julio 21, 2013

"Juana de Arco" Forcades, más allá del antivacunismo mortal

(Actualización 8 de agosto: Esta entrada fue reproducida en el portal de la revista Sinpermiso el 27 de julio, con su correspondiente enlace y sin permiso, que no hace falta pedirlo si se reproducen las entradas completas, sin alterarlas y sin cobrar por ellas, que ya habían reproducido la dedicada a Punset y los problemas de la divulgación. A ella respondió bastante molesto alguien llamado Martí Caussa en el sitio web de la revista Viento Sur con acusaciones que me parecen bobas, sin acritud, pero enlazando a Sinpermiso y no aquí. La entrada fue reproducida después por Kaos en la red con el mismo desprecio a este humilde blog. Claro, estos sitios se centran en la defensa del nacionalismo [que a mí siempre me ha parecido esencialmente de derechas] pero que NO es el tema de la entrada, que al parecer los sobrepasó. Hoy, Viçenç Navarro sale en "defensa" de Teresa (así, a secas) y del nacionalismo en su blog del diario Público, con la divertida acusación de que criticar la pseudociencia de alguien que se dice de izquierdas es "sectarismo de izquierdas" y sugiriendo, en cambio, que el nacionalismo [posición por definición excluyente que usa el "ellos" y "nosotros" como coartada ideológica] es incluyente, cosa más bien rara. Oiga, don Viçenç, critíqueme usted todo lo que quiera, pero caramba, tenga la decencia de enlazar a este blog o al menos de enterarse de que existe. Gracias.)
(Actualización 23 de julio: Me hacen llegar la tesis de doctorado de Teresa Forcades que, como era previsible, no tiene nada que ver con epidemiología, virología, inmunología o ninguna de las especialidades médicas sobre las que suele hablar provocando el pánico, sino que es simplemente un estudio observacional (ni siquiera un experimento) sobre el impacto de las medicinas alternativas en los estudiantes de medicina de Cataluña cuya conclusión esperable es que se deben integrar las medicinas alternativas a los programas docentes de las facultades de medicina. Es decir, una tesis doctoral de promoción de la charlatanería en descrédito de la medicina real. Y sigue.) 

Teresa Forcades saltó a la fama gracias al vídeo "Campanas por la gripe A", producido por una anónima autora de una larga serie de vídeos en los cuales se da pábulo a todo tipo de conspiranoias, pseudomédicos, antimédicos y miembros del grupo de la marginalidad psicodisléptica: otro anitvacunas folklórico como Juan Gérvas, el falso físico Nassim Haramein, conspiranoicos del nivel altísimo de David Icke (quien afirma que el mundo está controlado por extraterrestres reptilianos malévolos que comen gente), creyentes en la electrosensibilidad, negacionistas del sida, creacionistas, etc.

Uno de los libros dedicados
a la promoción acrítica de
la monja Forcades.
Consolidó esa fama participando en congresos delirantes de conspiranoicos y pseudocientíficos porque a sitios serios nadie la invita. Y porque, como ya se podía sospechar, no tiene publicaciones sobre cuanto dice de epidemiología, virología y demás en ninguna revista científica. Su única publicación es un artículo sobre medicinas alternativas de 2007 de un estudio hecho en un instituto de teología y publicado en una revista menor llamada Atención pública que no se dedica a la epidemiología, tampoco.

Pero Teresa Forcades i Vila no es una "monja antivacunas".

O, concretamente, no es sólo una "monja antivacunas".

Es la promotora de una serie de pseudomedicinas, visiones conspiranoicas, atentados a la razón y tonterías peligrosas que van mucho más allá del simple antivacunismo selectivo que tanto crédito tiene en la España del siglo XXI (con resultados funestos).

Esto viene a cuento porque recientemente se desató un pequeño escándalo debido al encuentro de personas de la izquierda con esta religiosa empeñada en el activismo político tan caro a la iglesia católica (que esto de los estados laicos o aconfesionales no lo lleva con paciencia y menos en España, reserva católica de occidente).

Alberto Garzón (cara muy visible de IU, esa misma formación política que a fines de 2012 nos dio esperanzas al votar una resolución de rechazo a la homeopatía y a las terapias pseudocientíficas después de años de anticiencia, antimedicina, holismo, antenas de móviles e ignorancia biotecnológica) se reunió con la activista de hábito para hablar de su política nacionalista-independentista-católico porque la considera "un referente" (bueno, Íker Jiménez también lo es, suponemos que se reunirá con él pronto).


Varios le reclamaron que se reuniera con un personaje antivacunas y fueron llamados rápidamente "difamadores" mientras que toda la actividad brujeril y religiosa de la monja era minimizada ante su relevancia política producto de.... pues de nada, realmente.


Porque la señora Forcades no ha hecho nada para merecer esa relevancia, como no sea que su orden y la iglesia católica española en masa han decidido promoverla intensa y costosamente como "una opción progre, new age y superguay" para mantener en el redil católico a quienes encuentran repelente el filofranquismo de Rouco Varela y la jerarquía española en general, a la izquierda fengshui y a los jóvenes que se enamoran de la rebeldía sin más, y que más necesitarían quien les enseñara cómo convertir los ideales en acción política útil para las mayorías.

No me meteré en el berenjenal que se desprende del hecho de que una parte de la izquierda, a falta de referentes reales en la lucha política, en el pensamiento original, en la audacia propositiva, tome como tal a una monja en activo, legitimando así estruendosamente el intervencionismo político de otros miembros de la jerarquía religiosa que tienen posiciones más "conservadoras" (hoy al fascismo se le llama conservadurismo y los antiguos conservadores van quedando casi en la izquierda, cosas veredes).

Es decir, si Forcades puede, todos pueden y no se les debe criticar. Si Forcades encabeza el independentismo catalán poco es que Wert sirva a los designios del Opus Dei. Y todos merecerían, en lógica, el respeto de Alberto Garzón y la militancia de IU.

Otros podríamos pensar que la intervención de ministros y monjes en los asuntos civiles es esencialmente contraria a la concepción de un estado laico, aconfesional y libre en los esquemas políticos resultado de la Ilustración. Y que este intervencionismo es aún más rechazable cuando se trata de religiosos que han jurado obediencia ciega al jefe de un estado extranjero, el imperio Vaticano, con lo cual están en obligación de poner los intereses de ese estado y su cabeza por encima de los intereses de la gente del país donde nacieron, viven o actúan obedientemente.

Ser chupasotanas cuando se tercia y anticlerical cuando no conviene no parece ser laicismo y, si mucho me apuran, tampoco parece izquierda, del mismo modo en que el nacionalismo se opone a la visión esencial igualitarista de la izquierda. Parece más bien política acomodaticia y populismo barato. Pero qué sé yo que me soprende que Teresa Forcades haya dicho que el cáncer que llevó a la tumba a Hugo Chávez fue "resultado de su entrega política", diagnóstico oncológico cuando menos curioso.

Lo que sí sé es que Teresa Forcades promueve muchas cosas más allá del "no se vacunen" que gritó cuando apareció la gripe A, tema que ya hemos tratado aquí y en las entradas enlazadas y que ha sido exhaustivamente desmenuzado en todas sus dimensiones.

Hoy, por cierto, cuando la gripe A sigue matando gente (pero en el Tercer Mundo, se entiende que al ser gente de color extraño no conciten los entusiasmos de la nacionalcatalanista católica) y la vacuna sigue sin matar gente, Teresa Forcades se niega rotundamente a tocar el tema. Quienes están muriendo por no estar vacunados, este mismo año, este mismo mes, en Perú, en Argentina, en Chile o en Brasil ya no son importantes, pues las falsedades sobre esta enfermedad y la vacuna (como su afirmación delirante de que la vacuna sería "obligatoria" con penas de hasta mil euros a quien no se vacune) ya cumplieron el objetivo que al parecer buscaba la monja: hacerse creíble en un segmento en el que la presencia de la iglesia era escaso. Sigue diciendo barbaridades sobre vacunas como la triple vírica, que asegura que introduce "material genético de células cancerosas en el cuerpo de los niños" (después de todo, su iglesia no se ha distinguido por un apego demasiado cercano a la verdad), pero de la gripe A y las conspiraciones que dijo haber denunciado, ni pío.

Forcades también se ha opuesto a la vacuna contra el VPH totalmente a contrapelo de las evidencias y sin ofrecer por su parte evidencias o estudios que sustenten sus afirmaciones, al parecer destinadas a promover el miedo. Allí también se hizo eco de ella Gaspar Llamazares, como ya enlazamos, que tampoco dio evidencias de que haya efectos adversos superiores a los de cualquier otra intervención médica. Ambos, sin una sola prueba, exigen la retirada de esta vacuna porque parece ser elemento popular entre los adeptos al new age que son sus potenciales votantes y que no son muy proclives a buscar información médica fiable.

Teresa Forcades imparte (previo pago) talleres de una práctica mágica llamada "EFT", un ritual inventado por un tal Gary Craig que pretende curar dando golpecitos en distintas partes del cuerpo con las puntas de los dedos.


Igualmente, promueve el uso de una pócima llamada MMS, inventada por otro sujeto que ha tenido la desvergüenza de decir que ha curado y prevenido la malaria en África, sin dar ninguna prueba al respecto. Y una planta para curar el cáncer, según afirma su promotor. El tema le sirve para promover la visión conspiranoica: "La información de la que dispongo es favorable, y me parece muy sospechoso que se haya prohibido su venta en algunos lugares y que se persiga a las personas que lo comercializan. Lo mismo podríamos decir del caso de una planta llamada stevia rebaudiana, en el tratamiento de la diabetes. ¿Por qué se prohíbe en lugar de investigar seriamente sus efectos?"

Podríamos explicarle a la monja que no se puede permitir la comercialización de ningún producto que afirme tener poderes curativos sin haber previamente pasado por controles y ofrecido pruebas, evidencias y demostraciones científicas de su eficacia, su seguridad y su calidad. Ella misma pide controles a la industria farmacéutica (aunque utiliza las peores prácticas de esta industria para tratar de deslegitimar la ciencia médica en su totalidad y promover el miedo de la gente a los médicos) pero no para sus amigos que venden mejunjes brujeriles. Curioso.

Forcades es, además, prohomeópata y es acupuntora, cosa que le provoca un enorme orgullo cuando dice: "La homeopatía y las medicinas alternativas han sido un descubrimiento para mí desde que estoy en el monasterio. La medicina convencional es muy decepcionante para las enfermedades crónicas. Además, ahora soy acupuntora. A una hermana con artrosis que tiene 90 años la píldora le hace efectos secundarios, y con las agujas el mal le marcha igual".

O sea, que si el mal le marcha igual, la acupuntura funciona. Una lógica cuando menos del nivel de "Dios te ama por eso creó el infierno para ti".

Hablamos, pues, de una monja que estudió medicina pero no la practica, y sí practica una serie de rituales mágicos que según ella "le funcionan". Y con base en eso incluso ha abordado al movimiento en pro de la sanidad pública con su mensaje antimedicina y de pánico contra las farmacéuticas no por sus prácticas, sino afirmando que sus productos son inútiles. Es decir, abandone el tratamiento basado en evidencias y deje que las monjas le dén golpecitos o le clave agujas.

Charlatanería médica y new age, más catolicismo nacionalista (nacionalcatolicismo se llamaba cuando lo hacían Franco y el cardenal Goma y Tomas), promovidos por la parte de la izquierda más despistada y anticientífica, conforman una mezcla bastante más preocupante que simplemente ser "antivacunas", aunque ya esto cause enfermedad y muerte. La simulación de la rebeldía, el uso sesgado e insidioso de denuncias muy serias sobre el mal comportamiento de una u otra industria (que deben ser abordados desde el interés del bien común y no desde el deseo de deslegitimar a la ciencia y de promover la brujería), el aprovechamiento del prestigio social que aún tiene el disfraz hábito religioso, la utilización de grandes recursos promocionales de origen oscuro (que incluyen el mantenimiento de un community manager y escolta cibernético dedicado a atacar a quienes quieren dialogar con la monja) en su conjunto dan muy mal aspecto.

Mal aspecto, de otra parte, habitual en la iglesia católica y su bimilenaria lucha contra la ciencia, la inteligencia, el pensamiento libre, la medicina y el laicismo, y que ha librado bajo los más distintos disfraces y sin escrúpulo alguno.