Con el recuerdo de los civiles sitiados de Sarajevo a los que hace muchos años les escribí en un foro irregular que Sarajevo prevalecería como había prevalecido Lídice, la ciudad que Hitler trató de borrar del mapa.
Gracias a la agudeza de Julio Arrieta, he visitado la página de la clínica de "medicina" alternativa en la que medraba el genocida racista y neonazi Radovan Karadzic según informan los diarios bajo el nombre de Dragan Dabic, dando conferencias, atendiendo enfermos y escribiendo en una revista llamada "Vida sana".
(Nueva actualización 9 de agosto: La página que los medios internacionales difundieron como página Web personal del "Dr." Dragan Dabic fue un bulo hecho a toda velocidad por el artista conceptual Tristan Dare. Las fotos de Karadzic en su advocación de gurú newagero sanador son, empero, todas reales. Lo demás fue un esfuerzo de Dare por hacer una historia que parecíera real en la que cayeron numerosos medios de comunicación.)
Varias personas me han preguntado si no viene al caso señalar esto con la sorna habitual de este blog que no amenaza con desaparecer, si no era oportunidad genial para repartir hostias como hogazas de pan.
La respuesta es no.
Primero, porque lo que ha hecho Karadzic es en extremo serio como para tomárselo a cachondeo. No pienso seguir la farsantesca trivialización de las masacres en la que están empeñados los soplapitos, que tranquilamente dan pábulo a teorías extravagantes sobre el nazismo porque el tema parece apasionarles, pero sin destacar la maldad y la crueldad que había detrás de lo que a veces cuentan como "inocentes" o "misteriosas" búsquedas esotéricas.
Segundo, aunque tengo la íntima convicción de que la mayoría de los vendedores de cuentos tienen un cierto desprecio por las vidas y el bienestar ajenos y son capaces de bajezas varias para aumentar su cuestionable facturación (como la depredación de historias con niños en desgracia, al estilo inimitable de bruja de cuento que caracteriza a Íker Jiménez, o la actitud de ghoul de los cadáveres del 11-M que rentabiliza desde la desvergüenza Bruno Cardeñosa, quien sigue sin compartir con las víctimas del 11-M los buenos ingresos de sus libracos y participaciones mediáticas sobre el tema), creo sinceramente que no se les puede equiparar a un monstruo como Karadzic. O al menos no de modo general. Ciertamente sí pondría en la misma liga a Matthias Rath o a los hermanos Chahín, pero los periodistas del misterio trabajan en niveles más "humanos" de la malevolencia y la falta de ética.
Tercero, ni como chiste pasa que el genocidio y el racismo sean elementos infaltables del "misterio" según nos lo venden los "expertos" autonombrados de esta sufrida España. Sí, hay áreas en las que el racismo campea, como las ocurrencias absurdas de Von Däniken o los momentos más negros de la teosofía de la Blavatsky (recogidos debidamente por el nazismo como parte de su rollo), pero en general se tiende a ser más inocente y a veces, incluso, como en el caso de los "abducidos" Betty y Barney Hill, la fama espuria que da el andar con los alienígenas ha servido para reducir la presión del racismo social (ella era blanca, él negro, y en los años 50 eso era difícil). Los falsos misterios, pues, no son por fuerza fascistas, racistas ni nazófilos, son simplemente embustes desvergonzados.
Cuarto, me queda claro que lo que sí sabían con certeza Kradzic y sus protectores es que los gobiernos, todos, las policías, todas, y los periodistas, casi todos, suelen pasar por alto locuras como la "medicina cuántica humana", la "medicina ortomolecular", las "terapias bioenergéticas" y las demás estupideces inanes y brujeriles, que los gurús con ojos de loco y barbas sin peinar pueden pasar desapercibidos ante la sociedad mientras depredan a sus víctimas, que no tienen que ser muchas para enriquecer sabrosamente a los practicantes de tales patrañas. Impunidad social e impunidad legal van muchas veces de la mano, de modo que Karadzic podía tomarse un café con una joven entusiasta de lo "alternativo" en un sitio público, hablando de acupuntura y fingiéndose Dabic, mejor conocido como "el Dr. David". Los doctorados, se dio cuenta el criminal de guerra, se los puede autoconceder uno sin miedo a que el estado le pregunte por el título. Así, por ejemplo, vivía el "Dr." Coté y así depreda presupuestos varios el "Dr." Masaru Emoto. Y a veces tal me hace poca gracia y me inspira pocos chistes.
Es la falta de atención de nuestras instituciones a las barbaridades que se expenden en los centros de supuesta salud y falsas terapias lo que aprovechó Karadzic, junto con el hecho de que la lectura de una docena de páginas Web da a cualquiera datos suficientes como para hablar de "cuántica" y de "energías universales" como si supiera de lo que está hablando, a poco que se dé cuenta de que los que escribieron las páginas Web tampoco "saben" nada, sino que inventan estupideces dentro de un marco de creencias común.
Que alguien como Karadzic, un genocida con miles de muertos a la espalda, ejecutados por el "delito" de ser musulmanes, pueda desaparecer en ese mundo hediondo de mentiras y timos habla de la necesidad que hay de que tales actividades sean mejor controladas por los gobiernos y policías, pero nada más. Karadzic sabía que son el espacio de la impunidad, y tenía razón. Los demás que medran en él, los Paco Porras y los Javier Sierra, también lo saben... y tienen razón.