Bueno, en realidad, lo nombró primero "Premio Novel", y de inmediato dos lectores de este blog, que también trabajan en domingo, me enviaron la noticia. Gracias a Alberto Sebastián y Manuel Acosta, obtuvimos la siguiente captura de pantalla a las 12:47:
La nota tiene todos los elementos preocupantes del periodismo anticientífico. Más allá de la patada a la ortografía con el "Pemio Novel", tenemos mal escrito el nombre del fracasado Disneyworld del embuste que hizo Von Däniken, Mystery Park, que cerró en noviembre de 2006 por falta de visitantes y ha sido reabierto provisionalmente hasta noviembre de este año. Un periodista capaz de llegar a Wikipedia (y más dos, que este pedazo de nota lo firman dos personas) sabría al menos que no es de enorgullecerse haber creado un parque de mentiras convenientes y racistas que el miembro de la Academia Suiza de las Ciencias Técnicas Antoine Wasserfallen llamó, con precisión de escalpelo, "un Chernobyl cultural".
Para la 1:40 de la tarde, Cadena Ser había rectificado... no en la tontería de darle un inexistente "Nobel de Literatura de 1991" a Von Däniken (de paso despojando de él a la sudafricana Nadine Gordimer), sino en la ortografía del premio, que pasó de "Novel" a "Nobel" pese a que los comentarios de los vistiantes dejaban claro que lo que se le había dado al astuto exconvicto suizo era un premio "Ig Nobel" y no un Nobel.
El Ig Nobel en 1991, primer año que se otorgó, era mucho más feroz que en la actualidad. Además de "premiar" a Von Däniken, ese año fueron "galardonados", en química, Jacques Benveniste, el médico que hizo la fraudulenta demostración de la "memoria del agua" que fue debidamente desenmascarada (lo que no quita que todos los charlatanes sigan hablando de tal memoria como si fuera cierta); en educación, Dan Quayle, el trastabilleante y bobalicón vicepresidente de George Bush padre por demostrar con sus declaraciones absurdas la necesidad de una educación científica como la que no tienen los autores de esta nota; en economía, MIchael Milliken, el estafador de Wall Street (el Madoff de los 90) y en paz ni más ni menos que Edward Teller, padre de la bomba de hidrógeno y promotor de la "Guerra de las galaxias" de Reagan.
Para las 15:44, ya se había hecho otra corrección parcial al adefesio, pero sin poner en duda en ningún momento las afirmaciones delirantes de Von Däniken ni la desvergüenza de sus promotores Jiménez, Sierra y Álvarez, ni el absurdo o el nombre de su parque de chaladuras cobradas:
Los responsables de esta atroz metedura de pata pueden ser Fermín Agustí y Carlos Largo, como periodistas poco prolijos, pero quizá lo sean los encargados que ordenaron esta nota para promover el inmundo negocio jimenezero y las preocupaciones comerciales de Cadena Ser. Sea quien sea, lo dramático es lo poco relevante quse considera que el conocimiento y las consecuencias de la falsedad en estos temas, ya sea por incuria, falta de respeto al lector, motivos económicos o voluntad de engañar.
Este mismo desaseo periodístico jamás sería permitido en otras secciones informativas como la de sucesos, política, actualidad internacional o deportes. Pero en cuanto se trata de charlatanería, fraudes paranormales, timos convenientes y cosas de ésas que parecen ciencia, toda ética y todo deber informativo veraz siguen sin aparecer por ningún lado, como si no importara que la gente estuviera desinformada en este terreno, como si aquí no valiera el derecho del público a tener información veraz, contrastada y honesta.