mayo 22, 2006

Las mentiras de Enrique

En el delirante programa Cuarto Milenio del domingo 22, (emisión semanal especializada en el refriteo de las paranormalides de ayer, cobradas a precio de hoy, que, como todo mundo sabe, tiene principalmente por objeto promover la venta de los productos de Íker Jiménez, de su esposa y de sus amiguitos del mundo del embuste con taxímetro), se refriteó el caso del famoso ilusionista israelí Uri Geller, que le vio la cara a muchísimas personas y que fue apoyado por muchísimos otros que viven de verle la cara a muchísimas personas.

Carmen Romano de López Portillo,
esposa del presidente de México en
1976, año en que Uri Geller visitó
México y obtuvo su misterioso
pasaporte mexicano.
(Foto GFDL Revista Proceso,
vía Wikimedia Commons)
La actitud de Jiménez, ese estudiado falso asombro ante lo que, quiere hacer creer al público, viene a descubrir ahora (ese mismo asombro que expresó cuando se desenmascaró el embuste de las niñas fantasmas de Navalperal, igual de mal actuado), y su eterna sugerencia de que "de todos modos hay algo" son parte conocida de su negocio, tan conocida de hecho que se ha vuelto parte del pitorreo nacional español, con un programa que una vez por semana pone en evidencia la manipulación y el falso misterio, por no decir las patadas a la lógica, que nos regala Ikercito. Por supuesto, Jiménez se guarda muchísimo de mencionar a críticos de Geller que no sean creyentes en lo paranormal, especialmente el mago y promotor educativo James Randi, de cuya existencia Íker al menos debe estar enterado, ya que en uno de sus montajes esquizoides durante el programa aparecía claramente la portada del libro The truth about Uri Geller, origen de varias demandas de Geller contra el autor y la editorial del libro, todas las cuales perdió el embustero israelí.

Lo más interesante fue la presencia de Ramos Perera, un creyente en la parapsicología que tiene la enorme ventaja de no comulgar con ruedas de molino, de no cegarse por sus creencias y, evidentemente, de no ocuparse de forrarse las cuentas bancarias con el asunto como sí lo hacen Íker Jiménez y el personaje sentado a la izquierda de Ramos Perera, el cada vez más siniestro y desvergonzado Enrique de Vicente, cuya asombrosa facilidad para la mentira sólo puede ser producto de una larga práctica tenaz y cotidiana, de alto rendimiento.

Ramos Perera no es precisamente popular en el mundo del embuste parapsicológico, por lo antes dicho. Es otro autoproclamado parapsicólogo y presidente de la Sociedad Española de Parapsicología (no confundir con la SEIP-AEIP-SEIPYPSEIP) pero con bastante seso y la elemental honestidad necesarios para reconocer, sin más, que las primeras caras de Bélmez tenían un origen pedestre y estaban pintadas o repintadas. Es también uno de quienes desenmascaró las patrañas de Uri Geller (aunque para ello, en el programa, haya revelado trucos de ilusionismo, cosa que siempre es criticable porque afecta a profesionales honrados del espectáculo).

En fin, es obvio por qué a Ramos Perera no lo invitan a los cobraderos televisuales con la asiduidad reservada a otros.

Quien realmente se desparramó por los suelos, con evidente desagrado ante la forma en que Ramos Perera mostraba cómo Geller le vio la cara de idiota fue Enrique de Vicente, quien procedió a soltar varias mentiras con su inimitable estilo de hablar rapidito y pontificando.

Verá usted: en sus libros, Uri Geller cuenta historias sin fin en las que él es el héroe (o podría serlo: si le dejan hablar en la inauguración de unos juegos olímpicos, dice, acabará con todas las guerras), y una de ellas es que en México ayudó "psíquicamente" a la empresa estatal Petróleos Mexicanos a encontrar una serie de yacimientos petrolíferos en el sureste mexicano. Estas afirmaciones de Geller no están sustentadas en documentación alguna hasta la fecha, pero si usted va y les preguna a los geólogos del Instituto Mexicano del Petróleo, le dirán que esos yacimientos ya eran conocidos mucho antes de que Geller aterrizara en México en 1976, y que los geólogos no necesitan psíquicos ni chupaflautas para encontrar petróleo.

Geller recibió, sí, un pasaporte mexicano, que él asegura que se le concedió por sus descubrimientos petroleros, aunque hay datos de que el motivo del pasaporte fue otro y tuvo que ver con la entonces esposa de López Portillo, Carmen Romano, a la que Geller describe como una mujer muy exótica y bella, y que fue parte de un sexenio de frivolidades, escándalos sexuales, delirio y entrega de la nación por parte de unos desvergonzados de niveles tales que Geller no desentonaba en su compañía.

Sólo a modo de ejemplo, porque el asunto fue importante en la política mexicana, entre otras muchas fuentes La Revista Peninsular nos dice: Pervertida la moral familiar, la Primera Dama —Carmen Romano— siguió los mismos pasos de su marido para acrecentar el escándalo. Muchos son los romances que le atribuyen a quien fuera esposa del entonces presidente. El más evidente de todos ellos, sin duda alguna, fue el que mantuvo con Uri Geller, un parapsicólogo israelí que visitó México en aquellos años. Igualmente, el 24 de mayo de 2005, en la revista Ahí (donde quien esto escribe colaboró durante varios años), Gustavo Cortés Campa relataba: En Gobernación se hizo un trámite de menos de 40 de minutos, en el que se concedió la nacionalidad mexicana al mago israelí Uri Geller y se le proporcionó automáticamente pasaporte mexicano. Eran órdenes tajantes de doña Carmen Romano de López Portillo. Y en el sitio México.com también recuerda que ... la “primera dama”, Carmen Romano, sabía de las infidelidades de su marido. Ella, claro, estaba demasiado ocupada en sus escarceos espiritistas al lado de Uri Geller.

Después de que Geller fue exhibido como un farsante, después de que sus demandas contra sus críticos fracasaron y después de que fuera evidente que sólo los verdaderos creyentes y los verdaderos comerciantes de patrañas estaban interesados en él, Geller produjo el mito de que sus millones eran producto de compañías mineras y petroleras misteriosas que lo "contrataban" y de los yacimientos misteriosos que él encuentra con sus "poderes", sin dar (como es habitual en tan distinguido mamarracho) ni una prueba ni documento al respecto.

Pero lo que le urgía a Enrique de Vicente era poder afirmar que Geller "sólo" mintió doblando cucharas, lo que indica que Geller, según este cobradorazo del misterio, no mintió cuando dijo haber convertido metales viles en oro (o al menos cambiarles el color), cuando dijo haber inventado un teléfono mágico que cambiaría las comunicaciones en el mundo (eso fue hace diez años, y nada), en sus comunicaciones con los extraterrestres y en las demás barbaridades que ha expelido por esa boquita década tras década.

Y que no se fuera a mencionar, claro, que Geller perdió las demandas esenciales contra James Randi, CSICOP y Prometheus Books, que le acabaron costando más de 140 mil dólares en pago a los falsamente demandados, además del costo de sus propios abogados (ojo, Pedro Amorós).

Así, Enrique de Vicente se despeñó por el feo camino de la mentira. Sugiriendo que, como Geller cobraba un caché pequeño por sus actuaciones en los 70, el origen de la fortuna del farsante israelí no podía estar allí.

De entrada, De Vicente olvida fuentes de ingresos de Geller, como la película Mindbender, en la que Geller no cobró en cuentas de vidrio, precisamente, por no señalar lo que gana con actividades tan viles y bajunas como depredar niños enfermos asegurando que los hace "mejorar" como sanador, sus bien cobrados libros malísimos como la novela Ella y las mil empresas chapuceras en las que ha estado metido Geller desde que ya nadie quería contratarlo para verlo hacer trucos de ilusionismo disfrazados de hazañas psíquicas: por 200 libras, lo convierte a uno en sanador; por varios miles, le da una conferencia; por entre 17 y 153 libras, le vende su "joyería mística de cristales"; por alguna pasta, participa cada semana en el programa de radio Doug Stephan's "Good Day", y la cantidad de artículos de su tienda online es aturrullante. Vaya, actividades comunes a todo consultor de mineras y petroleras, ¿no cree usted?

Pero Enrique de Vicente tuvo el colosal morro de asegurar que Geller es "multimillonario" no por esta cobradera de todo tipo de embustes de los que nunca da pruebas, sino por tener "contratos con petroleras" que están "documentados", que ha encontrado "yacimientos ocultos" e incluso habló de que está "documentado" que encontró petróleo para una empresa petrolera que presidía el marido presuntamente cornudo de Carmen Romano, el presidente López Portillo, y que había recibido una comisión concreta por ello.

Como Pemex es una empresa estatal que nunca presidió López Portillo (fue director de la Comisión Federal de Electricidad, nunca de Pemex) y como el propio Geller asegura en su autobiografía que nunca recibió comisión alguna por el petróleo que miente diciendo que descubrió para México, he procedido a enviar el siguiente correo a Enrique de Vicente a su dirección de contacto de la editorial, con objeto de determinar si es, como yo afirmo, un sinvergüenza capaz de soltar cualquier mentira para cuidar su fuente de ingresos o si yo, por mi parte, no tengo idea ni de lo que pasó en mi país en los años en los que comenzaba mi andadura periodística:
Señor De Vicente,

En el programa "Cuarto Milenio" del 21 de mayo usted declaró que hay "documentación" amplia que indica que Uri Geller ha sido contratado por empresas petroleras para encontrar petróleo en "yacimientos ocultos". Ésta es una afirmación que efectivamente ha realizado Uri Geller en numerosas ocasiones, pero hasta donde sé, nunca ha sido documentada antes.

Igualmente, usted afirmó que está "documentado" que una de tales empresas petroleras era presidida por José López Portillo y Rojas, presidente de México de 1976 a 1982 y, curiosamente, conocido por su proclividad a la creencia en muy diversas supersticiones, además de los niveles brutales de corrupción alcanzados durante su período presidencial.

Por la presente me permito solicitarle de la manera más atenta sea tan gentil de aportar los datos precisos, los documentos que usted afirma que existen, sobre los contratos de Uri Geller con las compañías petroleras en cuestión, incluidos, claro, los nombres de tales compañías y los yacimientos "ocultos" hallados por Uri Geller que le han permitido obtener la fortuna a la que usted hace referencia. De manera muy especial, es de mi interés, como periodista hispanomexicano, conocer el nombre de la empresa petrolera que presidiera José López Portillo, los contratos establecidos con Geller, sus fechas y las cláusulas que establecen las comisiones a las que usted hizo referencia.

Estos datos no sólo son importantes por cuanto a la actividad a la que usted se dedica, sino que tienen relevancia en la historia de mi país de origen y en la situación petrolera actual, por lo que es indispensable darles la mayor divulgación posible. Puedo asegurarle que en todo momento le daré el crédito correspondiente como fuente de tan importantes documentos.

Atentamente,
Mauricio-José Schwarz
(siguen mi DNI y la dirección de mi abogada)

Pasado un tiempo prudente, o me manda los documentos y los publico, o Enrique de Vicente pasará a formar parte de "La persistencia de la memoria, que diría Dalí". Sería interesante hacer una quiniela al respecto: ¿usted cree que De Vicente tenga los documentos y los entregue o se quedará tan contento con su mentira sin darme bola, como nunca se la ha dado a los críticos de su negocio de falsedades?