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mayo 16, 2010

El mito de la Zona del Silencio

Si usted vive en el mundo de la rarología y la venta de mercancía inútil, muy probablemente habrá oído hablar de la "Zona del silencio", un lugar en México.

La zona del silencio
(Foto CC-BY-SA-3.0 o GFL de Cryptocône,
vía Wikimedia Commons)
Este misteriosísimo (dicen) lugar, según la manada del asombro profesional, o según los "expertos en el misterio", que es lo mismo, es un lugar donde existe algo que atrae a los meteoritos de modo que éstos "deciden" caer aunque para ello tengan que dar una órbita alrededor de la Tierra (oooooohhh, ¿y no se lo piensan mucho?), y algo que "interfiere en las ondas hertzianas dejando mudos a los aparatos de radio y a los transmisores, algo que produce mutaciones en plantas y animales, algo que atrae a las reses enfermas, moribundas, para morir a los pies de un cerro concreto de ese desierto, algo que atrae también a visitantes venidos del espacio". Tan acojonante cuanto descojonante descripción, con hipérbole en dosis seguramente perjudiciales para la salud pública, la firma ni más ni menos que el decano y ejemplo de todos los soplaflautas españoles, Jiménez del Oso en esta serie en la que comparte salario con Juan José Benítez rodada en 1989 y llamada "En busca del misterio", cuyo subtítulo debería ser "no encontramos ni un misterio, la verdad, pero lo pasamos bien en el proceso, y cobramos un platal".

El problema, como siempre, es que si uno se almuerza la media hora donde la mancuerna formada por Jiménez del Oso y el ovnimillonario Juan José Benítez se pasean por el desierto, verá mucho rollo, mucho cuento, mucha historia... pero no verá ni la llegada de micrometeoritos, ni un experimento controlado que demuestre que "algo" (uuuuuuhhh... algo muy algoso... algo misteriosooooooo) "interfiere con las ondas hertzianas" de nada, ni mucho menos verá mutaciones ni reses que van como zombies vacunos huyendo de sus pobres ganaderos a morir al pie de un cerro también uyuyuyante y algoso. Nada.

No crea que esto se debe a que al dupla de viajeros por cuenta ajena Jiménez del Oso/J.J. Benítez sean especialmente tontos, o especialmente inhábiles, o especialmente caraduras... es que nunca ha habido ninguna prueba de que todo lo que nos vende tal dúo dinámico sea más que un mito para desplumar turistas en una zona económicamente deprimida. Esta falta de pruebas no ha impedido que los misteriópatas siga repitiendo sobre la "Zona del silencio" .as mismas burradas una vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez hasta la náusea.

La historia de este cuento comenzó en 1966, cuando el ingeniero Harry de la Peña, trabajaba para Pemex en labores de prospección en parte del desierto de Chihuahua, en el centro del Bolsón de Mapimí, donde se encuentran los estados de Chihuahua, Coahuila y Durango, en la altiplanicie norte de México.

El ingeniero De la Peña informó una vez que tuvo problemas de comunicación por radio en un punto determinado y decidió que era "culpa" de la zona. ¿Cómo lo supo? Bueno, en realidad no lo supo, pero le sonaba interesante, de modo que se le ocurrión bautizar el lugar como "Zona del silencio". Nunca nadie ha podido encontrar ese punto "silencioso" otra vez, por cierto, ni siquiera Harry de la Peña, que sin embargo durante los años siguientes gozaría con frecuencia de los reflectores del mundo del misterio, participando en documentaletes, series de asombrismo delirante, recortajes con famosos picateclas de lo paranormal y demás.

Así que tenemos una zona del silencio... sin silencio...

El mito, sin embargo, estalló en 1970 cuando un mísil Athena de prueba de la Fuerza Aérea Estadounidense, un cohete diseñado para transportar bombas nucleares en el marco de la guerra fría, falló en su trayectoria  y en lugar de caer en White Sands, en Estados Unidos, se desvió y cayó en el desierto de Chihuahua. Entre los problemas que presentaba el asunto estaba el que México tenía relaciones normales con la URSS y con Cuba, con nutridas representaciones diplomáticas, de modo que de enterarse esos países enemigos del accidente, sin duda tratarían de encontrar el cohete y robar sus secretos militares. Otro problema es que aunque el Athena no llevaba un arma nuclear, sí tenía dos pequeños contenedores de cobalto 57, un elemento radiactivo. La recuperación de un arma táctica de prueba en tiempos de la guerra fría fue una operación militar urgente, secreta y misteriosa, con el añadido del miedo a la "radiación".

(Los expertos en estupefacción suelen decir que fue "muy misterioso" que el cohete se desviara y cayera "precisamente" en la Zona del Silencio. No lo es tanto si vemos que la "Zona del Silencio", donde cayó el misíl, White Sands, a donde se dirigía, y Green River, de donde partió, forman una línea recta. Y claro, el verdadero misterio sería cómo es que, si la Zona del Silencio pudo "atraer misteriosamente" al Athena, ni antes ni después atrajo a ningún otro misíl de los miles y miles que se probaron en las bases estadounidenses del suroeste durante décadas y décadas.)

Encontrar los restos de un cohete en un desierto no es cosa fácil. Les costó trabajo. Los vendecuentos se inventaron que hasta allí se había trasladado Werhner Von Braun y hasta le había hecho declaraciones a la prensa mexicana sobre los extraterrestres. No hay ninguna prueba de esto, ni de ninguna visita de Von Braun a México en toda su vida ni menos aún registro hemerográfico del alemán haciéndole al ufólogo, por no decir que esto no era tema de la NASA (como dicen varios), sino de la Fuerza Aérea. Y luego los olímpicos del estupor se preguntaron tonterías como "¿por qué no se podía encontrar el cohete con radar?, ¿acaso porque el radar no funciona en esa misteriosa zona?", sin pensar en que el radar no sirve para encontrar cosas tiradas en el suelo.

Por eso, con máximo secreto y la ayuda del ingeniero Carlos Bustamante como enlace con el gobierno mexicano, la Fuerza Aérea de los EE.UU. contrató gente en Gómez Palacio, Durango, para que peinara el desierto y finalmente encontraron el cráter de impacto y los restos del cohete. Se construyó una vía férrea provisional para llevar vagones con los cuales se retiró no sólo hasta el último remache del misíl, sino también una buena parte del suelo superficial alrededor del punto de impacto, como precaución ante una posible contaminación con el cobalto radiactivo del misíl. Lo menos que quería Estados Unidos, lógicamente, era un escándalo porque algunos vecinos de la zona (especialmente del poblado de Carrillo, el más cercano al punto de impacto) se enfermaran por la radiación.

Para cuando el ejército gringo se retiró, desarmó el ferrocarril temporal y se volvió a casa, la semilla estaba sembrada. En la imaginación de los pasmados, la arena no se la llevaron por el cobalto radiactivo, sino "por las extrañas propiedades magnéticas de la zona". Y le añadieron que se llevaron los "extraños animales" de la zona que nadie ha visto, claro.

Hay que aclarar que nunca nadie define lo que es una propiedad magnética "extraña". Es muy fácil medir los campos magnéticos, y para ello se utiliza un aparato con el extraño nombre de "magnetómetro", y que no es demasiado caro. Pero ningún experto en misterios se ha llevado uno para demostrar si realmente la zona tiene variaciones "extrañas" entre los 0,3 y 0,6 gauss del magnetismo terrestre en nuestro planeta. Uno sospecha (así son los escépticos, ya sabe usted) que no lo hacen porque saben que el comportamiento magnético de la zona no es nada especial... y sobre todo porque saben perfectamente que un campo magnéticosuficiente para alcanzar a los micrometeoritos fuera de la atmósfera terrestre y atraerlos hasta la Zona del Silencio necesitaría una fuerza tal que cualquier material paramagnético se pegaría al suelo y no habría fuerza humana capaz de separarlo, ni de levantar del suelo un micrometeorito ferroso.

Por supuesto, la zona, como todos los biomas de este planeta, tiene una flora y fauna propia, con especies que no hay fuera de él, cosa que no debería asombrar a nadie a menos que cobrara por poner cara de "madremíaquéraroesesto". Pero la riqueza biótica de la zona no incluye las "mutaciones" de las que hablan los de la cara ésa.

Es interesante notar que los "fenómenos" no han sido detectados ni siquiera por los miles de locos seguidores de los vendecuentos de este mundo, desde Jiménez del Oso hasta Allen Hynek, creyentes en los platívolos que han caído sobre la zona en los últimos 40 años, destruyendo muchos valiosos yacimientos fósiles para construirse unas bobaliconas "estrellas de David" con las que creen que van a comunicarse con los etés (y fracasando incesantemente). Estas personas son llamados los "zoneros" por la población local, que los ve como recursos en lo que es finalmente una zona pobrísima en un país del Tercer Mundo cuya pobreza se ha multiplicado desde 1970.

La zona es importante por cosas que nada tienen que ver con la venta de revistas, libros o DVDs, ni mucho menos. Su potencial paleontológico y biológico es enorme, fue mar dos veces, tiene especies endémicas importantes como la tortuga del desierto y merece una atención real como reserva de la biosfera que los comerciantes del babeo nunca le han querido prestar.

Afortunadamente, desde 1979 existe reconocida por la UNESCO la "Reserva de la biosfera de Mapimí", en cuya estación biológica siempre habitada y desde donde se estudia la zona, nadie ha percibido esos "extraños fenómenos" míticos, quizñá. Ni los campesinos y ganaderos de la zona. Ni los depredadores de cactáceas que las venden en Estados Unidos. Ni los cazadores furtivos que operan en la zona. Ni nadie cuya brújula haya fallado y haya muerto de sed en el desierto, porque eso simplemente nunca ha ocurrido. Hay un relato interesante de todo el tema en la disertación doctoral de Andrea Kraus, de 1992, que trabajó en la reserva de la biosfera y concluye lo único razonable, que todo parece un cuento y más vale considerarlo así hasta que  los "expertos" en dar espejitos paranormales a cambio de oro de verdad ofrezcan alguna prueba de sus afirmaciones.

mayo 06, 2010

"El hormiguero" se hermana con "Más allá"

En diciembre del año pasado, este blog le envió una carta abierta a Enrique Pérez Vergara, cómico que hace el papel de "Flipy" en distintos escenarios, muy destacadamente en el programa "El hormiguero", conducido por Pablo Motos y producido precisamente por el propio Pérez Vergara.

Con la arrogancia habitual de quienes se consideran por encima de la crítica, Enrique Pérez Vergara, "Flipy" y su equipo ignoraron la carta con toda eficacia, negándose a responder e incluso a darse por enterados, pese a que la misiva se mandó por su página de Internet, y un lector procedió a indicar el enlace correspondiente a este blog. En la carta comentaba yo cuán lamentable era la presencia constante de charlatanes varios en el programa, las explicaciones absurdas y falaces que suele dar "Flipy" a las demostraciones a las que pomposamente llama "experimentos", y la tontería de llamar "efecto mariposa" a las máquinas de Rube-Goldberg que presentan todos los días.

Sobre eso, me permitía yo invitar a "Flipy" a aprovechar mejor su espacio, su público y su papel de "científico loco" no sólo para vender productos con su imagen, sino también para enseñarle a su público un poquito de ciencia o, al menos, dejar de contarle trolas imaginativas cuando no tiene idea de por qué sus demostraciones funcionan como funcionan.

Y que no "desvele fraudes" como el de Uri Geller usando explicaciones delirantes, tan falsas como los "poderes" del astuto israelí.

Algunos amiguetes de Flipy nos pusieron verdes en el sitio privado de calificación de páginas llamado Menéame, aunque también fue la entrada más "meneada" en la historia de este blog con 1005 "meneos" y 99 comentarios. Y ciertamente hubo también quien defendió la entrada del blog, que el club de fans de Pérez Vergara no entendió, quizás por alguna deficiencia en sus habilidades de lectoescritura atribuible en todo caso al sistema educativo y en modo alguno a ellos.

Por eso, fue agradable descubrir una entrada de Psicopanadero señalando que el programa "El hormiguero" de Cuatro, sin la participación, eso sí, de Pérez Vergara "Flipy", le había colado un ovni falso a los autoproclamados "superexpertísimosdetresparesdecojones" de la revista Más allá de la ciencia (y más allá de la razón, también) y los ponían a caldo en la emisión del 5 de mayo.

Pero no vaya todavía corriendo a ver el vídeo en el blog de Psicopanadero. Antes, tenga presente lo siguiente. Primero, la hipérbole de los autores de la trampa para bobos es un pelín exagerada. Lo que ellos hacen lo han hecho muchos a lo largo de los años para demostrar la poca fiabilidad, la nula ética periodística y la inexistente calidad de los "expertos" de los medios vendedores de misterios. Recuerdo el globovni del físico mexicano Rafael Fernández Flores, otro ovni de cuento de Pepe Kuri, otra que le colaron a la revista mexicana "Reporte OVNI", de las más patéticas del patético escenario del misterio, e incluso el brasileño Kentaro Mori tiene un tutorial para crear un vídeo ovni falso en 15 minutos, y yo alguna vez le alimenté precisamente una foto de reflejo de lámpara en la ventana a algún insigne soplaflautas mexicano.

La práctica es común sobre todo porque es evidente que los falsos "expertos" (muchas veces absolutamente inexistentes e imaginarios) de los medios misteriopáticos se tragan cualquier cosa, como las niñas fantasmas que defendía con garras y colmillos Íker Jiménez, o la autopsia extraterrestre que se tragó con todo y muñeco Javier Sierra, antiguo editor y hoy consejero de Más allá. Basta ver los "análisis" que dicen hacer para enterarnos que de fotografía no saben nada.

Vamos, que engañar a unos medios que viven del deseo de ser engañados y de engañar a su público con cualquier chorrada que pase por los aledaños no es de Premio Pulitzer. Pero el truco, aunque poco original, sería valioso para desenmascarar ante un público tan grande como el que tiene "El hormiguero" las tonterías de misteriófagos como el otro cuatrero (estrella de Cuatro) Íker Jiménez. Ese tipo de desenmascaramientos se tienen que hacer de cuándo en cuándo.

Ya íbamos a aplaudir a "El hormiguero" por ello cuando notamos un rasgo en común entre los dos "creadores" de la "broma", Juan y Damián, y su jefe Pablo Motos: los tres aparecen portando una pulsera mágica. De hecho los sitios de promoción de estas pulseras mágicas lo mencionan destacadamente. Todo lo cual tira por tierra la tampoco muy sólida credibilidad de "El hormiguero".


Esta pulsera brujeril fue creada por dos angelitos que creen en las "vibraciones de los plátanos" (haga usted su propio chiste subido de tono) y que se han forrado cobrando más de 30 euros por unas pulseras que se pueden fabricar por unos pocos céntimos, y que no pueden hacer lo que afirman. Básicamente, no es posible "capturar una frecuencia" en un holograma, como no es posible "fotografiar un gramo" o "grabar un kilómetro" en CD, y el cuerpo no tiene modo ni manera de saber que allí hay un holograma (un trozo de plástico metalizado inactivo) y menos aún leerlo e interpretarlo. El asunto es tan de escándalo que los comercializadores de este muñeco vudú de silicona con holograma han sido denunciados por FACUA y el propio Ministerio de Sanidad español ha advertido a las comunidades autónomas de un posible fraude.

Obviamente, desenmascarar un día a una de las tres revistas profesionales del embuste rarológico en España es bueno, pero tal logro se desvanece cuando, día tras día, durante meses y meses, la gente de "El hormiguero", empezando por su popular presentador, promueve un claro embuste como el de estas pulseras mágicas sugiriendo a su público que sirven para algo más que para llenarles los bolsillos a los vivillos de turno.

Por supuesto que algunas personas del público han notado esto, y se lo han preguntado desde el año pasado a estos faranduleros que "todo se lo deben a la audiencia". Éstos, con la arrogancia habitual de quienes se consideran por encima de la crítica, han ignorado la pregunta con toda eficacia, negándose a responder e incluso a darse por enterados.

Al final, entre "Más allá" y "El hormiguero" no existe la diferencia que parecen creer los angelitos que se ríen de la ingenuidad ignorante y comercial de una revista vendedora de ovnis, y piden premios mientras ellos exhiben su propia ingenuidad ignorante en la muñeca.

Y el colmo sería que lo hicieran porque les pagan...

febrero 04, 2004

Platos voladores y meteoritos

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Los geólogos y astrónomos españoles están de plácemes por haber encontrado cuatro fragmentos de un meteorito que cruzó los cielos ibéricos el pasado 4 de enero y se estrelló en Palencia.

Aprovechando esta celebración científica, es oportuno señalar cuáles son las diferencias entre un fenómeno real y un fenómeno imaginario, en este caso, entre los meteoritos y los platillos voladores que alucinan algunos y con los que hacen su agosto otros.

El paso del meteorito por los cielos fue visto por miles o cientos de miles de personas de todo tipo.

Los platívolos o naves de supuestas civilizaciones extraterrestres sólo los ven unos pocos elegidos, mientras que todas las personas en las cercanías no se enteran de nada sino hasta que sus vecinos consiguen salir en la tele.

El paso del meteorito fue filmado, videograbado y fotografiado por docenas de personas, con gran nitidez y claridad.

Las espacionaves tripuladas por hombrecitos verdes (o por angelicales tipos rubios y buenotes) suelen ser filmadas, videograbadas o fotografiadas por una sola persona, que además no sabe afocar el aparato que maneja.

Las filmaciones, videograbaciones y fotografías del meteorito se han conservado sin problemas para ser estudiadas por los que saben.

Las filmaciones, videograbaciones y fotografías de esotéricas astronaves suelen extraviarse (en especial los negativos fotográficos), quemarse o arruinarse de alguna forma muy conveniente para que nadie que sabe pueda estudiarlas.

El meteorito, como toda cosa real, ha dejado restos efectivos y estudiables de su presencia en nuestro planeta.

Nadie jamás ha logrado obtener un trozo, por pequeño que fuera, de las cientos o miles de cosmonaves que aseguran que los han secuestrado, que se han estrellado en la Tierra o en las que han salido de paseo.

(Y si alguien acá me sale con los restos del tan traído "OVNI de Puebla", que algún mafufólogo llamó "El caso perfecto", deberemos informarles que tras 13 años de investigaciones se pudo determinar sin lugar a dudas que era la tercera etapa del cohete soviético que puso en órbita al satélite Cosmos 242.)

La diferencia es clarísima para todos excepto para algunas personas con interesantes trastornos de la personalidad que merecerían obtener una atención neuropsiquiátrica adecuada y para los que hacen negocio con el tema, claro.