Si usted no conoce a "Les Luthiers", lo que sin duda alguna sería una hazaña para alguien del mundo hispanoparlante, debería conocerlos. Sus sinfonías bufas como "Teresa y el Oso", su burla despiadada y sabrosa a la música folklórica de toda América Latina ("Payada de la vaca", "Indiecita", "Serenata Mariachi"), su excelente jazz estilo Nueva Orléans con instrumentos "informales", su recorrido por todos los estilos musicales, desde el cantar de gesta hasta el bolero, aúnan de modo singular la sonrisa con la inteligencia y la buena música.
A estas alturas, el lector se estará preguntando si se ha equivocado de blog, si a quien esto escribe lo ha poseído el espíritu de un crítico musical fallecido en extrañas circunstancias según un próximo reportaje de Íker Jiménez o si he cambiado de giro otra vez, harto de "fotografiar chicas" según la acusación de Pedro Amorós y sus cómplices. Pues no, le juro que esto sigue siendo "El retorno de los charlatanes", el azote de los soplapitos, la pesadilla del mercachifle esotérico, el blog de las preguntas incómodas que los chupaflautas no contestan y la espina clavada en las pezuñas de quienes viven con la mano metida en la billetera ajena.
Pero es que resulta que "Les Luthiers" siempre me cayeron bien porque, pese a haber vivido en Argentina la época de la feroz dictadura de Videla y sus sucesores (dictadura a la que sirvieron obsequiosos varios ocultistas como Carlo Luconi o el singular vendedor de pirámides Gabriel Vargas [o "Gabriel Silva" o "Marcelo Gabriel Silva Vargas" o "Gabriel de Alas"]) siempre fueron razonablemente libertarios y promotores de la inteligencia. Pienso por ejemplo, en años en que la iglesia católica despotricaba por los métodos anticonceptivos, en su "Calypso de la píldora". O en su "Suite de los noticieros cinematográficos", que, me contaron personalmente Carlos y Ernesto, sí les atrajo la desagradable atención de los militares asesinos.
Hoy me despierto como se despierta uno los domingos (es decir, deseando poder dormir una semanita, como menos), después de haberme cenado anoche un excelente concierto de gospel y una parrillada de carne fenomenal, y me encuentro un correo del chilango (originario del Distrito Federal de México, como yo) Carlos Antonio Márquez Ruiz que, pensando en Jaime Maussán me envía el enlace a un vídeo de Les Luthiers con parte de su legendario concierto "Fronteras de la ciencia" de 1994, donde le zumban a gurús, apocalípticos, seudoecologistas y demás fauna. El vídeo es el fragmento clave precisamente de "Fronteras de la ciencia". Disfrute de Carlos López Puccio en el papel del gurú Sali Baba, médium "extra large", de Carlos López Núñez como contactado, de Jorge Maronna como el Padre Gervasio y del enorme (en todos los sentidos) Daniel Rabinovich haciendo (mejor) lo que hacemos quienes difundimos la información que los soplapitos quieren que usted no conozca, en su singular Fronteras de la ciencia.
Si su máquina no le permite ver el vídeo, acuérdese de la música de "Quiero tener tu presencia" de Seguridad Social y...
Del comerciante escondido
te tienes que defender.
En cuanto estés distraído
algo te querrá vender.
Al descubrir la mentira
sin miedos enfréntala,
y demostrando tu ira
proclama ¡Sha-la-la-la!
Los comerciantes te venden,
ante el dinero se postran.
Pero ¿por qué se "escuenden"?
¿Por qué no se "mostran"?
Hay un montón de farsantes
y falsos predicadores.
Hay curanderos, tunantes,
e incluso hay cantautores.
No es verdad que el alma
se encarna otra vez.
Lo que en verdad se reencarnan
son las uñas de los pies.
Que no te vendan más nada
que tú no quieras tener.
Y con la plata ahorrada...
¡Ven a ver a Les Luthiers!
Dicho lo cual a) este blog aprovecha para apoyar la propuesta de otorgar a Les Luthiers el el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2007 (no por este vídeo, claro, por más de 40 años de buena música y buen humor), b) propone enérgicamente a "Fronteras de la ciencia" como himno a la antiestupidez y c) invita cordialmente a Les Luthiers a personarse en la entrega de los MOPAs 2006, el próximo 28 de diciembre, día del ocultista (y al acercarse la fecha, qué nerviosos andan nuestros sinvergüenzas consentidos).
Me voy a tomar el café.