noviembre 05, 2007

El castillo de Drácula que no lo era

Doña Carmen Porter, con ese compromiso con los hechos perfectamente constatables y esa profesionalidad periodística de la que modestamente presume a gritos la emisión de entretenimiento Cuarto Milenio esta madrugada de domingo a lunes le ha contado al desprevenido público que un diario ha afirmado que "El Castillo de Drácula" se ha convertido en la segunda residencia más cara del mundo porque lo andan vendiendo en un montón de millones de euros. Esto lo escuché de paso porque la imagen que mostraba la televisión simplemente no se parecía a la ciudadela de Poenari del valle de Arges, en Valaquia, que se considera como el castillo de Vlad Tepes, "El Empalador", inspirador en parte de la novela Drácula de Bram Stoker y que conozco por mi gusto por las novelas de horror.

En medio del incesante desfile de supuestos investigadores, de elegías a Von Däniken y delincuentes similares, de psicofonías de fácil falsificación y de la obsesiva (y a mis ojos repugnante) crónica de carnicerías infantiles, fantasmas de niños, zapatitos de niños, tumbas de niños, fotos falsificadas de niñas gigantes, todo al parecer en la convicción de que las atrocidades contra los menores "hacen buena televisión", el programa de Íker Jiménez mostraba esta imagen, mientras que la ciudadela de Poenari es ésta (gracias al excelente fotógrafo británico Simon Marsden por su permiso para reproducir su espléndida fotografía del verdadero castillo de Vlad Tepes):




Ciudadela de Poenari, castillo de Vlad Tepes, Arges, Valaquia, Rumania.
Copyright © Simon Marsden, usada con permiso del autor
(Así es como se usa la obra creativa ajena, pidiendo autorización,
a ver si se enteran los fracasados del misterio.)


Hay otra imagen aquí.

El artículo periodístico al que hacía referencia Carmen Porter, así como la imagen que presentó inexactamente como "el castillo de Drácula" son del Castillo Bran, situado en Brasov, Rumania, del que hay una leyenda (demasiado "convenientemente moderna") que dice que una vez, en el siglo XV, Vlad Tepes pasó una o dos noches allí. Lo cual no hace de tal castillo "el castillo de Drácula", del mismo modo en que, por decir algo, el Paraninfo de la Universidad de Alicante no se puede vender como "El Paraninfo de Íker Jiménez" sólo porque un día estuvo allí ese señor emitiendo un programa de radio de entretenimiento.

El Castillo de Bran fue construido como fuerte de los caballeros teutónicos en 1212, más de 200 años antes del nacimiento de Vlad III, "El Empalador". Desde el siglo XVII estuvo en manos de la dinastía de los Habsburgo, en 1948 fue confiscado por el régimen comunista y en 2006 se le devolvió al heredero sobreviviente de los Habsburgo, el arquitecto neoyorquino Dominic van Hapsburg, que acordó con el nuevo gobierno rumano no tocarlo durante tres años. Ahora, Dominic ha puesto en venta el castillo, donde no vive ni vivió tampoco él y que, según el encargado de relaciones públicas del museo en que está convertido el castillo, Alex Priscu, costaría mucha plata convertir en una residencia, así que incluso lo de "propiedad residencial" queda en duda.

Ciertamente no faltan periódicos con información poco fiable y sitios Web de desorientados paranormaleros, que al grito de "yocreoenloquesea" rebuznan que ése es "el castillo de Drácula", y no faltan los vivarachos que venden "souvenirs" en los alrededores de la edificación, para el caso. Así, cualquiera puede llamarse a engaño si cree, leyendo una de esas fuentes, que eso perteneció al siniestro defensor de la Europa católica, cualquiera menos un periodista decente, pues. Y uno esperaría que un "equipo de periodistas profesionales" tan gustoso de repetir ad nauseam su "compromiso con la verdad" se habría tomado la molestia de revisar los hechos antes de soltar un bulo en televisión. No sé, si pueden navegar por Internet para encontrar "pruebas" de los "milagros" del papa Wojtyla, más fácil era enterarse de lo que yo me enteré en 10 minutos. O se le puede preguntar del asunto a alguien que sepa de qué va la cosa, aunque no sea un "experto en todo" como esa especie de muñecos para pruebas de choques que suelen ocupar la mesa televisual alrededor de su asombrado empleador.

Esperamos que con esto, la semana que entra Cuarto Milenio emita una disculpa a sus espectadores, dando la versión real, no vaya a ser que algún malintencionado crea que en Cuarto Milenio les da igual eso del profesionalismo, la verdad, los hechos y el periodismo.