Anuncio de astrólogo de Boston en 1863. Todos los astrólogos reconocen que hay charlatanes en su oficio. Pero todos ellos afirman ser la excepción. (imagen D.P. vía Wikimedia Commons) |
Por supuesto, ni empezaremos a señalar que no existe ni siquiera una propuesta medianamente racional de cuál sería el medio mediante el que se realizaría esa supuesta influencia, qué arte mágica, qué abracadabrante sistema utilizaría un planeta para afectar a alguien simplemente por su posición y no por su masa, digamos. Por ejemplo, si tomamos en consideración una fuerza tan obvia como la gravedad, al momento del parto el médico o la comadrona ejercen mayor atracción gravitacional sobre el recién nacido que la Luna, por no decir las estrellas de la constelación de Capricornio, que sólo parecen estar juntas desde nuestro punto de vista pero están a distancias enormemente variables desde nuestro modesto planeta.
Pero la magia es refractaria a la razón.
Y además, no es necesario explicar los fenómenos astrológicos... porque no existen. Es como tratar de explicar cómo vuelan los pegasos.
Ahora ha resurgido algún astrólogo que se hizo mínimamente conocido hace unos años no por acertar en ninguna de sus predicciones, que no lo ha hecho nunca, sino por padecer una forma de coprolalia, de modo que a la mitad de un diálogo más o menos normal suele prorrumpir en una serie de descalificaciones, palabras soeces, agresiones homofóbicas y ginofóbicas, diatribas de todo tipo y, dicen quienes han asistido a uno de estos tristes ataques, que no me consta, espumeo en la boca, ojos en blanco y convulsiones incontrolables (algo así como una posesión de las que lo exorciza José Antonio Fortea Cucurull si hay periodistas en los alrededores, pero que se trata en realidad de un síntoma neurológico que amerita atención especializada). Los que no comprendían que lo suyo era un desarreglo patológico, lo llamaron cruelmente "boquita de retrete". Ahora se arrepienten y le recomiendan que se atienda antes de que las reformas a la sanidad lo condenen al ostracismo social para siempre.
Dicho astrólogo asegura (y lo ha vuelto a escribir en un correo a este blog, como todo necio que cree que neceando se hace con la verdad) que ha predicho que iba a haber una crisis más o menos en 2010 o 2011 o 2012 (con lo cual, como todo buen profeta, le dispara a todo el monte) porque, agárrese usted del sillón, Marte va a ponerse a 180 grados de Urano (visto desde la Tierra) y a 90 grados de Plutón.
Y por eso hay crisis.
Claro que, mucho cuidado, la crisis empezó en 2007 cuando estalló la burbuja inmobiliaria estadounidense, puso a temblar a los bancos al quebrar Lehman Brothers en 2008 y se fue desarrollando irregularmente en distintos países y según sus condiciones específicas. En otros, como en Islandia, también empezó en 2008 y no tuvo nada que ver con la quiebra de Lehman Brothers (aunque esto no suela decirse), su evolución fue independiente y van de salida, ya tuvieron crecimiento desde mediados de 2011. Y en algunos no pasó nada. Por ejemplo, supondría uno, China tiene un escudo anti Marte-Urano-Plutón, porque China no tiene una crisis económica. Y los países asiáticos en general tampoco la tienen. Salvo que ellos tuvieron una crisis financiera gravísima en 1997, cuando no estaba presente esa geometría celeste mágica que se supone que provoca crisis económicas.
También es probable que Marte estuviera a 180 grados de Urano y a 90 de Plutón sólo en los países asiáticos en 1997, cuando sus economías se hundieron.
Y, claro, habría sido necesario que esa disposición planetaria fuera válida sólo para México en 1994, cuando el país se fue al garete, o que se hubiera producido en Argentina en 2001, (pero no en Bolivia o Turkmenistán), cuando el corralito acabó con la clase media de ese país, mientras que en 2011, cuando según el astrólogo debería estar visitando al Titanic, ha tenido un crecimiento del 8,8% de su PIB en 2011.
Y, por supuesto, la fatídica danza planetaria habría sido efectiva en Rusia en 2007 cuando hubo un desastre financiero potente allí, y que se recuperó al grado de tener un crecimiento del 4,3% de su PIB en 2011 sin importarle mucho la posición de Marte y de su tía y las bobadas que sueltan los astrólogos para engatusar a sus víctimas.
Y, hablando de Finlandia, que es tema que apasiona a los que no saben de qué va la cosa, la predicción en cuestión no explica por qué los finlandeses ya se habían comido una crisis bancaria de órdago entre 1991 y 1993 si los planetas andaban en otros menesteres.
Hoy en día, según la lógica de los autoproclamados astrólogos, Marte, Urano y Plutón hacen todas esas cosas sólo en parte de Europa (Noruega, Suecia y otros países no están siendo afectados), Estados Unidos y algunos otros países que no suman ni una cuarta parte de la población mundial. La crisis no afecta a los países árabes, tampoco, ni al sudeste asiático, ni siquiera a la miserable y tradicional India con su plétora de engañabobos con letrero de astrólogos y otras monadas (de hecho, la India tuvo en el último trimestre de su ejercicio 2011-2012 un envidiable y jugoso crecimiento del 6.1%).
Por supuesto, cualquier configuración planetaria que a usted le dé la gana puede correlacionarse con una crisis. Esto le bastará a los astrólogos que viven del engaño y el abuso de la desinformación de los demás para asegurar que esa configuración provoca esa crisis, pero la afirmación no se sostiene apenas la observe uno críticamente. Las crisis ocurren cuando los planetas se ponen así, pero también ocurren cuando se ponen asá. La crisis de los S&L en tiempos de Clinton, el Efecto Tequila de 1994, el tsunami económico de 1997, etc. ocurrieron por motivos muy distintos a que desde nuestro planeta se vea como si Plutón estuviera allá y Urano acá (lo cual cambia radicalmente apenas salimos del concepto geocéntrico y asumimos, como no se han enterado los astrólogos, que el sistema solar gira alrededor del sol, concepto que los desborda).
Así que basta que diga que va a haber crisis cuando Marte esté en tal posición y sobra para que tenga razón, porque cuando Marte esté en esa posición, alguna parte del mundo estará entrando en alguna crisis, viviendo alguna crisis o saliendo de alguna crisis. Es como predecir que morirá una estrella de Hollywood en un año determinado: apostar sobre seguro.
No, los acontecimientos en la vida de los individuos y de las sociedades nunca dependieron de qué constelación del zodiaco esté más o menos visible en un momento dado (descontando, porque ellos lo valen, a todas las demás estrellas y galaxias del universo, por supuesto, que forman otros varios centenares de dibujitos que distintas culturas han interpretado como distintas constelaciones que ocupan la mayor parte de la bóveda celeste, puesto que el zodíaco es sólo una pequeña banda) y dónde estén los planetas de nuestro sistema solar (descontando, porque ellos lo valen, al cinturón de asteroides, el cinturón de Kuiper, la nube de Oort y todo eso que no tienen en cuenta porque los astrólogos babilónicos lo ignoraban y ellos, fieles a la tradición, mantienen en alto la sombra de la ignorancia tres mil años después).
Usted es el principal responsable de su vida, y los acontecimientos a su alrededor no están predeterminados ni causados por las configuraciones mágicas en las que creen los astrólogos. Las sociedades pueden hacerse del control de sus políticas, con formas más perfeccionadas de la democracia, creando mecanismos de transparencia y rendición de cuentas de los poderosos en lo político y lo económico. Las crisis dependen de cómo se gestionan los asuntos de un país o de una comunidad de países interrelacionados, y por eso, pase lo que pase en las cartas astrales de los oscurantistas con tarifa, hay países que lo pasan mal y otros que no, en distintos momentos de la historia.
Usted decide qué tanto asume la responsabilidad como individuo, como ciudadano, como elector, como ser humano y qué tanto le cree a quienes dicen que la realidad la controlan fuerzas mágicas que sólo ellos conocen y nos las dejan ver por un momento siempre y cuando les forremos los bolsillos.