El presidente y precandidato del Partido "Popular" (derecha bastante de derecha en lo social, lo económico y lo político, explico para quienes no están en España, pero dentro de la democracia, aclaro a solicitud de amigos que quieren dejar claro que el PP no está en la extrema derecha), Mariano Rajoy, declaró ayer muy desenfadado, tratando de quitarle importancia a la preocupación por el cambio climático aprovechando que Al Gore está de oferta por España y le acaban de dar el Premio Nobel de la Paz, que tiene un primo que es científico y le dijo "oiga: he traído aquí a diez de lo más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que iba a hacer mañana en Sevilla; ¿cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?" Con eso pretendió dejar claro que eset tema "no se puede convertir en el gran problema mundial", con la implicación, claro, de que la preocupación por el cambio climático de los malvados rojos marxista-masónicos antifranquistas y legalizadores del matrimonio entre homosexuales es una distracción de las cosas que de verdad importan, como por ejemplo que cada vez menos personas se toman en serio a la derechona hispana.
El súbitamente famoso primo de Mariano Rajoy, José Javier Brey, es catedrático de física teórica de la Universidad de Sevilla y se distanció rápidamente del asunto diciendo que sus palabras habían sido descontextualizadas y que él de política no quiere saber nada.
Y se entiende la actitud del doctor Brey, al que esperemos que no lo sigan molestando, porque lo que ha demostrado Mariano Rajoy no es nada que haya o no podido decir el doctor Brey, sino una ignorancia supina sobre los métodos, procedimientos y predicciones que puede hacer la ciencia, cosa por otro lado nada extraña entre los políticos profesionales, de derecha o de izquierda, extremos o no.
Porque aunque a Rajoy y a quienes están "totalmente de acuerdo" con él (como la presidenta de la Comunidad de Madrid, que lanzó su "con Mariano hasta la ignominia" para hacerse co-victima del pitorreo generalizado) les parezca "de sentido común" que si no se puede saber qué tiempo va a hacer mañana en Sevilla no se puede saber qué va a pasar dentro de 300 años, el hecho real es que sí se puede, merced a las tendencias estadísticas (las mismas que insisten en que las posibilidades de Rajoy de ganar las elecciones de 2008 son escasísimas).
Por ejemplo, nadie sabe si mañana va a tener un accidente en la autovía del Cantábrico una persona con camisa amarilla, pero sí se puede saber que para fines de año habrá muerto en las carreteras españolas un número determinado de personas. Es más, se puede decir con triste y absoluta certeza que alguien morirá en el puente de la Semana Santa, pese a que no se sepa quién, en qué carretera y con qué marca de automóvil.
Si esto le parece sorprendente a don Mariano Rajoy, imagínese los efectos que podrían presentarse al hacerle saber de experimentos mentales como el del llamado "gato de Schrödinger", o el concepto de la indeterminación de Wener Heisenberg o algunos de los conceptos más enrevesados de la mecánica cuántica, conceptos que tienen una clara expresión matemática pero que parecen paradojas o tonterías al ponerse en palabras, porque el idioma común no es la forma adecuada de formular algunas de las conclusiones de la física cuántica. Por ejemplo, como demostró Niels Bohr, los electrones no "giran" en una "órbita" alrededor del núcleo de los átomos, sino que aparecen y desaparecen, y pueden estar en cualquier lugar, desde pegado al núcleo hasta el extremo opuesto del universo, pero lo más probable es que esté en las llamadas "órbitas", que no son sino "nubes de probabilidad".
Bueno, pues esta física cuántica sin números es la que suelen utilizar algunos notables cocohuecos para tratar de engarzar la física, esa materia tan seria y tan demostrable, con la magia, el new age (o niuéich), el esoterismo y las más diversas patrañas que pueda a usted contarle un periodistilla ido a más con poca iluminación y un atrezzo de carcajada los domingos por la noche (es sólo un ejemplo). Es la "física cuántica de juguete" de los Sheldrakes, las Ramthas, los Masarus Emotos, los Paulinos y fauna similar, ocupada principalmente en la depredación de los bolsillos ajenos.
El concepto que pueda tener entonces Mariano Rajoy de lo que sabe la ciencia, de cómo lo sabe y de qué no puede saber en realidad no es nada desusado ni extraño. Por el contrario, uno se atrevería a decir que es la norma, en la medida en que es "normal" que un ambiente educativo, escolar y mediático como el que experimentamos en la actualidad y en todo el mundo arroje ese lamentable resultado en sus víctimas, incluido alguien que pretende ni más ni menos que regir los destinos de la octava economía mundial, la española. ¿Qué cree usted que entenderá o pensará Rajoy (o cualquier político, no excluyo al actual presidente de gobierno Zapatero) cuando se le diga que se necesita presupuesto para el mantenimiento de uno de los telescopios del observatorio del Teide, o para el análisis de las pautas de desplazamiento de los linces ibéricos, o para estudiar, como me explicaba mi querido amigo y genial físico Luis Mochán, por qué si la mayor parte de la materia es espacio vacío actúa como un sólido... y eso por no entrar en las áreas más extrañas y complejas de la física, la genética o las neurociencias. Fuera de las investigaciones con aplicaciones más evidentes y fáciles de explicar, el resto de todo el complejo universo de la búsqueda, consecución y desarrollo del conocimiento pueden parecer tan abstrusos, inútiles y delirantes que pueden verse, desde la arrogancia del poder político, con tal desprecio que "no se pueden convertir en el gran problema mundial".
En este caso, al menos, los políticos no tienen soluciones porque son, precisamente, parte integral del problema.