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Visitando sitios de los anillos Web a los que pertenecemos actualmente ("Red escéptica" y "The Skeptic Ring") encontramos numerosas páginas de interés que tocan algunos de los muchísimos aspectos de la falsedad organizada que se cobija bajo palabras como "esotérico", "místico", "parapsicológico", "alternativo", "natural", "tradicional" o, directamente, "mágico" (palabras todas que se traducen en una sola: "engañifa").
Ser exhaustivo con los cantamañanas que venden tales numeritos de circo no es tarea fácil. Constantemente aparecen nuevas variantes de sus chanchullos, inventan "disciplinas", se les ocurren "explicaciones" extravagantes y, en general, presentan un blanco móvil, como lo demostramos con la lista de sitios en los que proponen que está la Atlántida o Atlantis, en la que encontramos ¡12 opciones! a gusto del consumidor (debe haber muchas más).
Lo bueno es que la lucha contra la estupidez organizada es asunto de muchas personas en todo el mundo que, incluso, han logrado establecer cátedras universitarias dedicadas al pensamiento crítico y creativo.
(Uno pensaría que toda la educación se debería dedicar a conseguir que los alumnos piensen de manera crítica y creativa, y no sólo a la repetición mecánica de información que muchas veces ni entienden, pero la realidad es que a casi nadie, excepto a los alumnos, claro, le conviene que las mayorías piensen de manera crítica, y por tanto sus programas educativos casi nunca pasan por ahí.)
Nos encontramos, pues, en la Universidad Metodista del Sur (Southern Methodist University) el curso de física "El método científico: pensamiento crítico y creativo, desenmascarar a las seudociencias", diseñado e impartido por John L. Cotton y Randall J. Scalise, que a falta de títulos mamones como "Hipnólogo de seis pares de cojones" o "Máster en parapsicología con especialidad en la separación quirúrgica de los clientes y de sus billeteras" son humildes doctores en física.
En el tal sitio incluyen una lista de 24 preguntas que pueden (y deben) hacerse cada vez que algún haragán se le acerque para convencerlo de alguna novedosa forma de "curación", de algún impresionante "contacto extraterrestre", de la utilidad de la "hipnosis" para que le crezca el pito o las tetas, o de cualquier otra burrada seudocientífica.
Le escribimos al doctor Scalise pidiendo su permiso para traduicr y adaptar la lista de modo que la conozcan los lectores hispanoparlantes, y recibimos su permiso.
El crédito correspondiente es para los profesores John L. Cotton y Randall J. Scalise, quienes, a su vez, dan crédito a muchos escritores como Michael Shermer, Robert Park, Carl Sagan y otros que "han escrito libros y artículos sobre estos temas. Todos ellos han generado listas de cosas que hay que tener presentes y preguntas que deben hacerse para detectar las afirmaciones falaces e incluso el fraude directo".
Ellos resumieron esas listas, en ésta, "La colección para la detección de disparates" que, con su permiso, adaptamos y comentamos con dedicatoria especial a las sanguijuelas que se retuercen rabiosas cada vez que en este humildérrimo blog tiramos de la manta y exhibimos la clase de babosadas con las que medran.
Ninguna lista de preguntas, claro, basta para detectar todas las afirmaciones absurdas y los dislates de los loquitos, porque no hay nada que sustituya al sentido común (que, como todo el mundo sabe, es el menos común de los sentidos) pero, al partir de éstas que aquí reunimos, el ciudadano común y corriente tiene un asidero sólido cuando el canto de las sirenas lo atraiga a arrojarse por el precipicio del despropósito organizado y la ignorancia optativa.
1. ¿Cómo se anuncia el alegato o descubrimiento?
Un descubrimiento científico no sale del laboratorio directo a los periódicos. Debe explicarse en artículos que explican con todo detalle cómo se llegó a determinada conclusión, cómo se hizo el experimento, qué controles hubo, etc. Estos artículos se revisan antes de ser aceptados en una revista científica. Todo ello tiene por objeto evitar al máximo que orates pretenciosos hagan afirmaciones insostenibles y seudocientíficas. En esas revistas (no en las revistuchas pomposas y millonarias de los JIménez del Oso o los Javiercitos Sierra) se han publicado cosas como la teoría de la relatividad de Einstein, la mecánica cuántica de Planck (de la que suelen echar mano los charlatanes sin tener la más vaga idea de qué carajos significa), la vacuna contra la poliomielitis, la Viagra, los principios de la energía solar y eólica, los primeros intentos de trasplante, la determinación de la forma y composición del ADN, y prácticamente todas las cosas que sirven, funcionan, son reales y mejoran nuestra vida. Si el anuncio se hace en una conferencia de prensa, en una revista de dudosa seriedad (o de cero seriedad, que es lo más frecuente) o en un programa de televisión, vale la pena ser cauteloso, probablemente nadie ha verificado la validez de la afirmación, es decir, que no ha sido corroborada por investigadores independientes (no por los amigos del charlatán, ojo). Y ya si le piden dinero para suscribirse a un boletín, revista, sitio Web, lista de correos, curso o club iniciático, afiance su billetera con las dos manos y salga huyendo.
2. ¿La persona o grupo en cuestión suele hacer alegatos de ese tipo con frecuencia?
Si la fuente del sorprendente "descubrimiento" o afirmación hace con frecuencia alegatos que no se relacionan en lo más mínimo con el conocimiento certero del que disponemos en la actualidad, cuidado. El mejor ejemplo son los taradazos que anuncian cada tanto el fin del mundo, esperando algún día atinarle (no sé, supongo que en sus escasas y desnutridas neuronas creen que cuando el mundo sí se acabe van a ganar un montón de dinero yendo a programas de televisión). Otro ejemplo son los que empiezan jurando que graban las voces de los muertos y acaban ofreciendo cursos sobre "chakras", historias de duendes o cuentos de platillos voladores.
3. ¿Lo que se cita como prueba es evidencia anecdótica?
Las anécdotas o relatos individuales, carecen de utilidad científica y son, a lo mucho, indicios para sugerir avenidas de investigación. Pero recoger anécdotas o testimonios no es "investigación". Las anécdotas sólo dicen lo que una persona vivió y cree (suponiendo que no esté, además, mintiendo). No se puede inferir ningún principio generalizado a partir de una anécdota (ni de varias). Las afirmaciones, inventos, descubrimientos o relatos que citan grandes cantidades de anécdotas o testimonios y nada de pruebas sólidas son sospechosos.
4. ¿La fuente (persona, grupo, mafiecilla) alega que "la ciencia establecida está tratando de reprimir este descubrimiento"?
Alerta roja. Esta afirmación (que hacen buscando la simpatía que el noble espíritu humano destina a los Davids que luchan contra horrendos Goliats poderosos aprovechando que la gente en general no sabe como funciona la investigación científica ni qué es "la ciencia") suele hacerse sin ninguna prueba tampoco de que la "ciencia establecida" (sea lo que sea que eso signifique) esté haciendo tal cosa. Pero además, esa acusación aviesa no es ninguna prueba de que su afirmación sea verdad. Están mareando la perdiz, escondiendo la mano o haciéndose pendejos.
5. ¿El alegato encaja en lo que sabemos del universo?
Sabemos mucho sobre nuestro universo, realmente... mucho más de lo que imaginan los embaucadores. Sabemos cada vez más. Y, en el proceso de aprender eso, hemos descubierto el asombroso hecho de que todos esos conocimientos son armónicos y conforman un contexto amplio exento de contradicciones salvo en lo referido a interpretaciones sobre lo que todavía ignoramos (la ciencia avanza todo el tiempo, a diferencia de las seudociencias y falsedades). ¿La afirmación que se ofrece para nuestro consumo encaja en ese contexto de conocimiento ya adquirido? Shermer usa como ejemplo la afirmación integrista de que la Tierra sólo tiene 6,000 años de antigüedad, y que, para que la aceptemos, exige que aceptemos también que todo lo que se sabe acerca de la Tierra y el sistema solar mediante la astronomía, la física, la geología, la biología, la paleontología y otras ciencias es completamente falso.
6. ¿El descubrimiento se realizó en una situación de aislamiento?
Hace años, personas brillantes sin educación científica previa podían hacer descubrimientos científicos relevantes trabajando en la cochera. Hoy eso es prácticamente imposible. Por decirlo de algún modo, las cosas fáciles de descubrir ya las descubrimos, incluso varias veces. Es mucho más probable que la persona que anuncie tan gran "descubrimiento" sin formación científica esté malinterpretando un efecto natural ya conocido. Sin embargo, incluso cuando se les muestra su error, conservan la creencia de su grandeza. La psiquiatría tiene un nombre para eso.
Por ejemplo, en 1986, en México, un doctor León Roque, "descubrió" que el árbol del tepezcohuite (una acacia) era "bueno para las quemaduras" (así, en general y vagamente), sacó una patente en los EE.UU. (lo cual no significa nada) y se puso a comercializar su brillante descubrimiento: la corteza del tepezcohuite reducida a polvo.
Resultó que el agente activo del tepezcohuite era el ácido tánico (el mismo que se usa para curtir pieles) y que en el pasado la medicina ya lo había usado para tratar quemaduras, pero por sus efectos colaterales, su uso se había dejado de lado en la mayoría de los casos habiendo remedios más efectivos y menos peligrosos. Más aún, la patente del tal Roque era biopiratería pura, porque las propiedades del tepezcohuite en polvo ya eran conocidas por los mayas desde el siglo X. El ácido tánico (y, por ende, el tepezcohuite) sirve, para acelerar la cicatrización de pequeñas quemaduras o heridas, pero para nada más (mucho menos para tratar quemaduras graves y extensas, como quería inventar el "inventor").
¿Aceptaron la explicación el doctor y la caterva de "naturópatas" y "fitoterapeutas" que se le subieron al tren (por no mencionar a su socio, Jorge Santillana, que depredó los bosques chiapanecos para engordar el negocio jodiendo de paso a los indígenas de los alrededores según denuncia la ONG Pro Diversitas)? Por supuesto que no. Al cabo de unos meses, Roque ya vendía shampoo de tepezcohuite para evitar la caída del pelo (sin explicar qué carajos tiene que ver curar las quemaduras con la calvicie), chicle de tepezcohuite anticaries (tampoco lo explican), pomada de tepzcohuite para un cutis fresco y radiante y mil estupideces más.
Presionados por una opinión pública ignorante y sensacionalista, los hospitales mexicanos probaron el tepezcohuite con los mismos resultados que tenía el ácido tánico simple (que es, además, más barato), y su uso médico se abandonó. Pero aún se le puede encontrar, rodeado de verborrea estridente sobre sus "mágicas" propiedades, en diversas tiendas supuestamente "naturistas".
7. ¿Alguien ha tratado de refutar el alegato?
Es muy importante determinar si otros investigadores (independientes, insistimos, no cómplices, contlapaches, coequiperos, paleros, compadres, amiguetes o asociados del charlatán mayor) han tratado de duplicar el trabajo en cuestión. Es para esto que los científicos de verdad publican sus detallados artículos en las revistas serias: para que otros investigadores competentes puedan intentar reproducir los experimentos. Esos otros investigadores repiten los procedimientos y publican sus resultados y, si coinciden con los originales, se puede aceptar que son reales, no antes.
8. ¿La fuente (persona o grupo) ofrece una nueva explicación para fenómenos observados o simplemente está atacando la explicación ya existente?
Como ocurre con las afirmaciones de que "la ciencia" los reprime, esta afirmación no ofrece ninguna prueba real de que el descubrimiento es válido. Cualquier persona que ataque las explicaciones ya existentes deben probar tanto que la explicación es incorrecta como que su explicación alternativa (si la tiene) es más sólida que la anterior. No habiendo evidencia, lo único que sabemos es que no les gusta la explicación existente, a saber por qué.
Sabemos, por ejemplo, que los objetos que se ven en el cielo son estrellas, cometas, meteoritos, satélites humanos, naves espaciales humanas, aviones, helicópteros, globos aerostáticos, paracaidistas, relámpagos, pájaros diversos y cosas así de vulgares. Si alguien pretende cambiar esas explicaciones por una en la cual un objeto más o menos difuso fotografiado por un zoperútano incapaz de enfocar una cámara es "una nave extraterrestre", necesita pruebas bastante más sólidas que la foto fodonga que vende por las televisiones, ¿no? Necesita, por lo menos, a los extraterrestres en persona y con su correspectiva prueba de ADN. El salto lógico inmenso que va de un manchón en una foto a una civilización completa que viola las leyes del universo no se justifica en modo alguno.
9. ¿La fuente alega que "este conocimiento ha sobrevivido tanto tiempo que debe ser bueno"?
Hay muchas cosas que se "descubrieron" en el pasado, joyas de la sabiduría ancestral como "la Tierra es plana", "las enfermedades las causan los demonios", "los aristócratas tienen la sangre azul", "si uno se momifica luego vuelve a la vida", "hay cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego" y otras joyas de esa calaña que el tiempo ha demostrado que no tienen base en la realidad. La "antigüedad" o "tradicionalidad" de una afirmación no le da ningún nivel de verdad. Lo que importa son las pruebas, no lo antiguo de la afirmación. (Ya en nuestra entrada "Cuentos chinos II: ignorancia tradicional, ignorancia alternativa" vimos lo atrozmente inútil que resultó la medicina tradicional china para darle una vida más larga y sana a los chinos durante miles de años, mientras que la medicina real ha obtenido resultados espectaculares y beneficios demostrables para los chinos.)
10. ¿El efecto observado es demasiado pequeño y lo acompaña la imposibilidad de aumentarlo?
Una pregunta compañera de ésta debe ser: ¿el experimento es multiestadístico o es una medición directa?
Los soplapitos de la parapsicología siempre empiezan con una afirmación encabronadamente gorda: "Hay gente que puede mover objetos con la mente" y, cuando pueden, se apoyan en los trucos de escenario de "gurús" extractores de dinero como Rosa Kuleshkova, Nina Kulagina o Uri Geller, que trabajaron siempre sin control científico. Pero cuando estas afirmaciones maravillosas van al laboratorio, la falta de resultados los lleva a hacer estudios estadísticos enormes buscando que alguien mueva a distancia objetos de apenas unos microgramos (millonésimas de gramo) de peso ubicados en una balanza de precisión. Y, aún en esos casos, los resultados apenas se apartan de lo esperado por el azar. Es la historia de todas las "investigaciones en percepción extrasensorial" que desarrolló J.B. Rhine en la universidad de Duke (misma que encontró tan poco impresionantes y malhechotas las investigaciones de Rhine que ya no financia boberías de ese tipo, sino que se concentra en cosas valiosas como las neurociencias, la antropología cultural y la física de partículas).
Las investigaciones estadísticas nos dicen, para empezar, que no hay prodigio tal que haga las maravillas que primero afirmaron los soplapitos (esto vale igual para la astrología, la telepatía y otras supercherías que han intentado conseguir en la estadística un asidero a sus alucinaciones). Y, por lo que sabemos de estadística, sobre todo en muestras enormemente grandes, las variaciones de la media suelen deberse más a un pequeño sesgo sistémico en el diseño experimental que en a un efecto verdadero. La estadística tiene su valor, pero si no está apoyada en otras pruebas, resulta inútil.
11. ¿Las pruebas del "descubrimiento" no mejoran con el tiempo?
Ésta se relaciona estrechamente con la pregunta 10. Si el efecto observado es en realidad un pequeño sesgo del protocolo experimental, nada que haga el investigador podrá aumentar el efecto. Para la comprobación vale la pena estar atentos a los resultados de experimentos posteriores. Si resulta que el efecto observado se hace de hecho más pequeño conforme mejoran los métodos experimentales, lo más probable es que un experimento perfecto demuestre que no existe el efecto que se afirma.
En la ciencia, lo que le costó mucho trabajo a los pioneros se vuelve trivial para sus legatarios al mejorar las técnicas experimentales para obtener mediciones más precisas y útiles. En seudociencia, los conocimientos están inmóviles, con frecuencia durante siglos.
12. ¿Hacia dónde apunta la mayor parte de las pruebas, al nuevo alegato o a otra cosa?
Pregúntese si el originador de la "explicación" se está concentrando en un detalle muy pequeño e ignorando una base enorme de pruebas acumuladas que indican que la explicación es otra? Es decir, tenga presente el contexto del conocimiento actual al analizar las pruebas del alegato.
13. ¿Qué tipo de razonamiento se usó?
No, no vamos a decir que la charlatanería se distingue por no usar razonamientos. Lo que sí podemos decir es que sus razonamientos se hacen sin el rigor mínimo de la más elemental lógica.
A lo que se refieren aquí los compiladores de la lista es a un pensamiento que se llama en latín Post hoc, ergo propter hoc y que se traduce como "después de esto, por tanto a causa de esto". Esto implica una confusión sobre las causas de un acontecimiento. El que A ocurra después de B no significa que A sea "causado" por B.
Hay un error que ilustra este pensamiento. Muchas personas se deben someter a tratamientos médicos prolongados que pueden ser desesperantes. Estos tratamientos en ocasiones no ofrecen ninguna sensación de mejoría en las primeras etapas, lo que puede desesperar al paciente. Si el paciente va entonces con algún médico brujo o curandero (ahora les gusta que les llamen "sanadores") y poco después empieza a experimentar una mejoría, es común que lo atribuya al sanador (post hoc, ergo propter hoc) y no al tratamiento médico, aunque realmente el médico brujo no haya tenido ningún efecto.
Dicho de otro modo, la correlación no implica causación.
Las supersticiones son ejemplo, también, de este pensamiento. Si un día aprobamos un examen difícil y resulta que ese día no nos cambiamos de ropa interior, un pensamiento acientífico nos hará suponer que "no cambiarse de ropa interior" es el elemento que "causa" que aprobemos el examen, por lo cual podemos incurrir en la práctica supersticiosa de no cambiarnos de ropa interior cuando vayamos a tener examen.
Vale la pena tener también cautela con lo que los doctores Scalise y Cotton llaman "técnicas cuestionables" (y que nosotros llamamos engañifas insostenibles) como la regresión hipnótica, la evidencia anecdótica (véase la pregunta 3), las pruebas de mala calidad (como las fotos borrosas), las teorías de la conspiración (como los grandes encubrimientos gubernamentales) y los sencillos errores de percepción.
Paréntesis sobre los "sencillos errores de percepción".
Dando un taller de géneros periodísticos en la Universidad Autónoma del Estado de México hace una década (o más), adapté un experimento sicológico para demostrarle a mis alumnos por qué debían ser muy cuidadosos con sus fuentes y testigos. A media clase, llegó un muchacho desconocido preguntando por una tal "Leticia". Yo le dije que no había ninguna Leticia en la clase y, en ese momento, llegó otro muchacho insultando al primero, lo golpeó brutalmente, el primero cayó en mitad del salón mientras el segundo huía, y el primero se levantó y salió en su persecución. Todo esto pasó a mediodía, frente a tres decenas de periodistas, algunos ya con experiencia, que quedaron bastante impactados (la violencia nunca es agradable ni neutral, nos dispara la adrenalina invariablemente). En ese momento, les pedí que escribieran una nota corta periodística sobre lo que vieron.
El resultado fue el que predecía el experimento: pese a haber sido testigos presenciales y atentos de un hecho acontecido minutos antes, todos fallaron en la descripción exacta de los hechos, debido a la enorme carga emocional que les provocó la violencia. Le ponían a uno la ropa del otro, o les cambiaban el color de la ropa, o la descripción, le ponían y quitaban bigotes y barbas a uno y otro, agregaban u omitían palabras del breve diálogo, en fin, que con base en su descripción ningún policía habría encontrado a los dos alumnos de teatro que me ayudaron en la demostración.
Lo que yo buscaba era que los alumnos, en su trabajo periodístico, no se conformaran con que alguien dijera haber visto algo, que tuvieran presente que los testigos no son 100% confiables, sobre todo cuando están bajo tensión emocional. El experimento sirve también para el pensamiento crítico: no podemos ni debemos creer todo lo que nos dicen, así lo digan "capitanes de aviación" u otros personajes de cierta autoridad citados con frecuencia por los mercaderes de lo irreal. Todos podemos tener errores de percepción, y de hecho los tenemos con más frecuencia de lo que creemos.
Fin del paréntesis.
14. ¿La nueva afirmación ofrece una nueva explicación a algún fenómeno y, en tal caso, explica tantos fenómenos como la explicación anterior o más?
La teoría de la relatividad de Einstein, por ejemplo, explicaba más fenómenos de los que podía explicar la mecánica clásica newtoniana. Pero a velocidades muy inferiores a las de la luz, la relatividad se reduce a la mecánica clásica de Newton.
15. ¿Hay alguna indicación de que las creencias y prejuicios de la persona o grupo que hace la afirmación estén influyendo en las conclusiones?
Esta pregunta se puede decir también así: ¿Se han ignorado o hecho a un lado otras pruebas? Para tener una explicación de las cosas se deben tomar en cuenta todas las pruebas, no sólo las partes que nos convienen. El proceso científico está diseñado para conseguir esto, precisamente.
16. ¿Es posible probar la afirmación?
Las explicaciones que no hacen predicciones que se puedan probar son inútiles y no le añaden nada al conocimiento. Si se afirma, digamos, que las posiciones de algunas estrellas y planetas cuidadosamente seleccionados afectan de manera clara los acontecimientos de este planeta, tanto que hay gente dispuesta a cobrar por descifrar tales influencias, deben poder hacer predicciones que se puedan probar. Pero cuando se llega aquí, los astrólogos dicen vaguedades convenencieras como "las estrellas no determinan, sólo influyen" o cosas así, con lo cual hacen imposible que se pruebe si sus rollos son reales o, como parece, charlatanería con un grado de pureza química propio para aplicaciones industriales. Afirmaciones como "Dios lo hizo" tampoco se pueden probar.
17. ¿Se ofrece una cadena de pruebas (eslabones)?
Si la fuente presenta una cadena de eslabones probatorios de un alegato, todos los eslabones deben ser sólidos. Una cadena probatoria es inútil si falla incluso uno de sus eslabones. Si alguien alega que A causa a B, que B causa a C, que C causa a D y que D causa a E (cuya conclusión lógica es que A causa en última instancia a E), más vale que estén listos para demostrar todos los eslabones. Si, por ejemplo, se prueban todos los eslabones excepto que C causa a D, que no se puede probar, entonces no se puede decir que A dé como resultado E.
18. En casos extremos, como los alegatos sobre ovnis, ¿pueden descontarse con certeza la posibilidad de un fraude o bulo?
Por ejemplo, las pruebas que se dan sobre los "platillos voladores" son generalmente fotográficas o videográficas. La tecnología de imágenes actual es tan buena que no es posible detectar una fotografía fraudulenta examinándola (cuando se puede, porque los negativos tienden a perderse y se trabaja con copias que no se pueden analizar). Pero no olvidemos que películas como 2001, una odisea del espacio se hicieron cuando no había animación computarizada, y sin embargo los efectos son impresionantes. La afirmación de que una fotografía ha "pasado por todas las pruebas fotográficas" parte de una falacia: que los expertos en fotografía pueden realmente detectar todos los fraudes, cosa que no es, ni nunca ha sido cierta. Los análisis fotográficos pueden detectar algunas manipulaciones, pero no todas, ni mucho menos. El que un experto no detecte el fraude simplemente demuestra que el fraude está muy bien hecho. A menos que se pueda descontar totalmente el fraude, queda siempre la probabilidad de que las pruebas sean falsas.
19. ¿El invento que se alega violaría las leyes de la termodinámica?
Siempre hay que tener presentes las leyes de la termodinámica. El universo, quiéranlo o no los chupasangres, funciona de acuerdo a un conjunto de leyes físicas que entendemos muy razonablemente. Esas leyes rigen todo lo que pasa en nuestro universo, describiendo con precisión lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. No hay inteligencia tal, por extraterrestre que fuera, que pueda violar dichas leyes.
La Primera ley de la termodinámica dice, simplemente, que "no se puede ganar". La energía se conserva, no se crea mágicamente. El latinajo correspondiente es Non gratuitum prandium, es decir, que no hay almuerzos gratis. No se puede obtener energía térmica de una sola fuente, se requiere un flujo de calor de lo caliente a lo frío.
La Segunda ley de la termodinámica dice "no se puede empatar". Todo proceso de conversión de la energía tiene pérdidas, es decir, la cantidad de energía que se extraiga de él será menor que la energía que se había invertido en él. La diferencia es calor perdido, y colabora con la creciente entropía del universo. Nadie nunca ha descubierto una forma de impedir esto. Por supuesto, si algún contactado u ovnílatra dice que "los extraterrestres sí pueden hacerlo", tiene que demostrar cómo, con una explicación clara y detallada, no sólo hacer la afirmación en el vacío.
Obtener "algo a cambio de nada", o bien obtener "mucho a cambio de poco" es una propuesta de la magia que no ocurre en la realidad. Enamorar a alguien es una fuerte inversión emocional, en tiempo y en dedicación, que no se puede sustituir con un "filtro de amor", por ejemplo.
20. ¿El alegato o el descubrimiento es verdaderamente espectacular?
En palabras sencillas, los científicos dicen que "las afirmaciones extraordinarias demandan pruebas extraordinarias". Ni más ni menos. Si una afirmación niega el conocimiento existente o abre avenidas totalmente nuevas, debe ofrecer pruebas sólidas. Si se alega que se ha descubierto vida en Marte o que alguien ha conseguido detener el proceso de envejecimiento, se requieren pruebas verdaderamente extraordinarias para demostrarlo. Una observación vaga, unas pocas anécdotas, un acierto al azar no bastan. Si bastaran, nos creeríamos cualquier pamplina simplemente al escucharla.
21. Cuidado con las defensas especiales.
Se debe tener especial cautela ante cualquier alegato o excusa de que el efecto que se alega no puede medirse por alguna razón. Por ejemplo, está el cuento de que "la presencia de un no creyente contamina el efecto" (en realidad, el efecto desaparece cuando el charlatanazo se entera de que hay un escéptico presente, yo en lo personal he estado en exhibiciones de variadas patrañas, lanzando cuantas malas vibraciones se me ocurrían, y de todos modos las maravillas seguían ocurriendo, hasta que el cirquero de turno se enteraba de que yo soy escéptico y que quería someterlo a una investigación seria, entonces y sólo entonces sacaban esta flaca excuda). Otro alegato igualmente farsantesco es que "medir el efecto lo destruye". En pocas palabras, si no se puede medir un "efecto", lo más probable es que no exista y que lo demás sean coartadas para seguir una labor desplumatoria.
22. Si el efecto se mide en una muestra, ¿cómo se obtuvo esa muestra?
La medición estadística demanda que se tenga una muestra verdaderamente aleatoria. La obtención de tal muestra es toda una especialidad, y es algo mucho más difícil de lo que muchos creen. Si el muestreo es incorrecto por alguna de muchas causas, habrá problemas que pueden sesgar gravemente los resultados.
Por ejemplo, si para una encuesta deseamos una muestra al azar, ¿qué habría que hacer? No vale tomar el directorio telefónico al azar, pues dejaríamos fuera de la muestra a quienes no tienen teléfono o no aparecen en el directorio. Ir al centro a elegir peatones al azar excluirá a todas las personas que no suelen ir al centro. Obtener una muestra verdaderamente aleatoria y, por tanto, representativa, no es fácil.
Y, claro, especialmente sospechoso resulta cuando la "muestra" está compuesta únicamente de cófrades, discípulos, creyentes, seguidores, fans, aficionados, colegas o compañeros de borrachera de los que hacen el alegato en primer lugar.
23. Cuidado con el pensamiento del tipo "no puede ser, así que no es".
En el incidente de las Hadas de Cottingley, en 1917, dos niñas que eran primas tomaron fotografías que supuestamente mostraban hadas jugueteando con ellas en el bosque. La gente considró que las dos niñas eran incapaces de realizar tamaño fraude, y por tanto concluyeron que no lo habían hecho, después de lo cual se presentaron las fotos como "fotos genuinas de hadas" (en el garlito cayo hasta Arthur Conan Doyle, que pese a haber creado a un personaje científico y escéptico, como persona se tragaba cualquier cuento). Finalmente, mucho después, se demostró que las niñas habían, efectivamente, recortado las "hadas" de algunas revistas y las habían fotografiado para una broma que se les salió de las manos cuando las vieron otras personas. Eso sin contar con que nadie tomó en cuenta que el padre y tío de las niñas era un avezado fotógrafo.
Este argumento debe recordarse cuando se alega, por ejemplo, que el distinguido vividor "Billy" Meier "no pudo" falsificar sus fotos de ovnis. ¿Cómo que no pudo? Claro que pudo.
24. Tenga en cuenta la ortografía y la gramática.
Al leer un sitio Web, un volante o cualquier otra cosa, tenga presente qué tan bien está escrito el material. Un sitio Web o material impreso lleno de faltas de ortografía y mala gramática es altamente sospechoso.
(La verdad, este último punto me sorprendió en especial, ya que suelo hacer burla de la patente incapacidad de los charlatanes para expresarse correctamente en su idioma. Sí, me parece increíble que "iluminados" que han "trascendido los groseros límites del espíritu humano" y que se fingen "mentes prodigiosas" cuando no "másters en mamología" no sepan siquiera comunicarse correctamente.)
Hasta aquí la lista de Cotton y Scalise. Yo añadiría (y añado) un punto 25:
25. ¿El alegato acude a alguna forma de la magia?
Ya hemos explicado, al desenmascarar las patrañas del tal Txumari Alfaro lo que es la magia representativa. Si el alegato afirma que el hecho de que una cosa se parezca a otra o la represente dé como resultado una relación funcional, es poco confiable.
Por ejemplo, el remedio chino de comer pene de ciervo para la impotencia, o cuerno de rinoceronte en África, o el ginseng coreano, se basan en la simbología fálica que implica que algo que parece un pene "ayuda al pene". La relación entre ambas cosas se basa en una creencia mágica que no puede demostrarse con hechos. Lo mismo pasa con la astrología y su taradez constantemente repetida de que "como es arriba es abajo", sin que nunca se hayan detenido a demostrar esta afirmación.
Un caso final es la homeopatía, que afirma que las enfermedades se curan con sustancias que provoquen los mismos síntomas. La idea de que una quemadura se debe tratar con algo que arda o que una fiebre gripal se cure contaminándonos con malaria (que también provoca fiebre) es patentemente boba.
Ahora sí, fin de la lista, por el momento.
Pero recuerde, si estas 25 preguntas y advertencias no le bastan, eche mano del sentido común. Al ejercitarlo se evitará el riesgo de acabar ensartado en las fauces de peligrosos creyentes fanáticos que pueden costarle dinero, salud, dignidad y hasta la vida, o de ser pasto y manutención de la mayoría de los charlatanes, los que saben a ciencia cierta que mienten y de ello hacen su miserable, desvergonzado y deshonesto modo de vida.