La memoria pública es, por desgracia corta. Decía Enrique Loubet Jr. cuando era mi director de Revista de revistas que podíamos repetir las revistas completas cada cinco años, porque cada cinco años cambiaba una generación de lectores.
Esto habría sido muy cómodo para una revista de interés general (aunque en realidad nunca nos repetimos, sino que hicimos, en su momento, series absolutamente irrepetibles, como la de muchos números (creo que 25) sobre la Guerra Civil Española, que deberían sin duda recuperarse por la enorme cantidad de testimonios que reunimos, sobre todo del exilio en México). Pero es sumamente incómodo cuando se trata de luchar contra los vendedores profesionales de misterios.
Íker Jiménez, por ejemplo, sigue viviendo hoy en día esencialmente de los mismos temas de su primer ladrillo, Enigmas sin resolver, como el niño de Tordesillas (la pasión de Jiménez por comercializar tragedias con niños empieza a ser preocupante, por cierto, viendo su programa), Ochate, su "hombre pez" de Liérganes, las "caras" de Bélmez, etc.
Los mercachifles de lo uyuyuyante se enfrentan con frecuencia a aguafiestas que llegan y demuestran que no hay ningún misterio donde ellos afirman que hay las cosas más acojonantes de la historia de la humanidad. Por ejemplo, los arqueólogos que se rieron hasta herniarse con las ridículas interpretaciones de Erich Von Däniken sobre la lápida del rey Pacal o sobre las líneas de Nazca, los recopiladores de vídeos que han demostrado cómo Uri Geller doblaba las cucharas con las manotas (explicación detallada en inglés del truco de Geller aquí, los que demuestran que las "Piedras de Ica" prueban o que sus promotores son muy crédulos o que creen que los demás somos muy pendejos, que tal vídeo de ovnis o extraterrestres a la vinagreta es más falso que una moneda de cuatro euros, etc., etc.
Cuando hacen el ridículo en tales condiciones, los soplapitos utilizan el astuto procedimiento de mirar hacia arriba como si se les estuviera apareciendo la virgen de Fátima, hacer como que tienen un ataque de sordera beethoveniana, recordar que dejaron el cocido en la lumbre y hacer mutis con el rabo entre las patas a Mach 3.
Luego esperan, con la paciencia del buitre.
Pasado un tiempo prudente, vuelven a repetir la trola completa, esperando que la gran mayoría de su público se haya reciclado (es decir, que los jóvenes crédulos y poco avisados que les dejaron la pasta años atrás ya se hayan convertido en adultos que astutamente sospechan que éstos son unos pilastres, pero han llegado nuevas generaciones de nobles jóvenes que buscan misterios y respuestas a los misterios, y están dispuestos a creer de buena fe que los buhoneros de los medios realmente saben de misterios y de sus respuestas, y por tanto están dispuestos a poner sus nunca excesivos dineros para comprar los libros y revistas enigmatosos de estos tipos, de beberse sus programas de radio y televisión garantizándoles gordos ingresos por publicidad y en general a ser engañados hasta que aparezcan los aguafiestas de turno.
Tal tarea de reciclado de basura vieja como basura nueva la ejemplifica de modo notable Josep Guijarro, decidido a destacar como mentiroso es un medio que vive de la mentira más desvergonzada. Josep Guijarro, para que se ubique usted, es un parásito que vive, entre otras cosas, de los dineros de la hacienda pública, a la que tiene la desvergüenza de cobrarle por dirigir y presentar el programa Enigmes i Misteris en RNE 4 (Radio Nacional de España en Cataluña).
Como colaborador del programa Channel Nº 4, donde antes lo acompañaba Bruno Cardeñosa, el Gran Maestre Español de Estudios Parajudiciales (quien, por cierto, anda escondido después de sus sonoros ridículos como profeta de tribunal y como testigo a favor de los presuntos terroristas del 11-M) Josep Guijarro soltó como "verdades" el 9 de mayo las tonterías que dice Raymond Moody sobre la comunicación con los muertos, por ejemplo. Pero el miércoles 16 de mayo se sublimó al empeñarse en contar la historia de que el fakirismo es paranormal, misterioso y demás estupideces de alto octanaje.
Entre otras cosas, Josep Guijarro es todavía capaz de asombrarse de que una persona pueda acostarse en una cama de clavos sin hacerse miles de agujeros en la piel. Como es evidente, un megainvestigador tan acojonantemente famoso como lo proclama en Wikipedia no se puede rebajar, por ejemplo, a visitar algún museo infantil de ciencia donde los niños, sin ser fakires, se acuestan en camas de clavos y luego escuchan una explicación sencilla de física, donde se les informa que el peso del cuerpo repartido en un número suficiente de clavos ejerce tan poco peso en cada clavo que es imposible que se perfore la piel. El misterio que desafiaría a la física sería precisamente lo que el "conocido ufólogo" presupuestívoro esperaría que ocurriera desde el punto de vista de su ignorancia supina: que los clavos perforaran la piel.
Pero donde realmente Josep hizo un ridículo monumental fue al buscarle mangas al chaleco asegurando que caminar sobre brasas sin quemarse depende de "la fe" y de "las endorfinas" (de las que Josep Guijarro no sabe un carajo, pero que los paranormaleros utilizan como la "cuántica" y los "agujeros de gusano" y otras palabras que suenan emocionantes para simular ante el público que tienen alguna idea de lo que están diciendo... y no).
No se necesita absolutamente ninguna preparación "espiritual", ayunos, oraciones, autoflagelaciones ni mamadas similares para caminar sobre brasas. Se requiere que las brasas estén a cierta temperatura, que lleven cierto tipo de preparación, que tengan cierta cantidad de ceniza encima y que se camine sobre ellas a una velocidad determinada. Cualquiera, hasta el más incrédulo (como yo) puede caminar sobre brasas en las condiciones en las que caminan los soplapitos que promueve Josep Guijarro.
De hecho, debería resultar llamativo (pero a los himbestigadores que se presentan en televisión a vender baratijas como si fueran gemas no les llama la atención, raros que son) que haya informes de gente caminando sobre brasas desde el 1200 antes de nuestra era, que se hagan miles y miles de caminatas sobre brasas con todo tipo de pretextos ("superación espiritual", "viaje interno", "curaciones" y todo tipo de ocurrencias new age extravagantes)... y no haya informes de que la fe le falle a la gente y se rostice las plantas de los pies.
El hecho real es que en la década de 1930, el Consejo para las Investigaciones Psíquicas de la Universidad de Londres hizo dos experimentos, incluso con un famoso embustero (el indostano Kuda Bux), en el que creyentes y descreídos, místicos mamertos y esohistéricos, científicos y personas comunes caminaron sobre brasas. El consejo emitió informes indicando que ni la fe religiosa ni los "poderes sobrenaturales" tenían absolutamente nada que ver con la práctica de caminar sobre brasas sin asarse los pies, y concluyó que el secreto de las caminatas sobre fuego se encontraba en la baja conductividad térmica de la madera quemada y en el breve tiempo de contacto entre los carbones calientes y los pies.
(Por cierto, la Universidad de Londres no tiene hoy un grupo de investigaciones psíquicas porque las investigaciones ya se hicieron y se determinó que ningún representante comercial de ninguna chifladura tenía ninguna prueba de que sus delirios se relacionaran con la realidad, y no se podía perder el tiempo más en tales bobadas, por interesantes que parecieran en tiempos del espiritismo.)
En la década de 1980, el new age, la bendición de todos los que viven del cuento y abominan del trabajo de verdad, promovió la aparición de numerosos negocios que le enseñaban a la gente autoconfianza y desarrollo espiritual, y que "demostraban" su efectividad "consiguiendo" que sus pupilos caminaran sobre brasas. Bernard J. Leikand y William J. McCarthy hicieron otra investigación y publicaron un artículo en la revista Skeptical Inquirer de otoño de 1985 concluyendo, como seguramente usted podía esperar, que el secreto de las caminatas sobre fuego se encontraba en la baja conductividad térmica de la madera quemada y en el breve tiempo de contacto entre los carbones calientes y los pies.
Se conocen los límites de la caminata sobre brasas: unos seis metros es seguro en casi todos los casos, se puede llegar a 15 metros si se controla la temperatura y se practica la velocidad de la caminata. Si la cama de brasas es más larga y hay que dar demasiados pasos, la gente se quema. Se sabe que los mamarrachos que cobran por "enseñar" a la gente a "hacer" esto (no hacen nada, caminan sobre brasas y las leyes de la física impiden que se quemen) no aceptarían nunca caminar sobre una plancha de acero calentada a la misma temperatura a la que ellos calculan las brasas (sí, están calientes, pero un mechero o encendedor encendido también está caliente, y sin embargo usted puede pasar el dedo rápidamente sobre la llama sin quemarse, porque las leyes de la física son las mismas). Se sabe que lo puede hacer cualquiera sin ningún rollo paranormal...
Así, los carbones deben ser de madera porque la madera, aunque se queme, es mala transmisora del calor. Para entender esto, piense en las cerillas o cerillos o fósforos: usted enciende uno y el calor de la cabeza no se transmite al resto de la madera, de modo que puede sostener la cerilla entre los dedos mientras no le llegue la llama. Si, en cambio, somete un clavo al mismo calor de la cabeza de la cerilla, el clavo pronto transmitirá el calor a toda su extensión, quemándole los dedos. Así que se usan brasas de madera, y mientras no haya llama (o sea, si se ha dejado pasar suficiente tiempo) y sobre ellos haya una capa de ceniza (excelente aislante del calor), usted puede caminar sobre tales brasas, unos seis u ocho pasos (tres o cuatro con cada pie), rapidito. Si usted ve, por ejemplo los vídeos de caminatas en brasas de lugares como Bad Psychics" verá cómo funciona esto (el primer vídeo muestra claramente cómo los "expertazos" se queman como todo mundo a los 6-7 metros, y el tercero muestra más brutalmente que después de determinado número de pasos no importa la fe ni los ayunos guijarreros, uno queda como un "maestro motivacional" idiota en la televisión mundial que se quema según lo esperado).
Por supuesto, siempre habrá en los alrededores un cómplice dotado de un termómetro que dice que la temperatura en el aire sobre las brasas es de "un chingamadral" de grados, o "mogollón" (dependiendo del sistema de medición que use) con objeto de causar asombro barato. Pues sí, está caliente. Precisamente el otro día metí las manos en un horno a 500 grados para sacar un lechoncito al horno que nos estábamos preparando, y tampoco me quemé porque no toqué nada que tuviera una gran conductividad térmica... ¿tenía que haber llamado a Josepcito, alma cándida, para que me hiciera un vídeo como tremebundo fakir neocantábrico?
Con los años, la bibliografía que explica todo eso en términos que puede entender cualquier ser humano que no sea gorgotero del asombro falsificado e "investigador de misterios" a tanto la línea, se ha multiplicado. El asunto se ha explicado en las revistas para profesores de física, en revistas de científicos aficionados, en revistas de psicología, en la revista Rolling Stone, en Science World en la revista del Instituto Smithsoniano y en numerosas publicaciones más en todo el mundo.
¿Qué hace ante eso un investigador profesional que vive (y bien) de inventar misterios inexistentes? Pues decir lo que dijo Josepcito, con eso que parece desvergüenza y cradura antes que ignorancia honrada: hablar de "misterio", hablar de "la fe", decir estupideces egregias como que hay que "ayunar" para caminar sobre brasas y finalmente asustarse como una doncella decimonónica ante una sex shop del siglo XXI cuando se le desafió a caminar sobre brasas en el programa donde se forra los bolsillos embaucando a su público.
Venga, Josep, hagámoslo interesante, si hay lo que hay que tener, a que caminemos juntos sobre brasas. Tú ayunas, yo me como un solomillo de horma ancha. Tú meditas, yo escucho a los Rolling Stones y veo dibujos animados. Tú tienes fe, yo no. Y los dos caminamos sobre brasas.
¿Hay buebos o no hay buebos?
(Muy pronto: más sobre el regreso de Uri Geller a los bolsillos ajenos, ese Uri Geller que el pobre Guijarrito cree que realmente tiene "poderes", o al menos eso dice.)