Si hace un año rondábamos los 55 mil visitantes, que me parecía de vértigo, ahora estamos a punto de reunir los 200 mil (198.759, acabo de revisarlo), lo que hace que unas 145 mil personas hayan visitado este blog en los últimos 365 días.
Al parecer, el que tales personas estén expuestas a una forma de pensamiento crítico, cuestionador y no mágico preocupa mucho a varios importantes empresarios del embuste, y a los pobres cortesanos que tienen como ocupación aplaudirles a los empresarios como focas amaestradas y ladrarle a quienes usan el nombre de sus gurús en vano. Lástima que soy perro viejo.
¿Qué tanto le puede preocupar un blog que en dos años reúne casi 200 mil lectores a quien tiene un programa de radio o televisión con audiencias de millones?
No sé, pero preocupados sí que están, no es sólo por la existencia de este blog, que no es tan importante, sino porque, como puede ver en la barra de navegación que está a la derecha, hay muchos otros blogs, páginas y listas que están tenazmente haciendo la odiada labor crítica y cuestionadora.
Hace un año aclaré lo que me mueve a dedicar parte de mi tiempo a este blog, a obtener y difundir ciertos datos que no son fácilmente accesibles y a escuchar cómo me cubren de insultos bobos y sumamente impotentes los adeptos de muy diversos señores que se caracterizan por:
a) decirse "investigadores" y "expertos" en lo paranormal sin haber nunca realizado nada que pueda llamarse "investigación" y sin haber definido tampoco qué es lo "paranormal",
b) carecer totalmente de sentido del humor, agobiados por una pomposidad que su mucho tiene de cómica,
c) ganarse la vida mintiendo en libros, programas de radio y televisión, revistas, conferencias, entrevistas, dirección de "colecciones de libros de misterio", etc.,
d) tener un ego tal que lo hacen a uno pensar que, en realidad, Mohammed Alí (ex Cassius Clay) era un dechado de modestia cuando declaraba que era el más guapo, el más inteligente y el mejor, y
e) considerar que todo el mundo está sujeto a la crítica salvo ellos, que se revuelven como lagartijas pisoteadas cada vez que alguien se atreve (¡vaya osadía!) a no estar de acuerdo con ellos.
Lo importante, lo que debe recordarse siempre es la total ausencia de pruebas sólidas que tienen respecto de las afirmaciones descabelladas con las que llenan libros y revistas, a más de horas en los medios electrónicos.
Lo importante es que, además de lo que se difunde en los programas de ocultismo e insolitología, hay otros datos, hay información, hay argumentos... y hay que difundirlos.
A este blog sigue entrando principalmente gente que busca cosas en Internet, generalmente relacionadas con "lo paranormal", con adivinaciones, curaciones, fantasmas, extraterrestres y cosas de ésas que refritean hasta la asfixia las revistas y libros misteriológicos.
Aquí y en las páginas enlazadas a la derecha, los navegantes pueden encontrar argumentos, datos, información y hasta opiniones que no son las que le dan los creyentes o vendedores de creencias (tanto da).
Los temas de lo llamado "paranormal" son atractivos para la gente, máxime cuando se presentan de manera acrítica y buscando maximizar el impacto sensacionalista. ¡Qué bueno! Los misteriólogos, charlatanes, insolitólogos y ocultistas gozan del derecho de presentar sus misterios. ¡Qué bueno!
Pero el que los medios, la radio, la televisión, las revistas, no permitan que lleguen al público las visiones críticas para tomar decisiones con base en una información más amplia y menos sesgada, no es bueno. Y creo que debe combatirse.
Vivir es resistir, finalmente.
Comparto un recuerdo y una convicción, ampliando lo que dije hace un año sobre el derecho a saber.
Hace años, una editorial en la que publiqué tanto novelas como libros periodísticos en México se interesó por la posibilidad de un libro con la visión crítica de lo que se ha dicho respecto de varios casos de ovnis, especialmente después de que, junto con otros defensores del pensamiento crítico, dejamos varias veces en ridículo a Jaime Maussán en la televisión mexicana. Lo comentamos, lo proyecté, lo acordamos.
El día que se iba a firmar el contrato, el editor de la colección me llamó preocupadísimo para cancelar, porque el director editorial había decidido que ese libro no se publicaría por ningún motivo. No era una orden de la CIA, una persecución de los "hombres de negro", parte de la conspiración de los Illuminati ni ninguna paranoia similar, simplemente, el jefe decidió que tal libro podía restarle ventas a los (muchos) títulos que tenían publicados con las chifladuras de un plativolero mexicano.
La decisión, desde el punto de vista empresarial, era muy razonable. Esa editorial no concibe su misión como "difundir la cultura", "promover el pensamiento y el conocimiento", "hacer una aportación al legado de la humanidad" ni ninguna mamarrachada por el estilo. Su misión es "vender libros", y el riesgo de que al publicar ese volumen el resultado neto fuera "vender menos libros" al final del ejercicio fiscal no era asumible.
A mí, obviamente, me pareció inaceptable.
Hoy en día, la radio, la televisión y otros medios que ya no funcionan sino como empresas, con poco interés en nada que no venda, piensan igual. En su lógica, si algo no vende, es algo que la gente no tiene derecho a saber.
Por contraparte, yo solía decirle a mis alumnos de periodismo en la Universidad Autónoma de Querétaro y en la Universidad Autónoma del Estado de México hace muchos años que "la prensa" es muchas cosas y tiene muchos intereses: políticos, económicos, personales, sociales, etc. "La prensa" es el dueño del periódico (o los accionistas), el director, el jefe de información (redactor jefe), los anunciantes, los proveedores, los que reparten los diarios, etc., es empresa y palanca política, es juego de intereses y fuente de empleos.
Pero los periodistas, los que informamos, no somos "la prensa".
A nosotros no tiene por qué interesarnos si el diario vende más o menos ejemplares, ni si el señor don Poderoso Detal se cabrea porque se publicó o no tal noticia, si a la señora Amiga Deljefe puede darle un tamafat al publicarse que su hijo trafica influencias o droga... al periodista, al de a pie, al de esa tribu que es la mía, lo único que le interesa es el derecho que tiene la gente a saber.
La gente, la población, la ciudadanía, las personas, individual y colectivamente, tiene derecho a saber.
¿A saber qué?
Todo.
Por algo las dictaduras limitan la información. Y la limitan en todo, no sólo en lo político. La libertad de información es el mejor indicador de la salud de una sociedad.
La gente también tiene derecho a saber cosas que no venden muchos libros ni mucha publicidad en los medios (o que, al menos, los empresarios creen que no venden, ésa es otra batalla distinta).
El conocimiento no puede medirse con la falacia de las moscas, tan cara a los charlatanes: "vendo millones de libros, tengo la razón", no significa nada. Millones de moscas comen mierda, y no por eso es recomendable hacerlo.
La gente tiene derecho a saber cómo se mueve la política, qué hacen los que tienen el poder económico, cómo va el deporte, saber de libros, de música, ¡hasta de chismes de famosos! Tiene derecho a saber por qué el Prestige no fue llevado a puerto, a saber que el presidente tal o cual no cumplió ninguna promesa, que el jugador X fue fichado por motivos mercadotécnicos porque como futbolista ya va en picada o que la guerra de Irak se inició ilegalmente y así continúa...
... y por supuesto tiene derecho a saber que hay contraargumentos a las peroratas inanes de los charlatanes, datos que ponen en tela de juicio sus afirmaciones, investigaciones serias que demuestran que mienten, razones y motivos para ser cautelosos con lo que dicen. Tiene derecho a saber si le mienten o no, tiene derecho a saber qué es y cómo es el pensamiento crítico, cuestionador, racional y riguroso como herramienta útil en la vida y, sobre todo, tiene derecho a saber que puede y debe preguntarle dos cosas a los políticos que prometen, a los bancos que se anuncian, a los fabricantes de detergentes, a las ONG y a los ocultistas (disfrazados de parapsicólogos, expertos en misterios, esotéricos, místicos, brujos o audaces aventureros que miden su credibilidad en kilómetros):
¿Cómo lo sabe?
y
¿Puede probarlo?
y
¿Puede probarlo?
Nada más.
Si se le permite saber todo y decide subirse como pasajero pagando en cualquier bajel corsario capitaneado por un soplaflautas, está en su derecho. Pero si opta por creer con base en información insuficiente, en datos engañosos, en afirmaciones realizadas de modo interesado y habiendo información que se le oculta, no está "llegando a su propia conclusión" ni "decidiendo libremente", sino que está siendo manipulada para mayor gloria de uno u otro escurrebultos.
Si tanto les molesta a los negociantes del asombro lo que este blog difunde, mal no va, y mucho me divertirá seguir haciéndolo.
Es mi forma de mostrar mi agradecimiento a quienes, a su vez, me enseñaron esas valiosas lecciones en mi vida. Personas cercanas como mi profe de física de secundaria Francisco Souza, mi profe de anatomía, brillante médico y antropólogo Luis Alberto Vargas y mi profe de física de 5º de bachillerato, Tomás Bilbao. Y a los que nunca conocí pero cuyas ideas me llegaron gracias a traductores y editores: Bertrand Russell, Proudhon, Heráclito, Paul Kurtz, Mario Bunge, Carl Sagan, Isaac Asimov, Mack Reynolds, a muchísimos escritores de ciencia ficción y a los pesos pesados de la etología europea. Y a muchos más.
Ellos difundieron argumentos, información y opiniones porque creían que era correcto y pensaban que yo y los demás tenemos derecho a saber.
Yo también.