El día de ayer, el periódico Público, que ya tiene suficientes problemas por ser un espacio de libertad de opinión, no alineación con la derecha gritona y los cortesanos de escaparate, publicó un artículo referente a la petición mencionada en la anterior entrada de este blog referida a esta directiva de la UE (usted, ¿ya firmó?, si no ha firmado, vaya a firmar y vuelva aquí, le esperamos sin problema).
Obviamente, al odio de los Jiménes Losantos contra este diario dirigido de modo periodística y éticamente intachable por Nacho Escolar se unirán ahora los Jiménez Elizari, los Sierra, los Cardeñosa, los De Vicente, los Campoy y demás exponentes del periodismo hecho a patadas, con sensacionalismo y sin respeto alguno por los hechos.
La verdad es que la puesta en vigor de esta Directiva Europea (que al parecer se conseguirá este año) sí es un peligro para el negocio de todo tipo de soplaflautas, chupacarteras y cuentacuentos del mundo del ocultismo con máscara de modernidad. Quizá esto se explique mejor con el último dato que da la reportera (de verdad) Susana Hidalgo en el artículo en cuestión: "Un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del año 2005 señaló que los estudiantes españoles entre 18 y 24 años son más propensos a creer en videntes y brujas que las personas mayores de 45 años sin estudios".
Evidentemente, una gran cantidad de personas mayores de 45 años y sin estudios ya han vivido lo suficiente para saber que las promesas delirantes de "amor, dinero, conocer el futuro, hablar con fantasmas, ver a los extraterrestres, tomar fotos de muertos y ser perceptivo a lo paranormal" que venden los Aramís y los Jiménez Elízari son embustes, y sólo se aferran a la consulta de la vidente, al sahumerio del santero y a las trolas de Discovery DSalud quienes han vivido engañados, están emocionalmente necesitados o tienen un miedo irracional provocado por los mismos interesados en desplumarlos.
Pero los jóvenes, que han sido el campo de batalla de la antieducación, tienen algunas convicciones que les engordan muchísimo el negocio a los rarólogos de tiempo completo: a) sospechan de la autoridad (sanísimo) y de lo que dicen los señores de más de 30 años, b) buscan maravillas singulares y afirmaciones que les permitan sobresalir en sus grupos, puede ser igual "sabías que Kurt Cobain no comía patatas el aliolí por motivos religiosos" que "lo que casi nadie sabe es que la italiana fue la primera liga de rifbol profesional" o "los egipcios no pudieron construir las pirámides y el hombre no llegó a la Luna", c) desean novedades que "descubran" los secretos que creen que se les ocultan.
Obviamente, estas visiones son fundamentales para tener una juventud debidamente rebelde, inquisitiva y desconfiada, que es fundamental para ir avanzando dejando atrás las estupideces de otros tiempos. Pero cuando el sistema educativo no estimula el pensamiento crítico, la rebeldía se vuelve ineficaz, la actitud inquisitiva no sabe hacer preguntas realmente útiles y la desconfianza se vuelve inactividad y rabia sin salida.
Los jóvenes deben ser como son, pero donde se les traiciona brutalmente es al colocarlos en un ambiente escolar que favorece la memorización inane, la repetición ciega, el respeto inexplicable a profesores que no son sino burócratas bostezones o sacerdotitos en busca de adeptos, la autoridad bruta y represiva. Un mundo escolar que desde el principio reprime a quienes "preguntan demasiado", que criminaliza a los "alborotadores" que sugieren opciones, que pisotea la individualidad y no admite el cuestionamiento.
Esos jóvenes, obviamente, son tierra fértil para las pendejadas que distribuyen las revistas esotéricas, los programas de radio y televisión ocultistas, las editoriales sin principios que engañan a cambio de unos euros y las organizaciones de periodistas que se ocupan del corporativismo más que de denunciar a quienes convierten este oficio en un ejercicio de salteo de caminos contra las conciencias y buena fe ajenas.
Evidentemente, incorporar la direciva europea a las leyes españolas impone la posibilidad de poner coto a la depredación que, con ayuda de las escuelas desorientadas, las iglesias y los fachas de boutique, realizan los autoproclamados "expertos" en situaciones fantásticas y falsedades bien maquilladitas.
A ver, eso sí, si hay huevos para oponerse o fingirán "apoyarla" mientras preguntan a sus abogados cómo hallar la trampa en la ley.