agosto 06, 2004

Atención a la SGAE, o el SGAE, o lo SGAE, o eso

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La SGAE (Sociedad General de autores de España) puede estar muy, pero muy interesada en el último revolcón que se da Pedro Amorós, "míster grabadoras", en el lodazal de la impudicia.

Este personaje se dedicaba originalmente a darle vuelo a su maltrecho ego fingiendo "sicofonías" y vendiendo el cuento, pero pronto descubrió las enormes posibilidades comerciales de todo tipo de supercherías y se lanzó sobre ellas con el entusiasmo de una musaraña en celo. ¿Ovnis? Claro que sí. ¿Fantasmas? De todos sabores. ¿Hipnosis? Por docenas. ¿Profecías? Crudas y asadas.

Para cavar en la mina del falso mineral del engaño (y venderlo como oro, claro), fundó la supuesta "Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas" o SEIP, que no "investiga" realmente nada, pero como la señor no sabe que las géneros en la idioma se usan con el misterioso concordancia, ella y su corte de esperpentos se refieren a el cosa ésa como "El Seip".

(Quizá esto no le interese a la SGAE, pero si a "El SGAE", siguiendo con el estilo deficiente de estos analfabetas en cuanto al metabolismo gramatical.)

Al SEIP y a uno de sus personeros ya le dimos su revolcón por estos lares, como puede ver aquí, aunque por desgracia usted ya no podrá encontrar el foro tal como lo mencionamos en aquellos artículos, porque rápidamente, después de que les descubrimos sus vergüenzas, estos espíritus chocarreros procedieron a borrar los mensajes antiguos y a renovar el foro. Al parecer les causamos al menos algún pudor, pues al menos ya no claman que en su grupo de amiguetes fumadines "encontrará comunicación con los mejores parapsicólogos del mundo".

Bueno, el tal Amorós sintió el llamado de Bisbal y se puso a grabar un disco. En este caso, para seguir mamando del monedero ajeno, un disco fatua y mentirosamente llamado "Autohipnosis: curación y estimulación", donde echa un rollo mareador para que usted consiga, entre otras promesas extravagantes, curarse de ansiedad, depresión, dolores y alergias a cambio de un girillo postal para el esforzado Pedrito.

Por supuesto, ni el discacho en cuestión ni la hipnosis en general curan nada, ni regresan a nadie a ninguna "vida pasada". Cualquier estudioso serio de la hipnosis le explicará a usted que esas aparentes regresiones son inducidas por el hipnotizador y tienen como fuente la fantasía de la gente, sin que haya ninguna prueba de que alguien haya realmente "vuelto a una vida pasada". (Una prueba de verdad sería, digamos, que los regresivos nos revelaran alguno de los misterios de la historia como, por ejemplo, el idioma babilónico, detalles desconocidos y comprobables de la vida de los etruscos o el sistema constructivo de Macchu Picchu).

Lo que sí hace el embuste circular en cuestión es succionarle a usted 13 euros más los portes correspondientes.

Todo esto no es ninguna novedad ni un cable de última hora. Los discos de "autohipnosis" se han vendido durante décadas y miles de ingenuos que soltaron los dineros correspondientes pueden dar fe de que tales tonterías no le sirven al comprador para un carajo.

Lo novedoso acá es que ahora, muchachas y muchachos, Pedrito Amorós nos sorprende con el más novedoso sistema de protección antipiratería jamás diseñado en el mundo entero. Déjese usted de los pretenciosos ingenieros electrónicos de Sony, JVC, Toshiba o Phillips, que a duras penas tienen algún doctorado en el MIT. Acuda a un señor que nadie sabe en qué trabaja (si tal es el caso), con una formación absolutamente desconocida, que mendazmente se dice "investigador" y que lleva años haciendo de parásito de sus víctimas.

Él le dirá lo siguiente: "La copia del CD en otro sistema, puede inutilizar el proceso hipnótico ya que determinadas ondas sonoras de inducción pueden no copiarse por ello debe adquirir un original para su tratamiento".

¿Qué?

No, no nos referimos a la gramática lamentable de este analfabeta funcional, sino al contenido de su rollito.

Según este engaño monumental que lo ignora todo acerca de la reproducción digital del sonido "determinadas ondas sonoras de inducción pueden no copiarse". Si tal existiera, la industria disquera a la que protege la SGAE ya lo estaría usando, obviamente. O Pedro se lo podría vender a Sony Music por una gorda cantidad y dejar de estar depredando ingenuos, en su mayoría, juveniles e inexpertos, al son de trece euros la hostia.

Vaya trola, pues.

Obviamente, el elemento clave que diferencia a la reproducción analógica de la digital es que en esta última no se pierde absolutamente nada de información al copiarla. Pero no es éste el lugar para explicarle a don Pedrícola cómo se producen los pits en la superficie reflejante de un CD-ROM y cómo los lee un láser. Que se eduque en alguna escuelita.

Pero de que miente, miente.

De lo que se trata, claro, es de que no copie usted el disco en cuestión y ose así privar a Pedro Amorós de sus trece euros, que él recibirá encantado mientras asegura que todo lo hace "sin ánimo de lucro" (a ver: 70 céntimos del CD con todo y canon del-la-lo-les SGAE y el quemado o copiado, 40 céntimos de la cajita, 30 de impresión de etiquetas y 10 por armarlo nos dan un costo total de producción de un euro con cincuenta céntimos, póngale dos euros si la productora se dio cuenta de que trataba con alguien al que le faltan varias cartas para tener el mazo completo; los 11 euros restantes o son "lucro" o simple desfachatez ambiciosa).

Para evitar las copias indebidas hay leyes y ordenamientos claros que deberían bastar. Y Pedrín bien que los conoce, porque en sus páginas de "desinteresada" información para bien de la humanidad (¡compre libros!, ¡compre discos!, ¡compre cursos!) hace tremendísimas amenazas a quienes "reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pública y/o verbalmente, en todo o en parte" los delirios psicopatológicos de este desahogado iletrado, a los cuales confunde en su espesa niebla mental con "una obra literaria, artística o científica".

Pero el mentiroso tiene un compromiso esencial con la mentira, y por ende no le bastan las leyes, ordenamientos, convenciones, convenios, tratados y decretos que protegen las obras tanto intelectuales como subintelectuales (sí, hasta las loqueras de miembros de esta subespecie están protegidas), así que se ve impelido por su propia incuria mental y sus psicopatologías evidentes a soltar una más de sus engreídas falsedades, a ver si así asusta o convence a algún remiso que dude entre disfrutar sus trece euros o endosárselos al caudal de tan distinguido lameplatos.

Ahora suponemos que inventará algo similar para que a nadie se le ocurra fotocopiar el libro que también oferta "por un módico precio" que pudorosamente oculta. Algo como: "La copia de esta magna obra de la gilipollez por medio de una fotocopiadora puede causar que se le aparezcan los fantasmas a los que invento que grabo y filmo, le jalen las patas, le jodan el ordenador y le agrien la leche para siempre, debido al tratamiento mágico-esotérico-transcomunicacional de la tinta inductora".

Como puede ver cualquier persona normal, ni falta hace rebuscar en las "teorías" descabelladas y los remedos de "investigación" de Pedrito Y-el-lobo para descubrirlo mintiendo monda y lirondamente. A juzgar por lo bajo que es capaz de caer a cambio de ganarse unos once miserables euros, yo que usted no le creería ya no digamos las teorías que secreta, sino ni siquiera el nombre.