Usted seguramente recordará a los "reconocidos investigadores" a los que constantemente acude el mundo de la farándula paranormal para tratar de justificar sus barbaridades, aunque, eso sí, sin dar nunca el nombre de los "famosos científicos" y los "connotados expertos" que avalan bobadas sobre el creacionismo, que sueltan afirmaciones como que "ya no se pueden encontrar especies nuevas", que "confirman" la veracidad de fotos de fantasmas falsificadas, que dicen que "la ciencia ya lo sabe todo" y esa ristra de falsedades que son la materia fantástica con la que charlatanes inventan dos tipos de científicos: los que están de acuerdo con ellos y los que son tan tontos como ellos, ambas especies por fortuna en extremo escasas.
Retomando el testigo de estos insignes maestros del engaño, el embuste y el uso indigno de los medios, el vocero oficioso del Partido "Popular", Miguel Ángel Rodríguez, no contento con que su jefe ideológico, Mariano Rajoy, haya metido la pata sonoramente metiendo de paso en un embolao a su primo, investigador en física, soltó un par de perlas de colosales proporciones en una de sus cotidianas participaciones en Televisión Española, precedidas por su muy particular interpretación de "el síndrome Galileo", donde acusa a algunos de "mandar a la hoguera" a los que no están de acuerdo con ellos, cuando uno ve que más que hoguera le dan minutos de televisión para que envenene el ambiente, cosa que no hacía su jefe Aznar con sus opositores. Puntos de vista, supongamos.
Tratando de denigrar al ministro de sanidad Bernat Soria, y acusando al PSOE de "izquierda radical" (pues qué le digo, don Miguelín, no se parecen en nada a la izquierda extrema de antes, capitaneada por Stalin y sus émulos, que ciertamente no le abrían la televisión oficial a los rebuznos de la derecha chupacirios) dijo lo siguiente: "Hay reputados investigadores que dicen: la humanidad perecerá antes por la investigación genética y por las investigaciones de enfermedades en laboratorio que por cualquier cambio climático o incluso guerra".
El ex-portavoz de Aznar, presentándose ahora como periodista pero desempeñando exactamente el mismo papel de voz de la irracionalidad, la brutalidad, el autoritarismo y la mentira que caracterizaron el aznarato, le exige a Bernat Soria que debata esa afirmación pero, como es habitual, sin dar ningún dato, ninguna prueba, ningún nombre de esos "reputados investigadores" (uno supone que en teología y por la parte de la derecha de Benedicto XVI, que habrá de haberla) para saber con quién pretende enfrentar al ministro. ¿Cuáles investigadores, señor Rodríguez? Como periodista, informe bien y dénos los nombres de esos personajes cuyas afirmaciones usted seguramente ha leído y contrastado, no vayamos a creer que son inventados.
Esta egregia barbaridad sobre la que no tenemos más que la palabra dudosa, poco fiable, y nada creíble de Miguel Ángel Rodríguez, tendría un corolario fantástico en su mundo de delirios, que parece algo así como el tercer panel de "El Jardín de las Delicias" de El Bosco visto después de una noche de excesos varios con los socialistas light en el papel de Pol Pot: ¡es más importante luchar contra la investigación de las enfermedades en el laboratorio que contra la guerra, así sea la de Irak! Y es que claro, si la investigación de enfermedades es más peligrosa para la vida humana que una guerra nuclear (como la que todavía se podría desatar en Oriente Medio al calor de la barbarie de la "coalición" Bushista), ¿contra qué debemos enderezar nuestros esfuerzos? ¿Es promesa de gobierno rajoyista el terminar con ese peligro?
Esta afirmación tan escandalosamente insensata y disparatada de Miguel Ángel Rodríguez se ha visto, sin embargo, opacada en los medios por el siguiente fruto de su vena perlífera, sin duda mayor y más sonoro, y que dirige también al ministro: "hoy se ha pasado el día en las televisiones y seguramente se ha visto diciendo: 'en Andalucía se atienen a la legalidad, con respecto a la investigación'. sí, y era legal matar a judíos, los nazis los mataban conforme a la legalidad. Aquí estamos matando a personas de menos de tres meses porque no protestan".
Quien escuche o lea tales afirmaciones, pensará que España ha vuelto a la época de Franco, o más atrás, la época que respetaba la "legalidad nazi" que más o menos se imaginaba (como la esquela de Franco dedicada a Hitler en los primeros días de mayo de 1945, donde pinta a su viejo amigo como "defensor de la civilización cristiana", nada más lejos del pensamiento mágico de Hitler). Por fortuna para todos salvo para Miguel Ángel Rodríguez, nada de lo dicho es cierto: no era legal matar a judíos, por eso los nazis y sus herederos luchan por negar el holocausto, porque esa atrocidad, ese exterminio en serie que afectó también a gitanos, homosexuales y otros no gratos a la derecha criolla, ni siquiera fue consagrada en las abominables leyes de Nüremberg de 1936, ni en sus corolarios. Abundan los documentos que demuestran la falsedad de su dicho tanto como constatan la falsedad de los negadores del holocausto que por estos días han estado agasajando a David Duke (por ejemplo, las memorias de Adolf Eichmann y las entrevistas que a éste le hizo en Argentina Willem Stassen). Y los "menos de tres meses" de Miguel Ángel Rodríguez no son tres meses de edad, sino contados desde la gestación, productos de abortos que además no se hacen con el objeto de tener células madre. Se trata de abortos que no ilegalizó el jefe, amigo, compañero de viajes y mentor de Rodríguez, José María Aznar. Pero claro, en tiempos del PP Miguel Ángel no tuvo tiempo ni oportunidad de oponerse a esas políticas, que de haberlo tenido lo hubiera hecho (oh sí).
Todo el odio a la actividad, pensamiento y conocimientos científicos que destilan los charlatanes mediáticos va siendo recogido, con entusiasmo, por un partido político que cada vez parece más huérfano de ideas y más abundoso en odios y promoción de la antiinteligencia... igual que sus ideólogos de la misteriología.