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Sólo falta una semana para que Iker Jiménez, conocido apéndice del "businessman de la chapuza", Javier Sierra, desprestigie a la Cadena Ser española con su "Alerta ovni" que pomposamente llama "Gran noche del misterio interactivo" y que bien se podría llamar "Gran noche de enganchamiento de futuros clientes para las estupideces que se nos ocurran luego".
Los sitios escépticos han puesto, naturalmente, el grito en el cielo. Que una emisora por otra parte seria y creíble decida revolcarse en el fango de la estupidez organizada da vergüenza ajena y provoca indignación, sin duda. Más cuando los organizadores de la megapachanga andan tratando de reclutar a científicos serios para proclamar falsamente que tienen el aval de gente que aporte esas tres cosas de las que adolecen estos orates: conocimientos, ética y uso de la razón.
Como ejemplo, trataron de reclutar a don Pez, Javier Armentia, como él mismo lo relata en su blog "Por la boca muere el pez".
Pero la realidad es que desde esta humilde trinchera y con la experiencia que tenemos en los medios (sobre todo casi tres años con un programa diario de radio a nivel nacional en México que demostró nuestra tesis: "la ciencia puede ser sexy"), creemos que el enfoque escéptico está siendo poco acertado.
Me explico: Iker Jiménez le genera dinero a quienes lo contratan, y el objetivo de esto es generar más dinero. A quienes lo contratan les da igual si vende tarugadas del corazón, si ofrece una selección de ópera punk caribeña o si comercializa análisis político profundo.
Por otra parte quienes se decantan, o nos decantamos, pues, por el pensamiento racional y las actividades menos de circo no hemos sabido hacernos atractivos y generar dinero para los dueños de los medios.
Antes de que se empiece a organizar el linchamiento masivo contra este inocente blogger, quiero dejar claro que entiendo la razonable contestación que se le puede hacer a mi crítica: el objetivo de la ciencia no es hacer dinero, el pensamiento racional tiene un valor enoprme por sí mismo en la vida de la gente y que hay una cuestión básica de ética y moral que es mucho más importante que cualquier cantidad de dinero.
Y a ello respondo: sí, sí y sí. Tienen razón.
Pero tener razón no basta, y a la imbecilidad en los medios se le responde en los medios, y para llegar a los medios se requiere hacer trabajo mediático y atractivo, emocionante, lleno de una presentación adecuada de las maravillas del pensamiento que nos asombran, siempre manteniendo la seriedad, sustentando el valor del pensamiento y defendiendo la ética y la moral que desconocen del todo los sospechosos tipos que venden el traje invisible del emperador.
Si el niño que gritó a los cuatro vientos "¡El emperador anda en pelota!" hubiera escrito un blog, comentado su indignación en listas de correos sólo para miembros y se hubiera masticado el hígado a solas en su habitación, el emperador seguiría paseando en bolas y los sastres hubieran tomado las de Villadiego con las alforjas a reventar.
El niño, inteligente y mediático, dio el grito en medio de una multitud. Y armó un desmadre de tres pares de narices y tres pares de cojones, rejodió a los sastres y le enseñó al emperador a ser menos tarado.
Seamos niños, pues.
Antes que señalar con dedo flamígero a la SER por insistir en ganar pasta, lana, billetes, pachocha, moneda, parné o plata; antes de empezar a organizar una seria y meditada carta de protesta que servirá para dos cosas (para nada y para un carajo), lo que se debe exigir es, precisamente, lo único que los medios están obligados a dar cuando son parciales, sesgados, tendenciosos e inequitativos: TIEMPO EQUIVALENTE para la posición opuesta.
El circo del 25 de junio no lo para nadie. Burlarse de Iker Jiménez puede ser divertido (no mucho, porque es demasiado fácil) pero objetivamente no tiene mucho sentido, y aunque sabemos que el personaje de cuando en cuando visita blogs como éste, convulsiona un poco y arroja espuma por las comisuras de los labios mientras piensa en nuestra señora madre y en nuestra señora abuela, en el fondo le tiene sin cuidado porque no le afecta el bolsillo, que es donde tiene las neuronas, la ética y las ideas.
Pero un programa de tres horas de duración con toda la potencia de la misma Cadena SER dedicado a "Alerta contra los cantamañanas o Gran noche de revelación de misterios falsos" sí le pondría los pelos de punta a estos papanatas.
Y, si se hace bien, se pueden abrir los espacios necesarios en los grandes medios de comunicación, cosa indispensable para que la lucha contra los para anormales tenga frutos y no nos dediquemos a predicarle a los convencidos, que es una pérdida de tiempo bruta.
Propongo, basado únicamente en que me sale del forro de los dídimos, que a quienes igualmente les salga, ya sea de los dídimos o de los ovarios, procedan a hacer su versión de esta esta carta y mandarla a la Cadena SER, en papel para que no la borre algún simpatiquillo, a
Cadena SER
Gran Vía, 32
28013 Madrid
Soy oyente de la Cadena SER y me ha sorprendido enormemente que la difusora haya decidido promover de manera especial el pensamiento mágico y las más bastas supersticiones con una "Alerta ovni" a cargo del programa "Milenio 3" de Iker Jiménez.
Sabiendo que la Cadena SER se rige por la más elemental deontología periodística, me permito exigir que ofrezca a su público un programa de igual duración, en horario equivalente y con el mismo despliegue técnico, dedicado a la crítica contra las proposiciones irracionales, al análisis de las seudociencias y a la explicación seria de los paranormalismos perjudiciales, así como para promover una "Alerta contra los chapuceros" en favor del conocimiento científico y el pensamiento crítico y racional que tanto necesita nuestra sociedad en todos los órdenes.
Estoy seguro (segura) de que acudiendo a los centros científicos de toda España, a organizaciones como "Alternativa racional a las pseudociencias, Sociedad para el avance del pensamiento crítico (ARP-SAPC)" y a profesionales que ya han tenido presencia en los medios, se podrá hacer un programa igualmente atractivo y dar al público el tratamiento equitativo de la información que es la base de toda comunicación ética profesional.
Póngale sal y pimienta al gusto y mándelo.