septiembre 13, 2004

Uno, a cumplir condena. Los demás, ¿cuándo?

Una buena noticia nos regala La razón digital el pasado sábado 11: el notorio y peligrosísimo charlatán médico Geerd Ryke Hamer fue arrestado el viernes atendiendo a una euro-orden de aprehensión para ser devuelto a Francia, de donde huyó tras ser condenado por práctica fraudulenta de la medicina.

El máximo logro de Hamer fue convencer, en 1995, a los padres de Olivia Pilhar, niña austríaca enferma de cáncer, a huir a España para "salvarla" de los médicos, jurándoles (mentirosamente) que el tumor renal que padecía la niña se habría disuelto solo gracias a las terapias del ahora médico brujo y del apoyo que recibiría de un anónimo "colega" español. Incluso tuvo que intervenir el entonces presidente austríaco, Thomas Klestil para que los fanatizados padres volvieran a Austria y "permitieran" que su hija fuera tratada médicamente. Hoy, Olivia Pilhar está curada. Sus padres fueron condenados por secuestro y puesta en peligro imprudente de su hija y recibieron condenas suspendidas.

Geerd Rike Hamer, como tantos de su calaña, se presentó al mundo como "investigador" (por supuesto, en este baile cualquier picapedrero de dice investigador en geología alternativa) y, claro que sí, como "víctima de la medicina oficial" y "perseguido por las multinacionales" (oh, sí, la "Inquisición" de burjíkerjiménez, los "intoxicadores" de brujuanjobenítez, los "perseguidores" de tanto brujo con ansias de exhibirse como víctima ante el rebaño al que trasquila puntualmente, los ególatras que se imaginan galileos cuando son simplemente los militantes de la Sociedad de la tierra plana con ansias de enriquecerse y poca disposición a ser cuestionados).

Hamer era un médico razonablemente profesional hasta que su hijo Dirk fue trágicamente asesinado. Poco después, Hamer desarrolla un cáncer de testículos y su esposa un cáncer incontrolado que al final la mata. Al parecer, es entonces que el doctor pierde relación con la realidad y decide que el cáncer es causado por "conflictos", con lo cual inventa una toda una teoría a la que llama "La nueva medicina" o, más modestamente, "La medicina sagrada". Según esto, toda enfermedad (ya no sólo el cáncer) comienza con un choque al que llama "Síndrome Dirk Hamer" por su hijo, este choque se refleja mágicamente en los "focos de Hamer" del cerebro (que nadie ha visto) y que provoca la enfermedad en el cuerpo según las "Cinco leyes de Hamer". Algunas joyas del desvarío de este personaje:

Todo lo que no es cáncer es equivalente al cáncer. Quiero hablar de todas las enfermedades existentes, a sabiendas de que lo que llamamos hoy en día enfermedad es siempre una fase de conflicto (activo o solucionado).
(...)
Las enfermedades no existen ni han existido nunca con el sentido que le dábamos. No son más que fases distintas del programa especial adecuado (SBS) concebido por la naturaleza.
(...)
Estas enfermedades, supuestamente infecciosas, estaban siempre precedidas por una fase de actividad conflictual y es únicamente una vez que se ha resuelto el conflicto cuando los microbios pueden entrar en acción. Y por supuesto, están activados y dirigidos por nuestro cerebro. Lejos de ser nuestros enemigos, son auxiliares nuestros en el sentido de que se llevan los escombros de las secuelas del cáncer una vez que el tumor, tras haber cumplido su misión, deja de ser útil.


La terapia recomendada por Hamer era "solucionar los conflictos".

Y ya. Nada más. Ni radioterapia ni quimioterapia ni antinflamatorios ni cirugía ni mucho menos antibióticos (que matan a nuestros amiguitos bonitos y salvadores como el estafilococo, el virus del SIDA, el bacilo de Koch, la endoameba histolítica, el virus de la rabia y otros encargados de "limpiarnos" cuando resolvemos los conflictos). Por supuesto, Hamer se alió de inmediato con la "medicina holística" y varias otras patrañas.

La teoría (subjetiva y no sometida jamás a un protocolo científico, pues después de todo Hamer era un clínico y no un investigador) es de ésas que Linus Pauling decía que "no estaban ni siquiera equivocadas". Ninguna de sus bases tiene ni la más remota relación con la realidad, y demostrar que son fantasías es tan fácil que da pena.

La presentación de tales desvaríos lleva a que lo echen de la universidad de Tübingen y después a que se le prohiba practicar la medicina en Francia, ante el grave peligro de que intentara tratar a pacientes cancerosos con terapia de buena vibra y pláticas de café mientras se le morían. Pasó a Alemania, donde en 1997 fue encarcelado por practicar incorrectamente la medicina y por temor de la jueza de que tal lamentable personaje se fugara a España.

Qué jueza más suspicaz, caramba.

Las razones de jueces y médicos son sólidas: es una irresponsabilidad criminal permitir que, sin investigación alguna, un sujeto al parecer enajenado impida que los enfermos reciban un tratamiento que sabemos que funciona y sabemos cómo funciona (y sabemos hasta dónde funciona y cuándo no lo hace), y los someta a una terapia mágica curalotodo cocinada en el vacío de la imaginación (otra cosa sería, claro, que hubiera habido experimentación, investigación, estudios serios y conclusiones basadas en lo objetivo más que en lo subjetivo).

Hamer procedió a hacerse la víctima y a rodearse de un grupo de seguidores que son considerados por muchos ni más ni menos que una secta. Y fueron las víctimas francesas de sectas las que lo ubicaron y provocaron que se emitiera la euro-orden puesta en práctica el viernes 10. No se sabe a cuántas personas han ayudado a matar los fanáticos de la "Nueva medicina", sólo se sabe que al menos una niña se les escapó.

Lo bueno de la noticia es que este personaje ya no podrá realizar sus prácticas con otras víctimas. Lo malo es que, como todas las charlatanerías, aún las más irracionales, tiene seguidores que se encargarán de que el daño siga haciéndose. Y muchos en España.

Lo que falta es que la judicatura española reconozca algún día que los curanderos, médicos brujos, sanadores y otros mercachifles del dolor ajeno están ejerciendo la medicina de manera irregular e inaceptable, escudados simplemente en que no se llaman a sí mismos "médicos" sino otras denominaciones, pero sobre todo sin el sustento de los mínimos conocimientos necesarios para poder ofrecer alguna probabilidad de ayudar a pacientes graves, y que los daños, perjuicios, dolor y muertes que presumiblemente causan son asunto grave de salud pública.

Todos en España pudimos ver, en un reportaje de cámara oculta, a ese personaje lamentable, farsantesco y peligrosísimo llamado Paco Porras atreviéndose a interpretar un TAC cerebral en su "consulta" e indicándole a una reportera disfrazada de paciente que no fuera a ver médicos, que no siguiera el tratamiento indicado por ellos y que se limitara a comerse los yerbajos y las vitaminas que el propio fantoche le vendió.

Y ningún juez, ninguna jueza, sintió que allí hubiera delito.

En la televisión vemos a mamarrachos como Manuel Carabantes afirmando que hace "curación reiki", a hipnotizadores que dicen que curan numerosas afecciones, a naturópatas que recomiendan conjuros ridículos a personas enfermas, a brujas que "pasan el agua" para solucionar problemas de salud. Y ningún juez, ninguna jueza, se acercan a ver si hay daño, si hay víctimas, si hay dolor, discapacidades provocadas, muertes, engaño, cobros indebidos o vulneración del elemental derecho humano al mejor cuidado de la salud posible según los conocimientos que pacientemente hemos acumulado en la historia del dolor humano.

Nosotros no somos juristas. Probablemente el curanderismo, la tarea de alejar a la gente de las posibilidades de obtener un cuidado de la salud profesional y correcto, no sea un delito en España.

La pregunta, claro, es ¿no debería serlo?

Porque en tal caso el problema no es de la judicatura, sino de un legislativo que no trasciende la idea de que estos personajes son parte del folklor mediático-populachero y no percibe el grave daño que provocan.

Mientras esta pregunta no se resuelva, ni siquiera tenemos modo de saber cuántas personas pierden calidad y cantidad de vida por entregarse en las manos de todo tipo de charlatanes sin escrúpulos, víctimas de la insanía o incluso de personas que honradamente creen que hacen el bien, lo cual no le sirve de nada a quienes caen en sus manos.

¿Nadie los va a llamar a cuentas nunca?