Por supuesto, más esperanzas habrá si usted, lectora, lector, manda su propia carta a don Tomás Delclós pidiéndole una reacción ante este desaguisado.
El País, 14 de octubre de 2013. |
Estimado señor Delclós,
Me vuelvo a dirigir a usted con relación a la inquietante entrevista titulada "Mi cura del cáncer fue un milagro muy currado", publicada el pasado 16 de octubre en la sección de S moda y bajo las etiquetas "Alimentación Bienestar Cáncer Dietas Salud". La autora de la entrevista es una adepta del budismo y profesora de yoga, Natalia Martín Cantero, que entrevista a Odile Fernández, que se presenta como médico y que ofrece al público ni más ni menos que una "cura del cáncer" absolutamente caprichosa, especulativa y ausente de pruebas, pero cuya eficacia afirma con el evidente objeto de vender su libro Alimentación anticáncer, junto con Mis recetas anticáncer y Guía práctica alimentación anticáncer (sic), de conseguir clientes para sus Cursos Online de Alimentación Anticáncer (vídeos de 74 euros) y sus conferencias, todo lo cual configura cuando menos el aspecto de un negocio bien engrasado, basado en su totalidad en las afirmaciones de la Doctora Odile Fernández y en cierto respeto gratuito por su calidad de médico.
Tanto en los libros como en la entrevista, la afirmación principal de Odile Fernández es que en 2010 padeció un cáncer con metástasis y se curó mediante una dieta que inventó sobre la marcha, sin conocimientos especiales de nutriología y oncología. Asegura que pese a que fue sometida a un tratamiento oncológico (ese tratamiento que hoy, demostrablemente, salva cada día más personas y cura cada vez más casos de cáncer), lo que la curó fue una mezcla asombrosa de cambios en su dieta y una "actitud positiva". Por ello, dejó de practicar la medicina y se dedica a comercializar su terapia mágica.
Lo que parece extraordinario es que El País no haya acudido ni siquiera (y hay mucho más), ni siquiera al oncólogo tratante para que éste diera su versión de cuál fue el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de Odile Fernández, y que diera su opinión sobre la influencia de la dieta imaginada por la entrevistada. Después de todo, ella es médico de familia, y su opinión sobre el curso de tratamiento es necesariamente menos informada que la del especialista que día a día combate al cáncer en sus muy diversas formas.
Porque la realidad es que, hasta la fecha, ninguna de las curas milagrosas de cáncer ha demostrado curar el cáncer. De hecho, la Doctora Fernández no ofrece como sustento a su esfuerzo de márketing, ningún estudio. Quiere, y la entrevistadora le ayuda dejando de lado cualquier pretensión de ética periodística, asegurarnos que su interpretación sesgada de su caso particular es modelo a seguir para todos los enfermos de cáncer.
Le remito a usted al indignado y sólidamente fundamentado blog del reconocido investigador español José Manuel López Nicolás, especialista precisamente en bioquímica, biotecnología, nutrición y tecnología de los alimentos, que en la entrada Las 13 asombrosas recetas anticáncer de una médico y el papel de los medios de comunicación pone los puntos sobre las íes respecto de la escandalosa falta a la verdad y a la ética que implica esta publicación. Porque no se trata de que alguien "demuestre" que Odile Fernández se equivoca, no. Se trata de que ella, en su proceloso esfuerzo de negocios, no ha demostrado saber cómo se cura el cáncer. No ha demostrado tener conocimientos de los que no dispongan los oncólogos y los investigadores del mundo entero, no ha demostrado disponer de secretos que no está compartiendo con las víctimas del cáncer la Asociación Española Contra el Cáncer.
No se ha contrastado nada de lo que afirma la entrevistada. Simplemente se le ha hecho publicidad en desmedro de la verdad, de los interesados, de los pacientes de cáncer y del lector en general. Cuando mucho, entrevistada y entrevistadora se regodean en la falacia del "a mí me funciona", donde una persona asegura, sin tener medios para constatarlo con certeza, que la causa de su curación fue uno solo de los miles de factores que podrían serlo. En este caso, la autora desprecia la quimioterapia, otros factores ambientales, las remisiones espontáneas, las características específicas de su cuerpo y literalmente miles de cosas más para asegurar que la causa de su curación fue su dieta. La base de la ciencia (y del periodismo, claro) es saber que correlación no es causación.
Y que para hacer afirmaciones así de contundentes, nuestra sociedad exige que se aporten pruebas igual de contundentes: de laboratorio, clínicas, controladas, rigurosas, autorizadas por comités éticos y verificadas independientemente que nos permitan saber con razonable certeza que una terapia es eficaz y segura para su aplicación. El método normal de la ciencia y la medicina se lo salta a la torera Odile Fernández, y El País, en lugar de denunciar, aplaude y promueve.
Como cualquier periodista más o menos informado sobre temas de salud debe saber, lo que vende Odile Fernández es un pastiche de las más comunes y bastas supersticiones del new age y la pseudomedicina relacionadas con el cáncer, que pretenden simplificar una afección extremadamente compleja, ofrecer esperanza y curaciones milagrosas, y depredar a las víctimas de cáncer con vocación carroñera y absoluta falta de respeto a su vida y su dignidad, ya no sólo a los hechos que sí conocemos sobre esta clase de enfermedades, según nos dicen todos los que se dedican a ella profesionalmente.
Piense usted si fuera cierto cuanto afirma esta persona: el cáncer se abatiría, simplemente tomando gazpachos podríamos combatir a una clase complejísima de enfermedades muy distintas agrupadas genéricamente bajo la denominación de "cáncer" y que matan a más de 370 mil personas en España todos los años, según datos del Centro Nacional de Epidemiología. Sería la más grande revolución científica desde Pasteur, sería un Premio Nobel para Odile Fernández y la salvación de millones y millones de vidas. En cuyo caso la señora Fernández estaría siendo objeto de celebraciones en las agrupaciones y revistas profesionales dedicadas al cáncer y no estaría vendiendo libros y cursos como cualquier gurú.
Quiero por tanto expresar mi reproche y desagrado por esta pieza, que da a quienes padecen cáncer, y a quienes les rodean, la promesa de soluciones mágicas y sencillas, como lo han hecho desde tiempo inmemorial los vendedores de pócimas milagrosas, bálsamos de Fierabrás y panaceas de cartón piedra. Que un medio como El País nuevamente se convierta en cómplice de este engaño debería ser motivo de vergüenza, y espero que usted así lo comprenda y lo exprese públicamente en una disculpa a quienes viven día a día combatiendo el cáncer en laboratorios de investigación y en la práctica clínica con pacientes reales, y a estos mismos pacientes por tratar con tanta frivolidad, irresponsabilidad y falta de ética los asuntos de los que dependen su salud, su bienestar y, en última instancia, sus vidas.
Atentamente,
Mauricio-José Schwarz