junio 08, 2004

Los imanes mágicos (no, usted no es un clavo)

En el mundo de las tonterías médicas, merece lugar aparte la sublime estupidez que quiere cobrarle a usted por acercarle imanes, por la infundada superstición de que los imanes pueden tener un efecto sobre su salud.

(Foto GFDL de Oguraclutch,
vía Wikimedia Commons)
Si usted no es un clavo, los imanes poco pueden hacer por usted. Pero si usted sí es un clavo, los imanes pueden atraerlo con una fuerza que responde a determinadas leyes de la física (disciplina que desprecian a lo tarugo los médicos brujos), pero no curarle nada.

El hecho de que no haya una sola demostración de que los imanes tengan algún efecto beneficioso sobre la salud humana, el que los que proponen esta brujería no tengan ni una investigación para apoyarse, no quita que haya salteadores de caminos vendiendo colchones con imanes, plantillas para zapatos con imanes, fundas de silla con imanes y, a poco que nos descuidemos, nos recetarán supositorios con imanes.

Por supuesto que para desarrollar adecuadamente el negocio del curanderismo, debe buscarse un nombrecito que termine en "terapia", ya que tenemos:

  • la "aromaterapia" (curarse oliendo cosas, generalmente florecitas),
  • la "cromatoterapia" (curarse viendo colorcitos, aunque nos seduce mucho la pretenciosidad bestial de cierto sitio que asegura que tal "disciplina" es un método terapéutico que utiliza unidades vibratorias de referencia llamadas "colores"; la mamonería de disfrazar el tema con extravagentes "unidades vibratorias de referencia" es de campeonato),
  • la "hidroterapia del colon" (es lo que mi abuela llamaba "lavativas", algo por lo que nadie pagaría, pero cambiándole el nombre, por una salvaje "hidroterapia del colon" de 30 minutos, le mondan 45 euros o más),
  • la "reflexoterapia podal" (forma del vudú absolutamente sin bases que asegura a los ingenuos que el cuerpo está "representado" en las plantas de los pies y que hacerle masaje a la parte del pie que representa "el hígado" es como hacerle masaje al hígado, taradez inmunda que no explica por qué no se hace el masaje directamente al hígado, ni explica por qué el hígado se podría curar con masajes; es exactamente el mismo razonamiento mágico que supone que clavarle agujas a un muñeco que representa a alguien le causará dolores a ese alguien),
  • la "auriculoterapia" (la misma salvajada de vudú, pero ahora con el cuerpo "representado" en la oreja, sin que nadie lo haya tenido que demostrar para cobrar por ello)
  • y, por supuesto, la "orinoterapia", la cerda, guarra, inútil y potencialmente peligrosa práctica de meterse en el cuerpo lo que el cuerpo echa fuera, es decir, beber la propia orina (y uno tiembla al pensar en que algún cantamañanas de cuarta categoría esté presto a lanzar muy pronto la "mierdoterapia", total ya qué).

Nace así la "magnetoterapia", el tratamiento con imanes.

¿Tratamiento? Me quedo corto.

Como todos los embustes seudomédicos, la "magnetoterapia" promete todo tipo de orateces, entre ellas rejuvenecer a la víctima, cambiarle las canas por sedoso cabello oscuro sin necesidad de tintes, y curarle algunas pocas afecciones:

Absceso, Cefalea, Gastritis aguda y crónica, Orquitis, Agresividad, Circulación sanguínea, Gota (Artritis úrica), Páncreas, Anemia, Cistitis, Hemorragia, Piel, Angustia, Coágulos de sangre, Hemorroides, Prostatitis, Ansiedad, Colecistitis, Hepatitis, Quemaduras, Aparato respiratorio, afecciones del, Cólicos biliares, Hipertensión arterial, Reglas abundantes, Apéndice, Cólicos estomacales e intestinales, Hipotensión arterial, Reglas, ausencia (Amenorrea) e insuficientes, Artritis, Colitis aguda, crónica y ulcerosa, Impotencia masculina, Reglas con frecuencia o ritmo irregular, Asma respiratoria, Colon irritable, Infertilidad femenina, Reglas dolorosas (Dismenorrea), Atonía del colon o intestino perezoso, Diabetes, Infertilidad masculina, Taquicardia, Atonía estomacal o gastroatonía, Dispepsia e indigestión, Insomnio, Tensión, Bronquitis, Dolor de cabeza, Insuficiencia cardiaca, Tumores benignos, Calambres musculares o espasmos, Fibromas, Insuficiencia pulmonar, Úlcera, Cálculos biliares (vesiculares) o colelitiasis, Fisuras en el ano, Nefritis, Uretritis, Cálculos en los riñones (renales), uréteres y vejiga, Fracturas, Ojos, derrame sanguíneo, Várices, Cáncer, Frigidez, Ojos, dolor de, Vesícula biliar y conductos

Tan asombrosa cuanto evidentemente chapucera lista la sacamos de un sitio dedicado a las más diversas formas de sacarle dinero a la gente con el pretexto de ayudar a su salud.

¿Será posible tanta belleza? ¿Será posible que unos simples imanes puedan tratar con eficacia al msimo tiempo trastornos infecciosos, anatómicos, degenerativos, fisiológicos y sicológicos? Es que curar el cáncer con lo mismo que "cura" una fractura es toda una hazaña... o es un embuste del tamaño de la pirámide de Keops.

A ver: los imanes atraen al hierro, al níquel y al cobalto. Un imán natural es simplemente un mineral con iones de hierro. ¿Cuánto hierro tiene el cuerpo humano? Cuatro gramos, más o menos, el 65% del mismo en la hemoglobina de la sangre (cuatro átomos en cada molécula de hemoglobina).

Cuatro gramos en un cuerpo humano normal de entre 45 y 80 kilos es un porcentaje diminuto, muy importante desde el punto de vista de la química de nuestro organismo, pero intrascendente al nivel físico que es al que operan los imanes.

Y eso sin contar con que el hierro en nuestro cuerpo, los cuatro gramos de los que estamos hablando, no está en estado libre, sino en compuestos, y por tanto no reacciona ante los imanes, del mismo modo que el oxígeno y el hidrógeno no se comportan como tales cuando están en el misterioso compuesto llamado "agua".

¿No nos cree? Haga el experimento que propone Michael Shermer: píquese un dedo con un alfiler (puede alucinar que está haciendo acupuntura tántrica o alguna tontería similar), ponga en un platito unas gotas de su sangre y acérquele el imán más potente que tenga; podrá ver asombrado cómo a la sangre ni le va ni le viene la presencia del imán, ni se siente atraída ni se siente repelida ni se da por enterada, simplemente se empieza a coagular y secar con toda normalidad.

Además de asegurar que "cura" toda la lista de manicomio que reproducimos, el reclamo más común de los mercachifles de imanes es que "disminuyen el dolor". ¿En serio? Los estudios realizados al respecto por el Colegio de medicina podológica de nueva York poniéndole imanes en los talones a personas que sufrían de dolores demostraron que el mismo número de personas que usaron plantillas magnéticas y el de quienes usaron plantillas no magnéticas reportaron que sus dolores se reducían.

Efecto placebo, pues, del que ya hemos hablado en nuestro artículo sobre homeopatía.

¿Le importa eso a los buhoneros de la "medicina alternativa"? Para nada. Ellos son felices vendiendo colchones, somieres, brazaletes (¿se acuerdan de la modita de los brazaletes de cobre de hace unos años, que supuestamente eran lo máximo para la artritis y que al final fueron olvidados?, pues ahora vuelven los mismos brazaletes mamones pero "magnetizados"), anillos, collares y lo que a usted se le ocurra (y quiera pagar) con los "misteriosos" imanes.

Los ingenuos que se creen clavos se imaginan que el magnetismo es algo así como magia y palman con los billetes.

(Vaya y pase que quienes vivían en la ignorancia del pasado se asombraran de los imanes y creyeran que tenían propiedades mágicas. En otros tiempos no se les entendía, y por ello había prácticas mágicas inútiles como no llevar en los barcos cebollas o ajos porque los simples marineros de esos duros tiempos afirmaban que el mal aliento "desmagnetizaba" la aguja de la brújula... hasta que alguien se comió un kilo de ceboollas y medio de ajos y fue a eructarle encima a la brújula, que siguió, pertinaz, mirando al Norte.)

Ni qué decir que los imanes que venden las tiendas de "salud natural" cuestan bastante más que el precio comercial de la magnetita, como suele ocurrir con todo lo que ofertan esos desvergonzados, so pretexto de que "es natural".

Por ejemplo, el sitio del que sacamos la descarada lista de enfermedades supuestamente curables por "magnetoterapia", ofrece desde un "antifaz magnético" para dormir por sólo 120 pesos mexicanos (unos 10 euros), "aretes magnéticos para bajar de peso" por unos 4 euros, un asiento magnético de 22 euros, una "colchoneta magnética" por más de 40 euros, gorras, guantes, parches, pirámides, rodilleras, diademas, cubrealmohadas, chalecos y demás talismanes mágicos disfrazados de "magnetoterapéuticos".

Hay quienes, por no dejar, están haciendo investigaciones para determinar si los imanes tienen algún efecto real. Pero en cierta medida es también verdad que tales investigaciones son muy probablemente una pérdida de tiempo, pues no hay ninguna razón física, química, biológica o simplemente racional para suponer que los mecanismos del dolor, el cáncer (que estos imbéciles no han descubierto que no es una enfermedad, sino varias), las hemorroides, la ansiedad y la apendicitis tengan forma alguna de enterarse de que en los alrededores hay un imán, mucho menos que puedan reaccionar a dicho imán o, peor, que sepan reaccionar de manera distinta a los polos del imán.

Si usted tiene visión de futuro, tenga presente la estupenda videncia que le ofrecemos junto con el asombroso dato de que usted no es un clavo: la moda de la "magnetoterapia" desaparecerá como tantas otras panaceas (o "curalotodos") del pasado, dejando a los enfermos igual de enfermos o mucho peor (sobre todo si los convencen de no ir al médico) y a los dueños de los chiringuitos que venden tales irracionalidades más gordos, más ricos, más rozagantes y más prestos a subirse al barquito de la nueva moda que se le ocurra a otro bandido el día de mañana.