junio 04, 2007

Guadalupeando en Cuarto Milenio

Imagen de Wikimedia Commons
Un par de anotaciones sobre el megadesbarre del domingo en el que Íker Jiménez refriteó por enésima vez las mentiras de siempre sobre la imagen de la virgen de Guadalupe que se venera en México, refrito de tonterías que, disfrazado de "himbestigación" (cuando no se "himbestigó" nada ni se encontró nada que no se hubiera dicho ya hace muchíiiiisimos años) oculta, como siempre, los datos que le quitan aristas asombrosas y raroides al caso. Periodismo de granguiñol, pues, como siempre, para conseguir en el espectador no la comprensión, sino la boca abierta y el pasmo de saldo.

a) ¿Verdad, Íker, Carmen, que es asombrosísimo que la tela de la imagen guadalupana, fabricada con fibra de maguey, haya durado 500 años en lugar de los 30 o 40 normales que dura el ixtle, del que ustedes saben tanto que no saben cómo se llama? Vaya, nos dimos cuenta de que a ustedes dos les parecía fabulosísimo porque ambos pelaban los ojos y casi les colgaba la baba ante este hecho que verdaderamente pone de cabeza todo el conocimiento científico del mundo, la galaxia y el universo entero, y ustedes están allí para decirlo, ¡con dos! Bueno... sería asombrosísimo si fuera cierto, pero no lo es, porque la tela en la que está pintada la imagen de la virgen de Guadalupe (copiadita de la imagen que se venera en Extremadura) no es de fibra de maguey, que de serlo, además, no sería una tilma (ropa indígena, especie de túnica corta), sino el ayate (especie de bolsa abierta) usado para cargar cosas, que los indios no eran bobos y no usarían a modo de tilma un tejido que es algo más basto que el esparto. Pero tampoco es una tilma, que habitualmente se hacía de algodón, sino que es, asómbrense ustedes y léanlo con voz uyuyuyante, una tela mezcla de lino y cáñamo preparada para ser pintada y por tanto para durar muchos años. Tal cosa no la descubrió un asombrao profesional, sino José Sol Rosales, experto en restauración de obras y en su momento director del Centro Nacional de Registro y Conservación para Obra Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), quien en 1982 estudió la tela con toda seriedad. Describió también la composición de las pinturas usadas, ninguna de ellas preternatural ni merecedora de que alguno de los peones del capataz Jiménez se lance al arrebato lírico de lo acojonante que es la realidad.

b) ¿Verdad que acojona que en los ojos de la pintura se vean figuras? Bueno, en realidad no se ven figuras, sino manchas que se pueden interpretar más o menos como le venga en gana a cada uno, como las manchas de tinta de la lamentable prueba de Rorschach. Pero hay que quitarse el sombrero ante la habilidad manipulativa de sus expertos en vídeo para tomar una mancha, dibujar una persona con la misma silueta de la mancha y luego escuchar a Íker decir que lo que se ve no es una mancha, sino un "sacerdote indígena sentado" (debo decir a los que ignoran todo sobre la historia de México y por tanto son víctimas de las trolas y delirios más o menos peligrosos de la banda que capitanea Jiménez que en 1531 ya no quedaban "sacerdotes indígenas" como los que le pintó a usted el dibujante a sueldo de Cuarto Milenio, y menos andaban tomándose el chocolate con el obispo Zumárraga, porque para entonces se había prohibido toda forma de culto o religión no cristiana en México, y mantener el culto a los viejos dioses lo pasaportaba a uno rápidamente a una ejecución rápida y con malos modos. Pero repiten todos los delirios de José Aste Tönsmann... ¿por qué? Porque trabajaba en IBM. ¿Y qué? Pues que a Íker eso le parece irrebatible: si trabajó en IBM, es infalible, aunque trabaje en cosas que no tienen absolutamente nada que ver con la identificación de figuritas en las ampliaciones de pinturas. IBM no avaló sus delirios religionistas, y don José, astutamente, no menciona el tema en su currículum pese a que sigue vendiendo el libro El secreto de sus ojos y dando conferencias bien cobradas por todo el mundo.

c) ¿Nos podrías decir, oh doctora en antropología especialista en Mesoamérica con atención especial a la cultura mexica, Carmen Porter, quién es la "diosa virgen" cuyo templo estaba donde luego se puso la Basílica de Guadalupe? Porque si te referías a Tonantzin, la "nuestra madrecita", la madre tierra o madre de los dioses, uno podría pensar que mencionaste que era una "virgen" por pura ignorancia, aunque conociéndote uno también podría pensar que mentiste con todo descaro para darle más emoción a la cosa, porque la emoción de la cosa es lo que llena el cántaro, no la verdad, la precisión ni zarandajas similares. Sí, en el cerro del Tepeyac había un adoratorio a Tonantzin, y sí, como siempre ha pasado, la iglesia católica se la apropió. El fenómeno del sincretismo forzado por la iglesia vaticana, que convierte la fiesta del sol victorioso romana en la Navidad o que se apropia de todo tipo de dioses para erigirlos en santos y fagocitar la fe y los óbolos de sus creyentes daría para un maravilloso programa de televisión... pero tendría que ser serio, y de ésos, lo sabemos, ustedes no hacen. El caso es que la identidad Tonantzin-Guadalupe llegó a escandalizar incluso a Fray Bernardino de Sahagún, que recomendaba se remediara, sin decir cómo.

Pues así fue todo el espectáculo del domingo, lo de siempre, pero más de lejos, lo cual tiene la ventaja de que al telespectador al que pretenden embaucar en Cuenca, Salamanca o Vitoria le resulta un poco más difícil hincarle el diente a este tema que al "astronauta fantasma" jimenezoide, por cosas de la distancia geográfica pero, sobre todo, cultural. Lo que sí es cierto, por otra parte, es que el lamentable y disparatado segmento que intentó paranormalizar el mito guadalupano (sin meterse en su dimensión histórico-social, que sí es algo interesante y relevante, no que un creyente peruano vea figuritas en unas manchas) resultaba serio, ponderado y atingente junto a la descacharrante médium jadeante que nos recetaron con lo de la "Mano Negra", con lo que Íker y sus criaturitas avanzan dos posiciones en el mundo friki.