Círculo escéptico, grupo de personas que voluntariamente dedican parte de su tiempo a desvelar la verdad que hay tras las mentiras de la misteriología y la venta de espejitos a precio de oro ha lanzado una campaña de firmas para una "Petición sobre el control del mercado de actividades esotéricas".
Ocurre que el Parlamento Europeo y el Consejo emitieron el 11 de mayo de 2005 la Directiva 2005/29/CE que tiene por objeto proteger a los consumidores de prácticas empresariales desleales. Así, por ejemplo, el Artículo 12 de esta directiva exige que los estados miembros de la UE atribuyan a tribunales u órganos administrativos competencias para "exigir que el comerciante aporte pruebas de la exactitud de las afirmaciones de hecho realizadas en la práctica comercial si, habida cuenta de los intereses legítimos del comerciante y de cualquier otra parte en el procedimiento, tal exigencia parece apropiada a la vista de las circunstancias del caso".
Por ejemplo, si la bruja Sacabolas le promete informes del futuro, es posible exigirle, antes de sacudirle las manitas con algunos euros de verdad, que dé pruebas de que realmente conoce el futuro... o el médicobrujo de turno (Coté, el del Biobac/Renovén, el del cáncer matemático o la tarada de la herboristería que le dice a sus víctimas que dejen la insulina) debe demostrar que sus rituales, pócimas, embrujos, filtros, mejunjes, sahumerios o la mamarrachada en la que se especialice, realmente curan o, de lo contrario, anotar en sus etiquetas y publicidad que no, no curan, son placebos caros.
En realidad la directiva es racional en todas las relaciones comerciales del capitalismo depredador contra sus víctimas, para que esas personas, esos seres humanos a los que se reduce a la calidad de consumidores, tengan un poco más de recursos para defenderse de las infinitas estupideces que se sueltan en la publicidad de todo tipo de productos y servicios, y sólo por ello merecería mejor suerte. Pero dado que es aplicable a los charlatanes que nos dedican su tiempo y sus pedorretas, es también una herramienta contra el embuste organizado y sus acólitos, palafreneros, adláteres y rémoras, y un arma del pensamiento crítico y el derecho de la gente a saber.
El Artículo 7 de la directiva, por ejemplo, es casi poético: "Se considerará engañosa toda práctica comercial que, en su contexto fáctico, teniendo en cuenta todas sus características y circunstancias y las limitaciones del medio de comunicación, omita información sustancial que necesite el consumidor medio, según el contexto, para tomar una decisión sobre una transacción con el debido conocimiento de causa y que, en consecuencia, haga o pueda hacer que el consumidor medio tome una decisión sobre una transacción que de otro modo no hubiera tomado".
Es decir, se declara engañoso que un laboratorio homeopático omita señalar que no hay pruebas de que sus productos curen, o que Íker Jiménez no le diga que su más reciente libro-DVD oculta cuidadosamente datos esenciales que podrían hacer que el consumidor decidiera que no lo compra porque es una patrañota y afectar el negociete Íker-Carmen-Cuatro-Ser-Cícrulo-de-lectores y demás cómplices. Y no le podrán decir que "saque usted sus propias conclusiones" cuando saben que con la mitad de los datos, ninguna conclusión sirve más que para engordarles las cuentas bancarias, a riesgo de que un juez los llame, y no precisamente para consultarlos sobre ética periodística.
Comprenderá usted que en el Reino Unido, donde se ha puesto en marcha el proceso para hacer valer la directiva, los sacacuartos, mamacallos y rascatripas del ocultismo ya hicieron hasta una manifestación ante el número 10 de Downing Street exigiendo que no se les obligue a demostrar lo que anuncian, un verdadero delirio.
Suponemos que mañana los brujos, videntes, sensibles, psíquicos, telépatas, pintamonos y grabamoñas de esta España sigloveintiúnica se unirán a los autores de libros mentirosos, a los ladrones de imágenes y textos, a los falsarios conspiranoicos profesionales, a los deshilachados de los medios, a los fracasaditos profesionales y, en fin, al mundo ocultista (o paranormal) en fuerza con sus muchos donnadies desconocidos y sus otros donnadies levemente conocidos para hacer alguna pachanga esotérica en La Moncloa exigiendo que se respete su derecho a engañar a sus clientes, su derecho a falsear la verdad, su derecho a mentir y promover todo tipo de insidias, su derecho a ganar dinero de modo cuando menos cuestionable, sin que les estén jodiendo la marrana con pruebas, datos ni seriedad alguna, faltaba más.
Pero como la directiva en cuestión tenía como fecha límite para su puesta en ejecución en los países de la Unión Europea el 12 de diciembre de 2007, el gobierno español está faltando a sus obligaciones como parte de la UE. Y es por ello que le invitamos a nuestros lectores (ésos que los babapronta que me escriben a diario dicen que no existen) a conocer la directiva que puede descargar aquí en pdf y a firmar la carta que se hará llegar a las más altas autoridades del gobierno, y que tiene a su disposición aquí.
A menos que le preocupe mucho el terrible riesgo de que alguno de los chupópteros del yuyu más uyuyuuyante de España se vean obligados mañana a trabajar honradamente, que para algunos sería una desgracia y para otros una novedad total.