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Los geólogos y astrónomos españoles están de plácemes por haber encontrado cuatro fragmentos de un meteorito que cruzó los cielos ibéricos el pasado 4 de enero y se estrelló en Palencia.
Aprovechando esta celebración científica, es oportuno señalar cuáles son las diferencias entre un fenómeno real y un fenómeno imaginario, en este caso, entre los meteoritos y los platillos voladores que alucinan algunos y con los que hacen su agosto otros.
El paso del meteorito por los cielos fue visto por miles o cientos de miles de personas de todo tipo.
Los platívolos o naves de supuestas civilizaciones extraterrestres sólo los ven unos pocos elegidos, mientras que todas las personas en las cercanías no se enteran de nada sino hasta que sus vecinos consiguen salir en la tele.
El paso del meteorito fue filmado, videograbado y fotografiado por docenas de personas, con gran nitidez y claridad.
Las espacionaves tripuladas por hombrecitos verdes (o por angelicales tipos rubios y buenotes) suelen ser filmadas, videograbadas o fotografiadas por una sola persona, que además no sabe afocar el aparato que maneja.
Las filmaciones, videograbaciones y fotografías del meteorito se han conservado sin problemas para ser estudiadas por los que saben.
Las filmaciones, videograbaciones y fotografías de esotéricas astronaves suelen extraviarse (en especial los negativos fotográficos), quemarse o arruinarse de alguna forma muy conveniente para que nadie que sabe pueda estudiarlas.
El meteorito, como toda cosa real, ha dejado restos efectivos y estudiables de su presencia en nuestro planeta.
Nadie jamás ha logrado obtener un trozo, por pequeño que fuera, de las cientos o miles de cosmonaves que aseguran que los han secuestrado, que se han estrellado en la Tierra o en las que han salido de paseo.
(Y si alguien acá me sale con los restos del tan traído "OVNI de Puebla", que algún mafufólogo llamó "El caso perfecto", deberemos informarles que tras 13 años de investigaciones se pudo determinar sin lugar a dudas que era la tercera etapa del cohete soviético que puso en órbita al satélite Cosmos 242.)
La diferencia es clarísima para todos excepto para algunas personas con interesantes trastornos de la personalidad que merecerían obtener una atención neuropsiquiátrica adecuada y para los que hacen negocio con el tema, claro.