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Pedro Amorós Sogorb, en su calidad de presidente de la (o el) SEIP, entidad de dudosa existencia jurídica y nula autoridad científica o investigativa me informó mediante un simpático correo que me iba a demandar por haber dicho que su bobo CD de "autohipnosis" para "curar" enfermedades (a 13 euros la dosis) no sólo no curaba nada, sino que mentía descaradamente sobre ciertas ondas sonoras misteriosas que "no se copian" si uno copia el mágico CD.
Le agradecí la demanda y, de hecho, le pedí cortésmente que la presentara. Pocas cosas me hacían más ilusión que ver ante un juez, en el serio ambiente de un tribunal, a un verdadero ocultista profesional, a un señor que dice que conversa con los muertos, a alguien que afirma que los espíritus pintan caras (con una capacidad artística entre nula e inexistente), a alguien que vende descaradamente un producto inservible para "curar" afecciones. (Los ocultistas tardíos se autonombran "parapsicólogos" o "investigadores de lo paranormal", pero lo que hacen es lo de los ocultistas de siempre: tratar de comunicarse con los muertos, invocar fuerzas mágicas preternaturales, buscar obtener algo a cambio de nada por medio de rituales y cosas así.)
Pero Pedro no presentó la demanda.
A mí, el incidente me hizo interesarme en otras destacadas mentiras de este personaje lamentable, como su pertenencia al SETI Institute, su uso de aparatos de ese instituto en una farsantesca "alerta ovni", su asesoría a la BBC de Londres o a la CNN, etc. Y pude determinar, sin lugar a dudas, que Pedro Amorós Sogorb miente como un bellaco en todas esas cosas. Esto le ganó a Pedro, en este blog, una sala especial de exposiciones donde se cuentan todas estas historias en tono regocijado.
En el proceso, me di de frente con un artículo escrito en El Mundo en 2002 por Javier Cavanilles, que junto con Paco Tormo ya había pasado por donde yo caminaba y había publicado que tal sarta de afirmaciones extravagantes de Amorós Sogorb no era sino un collar de trolas monumentales, incluida la atribución de que Pedro es "ingeniero informático", que se suelta alegremente en sus entrevistas (cuando no deja simplemente que lo llamen "doctor" y se siente importante).
Después pasaron muchas, muchas cosas. Amorós dijo que también había demandado a Cavanilles y a Tormo y aseguró que no sólo estos periodistas le habían pedido disculpas en un programa de televisión que nunca existió, sino que Cavanilles era ahora "su amigo".
Mentira.
Y luego vino la invención de las "Caras de Bélmez II", lo que ha sido llamado con precisión quirúrgica "el fenómeno parapsicológico más cutre de todos los tiempos". Algunos pedimos a los medios de comunicación una actitud equilibrada mediante una carta, lo que encabronó muchísimo a Pedro, que por entonces se paseaba ufano por radio, prensa y televisión como dueño de la verdad maravillosa del grafitti espiritista.
Lo de las Caras parte II era de burla y así lo recogieron algunos medios, entre ellos El Mundo, en la pluma, nuevamente, de Javier Cavanilles, que informó que las nuevas caras no son paranormales para sorpresa de casi nadie.
Pedro Amorós amenazó con que la SEIP iba a denunciar por el delito de difamación (querella criminal) a Cavanilles y a todos los implicados en El Mundo. Luego embarcó a su coleguita y amiga, la alcaldesa de Bélmez, vergüenza del socialismo a nuestro humilde juicio, para que amenazara a su vez con la querella criminal correspondiente contra Javier Cavanilles, misma que el pleno del ayuntamiento aprobó, me parece, el 5 de febrero próximo pasado.
Entretanto, hubo más cosas interesantes que otros blogs han reseñado de manera excelente, como el "Método Mañez" para hacer "caras" y el registro de "Las caras de Bélmez" en calidad de marca comercial, la recogida (a saber con qué método) de "muestras" de las caras para que fueran analizadas por unos laboratorios secretísimos que en nueve meses no le han podido arrancar a las muestras el secreto de las caras, la intensificación de la censura en los foros ocultistas, en particular el de la SEIP, el brillante análisis que Lola Cárdenas ha hecho del tambache infumable de Amorós llamado Psicofonías, ¿quién hay allí? (no hay nadie, Pedro, son tus alucinaciones y tu negocio) en su blog Uno por uno, uno; uno por uno, dos; uno por uno..., donde también podrá usted comprobar cómo se las gastan los fanáticos cuando un hereje se aparece por sus "jornadas" y saraos paranormaloides con espíritu crítico aunque respetuoso. Lola lo la hecho aguantando a pie firme las barbaridades cometidas en su contra por los protosectarios.
Pero de demandas criminales, de investigaciones del CSI a la española, de órdenes de búsqueda y captura nada. Nada.
Y el que no hubiera nada tampoco sorprendía a casi nadie.
¿Por qué?
Porque los ocultistas constantemente están amenazando a todo mundo (incluso a sus colegas) con litigios, acciones legales, causas, demandas, juicios, pleitos legales, procesos, denuncias, querellas y demás procedimientos judiciales, invocando si se puede al Tribunal de La Haya y al Consejo de Seguridad de la ONU con objeto de provocar temor entre quienes los cuestionan por las tonterías que dicen y que no pueden probar.
Pero nunca llevan a cabo los procesos legales.
Tienen muy presente que Uri Geller ha hecho el ridículo al demandar a su crítico (o "detractor", como le gusta decir a Pedro Amorós Sogorb, quien cree que así pinta a los críticos con rasgos más feroces e irracionales) James Randi. Y el chiste le costó al ilusionista israelí varios miles de los dólares ésos que tanto le gustan y que colecciona con fruición.
Las amenazas de Íker Jiménez de demandar a todos los que divulgaron que la "noche de misterio" que andaba organizando era realmente una "alerta ovni" (otra) en la que quería embarcar astrónomos de verdad para hacerle el caldo gordo, no se materializaron.
Los bramidos de Bruno Cardeñosa amenazando con otra megademanda de carácter internacional a Perspectivas# por descubrirle una de sus mentiras tampoco se materializaron en demanda alguna.
Los charlatanes se ponen dignos, anuncian a gritos y urbi et orbi que echarán mano de la ley (al no poder echar mano de pruebas, de experimentos, de hechos, de ideas), sus seguidores los aplauden hasta desollarse las manos y comentan entre ellos qué tan bien los tiene puestos "el jefe" y cómo vencerá al adversario... y luego se olvidan de todo y pasan al siguiente punto del orden del día.
Como dicen en mi pueblo, "no hay borracho que coma lumbre", que es la forma de la conseja popular para señalar que la tontería y la necedad tienen un límite.
Pero no.
Finalmente, Pedro ha emprendido una acción legal.
Gracias, muchas gracias, Pedro, aunque no haya sido contra mí.
Gracias, aunque no haya sido más que un "parto de los montes".
En lugar de una denuncia atroz por un "delito" terrible de "difamación" por parte de la (o el) SEIP y el Ayuntamiento de Bélmez cual Don Quijote y Sancho (cuál es cuál queda a gusto del lector) o tremenda querella criminal contra Javier Cavanilles, lo que hay es una común demanda civil personal de Pedro Amorós Sogorb contra Javier Cavanilles, el diario El Mundo (en versión nacional, en línea y alicantina), contra el director de la edición alicantina y contra Pedro J. Ramírez (vaya, que es como decir que Bill Gates se salvó de milagro de verse incluido en este pote, y, dice mi abogada, Gutenberg la libró sólo por estar muerto), en una acción de "Protección civil del honor, la intimidad y la propia imagen".
Parturiunt montes, nascetur ridiculus mus profetizaba Horacio. Es decir, "Se ponen de parto los montes y nace un ridículo ratón". En lugar de un querellón que cimbre los cimientos de la jurisprudencia hispana sobre el ocultismo para establecer que los delincuentes son los que critican y no los que venden milagros, hay una acción menor en busca de... ¿lo adivina usted?
A ver, ¿para qué se dedican al ocultismo quienes manejan el cotarro? Ojo que no nos referimos a sus víctimas, a los creyentes, a los seguidores, a los que beben las palabras del subgurú, sino al subgurú.
En las inmortales palabras cantadas por Joel Grey y Liza Minelli, "Money, money, money, money, money, money..."
Con razón Pedro decía algunos meses después de su boba amenaza contra mí que no me había demandado porque soy "un mexicanito muerto de hambre". Si lo suyo es que lo adoren y ganar algún eurillo para ir tirando.
Dicen los que saben que la demanda en cuestión es la que se puede descargar en e-lecturas. Si lo es, vale la pena bajar los seis megabytes porque no tienen desperdicio.
Cierto que antes de presentarla, Pedro Amorós tuvo la aparentemente astuta, pero en realidad inútil precaución de borrar todo el sitio Web del SEIP, incluidas sus afirmaciones levemente discriminatorias contra quien esto escribe y firma o, mucho peor, las acusaciones delirantes y gravísimas de otros de sus seguidores contra otras personas que han osado críticar a la SEIP y a sus enjuagues, su venta de cedés milagrosos y otras cosas que pueden interesar a su señoría.
Los abogados que han visto la demanda paranormal se han carcajeado bien y bonito. Porque, sin darle más vueltas al asunto, para demostrar (el que demanda debe probar) que su honor ha sido mancillado, Pedro Amorós Sogorb sólo tendrá que demostrar que las caras duras de Bélmez son de origen paranormal, que es ingeniero informático, que es (o ha sido) miembro del SETI Institute y otras cosas, hermanitos y hermanitas, dignas de verse.
Porque más allá de argumentos, de ofensas, de amenazas, de infundios, de simpatías, de antipatías, de fingir que se es lo que no se es, de cobrar o no cobrar, lo único que importa es que los ocultistas den PRUEBAS de sus afirmaciones, y nunca las dan porque nunca las tienen.
En el universo del conocimiento, como en los tribunales, las pruebas mandan, rigen y controlan. Si se pasa usted en estos días por las listas de correos Charlatanes o Forodedios verá a algunos ejemplares divertidísimos argumentando todo tipo de orateces (abducciones extraterrestres, energías piramidales, misterios de la ingeniería de rascacielos), personajes del muestrario de la credulidad a prueba de bombas que lo hacen todo, todo, menos dar pruebas.
Así también Amorós y su troupe han chupado del tarro de Bélmez (libros, libritos, librotes, tours "todo pagado" a ver las casas de Bélmez, altar en la cassa de las primeras caras y todo) y de las sicofonías, y de la hipnosis, y de los ovnis, y de la ouija, y de lo que se ponga a tiro mientras suene a misterio, sin dar jamás una sola prueba de que sus descabelladas declaraciones, afirmaciones y conclusiones tienen alguna vinculación con la realidad.
En un tribunal, los cuentos y los rollos no son bien vistos. O el demandante demuestra que las caras son paranormales, o no es injuria decir que son lo que parecen: falsificaciones.
Será divertido, pues.
Y no se pierda, como bien advierte Razones para dudar esa última página de la demanda, en la que la etiqueta de una salsa se usa como argumento de que las caras son paranormales porque los hongos no medran en la pimienta verde o despropósito similar. Vaya, de la caradurología a la salsometría en dos lecciones fáciles, a ver si el juez cae.
Pedro, tu ayuda para desenmascarar lo que hay realmente detrás de esa actividad extravagante que pomposa e ingorantemente llaman "investigación" los ocultistas, ha sido y seguirá siendo invaluable. Tras la sábana del fantasma no hay muerto, hay un vivo que se pasó de vivo.
Por esas cosas (y muchas más), gracias, Pedro, muchas gracias. Tener a un ocultista demostrando sus trucazos y tratando de que un juez comulgue con ruedas de molino como tu club de admiradores es algo que yo siempre he querido ver. Y cuando el juicio de Geller contra Randi, estaba demasiado ocupado para asistir. A las audiencias de éste, si tengo la menor oportunidad, iré.