España y México. Obviamente sería interesante saber si lo hay en otros países.

En México, hace muchos años, cuando fundamos la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica (SOMIE), se apareció en los alrededores un sujeto más misterioso que un policía chino, siempre impecablemente vestido con trajes que se salían de su presupuesto, la pelambrera engominada y, lo más sospechoso de todo, bigote de línea (todo el mundo sabe que el bigote de línea denota insinceridad a menos que usted viva en los años 40).

El tal tipejo respondía al nombre de Juan Chía, (hasta el día de hoy no sabemos si es su verdadero nombre), y se movía como el mero a medias aguas, fingiéndose parte de SOMIE mientras armaba una especie de delirium tremens de "escepticismo del escepticismo", lo cual no es en sí malo (al contrario) salvo cuando se ejercita de modo deshonesto, vil y con la oreja parada para ver dónde suenan monedas y tirarse al suelo a pescar las que se puedan.

Los demás miembros de SOMIE, que son ante todo mis amigos, me acusaron de paranoico. Juan no era mala persona, decían. Es peor, decía yo. Para no discutir, parábamos allí.

El peor momento que recuerdo fue cuando nuestro amigo, "El místico Abadaba", mago bufo y en la vida real físico nuclear, hizo una "cirugía síquica" (o "cirugía psíquica") en la Universidad Obrera de México. Chía miraba las hábiles manipulaciones del mago, veía cómo parecía que la manota del físico entraba en el vientre del voluntario, la sangre manaba, surgían fragmentos de aspecto orgánico. Claro que luego Abadaba procedió a explicar y demostrar que todo era un trucazo como el inventado por Tony Agpaoa en Filipinas y hasta hoy explotado por sus legatarios en este país y en Brasil (sobre todo), pero parecía que a Juan Chía se le hacía agua la boca al ver cómo el público, que sabía que esto no era de verdad, empezaba a creer que Abadaba sí estaba abriéndole el vientre al voluntario, sin que faltara quien abandonara la sala con mareos y arcadas.

No, no me daba buena espina el tipo.

Por desgracia, yo tuve razón, "Juan Chía" resultó ser un soplapitos como un fuelle de órgano de catedral que a la menor oportunidad se agenció un programa de televisión en el que promovía las mamadas más impresentables, compitiendo contra adversarios de la (nimia) talla de Jaime Maussán, se apareció en revistas de delirios de todo tipo y se olvidó de SOMIE y de los más elementales principios de la honestidad, la ética y la vergüenza, aunque no sin usar el nombre de la organización para sus fines durante un buen rato.

"Juan Chía" sigue medrando por allí, cobre que te cobre, pero no llega a los niveles de dos personajes muy parecidos en cuanto a su facilidad para acusar a la gente de las acciones más extravagantes (narcotráfico, delincuencia variadita, quemas de libros) sin demasiado miedo a que la justicia actúe en su contra gracias a su uso eficaz de los medios, a sus excelentes relaciones con el poder y a su manejo del miedo: el mexicano Carlos Trejo (que modestísimamente se hace llamar "el mejor cazafantasmas del mundo") y el gallego Manuel Carballal (que aún más modestísimamente promueve una autobiografía fantástica que lo presenta como un injerto de Sherlock Holmes, Rambo, Jesucristo y Paco Porras).

Los dos alborotan como gallinas espantadas acusando de "charlatanes" a los blancos más fáciles de su mundillo, y luego ofreciendo acusaciones similares contra quienes promueven el pensamiento racional y crítico. Algunas de las acusaciones son verdaderamente de delirio, pero eso les tiene sin cuidado. Trejo, según varios informes, no duda en amenazar a sus detractores con "partirles la madre", simpática manera mexicana de anunciar una paliza. Carballal siempre avisa que dispara mejor que Wyatt Earp, es más hombre para los golpes que Bruce Lee y es más valiente que un zorro metido en un gallinero.

No está por demás anotar que la existencia de los miembros del MOFESE indica que, al menos en una pequeña medida, la crítica a la irracionalidad ha alcanzado cierta respetabilidad y fuerza en el mundo de la paranormalología. Pero también deja perfectamente claro que los espacios mediáticos que la crítica a lo irracional no sepa, no pueda o no quiera explotar, serán ocupados rápidamente por los militantes del MOFESE, que usarán la crítica a lo irracional para alcanzar sus fines.

Carlos Trejo sigue tan campante, como se denuncia constantemente en la lista de correos Carlos Trejo y el fraude jocoso, así como la sección dedicada a Carlos Trejo en Tumbaburros (véase el enlace en la barra derecha). Cobra y cobra (y ¡cómo cobra!, cursos de un día a mil pesos [unos 80 euros], conferencias a tutiplén con entrada cobrada, libros, camisetas, gorras) sin preocupaciones.

Manuel Carballal sigue siendo miembro de casi todos los consejos editoriales de las revistas ocultistoides españolas y de casi todas las asociaciones, sociedades, grupos, clubes y pandillas ocultistas (incluido "el" SEIP), aunque últimamente anda muy ocupado vendiendo supuestas investigaciones bajo su seudónimo de Antonio Salas y, si el negocio le funciona, probablemente tenga más futuro en la telebasura que en la paranormalobasura.

En algún lugar de este mundo, o en varios, se están cocinando los nuevos miembros de MOFESE.

Lo cual demuestra lo ya sabido: para éstos personajes no hay límites. Cuidado con ellos.

octubre 25, 2004

Ahora hay una carta para la Universidad de Castilla La Mancha

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Continúa el idiotour de Íker Jiménez y sus perritos bailarines por las universidades españolas. Qué buen momento, la recepción de nuevos alumnos y el inicio del curso para captar nuevos adeptos y nuevos compradores de libros orates.

Mejor momento es para avisarle a las universidades de lo que pasa. Porque es evidente que no saben claramente de qué va el asunto, lo ven con la indolencia que generalmente otorga la gente pensante a estas patrañas, sin darse cuenta de que con ello les abren las puertas y, por el camino, los dotan de clientes.

Y como sigo creyendo que lo mejor es ir directamente a los interesados en vez de ocuparnos de la endogamia, va carta para la Universidad de Castilla La Mancha. Si usted quiere, ya sabe, cópiela, inspírese en ella, cámbiela o tírela y haga otra, pero no deje de decirle a la UCLM por email a lsanchez@rec-cr.uclm.es del desfiguro que están por hacer.

Leo con asombro que la Universidad de Castilla La Mancha ha cedido el Convento de San Pedro Mártir, en Toledo, para la emisión del programa "Milenio 3", del conocido ocultista y mercader Íker Jiménez.

¿Cómo es posible que una institución de educación superior no solamente abra sus puertas a la superstición más grosera, al mercantilismo de la ignorancia, a la pseudociencia y el engaño cuando ni el conductor del programa, ni su segunda de a bordo ni ninguno de los habituales colaboradores y entrevistados ha demostrado jamás ningún conocimiento científico, ninguna seriedad científica, ningún interés por divulgar la ciencia y, por el contrario, constantemente repiten la supuesta denuncia de que lo que llaman "ciencia oficial" (es decir, el conocimiento científico y su método) es fascista, conspiradora, cerrada, ciega, dogmática, interesada y malévola, además de que mantiene una conspiración cruel contra todos los ocultistas?

Estas acusaciones delirantes no sólo se pueden oír semana a semana en las emisiones del programa en cuestión, sino en el propio sitio donde Íker Jiménez vende sus productos ocultistas, www.ikerjimenez.com.

¿Qué mensaje está dando una institución como la Universidad de Castilla La Mancha al albergar a quien odia tanto a la ciencia? ¿Qué se está diciendo a la sociedad al darle un reconocimiento a quien cree que puede hacer ciencia sin formación, sin método y sin más interés que el eminentemente mercantil?

Me parece que ningún intercambio de Cadena Ser con la universidad, ningún trato comercial, ninguna conveniencia mediática justifica esta alarmante actitud, de modo que además de protestar por esta decisión, solicito de la manera más atenta una explicación a esta decisión y los fundamentos de la misma.

El pasado viernes 22, la Universidad de Alicante cayó en el mismo garlito, recibiendo al programa sin ocuparse de saber de qué trata y cómo se ocupa de denostrar precisamente las tareas universitarias. En un comunicado público, el Vicerrector de Extensión Universitaria de dicha institución, lamenta "Desconocíamos los caracteres polémicos del programa ofrecido para la noche del 22, al aceptar la programación".

Creo que es obligación de la universidad, al acoger a los promotores de las supersticiones ocultistas y las supuestas "paraciencias", exigir que ellos a su vez abran sus emisiones a científicos, críticos del ocultismo y promotores de la razón, para que la emisión no sea simplemente un ejercicio de captura de adeptos y clientes para los productos del presentador.

Atentamente,
Mauricio-José Schwarz

La Universidad de Alicante responde y le respondemos

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A toro pasado, pero la Universidad de Alicante ha respondido a lo que llama "algunos" correos electrónicos "protestando" por la emisión de "Milenio 3" desde el Paraninfo. Por supuesto, la carta que enviamos nosotros no sólo "protestaba" sino que hacía una clara pregunta que la UA no responde.

Habrá que esperar a ver si el año próximo lo de "gran audiencia" pesa menos que la lógica esencial de una universidad y se opta por un programa menos antiuniversitario o, lo que sería mil veces mejor, que se abran las puertas a los brujos, pero comprometiéndolos a que ellos abran la emisión al pensamiento crítico, a los investigadores científicos y a los analistas de las locuras de la paranormalología.

En fin, va lo que dice la UA:

COMUNICADO DEL VICERRECTORADO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

En la última semana, desde el jueves aproximadamente, han llegado a este Vicerrectorado algunos correos electrónicos en los que se protestaba por la emisión desde el Paraninfo de la Universidad del Programa de la cadena radiofónica SER “Milenio 3”, en la noche del viernes 22 por los contenidos “pseudocientíficos y de propagación de supersticiones” del citado programa. Ante dichas protestas, queremos hacer constar:

1. La programación de la Semana de Bienvenida a la Universidad se realiza desde hace varios años acordando con la cadena Ser un concierto a realizar en la Plaza de toros, y la cadena ofrece varios programas radiofónicos de gran audiencia para completar la programación a celebrar en la Universidad. Los programas radiofónicos no pertenecen por tanto a la programación de este Vicerrectorado.

2. Desconocíamos los caracteres polémicos del programa ofrecido para la noche del 22, al aceptar la programación. El día 8 de octubre un miembro de la comunidad universitaria nos los puso de manifiesto en conversación telefónica, pero la publicidad se estaba realizando desde comienzos de mes y ese día las entradas del Paraninfo para el citado programa ya habían sido recogidas en su totalidad.

3. Consideramos que la suspensión en el Paraninfo de este acto habría sido contraproducente dada la previsible afluencia al mismo y posiblemente malinterpretada en su ejecución

Lamentamos en consecuencia que la realización de este programa haya molestado a algunos miembros de la comunidad universitaria.

Alicante, 23 de octubre de 2004

EL VICERRECTOR DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA


Ante esto, hemos enviado el siguiente mensaje al vicerrectorado:

Estimados señores,

Agradezco en lo que vale su atención al remitirme el comunicado del señor Vicerrector de Extensión Universitaria referido a la emisión del programa "Milenio 3" desde el Paraninfo de su casa de estudios el pasado viernes 22.

Considero, sin embargo, que dicho comunicado no responde a las inquietudes expresadas en el mensaje que envié. En ningún momento solicité, propuse o sugerí que se suspendiera la emisión del programa de ocultismo "Milenio 3", sino que pregunté, en el mejor espíritu de apertura y debate abierto que caracteriza el quehacer universitario: "¿acaso en algún momento próximo tiene previsto la Universidad de Alicante abrir sus puertas a quienes desde la razón, la duda informada, las investigaciones reales y el análisis sereno de la superstición critican las afirmaciones que constantemente hacen Íker Jiménez y sus socios dentro del programa?"

La juventud es fuente inagotable de clientes y adeptos de estos nuevos brujos, y a ellos van dirigidos muchos de sus productos comerciales, especialmente libros como los que produce en gran volumen el director de "Milenio 3", Íker Jiménez. Prohibiendo y censurando las supersticiones, se les dota del velo de misterio y la categoría de "prohibido" que tanto atrae a todo joven inquieto. En cambio, la confrontación de las afirmaciones sobrenaturales por medio del conocimiento, los datos, los hechos, argumentos sólidos y experimentos aseados, sí puede ser un antídoto a estas creencias ocultistas.

Por ello, repetuosamente vuelvo a plantear mi pregunta y propongo a la UA que considere la posibilidad de realizar un ciclo, mesa redonda o cualquier otra actividad en la que puedan confrontarse las creencias promovidas mercantilmente y las ideas producto del conocimiento científico en beneficio de sus alumnos.

Atentamente,
Mauricio-José Schwarz

Ahora en lista de correos

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Se acaba de abrir "El retorno de los charlatanes. el grupo" como grupo piloto-tentativo-de-prueba con tres objetivos principales, que pueden cambiar según el favor del viento:

1. Ser un espacio donde la gente que no ha caído de lleno en las garras de algún esquilmador profesional pueda plantear sus dudas, preguntas, inquietudes, cuestionamientos y pueda obtener respuestas rápidas y bien fundamentadas por parte de personas que tienen información, datos, conocimientos y hechos que rebaten las afirmaciones paranormaleras.

2. Ya muy ambicioso, ser un espacio de debate y diálogo entre los promotores del pensamiento crítico.

3. Y, aventuradamente, ser un sitio donde los adeptos de lo paranormal puedan hablar con los que tontamente consideran "sus enemigos" sin miedo al autoritarismo que existe en las listas paranormaleras, que a cualquier miembro o mensaje "herético" lo borran, censuran, prohíben y acallan (exhibiendo así el verdadero talante autoritario de sus führercines).

octubre 24, 2004

La superstición del siglo XXI como movimiento neopastoril

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Toda superstición paranormal que se respete tiene que hacer referencia a "las civilizaciones del pasado", a hechos supuestamente ocurridos "desde el inicio de los tiempos", a conocimientos "milenarios, tradicionales y antiquísimos" o a cualquier fórmula similar. Algunas supersticiones apenas tienen un saborcillo a esta visión, mientras que otras, especialmente el niuéich (o New Age), chapotean entusiasmadas en tal pantano de nostalgias fraudulentas.

Pero todas estas hipótesis a medio cocinar comparten una visión pastoril del pasado, al que ven como un tiempo mítico, maravilloso, tranquilo, bucólicamente aburrido (o contemplativamente pleno, si prefieren, a mí me la refanfinfla), donde "el hombre vivía en comunidad con la naturaleza", donde había "fascinantes conocimientos que se han perdido", donde predominaba "la emoción y el sentimiento", donde el cordero yacía con el león haciéndose arrumacos, donde los desinteresados y respetables magos leían el futuro y nos mantenían alerta a los peligros, donde los chamanes sanaban con la fuerza de su fe todas las dolencias de modo que nadie padecía ni una miserable caries, donde los atlantes venían a visitarnos y a iluminarnos sin necesidad de linternas, donde los líderes nobles, justos y santos se comunicaban por telepatía; donde lo "espiritual" brotaba a chorros por los poros de todo ser medianamente vivo, donde nuestros "hermanos mayores" provenientes de las estrellas llegaban en sus platillos voladores y nos construían piramiditas para satisfacer nuestras ansias de tener sombras triangulares, donde los hombres eran hermanos y los alegres pastores soplaban sus flautitas todo el día y danzaban con ovejitas de algodón que no apestaban a mierda porque no cagaban y que nunca se convertían en la chuleta nuestra de cada día.

Pamplinas.

El mundo nunca fue así. La vida de los seres humanos era, como dijera algún autor inglés del medievo, era "repugnante, brutal y corta".

La gente moría generalmente joven, de enfermedades atroces, de lesiones intratables, de guerras crueles, de hambre y de frío, y a los cuarenta años se era un anciano.

La naturaleza ha sido depredada sin cesar desde que los primeros prehumanos agregaron a sus tareas de recolectores y carroñeros la de cazadores.

La ignorancia era atroz y muchos sufrían terriblemente por las supersticiones de sus vecinos.

La tolerancia era un concepto inexistente salvo como excepción.

La justicia no existía como la entendemos hoy, la culpabilidad o inocencia no se determinaban por medio de pruebas, sino por acusaciones, confesiones arrancadas por medio de la tortura o en juicios de combate o de ordalía que son parte de las "fascinantes tradiciones" que sobreviven (recuerdo vivamente un documental de un juicio por ordalía realizado ya en este siglo, donde el acusado debe lamer varias veces una cuchara al rojo vivo, luego el juez le revisa la lengua con el siguiente principio: si es inocente, la deidad correspondiente "no permite" que se queme el delicado órgano, pero si tiene la lengua chamuscada, ampollada o quemada de otro modo evidente, es señal divina de que es por tanto culpable y se le castiga como es costumbre, generalmente con la muerte).

Las enfermedades se llevaban a un elevadísimo número de los niños que nacían en el mundo, fueran de campesinos pobres o de jefes de tribu, reyes o emperadores, mentras que accidentes triviales dejaban irremediablemente tullidos a numerosos ciudadanos.

Un puñado de vivillos se imponía a la mayoría con la fuerza de las armas y les quitaba el fruto de su trabajo para vivir como príncipes mientras las chusmas apenas lograban no morirse.

Las masas vivían aterradas por las supersticiones más bastas: brujas, mal de ojo, hechizos, encantamientos, adivinaciones, amuletos.

Es decir, todos los atributos más despreciables de nuestro tiempo (explotación, guerra, asesinato, tortura, injusticia, hambre, enfermedades prevenibles, miseria, odio, ignorancia y lo que usted quiera agregar) estaban muy presentes, apoderándose del cotidiano de la mayoría de los humanos, en las culturas del pasado. Y esto demuestra también que, si bien parte de la humanidad ha progresado y hoy tiene resonancias magnéticas e Internet, ha dejado atrás con desprecio a la gran mayoría de los seres humanos que no tienen justicia, salud, alimentación, vivienda y otros satisfactores básicos.

Pero los charlatanes y sus seguidores se quieren refugiar de los horrores de este mundo en su pasado pastoril imaginario. Para ello se ocupan de ignorarlo todo acerca del pasado, pero también todo acerca del presente.

Es una forma de neorromanticismo patético.

Traduzco de WordIQ las características del romanticismo del siglo XIX:

Entre las actitudes características del romanticismo tenemos las siguientes: una apreciación más profunda de las bellezas de la naturaleza, una exaltación general de la emoción por encima de la razón y de los sentidos sobre el intelecto, un giro hacia uno mismo y un examen aumentado de la personalidad humana, de sus estados emocionales y potencialidades mentales; una preocupación con el genio, el héroe y la figura excepcional en general, y un enfoque en sus pasiones y luchas internas (...) un énfasis en la imaginación como portal de la experiencia trascendente y la verdad espiritual, un interés obsesivo en la cultura folklórica, los orígenes nacionales y étnicos y la era medieval, y una predilección por lo exótico, lo remoto, lo misterioso, lo extraño, lo oculto, lo monstruoso, lo enfermo e incluso lo satánico.

Creo que la similitud es clara.

Es evidente que una actitud "romántica" (en el sentido filosófico e histórico, sin relación alguna con el amor) puede ser un estímulo sensacional para el arte, y así lo demostraron los escritores y músicos románticos. Pero como actitud ante toda la realidad no deja de ser evasiva, ciega voluntariamente, autocomplaciente y altamente poco solidaria.

Amplío lo de "poco solidaria" y hasta lo aderezo con "reaccionaria", "inequitativa" y "cruel".

La superstición pastoril neorromántica (que incluye tanto a lo paranormal como al agobiante movimiento de "autoayuda" que sólo ayuda a los que venden libros y vídeos) pone el énfasis en el individuo. La persona, sola, acaso con la guía de algún pelagatos que se considera "espiritualmente superior", es la que puede superarse. La sociedad no existe, o no es considerada como fuerza de importancia en el devenir del individuo. Quien no está "espiritualmente desarrollado" es porque "no quiere" ver la verdad y entregarse en los brazos de una u otra creencia. Este pensamiento no está muy lejos de la enseñanza que se da a los niños de las clases dominantes: "los pobres lo son porque quieren, porque no se quieren superar, porque no quieren trabajar duro y ahorrar, porque no les gusta ir a la escuela"... y a la mierda con todas las demás variables que puedan explicar la pobreza, como la explotación, la falta de oportunidades, las escuelas de pésima calidad, la falta de atención a la salud, la desnutrición, el colonialismo económico, las guerras de rapiña, la hostilidad social, la demolición de la dignidad de personas, familias, etnias y clases.

El conocimiento, en esta visión neorromanticoide, es asunto de cada individuo. Si la ciencia es una tarea colectiva de libre acceso, el "conocimiento" que celebran los adeptos es al que llega una persona sola, por revelación, por don divino, por supuestos estudios más o menos herméticos o, en el peor de los casos, por redescubrimiento de los conocimientos perdidos pertenecientes a la dorada era pasada: los "poderes" de Uri Geller, el "fosfenismo" de Francis Lefebure (o la "Medicina sagrada" de Geerd Ryke Hamer), la exaltación de los contactados, la búsqueda de héroes de cartón que se visten como el Coronel Tapioca en polvo y que afirman ser valientes, decididos enemigos de las fuerzas oscuras y perseguidos por los malosos de turno.

Loas iluminados ofrecen su saber por un módico precio, y sólo aceptan y admiten el halago, el elogio, la admiración, el asombro, el pasmo, la reverencia (algo temerosa) y el aplauso. Como héroes de la película cuyo guión ellos mismos se escriben cada noche para actuarla al día siguiente, no tienen que dar cuenta de sus actos ante nadie (ni siquiera ante la justicia, en la mayoría de las ocasiones), no aceptan críticas ni rechistares, y en la comprobación diaria de la cuenta de banco encuentran plena justificación a las mentiras con las que explotan a sus huestes.

Para cambiar el mundo, es decir, para hacer avanzar la realidad social y ajustarla a la realidad de nuestros conocimientos (por ejemplo, para que los medicamentos antisidóticos lleguen a los africanos enfermos y para que la educación e Internet lleguen a los indígenas latinoamericanos, por decir algo), es esencial conocer el presente y, sobre todo, tener una visión clara de cómo han mejorado las cosas respecto del pasado.

Todo tiempo pasado fue peor. Y reto a quien sea a que demuestre lo contrario. Vivimos en el mejor mundo de los que han existido, pero no en el mejor mundo posible.

Lo que ha hecho mejor al mundo es el conocimiento, la información, una nueva ética sólida que no dependa de patrañas religiosas, el surgimiento de la tolerancia como valor, el reconocimiento de los derechos humanos esenciales. Lo que falta es que todos esos beneficios lleguen a más seres humanos, a todos.

Lo que menos nos hace falta son vividores que denigran el conocimiento, que gritan a los cuatro vientos que es mejor difundir estupideces paranormaloides que datos certeros, que responsabilizan únicamente al individuo negando la dimensión social humana y la responsabilidad compartida de la especie.

Y menos falta nos hace que aumenten las hordas de seguidores, muchos de ellos gente de pocos recursos que acaban adoptando la moda de una clase media aburrida, desorientada y deseducada que encuentra en las nuevas (y no tanto) supersticiones una justificación plena para mantener el status quo lamentable de nuestras sociedades.

Eso sin contar con lo enormemente hipócrita y turulato que es aplaudir lo bucólico imaginario desde las comodidades urbanas reales.