octubre 18, 2004

Fosfenismo: la patraña de las lucecitas

¿Recuerda aquellos tiempos en que el agua venía en grifo y el precio era de 30 pesetas o de 40 céntimos de euro o de dos pesos mexicanos? Pues llega un equipo de expertos en mercadotecnia o márketing, convierte ese metro cúbico en tres mil porciones de 333 centímetros cúbicos, los envasa y se los enchufa a usted al módico precio de 30 céntimos de euro, para un precio total de apenas 100 euros el metro cúbico (una ligera ganancia de 99 euros con 60 céntimos).
O bien, ¿ha comprado un kilo de papas o patatas? Sale como a cincuenta céntimos de euro. Pero si alguien rebana las papas o patatas, las fríe, las sala y las envasa, le deja caer un euro por cada bolsita de 160 gramos, más o menos siete euros el kilo de patatas.

Pues así funcionan muchas tomaduras de pelo del mundo "alternativo". Los "aromaterapeutas" le venden olores a precio de perfume francés anunciado por luminaria. Los "homeópatas" le venden pildoritas de alcohol y azúcar a precio de medicamento barato. Las "tiendas naturales" le venden cualquier cosa al doble de precio que el supermercado. Pero ningún mejor ejemplo que el "fosfenismo", que le vende la luz de una lamparita en un montón de billetes.

La luz, la base del gran negocio del fosfenismo
de Lefebure
(foto GNU de Dickbauch vía Wikimedia Commons)
El "fosfenismo" es producto de la mente de un tal Francis Lefebure, una teoría que no se sabe si es resultado de algún experimento con sustancias sicotrópicas que salió terriblemente mal o simplemente de una desvergüenza del tamaño del Coliseo Romano.
La "teoría" (es decir, la invención) parte de que si uno mira una luz fuerte durante un tiempo prolongado, cuando se aparta de la fuente luminosa se queda viendo manchitas de colores durante un rato. Esas manchitas de colores se llaman fosfenos. Otra forma de provocárselos uno es tallándose los ojos cerrados. Las células de la retina (conos y bastones) reaccionan ante cualquier estímulo y éste se interpreta como luz aunque no lo sea. La presión sobre los ojos provoca estímulos que el cerebro toma como luz.

Bueno, pues luego de ver una luz fuerte, las células de la retina, sobreestimuladas (porque la evolución no las preparó para la tontería de ver fijamente una fuente de luz fuerte) siguen enviando señales que nuestro cerebro interpreta como luz. Y, de nuevo, tales sensaciones visuales se llaman "fosfenos".

Las sensaciones posteriores a la sobreestimulación son más comunes que las mentiras de los paranormalólogos. Si alguien nos suelta un bofetón de ésos que hacen historia, el dolor continúa un buen rato después del instante en que la mano chocó contra nuestra mejilla. Si escuchamos sin protección un motor de Fórmula Uno o un concierto de Deep Purple, sentiremos que los oídos nos silban durante un buen rato. Ningún misterio allí, es parte de los límites de nuestros sentidos y nuestro sistema nervioso.
Pero el invento frenético de Francis Lefebure fue que esos fosfenos "convierten la energía luminosa en energía mental" cuando se realiza la asombrosa "mezcla fosfénica". En sus propias palabras: "La Mezcla Fosfénica consiste en mezclar un pensamiento con el fosfeno, es decir, en pensar durante la presencia del fosfeno". Se supone que así se piensa mejor.

¿Eh?

No, en serio, ¿cómo lo sabe?

Él dice que lo descubrió cuando era pequeño y así pasó de ser un estudiante malo a ser sensacional: "me convertí súbitamente en un buen alumno y de forma tan sorprendente que mis compañeros me llevaron a hombros por el patio", escribe desfachatadamente el sujeto, esperando que olvidemos que los compañeros no suelen llevar a hombros por el patio escolar al más listo del curso como no sea con objeto de arrojarlo a un charco de lodo, darle una paliza colectiva lejos de los ojos de los profes, quitarle los pantalones, emplumarlo o todas las anteriores.

Vamos, Francis, como dijo Heidegger, no seas payaso.

Con base en esa anécdota, que por supuesto no demuestra que ver tontamente una lucecita aumente la "energía mental", Lefebure inventó su negocio personal llamado, claro, el "fosfenismo" (marca registrada) de Francis Lefebure (marca registrada también).

Vale, pero más allá de la chacota, ¿el doctor Lefebure (porque era médico, lo cual no es garantía de nada, como lo demostró ampliamente Joseph Mengele) probó que al realizar la boba práctica de mirar una luz fuerte para provocar la aparición de fosfenos aumenta la inteligencia, la concentración, la iniciación, la telepatía y las demás locuras que afirma?

Pues no.

Y es que la demostración debería pasar por varias etapas que no le interesaban al doc: a) demostrar que existe una "energía mental" medible y caracterizable claramente, b) demostrar que los fosfenos son una "energía lumínica" distinta de la energía electroquímica con la que todas las células sensoriales se comunican con el sistema nervioso, c) demostrar que los conos y bastones de la retina realizan una labor de modulación de la frecuencia, amplitud o intensidad a esa "energía" para convertirla en "otra energía", d) demostrar que esa "energía" modificada se puede transmitir sin deformarse hasta el cerebro (en particular a la zona 13 donde se reciben e interpretan los impulsos visuales, ubicada en la parte más trasera del cráneo), e) que el cerebro efectivamente emplea esa energía en cosas buenas y sanas como estudiar mejor y ser más espiritual en lugar de usarla, digamos, para mejorar la fantasía o aumentar el deseo sexual.

Y tendría que demostrar que todo eso es cualitativamente distinto del silbido en los oídos después de hora y media de heavy metal sin anestesia o de la sensación de ardor que nos queda después del bofetón arriba mencionados.

(Eso o inventar el "silbidoenlaorejanismo" y vender discos de AC-DC a sesenta euros para crear el "silbidoenlaoreja" que también sirve para platicar con Buda... o quizá no debemos decir esto y darle más ideas a los borricos con iniciativa.)

Pero al doctor Lefebure le importaba un carajo partido por la mitad desentrañar esa cadena causal para demostrar su descabellada teoría. Y a sus herederos también. Lo que al doc y a sus legatarios realmente les estimula la entrepierna es vender cosas, como se ve en el sitio Web de los actuales dueños de este cuento.

Venderle a sus víctimas, por ejemplo, el "Equipo Mental Fitness" que incluye la fantástica "Phosphenic pocket lamp avec filtre de tamisation" (mezcla inmunda de inglés y francés que se traduce como "linterna de bolsillo fosfénica con filtro de tamización", lo que no significa nada) junto con su libro ABC de la mezcla fosfénica y, por supuesto, el "CD audio con ejercicios prácticos" (ahora a todos los embaucadores les da por sentirse Britney Spears), todo por la módica cantidad de 94 euros. Redondo negocio por una linterna que no cuesta más de 3 euros, un libraco que puede costar 5 y un CD de un par de euros a lo mucho.

Pero claro que el negocio no se detiene allí. El "Equipo fosfenotraining" le da 1 bombilla de 75 watios, 1 bombilla "bleue spéciale", tipo: "Luz natural", 1 mando a distancia para la lámpara y 1 venda ocular con ¡elástico! todo por meramente 200 euros.

Pero si quiere realmente trascender su estado y lograr la iniciación, necesita además la "Maleta Especiale Alternofonía" para practicar otro sensacional descubrimiento de Lefebure, que escuchar un ruido alternadamente en una oreja y luego en la otra es igualito que el arrullo a un bebé y sirve para "Preparación de exámenes, mejoría de la memoria. Enriquecimiento del tema de meditación. Permite practicar todos los ejercicios de pensamiento rítmico con una eficacia máxima, gracias al aporte de una energía suplementaria a la masa cerebral que facilita las conexiones neurológicas". Con tal masa de beneficios, pagar por un aparatito, audífonos, libro y CD (¡claro!) sólo 840 euros es una bicoca, realmente.

Ahora, que si le da por ser verdaderamente un iniciado, necesita el "Giroscopio o la máquina de subir Kundalini", que es un mugriento giroscopio con algunos accesorios que no cuestan juntos ni cinco euros, el infaltable CD "de entreno a la meditación giroscópica" y un libro de ejercicios, todo en su cajita feliz por sólo 940 euros.

Por supuesto que ningún producto sustituye a otro, de modo que para ser un fosfenizado completo debe usted azotar con 2,074 euros, que es más o menos el precio de la iniciación mística (la continuación mística ya requiere más billetes y, claro, trasladarse a París a la escuelucha correspondiente).

Ni me voy a meter con los otros muchísimos delirios de Francis Lefebure, que van desde la curación por imposición de manos hasta en "neumofeno" o técnicas de respiración refriteando las supersticiones orientales, por no mencionar sus escritos iniciales zoroástricos, sus delirios sobre despertar el kundalini, el fosfenismo como explicación de todas las religiones, de la videncia y de las manifestaciones sobrenaturales, la "magia cristiana" y todos los demás delirios que ponen en duda la cordura del médico en cuestión. Simplemente me sentí obligado a hacer esta entrada porque una vez se me ocurrió mencionar en una entrada al tal "fosfenismo" y la cantidad de personas que han llegado a este blog buscando "fosfenismo" es abrumadora.

Así que ya sabe, si quiere pagar cara el agua, las patatas, la luz, los olores, el azúcar, los ruiditos y el aire que respira, puede elegir entre un mercadotécnico sin ética y un charlatán sin vergüenza.

Que para el caso son lo mismo.