agosto 16, 2010

¿Todo cura el cáncer?

Como comentaba en la entrada "Alternativa... ¿a qué?" (que por cierto fue mi debut en el colectiblog Amazings, excelente punto de partida para conocer a los mejores blogueros de ciencia y razón crítica de España), una de las características más peculiares del mundo de las creencias pseudomédicas es que sus adeptos son capaces de creer todo tipo de afirmaciones contradictorias entre sí sin que les estalle la cabeza o se les funda la médula espinal, lo cual no deja de llamar la atención.

Una mirada desapasionada al alternativismo pseudomédico no puede sino asombrar a cualquiera que no comparta de entrada la idea de que el método científico queda invalidado y es rechazable porque los médicos no son perfectos y las empresas farmacéuticas son empresas capitalistas con todos los defectos del capitalismo. Y que no crea también, por supuesto, que si hay que dudar de la medicina científica y basada en estudios, evidencias y confirmaciones, hay que aceptar ciegamente y sin duda alguna cualquier idea relacionada con la salud, cualquiera, que se le ocurra a cualquier cantamañanas, cualquiera, siempre y cuando sea convincente, simpático, agradable y muestre una dosis generosa de victimismo ("me persiguen los malvados médicos, científicos y políticos corruptos") y de mesianismo ("me juego la vida por su salud, porque tengo la verdad agarrada de las joyas de la familia y la difundiré porque los amo") cobre lo que cobre y careciendo de toda prueba, evidencia, indicio, indicación, rastro o fundamento para suponer que no está mintiendo.

Una aproximación al cáncer (que no es una enfermedad, sino una clase de enfermedades, algunas muy distintas entre sí) nos muestra que, según los alternativistas, puede curarse con:


Evidentemente, nadie puede probar en su propio cuerpo o cáncer (o en el de un ser querido) todas estas supuestas terapias a ver si le atina a "la buena", por muy desesperado que esté. Evidentemente no todas las cosas arriba indicadas pueden ser eficaces curaciones mágicas contra el cáncer.

Si visita algunas de las páginas referenciadas arriba, verá que lo único que comparten todas es la afirmación de que todas son perseguidas por la medicina "oficial" (sea lo que sea eso). Y sin embargo la medicina "oficial" (sea lo que sea eso) no consigue reprimir a ninguna, lo cual no deja de ser curioso cuando se presenta a la medicina "oficial" (sea lo que sea eso) como un ente más poderoso que Supermán con un injerto de Hulk.

Visto esto, emprendimos una serie de búsquedas al azar relacionando las más diversas palabras con el emocionalmente cargado término "cáncer" y el resultado fue, cuando menos, alucinante: las fresas, las nueces, las bayas de goji, las espinacas, la fruta de la pasión (maracuyá), el polvo de curry, el romero, las almendras, la patata, el plátano, el limón, el aguacate, la ortiga... no hubo un solo alimento de origen vegetal que hayamos buscado que no resultara que según alguien cura del cáncer o cuando menos lo evita.

Si tomamos así algo de lechuga y le añadimos aceite de olivavinagre, pimienta negra, tomate y cebolla, tenemos una ensalada mixta común y silvestre que para la banda pseudomédica es algo así como una bomba nuclear anticáncer. Lo que dejaría la pregunta de por qué nos da cáncer si comemos ensalada... o lo que sea, pues según los alternativeros prácticamente todo cura el cáncer o lo evita, con excepción, claro de los tratamientos científicamente desarrollados y probados día tras día en todo el mundo. Ésos no curan el cáncer, nos dicen.

Ahora, pongámonos en la piel de un alternativista enfrentado a esta colección de afirmaciones. Todos los que hemos anotado (y muchísimos más literalmente cientos) ofrecen la cura del cáncer.

Simplemente por probabilidades y porque la especie humana es como es, podemos pensar que al menos algunos de estos procedimientos son falsos, y algunos incluso fraudulentos (es decir, el que los vende sabe que nos está camelando, pero le importa más su bolsillo que nuestra vida), aunque muchos fueran realmente eficaces para curar el cáncer.

Así, el alternativista acucioso tendría que encontrar una forma de separar la verdad de la mentira y el error.

¿Qué hacer para saber si algo cura el cáncer?

Bueno, experimentar con personas es un poco bruto, sobre todo como punto de partida. Pero se puede, primero, encontrar si hay una relación estadística relevante entre el uso de alguno de estos procedimientos y la inmunidad al cáncer.

A continuación, habría que tomar las que parecen tener una relació con la curación del cáncer y ponerla a prueba en el laboratorio, es decir, usar animales o tejidos cultivados cancerosos y ver si el uso de estos procedimientos cura o no el cáncer en animales como las ratas o en tejidos.

Si algunos de estos procedimientos dieran resultados positivos, se podría empezar a pensar en ciertos estudios que se podrían hacer con voluntarios humanos, cuidando tener controles adecuados para que las expectativas y percepciones de la gente y de quienes los atienden no afecten los resultados, para lo cual habría que hacer una prueba de las llamadas "de doble ciego", donde ni los pacientes ni los que los atienden saben si realmente la persona se está, digamos, azotando con ortigas reales o con un sustituto que parece ortigas pero no lo es, que sería un "placebo".

O sea, el alternativista, que odia a la ciencia, a los científicos, a la razón, al rigor experimental y a todos los que practican estas cosas horribles, tendría que usar el mentado "método experimental", parte del odiado "método científico", como única, única forma de determinar cuál o cuáles de todas las afirmaciones de cura del cáncer es verdadera, o ninguna.

Y ése es el problema ante el que siempre chocarán: que para determinar la validez de las afirmaciones de sus gurús, pseudomédicos, doctoryuyus, chamanes, brujos o hechiceros tienen que hacer precisamente lo que nos permite saber, por ejemplo, que en un porcentaje de casos la cirugía y la quimioterapia curan el cáncer de ovarios. Lo sabemos con certeza.

Lo otro no lo sabemos con certeza porque los gurús, pseudomédicos, doctoryuyus, chamanes, brujos o hechiceros no quieren usar métodos adecuados para poner a prueba sus afirmaciones.

Y entonces, confiar en una ensalada común y corriente para evitar el cáncer, o en azotarse con ortigas para curarlo, no es precisamente una estrategia recomendable.