Pero en medio de todo esto que es más o menos previsible y más o menos igual siempre, nos encontramos metidos a Arcadi Oliveres, al nacionalismo catalán y al "ritual catalán del 11-S", asunto que llama la atención más allá de lo que suelen ser estos cónclaves de la antiinteligencia para mayor gloria de un puñadito de empresarios del misticismo.
El aquelarrito está por supuesto adornado con "conferencistas" especializados en hablar de cosas que no existen, como la "energía libre" (sí, máquinas de movimiento perpetuo, uno de los más viejos timos de la humanidad, a cargo de un "himbestigador" que NO ha conseguido esta entelequia), o la "hologeometrogenética" que tampoco existe y que explia un señor que dice que puede "reprogramar el ADN" cuando es de dudarse que conozca siquiera la estructura química de esta molécula y la forma en que codifica proteínas, además de paranoicos profesionales que creen que vivimos en la Matrix porque cuando vieron la película no entendieron que era una fantasía.
Pseudomedicinas las habrá de lo más diversas (unidas sólo por su rechazo a la ciencia como fuente de conocimiento médico), incluyendo al ínclito y peligroso Josep Pámies, a gente que quiere sanar a otros (pago sin factura de por medio, estilo Bárcenas) con el zen, el tantra, la sinergética (que tampoco existe), el reiki, el shiatsu, el toque terapéutico, cantos y bailes regionales (de verdad), la acupuntura y en general con cualquier cosa que suene exótica y que no tenga nada que ver con 500 años de conocimientos sobre el cuerpo humano y sus desarreglos y afecciones, porque así los clientes se sienten espirituales aunque se mueran, y sin dar ninguna prueba (ni una) de que sean capaces de curar ni una uña encarnada. Y eso cuando no niegan simplemente que las enfermedades existan, aunque estén matando congéneres por millones.
Todo ello salpimentado de espiritualistas diversos, cada uno con su ocurrencia, cada uno con su libro, cada uno con su marca registrada, cada uno con su clientela que le permite vivir del cuento sin tener que probar que sus afirmaciones tengan relación alguna con la realidad, más allá de endulzarle la oreja al que le adelgazan la billetera.
Ciertamente, estas actividades son para un público muy especial, un público víctima de un sistema educativo y unos medios que le fallan miserablemente, dejándolo demasiado desinformado y desprevenido como para alertarse a la irracionalidad que permea todos estos saraos y a las contradicciones que florecen entre todos los que pasan por allí... o bien para fanáticos un tanto desligados de la realidad, habitantes de cierto marginalismo lunático que sí son capaces de creer al mismo tiempo en conceptos claramente opuestos (como teorías de la enfermedad completamente contradictorias entre sí, todas ofertadas como verdad sin prueba alguna) y que comparten un odio feroz contra el conocimiento científico.
Pero, ¿qué hace allí Arcadi Oliveres con una charla poco relacionada (al menos en apariencia) con todo ese ágape del oscurantismo, bajo el título "Economía y proyecto de nación"?
Arcadi Oliveres y Teresa Forcades en el diario virtual NacióDigital. |
La socia principal de Oliveres y lideresa independentista, Teresa Forcades, ya ha participado en estos conciliábulos presentándole al público sus teorías conspiranoicas que, por cierto, han demostrado ser falsas. Pero ahora parecería que su asociación y complicidad con los organizadores de tal pachanga místicopeyotesca se ha desarrollado intensamente. La feria de la sinrazón y la tontería, con su correspondiente taquilla, están instalados desde hoy a la vera de su monasterio, en Monserrat, anunciándose como una especie de preparación de la Diada, llamada "ritual catalán del 11-S", según afirma la web noticiosa Diálogo Libre.
Y es que durante el 11-S, a convocatoria de la monja Forcades y Arcadi Oliveres, con el apoyo abierto de Iniciativa per Catalunya Verds, parte de la cadena humana prevista para ese día por los independentistas se dedicará a rodear el edificio de La Caixa, en lo que parece un intento de medir la verdadera capacidad de convocatoria del hábito religioso de Teresa Forcades y la influencia que puede tener el intervencionismo eclesiástico en los futuros acontecimientos de Cataluña.
Que mire usted, que usted puede ser nacionalista de bandera, escudo, himno y uniforme, y uno modestamente puede disentir de su nacionalismo y de todos los demás por tener la curiosa idea de que progreso es borrar fronteras y no levantarlas, derogar pasaportes y no instaurar nuevos, buscar puntos de unión entre los que luchan por los avances sociales y políticos del mundo en vez de dividir a los trabajadores diferenciándolos por su accidental e involuntaria circunstancia geográfica y cultural ("tú no eres de mi nación porque naciste al otro lado de esta línea imaginaria que he puesto" no suena como el mejor cimiento de la solidaridad de trabajadores, ciudadanos y víctimas de la crisis, qué quiere que le diga), y el tema puede ser debatido todo el tiempo que usted quiera (o simplemente rechazado con un berrinche como ha hecho alguno que no ha sido capaz de ver la luna y ha creído que atacando al que la señala desaparecen los hechos, que vaya chasco se ha llevado). Todo eso es finalmente asunto de ideología y visión de la historia, sin duda, no de la objetividad del conocimiento. Vamos, que uno puede demostrarle a usted que el nacionalismo es irracional y señalarle que sentirse superior porque habla cierto idioma o nació en ciertas coordenadas y no en otras es de un nivel bastante triste, y usted puede ofenderse, y nada más.
Pero cuando la política cae en las garras de religiosos y, peor aún, de religiosos aliados a charlatanes de tres al cuarto que viven de negar la inteligencia y el conocimiento humanos (aunque se anuncien en Internet y cobren en euros y no en puntos kármicos, que tontos no son tanto), de embusteros y delirantes que se dedican a ver qué sacan, el asunto es de preocuparse. Sobre todo cuando el disparador es precisamente un elemento que concita pasiones desbordantes: el nacionalismo, ese hermano de la religión y padre de miles de atrocidades, cada una con su canción, de Deutschland über Alles a Que viva España y de America the Beautiful a la que a usted se le ocurra.
Los militantes del mundo del "misterio" y del "espíritu", los pregoneros de pseudociencias y embustes ahora empeñados en hacerle al Rasputín buscando el oído del fanático y el probable poderoso del mañana, parecen decididos a hacerse de espacios de poder político en la escalada irracional de los nacionalismos. Ya lo hicieron así en su momento Trofim Lysenko en la URSS de Stalin, López Rega y Octavio Aceves en Argentina, Antonio Velasco Piña y Kadoma Yon Sing en el México del neoliberalismo, y muchos otros. Esto ya fue claro cuando aterrizaron con la inolvidable "Comisión de espiritualidad" en la Acampada Sol del 15M, con los resultados que todos conocemos, donde igual le biodanzaba que le aseguraba que lo tenían controlado a usted mediante cosas feas como los chemtrails y la guerra psicotrónica quetecagas, que a ellos no les afecta porque son más guapos e inteligentes que usted y por eso les tiene que pagar y admirarlos.
Habrá que decirlo de nuevo: las creencias (religiosas, espirituales, charlatanescas, supersticiosas, bobas o simplemente extravagantes) no tienen nada qué hacer en la vida civil de ningún grupo humano, cuyos asuntos deben administrarse de acuerdo al conocimiento más sólido, más certero, más avanzado del que disponemos en cada momento. La opción es renunciar al pensamiento ilustrado y ponernos en manos de listos y chiflados que quieren reeditarnos la Edad Media para sus propios fines, sea con pases mágicos o con cofias almidonadas.
Y el precio de tal cosa siempre es alto.