septiembre 11, 2004

¿Quién se llevó la llave de la puerta dimensional?

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En el mundo de la paranormalología, nunca se puede demostrar que algo es falso.

Los paranormalólogos, en su incesante búsqueda de prestigio y dinero entre los ingenuos, repetirán todas las afirmacione cuya falsedad ya se ha demostrado, engañosamente ocultando las pruebas en su contra. Le enseñarán a un público poco avisado las fotos de Adamsky con "naves interplanetarias" confeccionadas con la tapa de una lavadora y tres pelotas, olvidando que Adamski decía que venían "de Venus" cuando hoy sabemos que no hay vida en Venus. Y las fotos de fantasmas más desprestigiadas. Hablan de espiritismo ocultando con toda mala fe la confesión de Margaret Fox, una de las iniciadoras. Hablan de las Hadas de Cottingley ocultando las pruebas del truco de las niñas.

Los creyentes sinceros no aceptan pruebas porque eso sería renunciar a su dogma. Los mercachifles profesionales las ocultan para mantener el negocio sano.

El supuesto "Triángulo de las Bermudas" es uno de esos misterios de feria que se resiste a morir pese a haberse demostrado que es falso como un Ferrari de veinte dólares.

Por ejemplo, en el amasijo de boberías llamado 100 enigmas del mundo, un tal Bruno Cardeñosa amontona junto a la "criptozoología", a los "poderes de la mente" (uno de los cuales, el de pensar, le fue negado a este personaje) y las "civilizaciones desaparecidas", le empuja al sufrido lector el supositorio mental del Triángulo de las Bermudas.

En un chat del canal Calle 13 celebrado el 21 de enero de 2004, el todoterreno de la necedad, Javier Sierra, escupe la siguiente teoría sobre "por qué ya no hay" desapariciones en el Triángulo de las Bermudas (como veremos, nunca las hubo): han disminuido espectacularmente tras la invención del GPS. Esta camama le gusta mucho al chavalote que ahora difunde estupideces en TeleMadrid, ya que la repite desde un "Encuentro digital" de El Mundo del 24 de abril de 2002, donde le preguntan: "Javier, ultimamente ya no se oyen desaparaciones en el triángulo de las Bermudas ¿Ha dejado de ser un punto caliente?¿Realmente crees que existia en sus aguas una base subterránea de OVNIS?" Hábilmente, Javieruco contesta: Quizás la invención del GPS ha tenido algo que ver y deja sin responder lo de la base "subterránea" (será submarina, digo yo), suponemos que para que el que quiera saberlo afloje los billetes y compre sus libracos.

Así es como no se explica un no misterio. Y el entrevistado se queda sonriente como el gato que se comió al canario.

El Pontífice Mayor del Gato por Liebre, Juan José Benítez, en otro "Encuentro digital" de El Mundo, éste del 5 de octubre de 2000, responde a la siguiente pregunta: "¿Por qué no sabemos la verdad acerca del Triángulo de las Bermudas (muertos, desaparecidos, misterios...)?" y nos ofrece esta no-respuesta igualmente invitadora al consumo de los escritos que él engendra: Sabemos muchas cosas, y están publicadas.

Es cierto, sabemos muchas cosas, y están publicadas. Lo que sabemos es que el misterio es falso. Y eso no lo ha publicado ningún javibrunojuanjo en ninguna de sus sesudas fabulillas. La razón es muy sencilla: no les conviene.

La historia del Triángulo de las Bermudas comienza cuando Charles Berlitz, un lingüista que no conocía el método científico ni en fotografía, se queda sin empleo en la empresa de su abuelo, la famosa cadena de academias de idiomas Berlitz. A los 60 años de edad, no se siente con ganas de trabajar, así que pesca historias de acá y de allá, inventa otras y realiza el parto de su libraco El triángulo de las Bermudas, mayúsula obra de la majadería mundial de la que vendió 14 millones de ejemplares y se tradujo a 22 idiomas (eso sí les debe dar envidia a Bruno, Javier y Juanjo).

Berlitz se despidió, presumiblemente carcajeándose de los 14 millones de inocentes a los que les vendió su historieta, pasando a mejor vida en diciembre de 2003.

Bueno, pero, ¿qué decía Berlitz?

Que había una enorme, pero verdaderamente enorme cantidad de barcos y aviones desaparecidos "en circunstancias misteriosas" en un triángulo delimitado por Bermuda, el extremo sur de Florida y Puerto Rico. Tan enorme que "no era explicable" por causas naturales y por tanto era "inexplicable por la ciencia", "misteriosa", "extraterrestre", "una perturbación magnética", "producto de secuestros de ovnis", "una puerta dimensional" o "evidencia de la actividad de los atlantes que aún viven echando burbujitas bajo el agua del triángulo".

El comienzo de este cuento fue la desaparición de una flotilla de cinco aviones bombarderos Avenger (el famoso "vuelo 19") en 1945. Se supone que desaparecieron en el triángulo de la vagancia de Charles Berlitz. Se supone que la desaparición fue "misteriosa". El único piloto experimentado de la flotilla era el teniente Charles Taylor, encargado de cuatro novatos que estaban aprendiendo a pilotear bombarderos. Y a partir de allí se han puesto a "investigar" los "investigadores".

Bueno no, eso no es cierto. Los farsantes "investigadores" han copiado las afirmaciones lelas de Berlitz y las han repetido con todo el espiritu cuestionador de un perico de pirata con todo y pirata. Pero también hay que reconocer que las "investigaciones" de Berlitz partieron de fusilarse a Vincent Gaddis e Ivan T. Sanderson, que en un número de 1964 de la revista de ficción Argosy incluso inventaron el término "Triángulo de las Bermudas", fusilándose antes a otros autores previos. Ladrón que roba a ladrón, etc.

Dieron tanta, pero tanta lata con su triángulo misterioso, que los investigadores (los de verdad) se pusieron a investigar y encontraron finalmente, en el fondo del mar, a los aviones Avenger desplomados, reconstruyendo con toda precisión los errores de navegación que cometió el comandante de la flotilla. Ahí están los aviones, a 300 km de Daytona Beach, a una profundidad de 230 metros. No se los llevaron los platillos voladores. No los secuestraron los atlantes. No pasaron por una puerta dimensional al más para allá de toda cordura. Están en el fondo del mar. Cayeron porque se les acabó el combustible, no por ningún influjo mágico. Se perdieron debido a poca visibilidad y a errores del comandante, que creía estar en el Golfo de México y andaba en el Atlántico más bien hacia el norte, fuera del "Triángulo de las Bermudas". Esto lo han demostrado verdaderos investigadores, no impostores como los brunujos, los brujavieres y los brujuanjos.

Y luego está la historia de que los aviones que salieron en busca de los Avenger también "desaparecieron" en el triángulo. Mentira. Se perdió uno, un Martin Mariner, pero no en el mar, sino que estalló a poco de despegar. Lo vieron muchos en la base. Los Martin Mariner eran famosos por tener problemas en los tanques de combustible, pero vaya, todavía estaba andando la Segunda Guerra Mundial y esas cosas pasan.

Ah, pero, dirá el crédulo que considera que Javier Sierra, pese a su aspecto y a su nula preparación científica, es una lumbrera de la investigación, hay otros muchos casos, ¿no?

No tantos. Exactamente los que se calcula que debería haber en una zona así de grande y de transitada, un área que mide la friolera de tres millones novecientos mil (3,900,000) kilómetros cuadrados.

Sí, cuando los acólitos de la fantochada hablan del triángulo en cuestión, sugieren que es una zona pequeña. Eso es parte de la engañifa. En un planeta de 510 millones de kilómetros cuadrados, el 0,8% es una superficie colosal. Para ubicarnos, pensemos que España tiene medio millón de kilómetros cuadrados de superficie y Argentina tiene dos millones 780 mil kilómetros cuadrados. La superficie de la que hablan estos freaks es enorme.

El astuto Charlie se despachó con la cuchara grande. Esos casi cuatro millones de kilómetros cuadrados están además en la zona con más barcos de recreo del mundo y por la que pasan todos los cargueros que van de Europa a Florida o Texas, más casi todos los que van de la Costa Este de los Estados Unidos a Europa, África y Suramérica, más todos los que parten de allí hacia Asia vía el canal de Panamá. Agréguese a esto una cantidad anual de vértigo de vuelos internacionales e intercontinentales hacia y desde varios de los más transitados aeropuertos de los EE.UU. Más las bases Eglin, MacDill y Tyndall de la fuerza aérea estadounidense y las estaciones navales Jacksonville y Mayport. Y todo ello en la zona por la que pasa la corriente del Golfo a una velocidad de casi 10 kilómetros por hora.

Hombre, ahí se han de hundir barcos y caer aviones, ¿no? Vaya, si no allí, ¿dónde?

Todo eso sin contar que ésa es la zona de los huracanes tropicales anuales. Todos los huracanes que laminan Cuba, que destrozan la Dominicana, que caen furibundos en Florida o incluso hacen blanco en Texas pasan por el triángulo de las Bermudas. Vaya, algún barco se hundirá por ahí cuando hay huracanes, supondría uno.

En realidad son aguas peligrosas, lo cual no es ningún misterio.

Pero, dice el crédulo, está el caso del submarino nuclear Scorpion que desapareció el 22 de mayo de 1968 en el triángulo de las Bermudas, ¿no?

Pues no. No desapareció. Se hundió. Y lo hizo 400 millas de las Azores (lejísimos del triángulo tontángulo). Los restos se encontraron en octubre de 1968. Ahí permanece. Se le monitorea constantemente porque debido a la profundidad en la que se encuentra no se han recuperado las cabezas nucleares que llevaba. Las causas del hundimiento fueron una reparación mal hecha. ¿Cuál misterio?

¿Pero el barco fantasma Mary Celeste no se encontró abandonado en el triángulo? Pues no. Se le encontró frente a Portugal, un poco apartado de la zona.

Con la estrategia clásica de cambiar de tema a la que son tan afectos los avechuchos del plumaje de los Benítez, pueden sacar un ejemplo tras otro de casos de desapariciones. Y, claro, si busca uno suficiente sí habrá alguna desaparición "misterioso" por cuanto que no se sabe exactamente dónde ni por qué se hundió. Pero eso pasa en cualquier punto de los siete mares sin que por ello se apersone en ella algún vivaracho a poner una caseta de cobro.

Por suerte hay investigadores de verdad como Larry Kusche, que se ocupó de tratar de encontrar la verdad tras el enredijo de patrañas de Berlitz y sus seguidores. Y lo que descubrió es que muchísimos casos citados por Berlitz sencillamente no existieron (números que no corresponden a ningún vuelo, nombres de barcos imaginarios), mientras que la gran mayoría de los demás ocurrieron fuera del triángulo famoso. Véase un escaneo bastante malo aquí, con atención especial a la "desaparición" que en realidad ocurrió en el océano Pacífico, frente a las costa mexicana entre Jalisco y Nayarit. Finalmente, la enorme mayoría de los casos reales de desapariciones estaban satisfactoriamente explicados.

Kusche escribió The Bermuda Triangle Mistery Solved (El misterio del triángulo de las Bermudas resuelto) con el resultado de sus investigaciones. Dicho libro obviamente no tuvo la difusión en los medios que se le dio al tabique de Berlitz y no ha sido muy mencionado en los panfletillos que perpetran los paranormalólogos más destacados y descarados.

¿Han disminuido las desapariciones debido al GPS, niño Sierra? ¿En 10%, el 63.89%? ¿Cuánto? ¿Lo sabes? ¿No será que las desapariciones no existieron nunca porque se inventaron para que Berlitz, tú y otros desvergonzados vendieran libritos, revistitas y otras chucherías a la gente de buena fe?

Y, ya metidos en eso, Javi, en buen plan, ¿cómo es que el GPS puede con capacidades mágicas verdaderamente de escándalo evitar secuestros de ovnis, eludir la tecnología de los atlantes, neutralizar los vórtices magnéticos misteriosos y escamotearte las llaves de las puertas dimensionales?

Creer todavía en el "misterio" del Triángulo de las Bermudas puede ser ignorancia o inocencia. Pero de los hechiceros que venden las mercancías del caso queda la sospecha de que son, sencillamente, unos sinvergüenzas.