mayo 26, 2010

Punset y los problemas de la divulgación


Mi anterior post sobre una de las barbaridades que suele ofrecer a su público Eduard Punset ha disparado un debate interesante, el de lo flexibles y comprensivos que debemos ser al tratar con un "divulgador científico" si cuenta trolas, porque de otra parte, se dice, realiza una labor útil.

Eduard/Eduardo Punset (foto
de Grupo Punset Producciones, licencia
CC-BY-SA-3.0, vía Wikimedia Commons
(También ha reavivado otros debates de una memez océanica, que si efectivamente Uri Geller tiene "poderes", que si todas las personas que dicen que no hay pruebas de que las prácticas "alternativas" curen estamos a sueldo de las farmacéuticas, que si todos los médicos, enfermeras, bioquímicos, divulgadores serios, etc. forman una megaconspiración para impedir que el mundo se cure con agujitas, y que si quien critica a San Eduard Punset es un envidioso o solamente un malvado, entre otras demostraciones de lo que pueden hacer los vendedores de humo en la percepción de ingenuos y conspiranoicos, pero en ellas no entraremos.)

El rigor exigible

El argumento fundamental que se ha presentado es que, aunque Punset en ocasiones entreviste a verdaderos charlatanes (como Rupert Sheldrake, Deepak Chopra, Masaru Emoto, Uri Geller, Nguyen Van Nghi, Mariano Bueno, Marysol González Sterling, etc.) y abunden sus devaneos de autoayuda, autopromoción, autobombo, interpretaciones fantasiosas de los datos de la ciencia, afirmaciones sin base en la realidad científica actual, etc. debe perdonarse, pasarse por alto o relativizarse porque hace una admirable labor cuando entrevista a científicos de gran relevancia a los que nadie más en España tiene interés, tiempo ni dinero para entrevistar, además de tocar temas poco habituales. Tras este argumento hay cierto reproche al autor de este blog por ser demasiado estricto con Eduard Punset, cuando uno podía tener un poquito más de complicidad.

Utilicemos un ejemplo en otra área del periodismo. Porque por más que actúe como gurú new age y poseedor del "secreto de la felicidad", lo que Punset está haciendo es periodismo, periodismo científico, y por lo tanto no debe ser ajeno a los principios esenciales de la ética periodística.

Deepak Chopra, comerciante de pseudomedicina
ayurvédica/cuántica
(vía Wikimedia Commons)
Imaginemos a un periodista deportivo que de cuando en cuando soltara cosas como que Johann Cruyf fue campeón de curling a la cabeza de la selección de Etiopía, o que asegurara a su rendido público que Geert Jan Jansen fue defensa central de la selección belga en el mundial de 1966, que afirmara que en realidad el ciclismo se practica con triciclos pero la tercera rueda es invisible porque la ciencia aún no la ha podido explicar, y que dijera con absoluta convicción que en realidad Maradonna no metió el gol de 1986 contra Inglaterra usando la mano, y que hoy eso es "cabezazo, y cabezazo puro".

¿Acaso sería razonable defender a ese periodista acudiendo a los casos en los que sí dijo con precisión que Pelé llevaba el número 10 o que Olga Korbut era gimnasta? ¿Se diría que este individuo hace un gran bien al deporte debido a que tiene una gran capacidad de comunicar, es simpático, bonachón, sonríe hasta cuando está masticando, y tiene muchos fans? ¿Se defendería que su promedio de aciertos es muy elevado?

Tal periodista no tendría defensa, y sería raro que alguien saliera a defenderlo. El periodismo es de una parte una vocación por averiguar cosas y contarlas, y de otra parte un compromiso indeclinable de atender el derecho de la gente a saber. Cuando el periodismo atiende a motivaciones económicas, de autoexaltación del periodista, de intereses políticos, de deseos de utilizar los medios para obtener poder, dinero o sexo, se convierte en charlatanería.

La credibilidad de un periodista no está en un alto promedio de aciertos, sino en ocuparse de buscar la verdad y presentarla después de contrastar fuentes, cotejar, buscar y redactar con honradez. Si se equivoca, su obligación es reconocer el error, tan públicamente como cuando lo cometió, para atender el derecho de la gente a saber y ofreciendo disculpas. Los periodistas se equivocan, por supuesto, pero hay errores honestos y errores que se cometen por desidia, indolencia, desprecio al público y conveniencia propia que ya  no son precisamente errores, son faltas a la ética.

Si el periodista no es riguroso siempre, no es fiable nunca.

¿Qué quiere decir esto y por qué el rigor no es prescindible?

El desconcierto del público

Descubrir que algo anda mal en algunos los ejemplos anteriores no es muy difícil porque nuestro conocimiento del mundo de los deportes es muy amplio. Pero uno de los ejemplos podría desconcertar a todos menos los más expertos, el de Geert Jan Jansen. Casi nadie tiene forma de saber que antes que futbolista belga, este personaje es un conocido falsificador de pinturas nacido en Francia.

El público no puede saber que situarlo en un equipo nacional de fútbol es tan falso como decir que la tierra es plana. Muchos quedarán perfectamente engañados, e incluso admirados ante la erudición del cronista que sabe datos tan oscuros sobre el fútbol. Seguramente es una lumbrera del periodismo deportivo.

Uri Geller in Russia2
Uri Geller, prestidigitador que afirma tener
superpoderes y declarado "ciencia pura" por
Eduard Punset (foto de Dmitry Rozhkov,
CC-BY-SA-3.0, vía Wikimedia Commons)
Ése es el problema con la divulgación científica de Punset (y de algunos otros en todo el mundo, me centro en este personaje porque es el tema de la anterior entrada, porque difunde sus embustes con dinero público y porque es especialmente famoso en España, con cierto reconocimiento en América Latina, y por tanto su capacidad de hacer daño es especialmente potente). El público general no tiene forma de saber que Richard Dawkins es un biólogo evolutivo de verdad y un divulgador fiable en temas de evolución, pero Uri Geller no es más que un prestidigitador sin vergüenza y autoglorificado. Y al presentarse ambos bajo el manto de respetabilidad e infalibilidad de que se ha rodeado Punset (con ayuda de sus cabestros, claro, y apoyado en sus relaciones como político), el público no avisado empieza a creer que Geller es "ciencia, ciencia pura" y se abre a creer cualquier otra tontería y, por supuesto, a dejar el dinero en manos de acupunturistas, santeros, homeópatas, naturópatas, holísticos y otros tipos igual de peligrosos.

¿De quién es la responsabilidad de averiguar que Geert Jan Jansen es un falsificador y no un futbolista, o que ni Masaru Emoto ni Uri Geller tienen nada que ver con la ciencia? Obviamente no del público. Es una de las primerísimas obligaciones del periodista o del comunicador (y por "periodista" entiendo al que ejerce el periodismo, no al dueño de un título que diga que es periodista, ojo). El periodismo implica poner a disposición del público información que no tenía antes, para satisfacer su derecho a saber y darle herramientas para tomar decisiones o formarse opiniones, entregándole poder, porque sí, la información es poder. Escamotearle información o ignorarla es error del periodista.

Si el periodista no hace su trabajo, es un mal periodista. Puede ser el mal periodista más simpático, entrañable y santurrón del universo (y de varios universos paralelos), pero sigue siendo un mal periodista que no atiende los intereses del lector

La humildad del periodista

La actitud de control absoluto de la verdad de Eduard Punset ha llevado a que se le considere una autoridad en ciencia (sin que él haga nada por moderarlo o matizarlo) y se hable de él como prototipo del "científico".

Pero Punset no es científico, como no lo es quien esto escribe. El periodista científico no tiene que ser un científico académico, del mismo modo en que el cronista deportivo no tiene por qué ser un deportista profesional, y los críticos de cine o teatro no tienen que ser directores, autores o actores.

Y precisamente por eso, el periodista científico debe ser extremadamente riguroso, tratar siempre de constatar sus afirmaciones, acudir a fuentes fiables, sean journals científicos, revistas de divulgación con buenos antecedentes de fiabilidad, entrevistas, otros divulgadores fiables, científicos que se esfuerzan por explicar la ciencia a nivel popular, etc. Y también fuentes diversas que ponen en cuestión muchas afirmaciones, como hacen las asociaciones racionalistas y escépticas en todo el mundo, así como los investigadores sobre las afirmaciones de lo paranormal. Porque los científicos muchas veces no están alerta a la posibilidad de fraude por parte de sus sujetos, y es necesario promover una posición cuestionadora.

Por ello mismo, un viejo adagio del periodismo es que cuando el periodista se vuelve más importante que la noticia, algo se está haciendo mal. Cuando Punset no se prestigia por entrevistar científicos relevantes (y amos de la superchería ultramillonarios) sino que los medios consideran que "ser entrevistado por Punset" es uan especie de "sello de garantía", tenemos un problema. Y ese problema es la "falacia de autoridad", es decir, que se acepta algo porque lo dice cierta persona con cierta fama y no por las virtudes o defectos propios de la afirmación.

Obviamente, cuando un cosmólogo dice algo sobre física y es parte del consenso científico del momento, podemos determinar que es bastante fiable. Pero si el mismo cosmólogo habla de quién ganará el mundial de fútbol o cómo podrían ser los extraterrestres (como hizo en un comentario a la ligera Stephen Hawking, alborotando a todo el gallinero de la rarología), tiene la misma credibilidad que cualquier persona tomada al azar en la calle. El conocimiento en cosmología no le ofrece bases para hacer análisis más propios de la biología, la etología, la antropología y la sociología. Es mucho más creíble un experto en sociobiología o, incluso, un escritor de ciencia ficción que se haya especializado en la creación de criaturas y sociedades extraterrestres imaginarias pero plausibles, basado en datos de varias ciencias.

Cuando algo se vuelve cierto "porque lo dice fulanito" y además quien lo critica llega a ser atacado de modo despiadado y como un hereje al que hay que quemar en la hoguera, lo que no hay es divulgación de la ciencia. Ni ciencia, ni periodismo.

Otro argumento repetido es que el "éxito" de Eduard Punset es lo bastante admirable como para "perdonarle" sus frecuentes desbarranques en el esoterismo. Este argumento es de los menos sólidos, pero de los más repetidos, y compañero frecuente de la bobada de que a quien esto escribe le mueve la envidia porque le gustaría engañar a la gente, fingirse gurú y tener el dinero y el éxito de Eduard Punset. Evidentemente, si quisiera engañar al público, mi historia periodística sería otra, pero ese argumento es poco atendible.

¿El éxito de Eduard Punset, la adoración de sus adeptos, su fama y la cantidad ingente de premios que se le han arrojado encima son de alguna forma un buen argumento para no exigirle el rigor periodístico que le exigimos a cualquier otro periodista? Es claro que no, que en todo caso todo su éxito convierte en algo mucho más preocupante sus desbarres, sus interpretaciones delirantes y sus viajes para entrevistar a amos del embuste y promotores de la pseudociencia y la anticiencia.

Y es que, si el periodista científico no tiene por qué ser científico por estudios, sí debe tener una actitud, una visión, científica del mundo. Esto equivale a decir escéptica, racional, naturalista y siempre abierta a cambiar si hay pruebas razonables que indiquen que uno estaba equivocado. El pensamiento científico, racional, no es provincia exclusiva de quienes han estudiado carreras científicas, sino por el contrario puede y debe ser patrimonio de todos como forma de enfrentar los desafíos del mundo real. De hecho, uno de los objetivos de la divulgación científica es promover el pensamiento racional a contrapelo del pensamiento mágico.

Y debe actuar como periodista ético. Lo cual implica no traicionar a la verdad, y menos aún cuando el trabajo de comunicación se hace con cargo al erario, pues no debemos olvidar que la producción del programa y el salario de Eduard Punset se sufragan con dinero del tesoro público de Radiotelevisión Española. Es decir, que además de un compromiso con la ciencia y la comunicación honesta, existe el compromiso de no dilapidar el dinero público... o debería existir.

Qué pensar o cómo pensar

Un tema que encuentro especialmente preocupante en el universo punsetiano y que es lo contrario de la buena divulgación científica es su pasión por convencer, por ser admirado. Antes que buscar la verdad aún a costa del rechazo de cierta parte del público, como hace cualquier periodista, la actitud es más cercana a la de la estrella mediática, el cantante, el actor, el tertuliano de televisión, para el cual todo es sacrificable en aras del aplauso y cuya obligación es tratar de quedar bien con todo el público, gustar a toda costa.

Y en esa búsqueda por ser admirado, existe un hilo en su accionar público que sugiere que su contacto con la ciencia y con los científicos le ha aportado una sabiduría trascendental que lo distingue y le faculta para decirle a los demás qué deben hacer, qué deben pensar, no para tener mejores datos, sino para ser felices, para alcanzar la satisfacción personal, con un lenguaje propio de los libros más lamentables, obvios y bobalicones de la autoayuda.

Esto sería grave si Eduard Punset presentara su labor como su búsqueda espiritual personal, su camino a Damasco, su empresa por la iluminación... pero él se hace llamar "divulgador científico", y por tanto se entiende que se le analice en esos términos y no en otros. Un gurú busca decirle a la gente qué pensar, qué creer... la divulgación de la ciencia, al promover un pensamiento racional, enseña precisamente lo contrario, a dudar, a pedir datos, a utilizar criterios de verdad fiables, pretende en todo caso enseñar cómo pensar.

Que lo haga el becario

Tanto la admiración excesiva hacia la figura del expolítico catalán como la defensa que se hace de él e incluso la desprolijidad que muestra y sus tendencias claramente místicas son hijas de un problema que tiene el manejo de la información científica en los medios de comunicación.

Como hemos señalado en las críticas a La Sexta Noticias que hemos hecho en este mismo blog (aquí y aquí, además de las críticas que he hecho en Twitter y que han llevado a que el encargado de la cuenta @sextaNoticias oscile entre insultarnos e ignorarnos, nunca en hacernos un poco de caso), la desidia y el desprecio a la información científica parecen ser la norma. Para hablar de política, suele acudirse a periodistas con experiencia en el análisis político y politólogos fiables. Para hablar de deportes, se exige a los cronistas un conocimiento bastante completo de los deportes y más de su especialidad, cuando se trata de cosas tan populares como el fútbol, el baloncesto y la Fórmula 1. Para hablar de economía se toman los servicios de periodistas versados en el tema o economistas que puedan hacer periodismo. Y así.

Cuando se trata de ciencia, no hay ni exigencias, ni requisitos ni preocupación por los errores. Parece que se le asigna al becario que no sirve ni para traer cafés, se redacta con los pies, sin entender siquiera la información original, sin un ápice de espíritu crítico, mucho menos autocrítico. Es relleno, asunto que no tiene por qué cuidarse como se cuida la política, los sucesos y otras secciones.

Cuando los medios aprendan que presentar a Uri Geller como científico es tan inaceptable como presentar a Leonel Messi como director teatral, a Flipy como portavoz de la oposición en el congreso o a Plácido Domingo como laureado economista, podemos quizá aspirar a tener una divulgación científica mejor que la papilla espiritualoide que Punset alimenta a su público para glorificarse y poder viajar a cuenta de nuestro dinero, sin ningún compromiso con la verdad, la ciencia o la deontología periodística más elemental

Repitiendo lo que decía ayer: lamentable

mayo 24, 2010

Punset: esoterismo con piel de buen rollo

(Nota: esta entrada dio pie a otra, la siguiente cronológicamente, que la complementa y amplía de un modo que hallo más satisfactorio: "Punset y los problemas de la divulgación científica".)

Eduard Punset promueve la creencia de que la acupuntura tiene propiedades curativas, pero no lo prueba, afirma que el chi existe, pero no lo prueba, y asevera que lo bonachón de un acupunturista profesional basta y sobra para convalidar todas sus afirmaciones, sin acudir a ningún estudio científico que pudiera poner en solfa cuanto afirma la mal llamada "medicina" tradicional china.

Esas alucinantes afirmaciones se encuentran en la revista Muy interesante de junio, el nuevo feudo de Punset donde hablará de gente que ha conocido.

En este artículo hacia el cual me llamó la atención amablemente uno de los lectores de este blog por medio de un correo electrónico (gracias, Juan), Punset habla de una medicina china "de verdad" (a saber cuál es "de mentira") que tiene "3.000 años de experiencia científica y humana". Es decir, cae en la vieja falacia de que las cosas antiguas son verdad únicamente porque son, precisamente, antiguas, sin necesidad de demostrar nada. Obviamente, en la larga experiencia humana, se han desarrollado muchísimas tradiciones, tan antiguas o más, y contradictorias entre sí. Y la única forma de determinar cuál de ellas es verdadera, o si ninguna lo es, es la ciencia, que ojalá tuviera 3.000 años de existencia y no los 500 que realmente tiene.

Obviamente, el curandero vietnamita al que Punset dedica su artículo en Muy interesante debe tener razó, porque le dijo a Punset que su cerebro (el del político catalán) funcionaba perfectamente. Es decir, le hizo la pelota y el divulgador cayó a sus pies.

Las afirmaciones delirantes de Punset en su desaforado panegírico se desgranan una tras otra sin ofrecer más pruebas que su imagen de viejecito simpático de hablar pausado: El curandero Nguyen Van Nghi sabía tanto como "la comunidad científica occidental". Algo sin duda asombroso para alguien que no estudió física, química, matemáticas, bioquímica ni ninguna otra disciplina científica, y cuya formación como médico que terminó en 1940 fue rápidamente sustituida por su creencia en la acupuntura y su enorme capacidad de aprovechar la locura de la acupuntura que siguió a la visita de Nixon a China, donde lo engañaron como a un estadounidense altanero, lo cual permitió a don Nguyen irse a Estados Unidos y vender la historia de la "medicina energética" sin ocuparse en probar su existencia, su validez y su eficacia. Porque estudios clínicos, experimentos controlados de doble ciego, estudios estadísticamente validados y publicaciones científicas de Nguyen Van Nghi no existen, no hay, nunca hubo. Ni uno. No hay. Nada. Nada que no sea su capacidad de caer bien que debe haber sido asombrosa.

¡Y así sabía tanto como toda la comunidad científica "occidental"! Vaya genio.

Declara Punset que Nguyen Van Nghi le curó con agujas la fibrilación paroxística, pero no nos dice qué tipo de etiología tenía su afección, quién se la diagnosticó, y qué validación obtuvo de la curación milagrosa, cosa que haría cualquier periodista serio, divulgador científico o no. Pero a cambio nos ofrece un poco de cursilería, al declarar que cuando el vietnamita le clavó agujas "por primera vez en mi vida supe lo que era un corazón acompasado con el ritmo del universo".

Joer, don Eduard, Eduardo, Edward o Eduardas (así atino fijo), pues qué notición, porque lo que usted dice sufrir es una afección que no debe tomarse a pitorreo, y sería maravilloso que se curara con agujitas en vez de controlarse con medicamentos. Es un descubrimiento maravilloso, y si se validara científicamente, le habría valido a su amigo un Nobel de Medicina o Fisiología.

¿No está validado científicamente tal milagro? Pues es un embuste, y usted cómplice del embustero.

Las frases de Punset, expresando su esperanza de que algún día la medicina pueda aprovechar lo que tienen en común Occidente y Oriente, y que, en la fantasía de Punset es que "cada cambio en la materia se debe a un cambio en el estado de la energía", frase hueca y sin sentido que sin embargo suena bien, como lo que podría decir Belén Esteban, que también tiene el favor del público, si vamos a darle relevancia a ese hecho, no justifica sin embargo que a las prácticas curanderísticas tradicionales chinas (o a cualquier otra) se les perdone el requisito, la exigencia, la necesidad de validar sus afirmaciones de acuerdo a un método que ha funcionado como no funciona, no ha demostrado funcionar, la acupuntura: el método científico.

Que Punset, en el recuadro o despiece, se ocupe de hablar de la energía "qi" (o "chi") como si fuera algo real, que "anima a todos los seres vivos" (la "vis vitalis", pues, una energía mágica) y para remate "cuyo flujo defectuoso explica el mal funcionamiento de nuestro organismo y nuestra mente", asombra y desconcierta porque es afirmación que se encuentra, en la vasta mayoría de los casos, en sitios que precisamente se dedican a la denigración de la ciencia, a las acusaciones delirantes contra los científicos y los médicos y a luchar en contra del espíritu de la Ilustración.

Lamentable.

El camino deEduard Punset como divulgador científico a raíz de su fracaso en las elecciones de 1994 con su propio partido "Foro", donde aspiraba a ser eurodiputado no ha sido del todo terso. Se ha visto jaloneado al menos por su propensión a la exageración y la hipérbole que con frecuencia desvirtúan los hechos que presenta con interpretaciones fantasiosas, sin bases y que en muchas ocasiones parecen buscar más la exaltación de su personalidad que la presentación de temas, la exposición de entrevistados o el servicio al público lector y televidente.

Un incidente conocido fue la caída de Punset bajo el influjo encantador de Uri Geller, quien le hizo un par de trucos de ilusionismo y llevó a que el tardío periodista se desbordara diciéndole al astuto israelí/mexicano (por esas artes que aquí desvelamos y sin que Enrique de Vicente pudiera jamás aportar los documentos que aseguraba que tenía): “Tú eras un pionero y ahora esto es ciencia, ciencia pura”.

Ciertamente, lo de Uri Geller no fue, no es y no será ciencia, ni pura ni mezclada con agua tónica. Es un simple y llano embuste donde un ilusionista guapo y excelente manipulador de gente finge tener poderes, los ingenuos le creen y éste se llena de dinero. Pero era alarmante, alarmantísimo, que Eduard Punset no supiera que Uri Geller había sido desenmascarado mucho antes de ese 13 de febrero de 1998 en que se tiró a los pies del estafador de las cucharitas. Curiosamente, ése es uno de los programas ausentes de la lista de emisiones de Redes que ofrece TVE.

Otros programas son igualmente aterradores, charlatanescos, pseudocientíficos o, según un neologismo muy usado en España, magufos. Por ejemplo, el del 10 de abril de 2000 habla de las imaginarias "graves alteraciones" que, dice Punset, provocan en la salud humana las líneas de alta tensión, los aparatos eléctricos y los teléfonos móviles. Para ello, de nuevo, Punset no acude a expertos científicos en el tema, sino a personajes bonachones, convincentes, puríficamente guruísticos como Mariano Bueno, un señor que hace zahorismo (alias radiestesia) y feng shui y que dice ser experto en la inexistente disciplina de la "geobiología", y que entre otras cosas vive de fomentar el pánico hacia la "contaminación electromagnética" que nunca ha demostrado que exista. Por ese mismo programa pasaron el naturópata José Colastra y la "biosónica" Marisol González Esterling que hace además "psicoastrología kármica" que es lo más anticientífico que se puede uno poner antes de quemar a Giordano Bruno. (No me resisto a reproducir una de las afirmaciones de esta ciudadana que se mantiene en la página de "Redes" de RTVE, es decir, pagada con nuestro dinero: "El peso atómico, molecular de cualquier alimento o vitamina se convierte en herzio". Si ésa es la ciencia que "divulga" Eduard Punset, su lugar natural está al lado de Íker Jiménez, por supuesto).

Pero además de éste y otros muchos ejemplos de charlatanería pura y dura y de exageración y malinterpretación de los datos científicos, es innegable que Eduard Punset tiene una personalidad magnética, un hábil manejo de los medios, unas relaciones públicas fantásticas, una capacidad de hablar siempre sonriendo y un dejo de sabio en situación de desamparo que captura a la gente. Esto evidentemente es un gran valor desde el punto de vista de la forma de comunicar. Y ésa la tiene tan dominada Punset que ha conseguido situarse, en la percepción pública, como una autoridad incontestable, absoluta, más allá de toda crítica, de cuanto se llame o parezca científico. Se pretende colocar a este personaje, pese a sus numerosas y frecuentísimas metidas de pata, al grado de no saber ni siquiera contar hasta diez, en un nivel de perfección suprahumano. Que sea más cursi que una comedia romántica interpretada por una Barbie puede repugnar a algunos, pero ciertamente gana adeptos en un mundo donde el periodismo se desvirtúa sin cesar.

Por desgracia, el contenido de lo tan bien comunicado es supersticioso, falsario, engañoso, pseudocientífico, fantasioso, irreal, mentiroso y nada fiable para su público, abusando de su buena fe.

Lamentable.
25 de mayo, 1:45 AM: Me hace notar Fernando Frías, vicepresidente del Círculo escéptico y autor del blog El fondo del asunto que Carolina Punset, hija de Eduard Punset, como concejala del poblado valenciano de Altea ha conseguido declarar al municipio libre de transgénicos. Y no porque tenga pruebas de que los transgénicos, así, en general, todos, sin excepción, sean malos, peligrosos o indeseables, que no las tiene... sino que milita en el partido Los Verdes Ecologistas-Pacifistas, que por supuesto creen en la contaminación electromagnética (sin pruebas), la igualdad de los animales con los seres humanos, y en general la agenda política cienciofóbica, supersticiosa e irracional de Los Verdes. Supongo que esto confirma que la superstición, efectivamente, se enseña en casa.

mayo 23, 2010

En todas partes se cuecen cristos

En 2004, Canal Plus mostró parte de un vídeo del cantautor Javier Krahe nunca antes emitido y que se titula "Cocinar un Cristo". Desde entonces, el grupo religioso ultrafundamentalista Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro emprendió acciones legales contra Krahe y contra el programa "Lo + Plus" que ahora han llevado, más de cinco años después, a que se abra juicio oral contra los acusados.

Para quienes vemos esto con estupor, provoca la sensación de que vivimos en territorios de la shari'a musulmana, de la halakha judía o del absolutismo del Dalai Lama budista. O que hemos vuelto a los tiempos inquisitoriales donde el hereje era considerado delincuente y detenido, torturado, humillado y, por supuesto cocinado asándolo en la hoguera mientras las sotanas reían y se tomaban un vinito.

Esta acción se basa en un atávico e indefendible artículo del Código Penal Español, el 521.1, herencia del cristofascismo cómplice de la iglesia con el que Francisco Franco cabalgó sobre el país durante 4 décadas (cocinando por cierto a muchos miles de herejes que osaban pensar distinto que el genocida de la voz de pito). Y es, por cierto, la primera vez que se aplica tal ordenamiento medieval desde que se promulgó el actual Código Penal en 1995. Pero el asunto legal lo explica perfectamente Yamato, que por algo es abogado, en su infaltable blog El fondo del asunto y no la voy a reiterar yo. Vaya, lea y vuelva.

Ahora que ha vuelto, es oportuno que también lea el resumen que hace Luis Alfonso Gámez en Magonia, para evitarme más repeticiones, aquí espero, no tengo prisa.

¿Ya?

Este nuevo embate de la ultraderecha cristocavernaria española es, evidentemente, parte de todo un movimiento ultrafundamentalista mundial y multiconfesional que busca concertadamente coartar la libre expresión y el libre pensamiento en aras del fanatismo religioso para devolver a los jerarcas de diversas religiones su preeminencia sobre la sociedad. La ley irlandesa contra la blasfemia, la lucha de los países islámicos por conseguir que la ONU condene las críticas contra el Islam y diversas acciones similares en diversos países, pretenden algo tan absurdo como otorgarle "derechos" a una creencia y convertir el "sentimiento de ofensa" de unos en algo más valioso y más defendible por las leyes que la libertad de otros de pensar, hablar, escribir, cantar y ser.

Pero lo más grave es que "ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa", "escarnio de sus dogmas, creencias ritos o ceremonias" y "vejar a quienes los profesan o practican", como reza (literalmente) el artículo 525 del Código Penal español son conceptos sujetos a una amplísima variedad de criterios.

Por ejemplo, podría decirse que estrellar aviones contra edificios del Gran Satán es parte de las "creencias" de los ultrafundamentalistas islámicos, y llamar a los perpetradores de este atentado "asesinos desalmados" podría "ofender los sentimientos de los miembros" de dicha confesión religiosa, además de "vejar" a quienes practican el ritual del suicidio del mártir en la jihad, una ley así permite por supuesto a Osama Bin Laden presentarse, digamos, ante el tribunal en el que se está llevando a cabo el circo contra Javier Krahe y exigir que todos los periodistas y analistas del horror del 11-S sean multados. Y los señores del Centro de Estudios Jurídicos (jojó) Tomás Moro tendrían que aplaudirles a rabiar en nombre de su perversión de la idea de la "libertad religiosa".

Cualquier mormón podría reafirmar su derecho a tener veinte mujeres, cualquier judío podría darle de palos a cualquier mujer que transitara, digamos, por la acera Este de la Gran Vía si un rabino hubiera determinado que es "calle sólo para hombres", y criticarlo podría ser punible de acuerdo al artículo 525. Y claro, los ultracatólicos podrían exigir la supervisión de los dormitorios de todo el mundo alegando que actos como la felación, el cunnilingus o la penetración anal "ofenden sus creencias" y los hacen sentirse "vejados", de modo que los tribunales deben multar cada uno de esos actos.

Estos ejemplos algo caricaturizados (menos de lo que nos gustaría) resaltan el peligro que subyace a las leyes hechas a medida de un grupo y redactadas de modo que toquen asuntos tan curiosos como qué tan ofendido se siente alguien porque otro tenga la libertad de criticar, analizar, comentar y examinar sus creencias.

Evidentemente, no sentirse ofendido no es un "derecho", ni mucho menos. Lo que nos ofende o hace sentirnos insultados es un asunto puramente subjetivo, personal, en el que las leyes no tienen nada qué hacer. Son temas íntimos, y no tienen tampoco por qué normar o limitar el accionar de los demás seres humanos.

El avance del pensamiento y la moral, los logros científicos, la democracia, la libre educación, el intercambio de ideas, la búsqueda de la verdad en el universo, han ocurrido única y exclusivamente gracias al retroceso del control religioso sobre la sociedad. Los grandes valores de la civilización, ya lo hemos dicho, no son los de la religión, del mundo católico, budista, musulmán o judío, sino precisamente los que han luchado contra la intolerancia religiosa.

Rendir el control de la sociedad a las religiones por medio de leyes que coartan la libre expresión en aras de los "delicados sentimientos" de religiones que han torturado, quemado, asesinado por millones, organizado guerras sin fin, odiado con intensidad ardiente, psicopática y aterradora, es renunciar a los avances humanos y ponernos en situación de volver a la más genuina barbarie, al miedo como forma de vida, al oscurantismo, a la ignorancia, al fin de la democracia y la libertad, y a someternos a la crueldad de los autoproclamados representantes en la tierra de uno u otro dios.

Así que, por la libertad y la democracia, por los avances del ser humano libre, cocinemos un Cristo. Seamos cómplices de Krahe, difundamos su vídeo, hagamos nuevos vídeos cocinando a otras deidades. Yo, por mi parte, aunque habría preferido usar mantequilla a las finas hierbas, participo en esta cocina, y si alguien se ofende, que no mire, y no esté jodiendo:


mayo 21, 2010

¿Paranormalidad para chirona?

Por una vez, partamos de la base de que los adivinos, videntes, profetas, vaticinadores, agoreros, augures y demás dicen la verdad.

Es decir, que pueden "ver" los acontecimientos del futuro con claridad.

Nada más y nada menos. Estos sujetos, estos Octavios Aceves, estos Antonios Vázquez Alba, estas Brujas Lolas, estas Aramises Fústeres, estos Rapeles, estos Efraínes Barrazas y otros miembros del mundo estrambótico y estrafalario conocen el futuro, lo ven con claridad suficiente y de modo tan preciso que merecen en justicia que se les pague por informarnos de sus videncias, visiones y sensibilidades.

Sin duda alguna.

Pues bien, todos deberían estar en la cárcel. Salvo los que viven en países con pena de muerte (como China, Estados Unidos y los páises víctimas de la sharia), que deberían haber sido ya ejecutados de conformidad con las leyes de tales países, aunque uno pueda lógicamente estar en desacuerdo con dicha forma de "castigo".

Me explico. Los videntes con gran frecuencia aseguran que "sabían" (e incluso que "predijeron") diversos desastres naturales y humanos. Por ejemplo, la delirante Ivana Adzija, pianista y "compositora profética" (dale, che) de la Patagonia argentina, asegura que "predijo" el ataque del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas.

No dice que "sintió cosas raritas como si algo feo pudiera pasar", nonono, centrémonos, asegura que predijo, es decir "que dijo antes de que ocurriera" que iba a haber un ataque terrorista del fanatismo religioso el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, con casi tres mil víctimas inocentes.

Si lo "predijo", es que lo sabía.

Si lo sabía, como sólo podían saberlo Bin Laden y sus cómplices, y no dijo nada, si no avisó a la embajada de Estados Unidos, si no levantó la alarma, si no usó sus poderes para dar los nombres de los pilotos multiasesinos que se preparaban para esto, la "pianista profética" es cómplice de unos tres mil asesinatos.

De ser ciertas sus afirmaciones, mientras ella componía zarandajas y callaba, ayudaba criminalmente a poner el escenario para la muerte de muchísimos inocentes. Algo de una bajeza, de una inmoralidad y de una indecencia humana absolutamente colosales.

Y lo mismo va para el sujeto que se hace llaman Minik Zek Balam, de quien ya hemos hablado, y para el impresentable embustero tamaño XXXXXXL Antonio Vázquez Alba, que un día ante el espejo y en ceremonia solemnísima, se concedió a sí mismo el modesto título de "Brujo Mayor" de México, aunque ningún niño jamás aprendiera telepatía con los cursos que cobraba cuando era más joven pero no menos caradura. Ambos desvergonzados aseguran ante cualquiera que los quiera escuchar que él predijo el terremoto del 19 de septiembre de la ciudad de México, donde murieron entre 20 mil y 90 mil personas (nunca se supo). Vamos, que los supuestos profetoides son más letales que una cámara de gas de campo de concentración ambulante.

Como último ejemplo de autopostulado carne de presidio, el erróneamente hombrado Hugo Bonito se promovió un tiempo en su natal Argentina asegurando que había "predicho" el atentado del 11-M en Madrid utilizando un procedimiento al que le otorga el rimbombante nombre de "sistema técnico de fechas gemelas". Para que España pida su extradición y lo enchirone un par de décadas por haberse quedado tan tranquilo comiendo asados en Rosario en vez de levantar la alarma y hablar, así fuera a cobro revertido, a la embajada de España en Buenos Aires.

Si uno sabe que otra persona va a morir y uno no hace nada, sin duda alguna hay delito. Sin contar con que queda certificado que uno es bastante hijo de puta.

De hecho no es necesario ser vidente para ser un delincuentazo así. Basta ser, por ejemplo, un papafrita que recorra el mundo escribiendo libros y diciendo que es "experto en Nostradamus" y defensor de que el astuto francés sabía lo que iba a ocurrir, para hacerlo corresponsable. ¿Ahora me sales con que Nostradamus dijo que Hitler era un peligro? ¡Y por qué no avisaste en 1931 para mandarlo de bracero a Australia, pedazo de indolente!

Lo bueno es que todos estos soplapitos y caraduras mienten. Que si no...

Y es que no solemos detenernos a analizar racionalmente las implicaciones de las maravillas que nos relatan quienes de una u otra forma, por negocio, por entusiasmo, por tontería o por simples ganas de vivir sin trabajar, quieren que creamos. Se nos dice que un "vidente", "psíquico" o muerdecacas es "muy bueno" porque una vez hace veinte años "profetizó" algo y ello lo cualifica para cobrarnos por decirnos si debemos invertir en deuda de Bosnia o en el invento del insoportable mocoso del 5º F, si conviene llevarle flores a la rubia del estanco o a la morena de la oficina, si tenemos que cuidarnos el colon o las coronarias, si es preferible viajar a Francia o a Etiopía el próximo verano.

Si realmente estos personajes pudieran "ver el futuro", es de dudarse que habitaran en viviendas de mala muerte, y se sacaran la manduca diaria atendiendo a ciudadanos comunes con preguntas sencillas. Estarían asesorando a los ejércitos del mundo, a los políticos, a los científicos, indicándoles cómo serán los descubrimientos de dentro de diez, cien, mil años, informando cómo conseguir energía libre, gratuita y abundante, la curación de todas las enfermedades y el secreto de la felicidad. Y, por supuesto, cada médico estaría acompañado de uno de éstos para diagnosticar sin fallos por siempre jamás.

Pero en realidad se trata de vividores que un día dicen que "predijeron" algo (no tienen que demostrarlo) y aunque en los siguientes años sus predicciones resulten estrepitosamente inútiles, se anuncian para sacarle los billetes al personal.

Un profeta de verdad atinaría no un terremoto, sino todos, o al menos la gran mayoría. Y la gran mayoría de atentados. Y de tsunamis. Y de días de lluvia. Y de números de la lotería o de la ruleta de Montecarlo.

Igual, un verdadero "médium" sin duda podría comunicarse con, digamos, el espíritu descarnado de Homero y preguntarle cómo eran La Ilíada y La Odisea en versión original. O preguntarle a Lorca o al tlatoani azteca Cuauhtémoc o a Alejandro Magno dónde rayos están enterrados que nos traen locos.

Lo que se nos presenta como "milagros" o "maravillas" serían, pues, maravillas mucho más grandes y milagrosas incluso de lo que dicen los brujos, brujas y tarambanas que viven de esto. De hecho, tan maravillosas que más gente se daría cuenta de que son cosas increíbles, y eso es veneno puro para el negocio.



Por ejemplo, si un sujeto realmente pudiera levitar como el santón que vemos en este fotograma, sostenido apenas por el báculo con el que se apoya para caminar, todos los científicos del mundo se pondrían en fila para estudiarlo. ¿Por qué? Bueno, porque levitar no es sólo una demostración, según cuentan los santones indostanos que operan la caja registradora, de "superioridad espiritual", de "iluminación" y de "acercamiento al satori, al moksha, al bodhi, al dzogchen", no...

Para empezar, sólo hay dos formas de levitar. Una es ejerciendo una fuerza constante que contrarreste la atracción gravitacional de nuestro planeta. ¿Cuánta energía es ésa? Calcúlelo así: para contrarrestar unos breves instantes la atracción de la gravedad lo que solemos hacer es saltar. Si saltamos muchas veces, conseguimos estar en el aire unos momentos más, pero nos cansamos rápidamente. Un gurú suspendido en el aire está gastando un montón de energía, que tiene que salir de alguna parte, y cualquier médico, fisiólogo, biólogo molecular, químico, físico, cosmólogo, neurólogo o miembro de cualquiera de una pléyade de especialidades más estaría dispuesto a dar un riñón por estudiar de dónde sale esa fuerza, cómo replicar el fenómeno y otras miles de preguntas que el gurú suspendido plantearía no sobre el misticismo, sino sobre el universo en su absoluta totalidad.

La segunda forma de levitar es dejando de tener peso. Ojo, para no tener peso, hay que dejar de tener masa. El santón de la túnica color anuncio de refresco de naranja dejaría de tener masa, no sólo él, sino la túnica. Anular esa masa exigiría un proceso incluso más asombroso que el de la primera opción. En la primera, brujerilmente el joven barbas estaría tomando energía de "quiensabedónde" y utilizándola, dirigiéndola y aplicándola "quiensabecómo" para empujarse hacia arriba mientras la masa de todo el planeta lucha por astraerlo. En la segunda opción, el magazo estaría anulando una de las propiedades básicas de la materia, la masa. Si pudiéramos anular la masa de cualquier cosa, de cualquier objeto, podríamos, por ejemplo, acelerarlo hasta la velocidad de la luz y más allá, se rompería la limitación que impone la teoría de la relatividad, que no es una ocurrencia, es que cuando aceleramos cualquier objeto, su masa se incrementa de modo que si un trozo de materia alcanzara la velocidad de la luz, su masa sería infinita, es decir, ocuparía todo el universo. Si no hay masa, no hay problema.

Evidentemente, la búsqueda del bosón de Higgs para la cual se ha construido el LHC o Gran Colisionador de Hadrones adquiriría connotaciones aún más asombrosas. Según dicen los físicos de partículas, el bosón de Higgs es una partícula elemental teórica que estamos buscando porque según las ecuaciones es la responsable precisamente de que la materia, todas las demás partículas elementales, los átomos, las moléculas e incluso Alyssa Milano tengan masa. ¡El saddhu estaría creando ni más ni menos que materia sin bosones de Higgs, algo que pondría de cabeza totalmente el modelo estándar de la física que explica todo cuanto nos rodea!

Vamos, o es un milagrísimo o es un milagro aún mayor, o es el máximo milagro imaginable.

Lo bueno es que en este mundo hay personas que los vendedores de humo llaman "cabrones escépticos", o "escépticos de los cojones" como Ray Hyman, que demostró que los "experimentos" de percepción extrasensorial de J.B. Rhine eran fraudulentos, o James Randi, quien desenmascaró, entre otros muchos, al embustero Uri Geller y muchos otros por todo el mundo, como Basava Premanand, el racionalista hindú que en su juventud se aprendió los trucos de los swamis, gurús, saddhus y demás místicos cuenteros de su país natal, la India, y luego se dedicó a desenmascarar a estos caraduras que abusan de la ignorancia e ingenuidad de la gente para sacarles, lo hemos dicho muchas veces, las tres cosas que los mueven: dinero, poder y sexo.

En el caso del "levitante levitador" que aparece arriba, Premanand llegó para mostrarle a los aldeanos engañados el sencillo truco, y deslevitar al bufón anaranjado:


Un armazón metálico con una sillita donde reposa el gordo trasero del embustero, con todo el aparato oculto por su traje de farsante, o que diga, de iluminado de las tradiciones milenarias indostanas y al que se subía antes de que el público llegara al claro donde realizaba el acto. El escaso, escasísimo dinero de los aldeanos quedó a salvo. El vídeo completo está aquí, por cierto.

Después de todo, si bien es cierto que algo hay de delictivo en las estafitas, engaños, embustes, trolas y desvergonzadas exageraciones de los que viven de verle la cara al prójimo, sus delitos serían mucho mayores si realmente pudieran hacer lo que dicen. Y además tendrían un gran peligro ante esos señores que se llaman "científicos", y que viven precisamente de explorar misterios y poner las soluciones al alcance de todos. Porque ante la telepatía que venden cuatro atosigaos, la ciencia le ofrece teléfonos móviles a todos; ante la levitación del Maharishi nos entregan alas delta, parapentes y aviones, y están dispuestos a entender y socializar cualquier fenómeno milagroso real que encuentren.

Mejor así, delincuentes menores y no genocidas.

mayo 18, 2010

Otra de fakires

Actualización 3 de mayo de 2012: Esta entrada ha vuelto a tener vigencia a raíz de la noticia de que una pobre mujer suiza engañada por Prahlad Jani y su corte de embusteros, se ha dejado morir de hambre impresionada por un falso documental en el que no sólo el fakir afirma vivir sin comer, también lo hace Michael Werner, profesor de química que pone el prestigio de su profesión al servicio del negocio esotérico. La mujer intentó alimentarse de la luz del sol y al poco tiempo murió, como mueren todas las personas que dejan de comer. Son varias ya las víctimas mortales de este peligroso personaje y sus fantasiosas afirmaciones.
La noticia lleva unos días rebotando por Internet, buscando ingenuos. Sólo como ejemplo, ABC la reprodujo así.

Si no se la quiere fumar entera, resumimos. El fakir indostano Prahlad Jani, alias Mataji, dice que hace 74 años que no come nada, y que un grupo de "especialistas" del Departamento Científico del Ministerio de Defensa de la India ha certificado que no comió ni bebió durante una observación de 15 días, lo cual debe bastarnos para creer en la descabellada idea de que éste (como otros varios fakires que cuentan la misma fábula), se alimentan "del sol" o "del aire" o algo así.

Obviamente, si la defensa indostana hubiera descubierto lo que Mataji dice que descubrieron, deberían estar emplastados en todos los titulares del planeta. El promotor de esta tontería en el instituto DIPAS estaría siendo celebrado como un genio y los científicos se atropellarían para poder estudiar ellos también al Mataji. Y es que la afirmación no se trata de un milagro menor, de una zarandaja, de algo sin entidad, importancia ni relevancia. Por el contrario, si este santón nos puede enseñar a vivir sin comer:
  • Se resolvería para siempre el problema del hambre, salvando a los millones de niños y adultos que mueren de hambre al son de 25 mil cada día. ¡No más hambre!
  • Se resolvería el problema de la ecología, pues ya no sería necesario usar la tierra para labranza, ni sería necesaria la ganadería. Podríamos instalar en todos lados bosquecillos y jardines al gusto de los ecologistas, salvo pequeñas parcelas para plantíos textiles y de otro tipo no alimenticio. ¡Resuelto el problema de la ecología!
  • Por supuesto, se acabaría el problema de los combustibles fósiles. Nos podríamos ahorrar todos los millones y millones de barriles de petróleo utilizados para transportar alimentos, para refrigerarlos y para cocinarlos... ¡se acabaría la crisis del petróleo, el calentamiento global y el agujero de ozono!
  • Se acabaría el control político de las poblaciones por medio del hambre, en particular de los tercermundistas crónicamente subalimentados, negros, indígenas americanos, isleños del Pacífico, asiáticos... ¡Llegaría la justicia social!
Todo eso, y mucho más que seguramente a usted se le puede ocurrir, sería la colección de verdaderas consecuencias de que un fakir realmente pudiera vivir sin comer y seguir sano más de 70 días.

Vamos, los gobernantes y médicos de la India serían los reyes del mambo, les haríamos estatuas en cada esquina, se llevarían varios premios Nobel y de paso habrían obligado a reescribir de un plumazo todo lo que sabemos sobre física, química, bioquímica, fisiología humana, fisiología mamífera, fisiología animal y otras disciplinas. Sería como volver a empezar, que diría John Lennon.

Prahlad Jani no es el primer fakir (ni el último) que afirma que puede literalmente vivir del aire. De hecho, es uno de los trucos más viejos de los fakires junto con la "levitación".

Lo triste es que ninguno de los muchísimos medios de comunicación, blogs, periódicos, televisoras, informativos vía Internet y etcétera etcétera al son de varios miles de enlaces en Google se interesó en buscar siquiera el nombre de Prahlad Jani en la red, a ver si había datos fiables sobre sus hazañas. A ver cuando menos dónde rayos ha estado durante los 74 años que dice que no ha comido. (Los números son algo raros, algunas veces Prahlad dice que lleva 30 años, otras veces 60 y a ratos 74, a veces dice tener 77 años y en otras ocasiones envejece hasta los 82, al parecer según convenga.)

Si no se habrían enterado fácilmente de que hay dudas más que razonables sobre las afirmaciones del fakir. Para empezar, habrían visto que hizo exactamente el mismo truco publicitario en 2003, hablando en aquella ocasión de 10 días en el Hospital Sterling, bajo la vigilancia del doctor Urman Dhruv, asociado cercano del doctor Sudhir Shah, y que estuvo también en el equipo que, se dice, encabezó el supuesto estudio en abril y mayo.

En ese camino, se habrían enterado fácilmente que estos Laurel y Hardy de la medicina indostana han afirmado lo mismo sobre varios otros fakires. Y es que el jefe del grupo, Sudhir Shah, es médico y neurólogo, sí, pero su especialidad es la lucha por legitimar las creencias religiosas y místicas por medio de sus trabajos, como miembro destacado de la iglesia jainista y presidente de la Federación India de Médicos Jainistas. Y basta ver las publicaciones de don Sudhir para constatar que no ha publicado en ninguna revista neurológica seria, y que sus únicos temas son el jainismo, la inedia (nombre científico del dejar de comer), la meditación y, en su único artículo sobre un tema no esotérico, el de la memoria a largo plazo, afirma sin probarlo cosas como que ser compasivo, abstenerse del sexo y respetar a la familia y a la nación "mejoran la memoria".

Como diría Lord Byron: "No fuckin way!"

Ahora, no se trata de negarlo todo a priori, por supuesto. Quizás, una probabilidad entre un tontillón de tontillones, don Prahlad Jani vive sin comer. Si están haciendo un estudio científico del asunto, obviamente los observadores externos son una certificación adicional del aseo del protocolo, especialmente considerando lo fácil que es hacer trampa en estos casos (los ha habido de fakires que en la noche se iban a hamburgueserías a ponerse ciegos de colesterol mientras sus vigilantes roncaban) y lo sospechoso que es que los médicos implicados sean creyentes, militantes de una religión que defiende la inedia y personas con antecedentes de haber avalado fakires falsos.

Pero no es tan difícil enterarse de que el Consejo Médico de la India (MCI) emitió el 9 de mayo un comunicado diciendo que "todo el procedimiento estuvo equivocado", y que las afirmaciones de los doctores jainistas no son creíbles. (Realmente creo que cualquier persona sabe que esto es absurdo, al menos tanto como un santón que dijera que puede volar agitando los brazos... vamos, que tendría que demostrarlo no sólo cuando nadie de "afuera" lo ve.)

Pero el punto clave lo conocemos al averiguar que Sanal Edamaruku, presidente de la Asociación Racionalista de la India pidió la oportunidad de estar presente en la experiencia de 2003 y en la de 2010. No se lo permitieron.

Sanal Edamakaru es conocido por nuestros lectores peus es el personaje que retó al brujo mayor de la India a que lo matara con un conjuro en televisión, un descacharre de risas y ridículos. Lástima que se han quitado los vídeos supongo que porque perjudicaban el negociazo del brujo Pandit Surinder Sharma.

Aunque no entienda nada, puede ver aquí a Edamaruku y, sobre todo, los desfiguros de Prahlad Jani, cobrando a los fieles mientras posa con un tridente absurdo. Se ve además cómo se las arreglaba para beber en la experiencia de 2003 y cómo las "cámaras de vigilancia" de la experiencia de 2010 tenían "puntos ciegos" donde don Prahlad se podía ocultar para zamparse una empanada de jamón y una cocacola sin que nadie lo viera.

Y es que el señor Edamaruku es un experto en sacar al balcón a numerosísimos fakires, santones, babas, maharishis, yoguis y otras especies de personajes que se ocupan de que la India permanezca en el medievo. En 1999 desenmascaró a otra fakir, Kumari Neerja, que se decía reencarnación de una diosa y que tampoco comía ni iba al baño... hasta que los racionalistas descubrieron un espacio oculto con su bañito y donde sus cómplices le llevaban de comer. Cuando se le hizo vomitar, la diosa que no comía devolvió pan y papas.

Otro fakir, Pilot Baba, afirmaba en 1992 que podía sobrevivir bajo el agua, y para ello se hizo una piscina que pareció llenarse de agua, cuando estaba totalmente seca (y cubierta por una lona) y allí el Baba se la pasaba bien. En 1996, el mismo necio edijo que podía vivir cuatro días enterrado. Edamaruku y su equipo descubrieron, ante las cámaras de televisión, la cuevita bien provista que se había cavado previamente el listo embaucador.

Sólo un diario, The Guardian, tuvo a bien entrevistar a Samal Edamaruku. El resto de los diarios del mundo se conformaron, como siempre, con dar la nota (que partió de un blogger indostano, no de una revista científica, obviamente, con datos ofrecidos en dosificación conveniente por Sudhir Shah) y nunca en desmentirla después. Y, claro, el público no se entera de que se descubrió que el fakir no estaba tan aislado como se dice, pues se le permitía recibir a sus adoradores (acaso alguno con una pìerna de cordero o similar que don Prahlad se podía guardar para manducársela de noche bajo las sábanas), se le permitía salir del "cuarto sellado" para darse bañitos de sol y pasear un poco... en fin, que los controles que decía tener Shah eran más bien un cuento.

Como dice Sanal Edamaruku, no creer sin pruebas las afirmaciones de este fakir no es tener la "mente cerrada". Es como si el sujeto nos dijera que la noche anterior se cortó una pierna, la mandó a dar un paseo y luego se la reimplantó. Dudar de algo tan descabellado, sin haber ninguna evidencia de que sea real, no es cerrado de mente, es simplemente un sano ejercicio de cordura.

mayo 16, 2010

El mito de la Zona del Silencio

Si usted vive en el mundo de la rarología y la venta de mercancía inútil, muy probablemente habrá oído hablar de la "Zona del silencio", un lugar en México.

La zona del silencio
(Foto CC-BY-SA-3.0 o GFL de Cryptocône,
vía Wikimedia Commons)
Este misteriosísimo (dicen) lugar, según la manada del asombro profesional, o según los "expertos en el misterio", que es lo mismo, es un lugar donde existe algo que atrae a los meteoritos de modo que éstos "deciden" caer aunque para ello tengan que dar una órbita alrededor de la Tierra (oooooohhh, ¿y no se lo piensan mucho?), y algo que "interfiere en las ondas hertzianas dejando mudos a los aparatos de radio y a los transmisores, algo que produce mutaciones en plantas y animales, algo que atrae a las reses enfermas, moribundas, para morir a los pies de un cerro concreto de ese desierto, algo que atrae también a visitantes venidos del espacio". Tan acojonante cuanto descojonante descripción, con hipérbole en dosis seguramente perjudiciales para la salud pública, la firma ni más ni menos que el decano y ejemplo de todos los soplaflautas españoles, Jiménez del Oso en esta serie en la que comparte salario con Juan José Benítez rodada en 1989 y llamada "En busca del misterio", cuyo subtítulo debería ser "no encontramos ni un misterio, la verdad, pero lo pasamos bien en el proceso, y cobramos un platal".

El problema, como siempre, es que si uno se almuerza la media hora donde la mancuerna formada por Jiménez del Oso y el ovnimillonario Juan José Benítez se pasean por el desierto, verá mucho rollo, mucho cuento, mucha historia... pero no verá ni la llegada de micrometeoritos, ni un experimento controlado que demuestre que "algo" (uuuuuuhhh... algo muy algoso... algo misteriosooooooo) "interfiere con las ondas hertzianas" de nada, ni mucho menos verá mutaciones ni reses que van como zombies vacunos huyendo de sus pobres ganaderos a morir al pie de un cerro también uyuyuyante y algoso. Nada.

No crea que esto se debe a que al dupla de viajeros por cuenta ajena Jiménez del Oso/J.J. Benítez sean especialmente tontos, o especialmente inhábiles, o especialmente caraduras... es que nunca ha habido ninguna prueba de que todo lo que nos vende tal dúo dinámico sea más que un mito para desplumar turistas en una zona económicamente deprimida. Esta falta de pruebas no ha impedido que los misteriópatas siga repitiendo sobre la "Zona del silencio" .as mismas burradas una vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez hasta la náusea.

La historia de este cuento comenzó en 1966, cuando el ingeniero Harry de la Peña, trabajaba para Pemex en labores de prospección en parte del desierto de Chihuahua, en el centro del Bolsón de Mapimí, donde se encuentran los estados de Chihuahua, Coahuila y Durango, en la altiplanicie norte de México.

El ingeniero De la Peña informó una vez que tuvo problemas de comunicación por radio en un punto determinado y decidió que era "culpa" de la zona. ¿Cómo lo supo? Bueno, en realidad no lo supo, pero le sonaba interesante, de modo que se le ocurrión bautizar el lugar como "Zona del silencio". Nunca nadie ha podido encontrar ese punto "silencioso" otra vez, por cierto, ni siquiera Harry de la Peña, que sin embargo durante los años siguientes gozaría con frecuencia de los reflectores del mundo del misterio, participando en documentaletes, series de asombrismo delirante, recortajes con famosos picateclas de lo paranormal y demás.

Así que tenemos una zona del silencio... sin silencio...

El mito, sin embargo, estalló en 1970 cuando un mísil Athena de prueba de la Fuerza Aérea Estadounidense, un cohete diseñado para transportar bombas nucleares en el marco de la guerra fría, falló en su trayectoria  y en lugar de caer en White Sands, en Estados Unidos, se desvió y cayó en el desierto de Chihuahua. Entre los problemas que presentaba el asunto estaba el que México tenía relaciones normales con la URSS y con Cuba, con nutridas representaciones diplomáticas, de modo que de enterarse esos países enemigos del accidente, sin duda tratarían de encontrar el cohete y robar sus secretos militares. Otro problema es que aunque el Athena no llevaba un arma nuclear, sí tenía dos pequeños contenedores de cobalto 57, un elemento radiactivo. La recuperación de un arma táctica de prueba en tiempos de la guerra fría fue una operación militar urgente, secreta y misteriosa, con el añadido del miedo a la "radiación".

(Los expertos en estupefacción suelen decir que fue "muy misterioso" que el cohete se desviara y cayera "precisamente" en la Zona del Silencio. No lo es tanto si vemos que la "Zona del Silencio", donde cayó el misíl, White Sands, a donde se dirigía, y Green River, de donde partió, forman una línea recta. Y claro, el verdadero misterio sería cómo es que, si la Zona del Silencio pudo "atraer misteriosamente" al Athena, ni antes ni después atrajo a ningún otro misíl de los miles y miles que se probaron en las bases estadounidenses del suroeste durante décadas y décadas.)

Encontrar los restos de un cohete en un desierto no es cosa fácil. Les costó trabajo. Los vendecuentos se inventaron que hasta allí se había trasladado Werhner Von Braun y hasta le había hecho declaraciones a la prensa mexicana sobre los extraterrestres. No hay ninguna prueba de esto, ni de ninguna visita de Von Braun a México en toda su vida ni menos aún registro hemerográfico del alemán haciéndole al ufólogo, por no decir que esto no era tema de la NASA (como dicen varios), sino de la Fuerza Aérea. Y luego los olímpicos del estupor se preguntaron tonterías como "¿por qué no se podía encontrar el cohete con radar?, ¿acaso porque el radar no funciona en esa misteriosa zona?", sin pensar en que el radar no sirve para encontrar cosas tiradas en el suelo.

Por eso, con máximo secreto y la ayuda del ingeniero Carlos Bustamante como enlace con el gobierno mexicano, la Fuerza Aérea de los EE.UU. contrató gente en Gómez Palacio, Durango, para que peinara el desierto y finalmente encontraron el cráter de impacto y los restos del cohete. Se construyó una vía férrea provisional para llevar vagones con los cuales se retiró no sólo hasta el último remache del misíl, sino también una buena parte del suelo superficial alrededor del punto de impacto, como precaución ante una posible contaminación con el cobalto radiactivo del misíl. Lo menos que quería Estados Unidos, lógicamente, era un escándalo porque algunos vecinos de la zona (especialmente del poblado de Carrillo, el más cercano al punto de impacto) se enfermaran por la radiación.

Para cuando el ejército gringo se retiró, desarmó el ferrocarril temporal y se volvió a casa, la semilla estaba sembrada. En la imaginación de los pasmados, la arena no se la llevaron por el cobalto radiactivo, sino "por las extrañas propiedades magnéticas de la zona". Y le añadieron que se llevaron los "extraños animales" de la zona que nadie ha visto, claro.

Hay que aclarar que nunca nadie define lo que es una propiedad magnética "extraña". Es muy fácil medir los campos magnéticos, y para ello se utiliza un aparato con el extraño nombre de "magnetómetro", y que no es demasiado caro. Pero ningún experto en misterios se ha llevado uno para demostrar si realmente la zona tiene variaciones "extrañas" entre los 0,3 y 0,6 gauss del magnetismo terrestre en nuestro planeta. Uno sospecha (así son los escépticos, ya sabe usted) que no lo hacen porque saben que el comportamiento magnético de la zona no es nada especial... y sobre todo porque saben perfectamente que un campo magnéticosuficiente para alcanzar a los micrometeoritos fuera de la atmósfera terrestre y atraerlos hasta la Zona del Silencio necesitaría una fuerza tal que cualquier material paramagnético se pegaría al suelo y no habría fuerza humana capaz de separarlo, ni de levantar del suelo un micrometeorito ferroso.

Por supuesto, la zona, como todos los biomas de este planeta, tiene una flora y fauna propia, con especies que no hay fuera de él, cosa que no debería asombrar a nadie a menos que cobrara por poner cara de "madremíaquéraroesesto". Pero la riqueza biótica de la zona no incluye las "mutaciones" de las que hablan los de la cara ésa.

Es interesante notar que los "fenómenos" no han sido detectados ni siquiera por los miles de locos seguidores de los vendecuentos de este mundo, desde Jiménez del Oso hasta Allen Hynek, creyentes en los platívolos que han caído sobre la zona en los últimos 40 años, destruyendo muchos valiosos yacimientos fósiles para construirse unas bobaliconas "estrellas de David" con las que creen que van a comunicarse con los etés (y fracasando incesantemente). Estas personas son llamados los "zoneros" por la población local, que los ve como recursos en lo que es finalmente una zona pobrísima en un país del Tercer Mundo cuya pobreza se ha multiplicado desde 1970.

La zona es importante por cosas que nada tienen que ver con la venta de revistas, libros o DVDs, ni mucho menos. Su potencial paleontológico y biológico es enorme, fue mar dos veces, tiene especies endémicas importantes como la tortuga del desierto y merece una atención real como reserva de la biosfera que los comerciantes del babeo nunca le han querido prestar.

Afortunadamente, desde 1979 existe reconocida por la UNESCO la "Reserva de la biosfera de Mapimí", en cuya estación biológica siempre habitada y desde donde se estudia la zona, nadie ha percibido esos "extraños fenómenos" míticos, quizñá. Ni los campesinos y ganaderos de la zona. Ni los depredadores de cactáceas que las venden en Estados Unidos. Ni los cazadores furtivos que operan en la zona. Ni nadie cuya brújula haya fallado y haya muerto de sed en el desierto, porque eso simplemente nunca ha ocurrido. Hay un relato interesante de todo el tema en la disertación doctoral de Andrea Kraus, de 1992, que trabajó en la reserva de la biosfera y concluye lo único razonable, que todo parece un cuento y más vale considerarlo así hasta que  los "expertos" en dar espejitos paranormales a cambio de oro de verdad ofrezcan alguna prueba de sus afirmaciones.

mayo 06, 2010

"El hormiguero" se hermana con "Más allá"

En diciembre del año pasado, este blog le envió una carta abierta a Enrique Pérez Vergara, cómico que hace el papel de "Flipy" en distintos escenarios, muy destacadamente en el programa "El hormiguero", conducido por Pablo Motos y producido precisamente por el propio Pérez Vergara.

Con la arrogancia habitual de quienes se consideran por encima de la crítica, Enrique Pérez Vergara, "Flipy" y su equipo ignoraron la carta con toda eficacia, negándose a responder e incluso a darse por enterados, pese a que la misiva se mandó por su página de Internet, y un lector procedió a indicar el enlace correspondiente a este blog. En la carta comentaba yo cuán lamentable era la presencia constante de charlatanes varios en el programa, las explicaciones absurdas y falaces que suele dar "Flipy" a las demostraciones a las que pomposamente llama "experimentos", y la tontería de llamar "efecto mariposa" a las máquinas de Rube-Goldberg que presentan todos los días.

Sobre eso, me permitía yo invitar a "Flipy" a aprovechar mejor su espacio, su público y su papel de "científico loco" no sólo para vender productos con su imagen, sino también para enseñarle a su público un poquito de ciencia o, al menos, dejar de contarle trolas imaginativas cuando no tiene idea de por qué sus demostraciones funcionan como funcionan.

Y que no "desvele fraudes" como el de Uri Geller usando explicaciones delirantes, tan falsas como los "poderes" del astuto israelí.

Algunos amiguetes de Flipy nos pusieron verdes en el sitio privado de calificación de páginas llamado Menéame, aunque también fue la entrada más "meneada" en la historia de este blog con 1005 "meneos" y 99 comentarios. Y ciertamente hubo también quien defendió la entrada del blog, que el club de fans de Pérez Vergara no entendió, quizás por alguna deficiencia en sus habilidades de lectoescritura atribuible en todo caso al sistema educativo y en modo alguno a ellos.

Por eso, fue agradable descubrir una entrada de Psicopanadero señalando que el programa "El hormiguero" de Cuatro, sin la participación, eso sí, de Pérez Vergara "Flipy", le había colado un ovni falso a los autoproclamados "superexpertísimosdetresparesdecojones" de la revista Más allá de la ciencia (y más allá de la razón, también) y los ponían a caldo en la emisión del 5 de mayo.

Pero no vaya todavía corriendo a ver el vídeo en el blog de Psicopanadero. Antes, tenga presente lo siguiente. Primero, la hipérbole de los autores de la trampa para bobos es un pelín exagerada. Lo que ellos hacen lo han hecho muchos a lo largo de los años para demostrar la poca fiabilidad, la nula ética periodística y la inexistente calidad de los "expertos" de los medios vendedores de misterios. Recuerdo el globovni del físico mexicano Rafael Fernández Flores, otro ovni de cuento de Pepe Kuri, otra que le colaron a la revista mexicana "Reporte OVNI", de las más patéticas del patético escenario del misterio, e incluso el brasileño Kentaro Mori tiene un tutorial para crear un vídeo ovni falso en 15 minutos, y yo alguna vez le alimenté precisamente una foto de reflejo de lámpara en la ventana a algún insigne soplaflautas mexicano.

La práctica es común sobre todo porque es evidente que los falsos "expertos" (muchas veces absolutamente inexistentes e imaginarios) de los medios misteriopáticos se tragan cualquier cosa, como las niñas fantasmas que defendía con garras y colmillos Íker Jiménez, o la autopsia extraterrestre que se tragó con todo y muñeco Javier Sierra, antiguo editor y hoy consejero de Más allá. Basta ver los "análisis" que dicen hacer para enterarnos que de fotografía no saben nada.

Vamos, que engañar a unos medios que viven del deseo de ser engañados y de engañar a su público con cualquier chorrada que pase por los aledaños no es de Premio Pulitzer. Pero el truco, aunque poco original, sería valioso para desenmascarar ante un público tan grande como el que tiene "El hormiguero" las tonterías de misteriófagos como el otro cuatrero (estrella de Cuatro) Íker Jiménez. Ese tipo de desenmascaramientos se tienen que hacer de cuándo en cuándo.

Ya íbamos a aplaudir a "El hormiguero" por ello cuando notamos un rasgo en común entre los dos "creadores" de la "broma", Juan y Damián, y su jefe Pablo Motos: los tres aparecen portando una pulsera mágica. De hecho los sitios de promoción de estas pulseras mágicas lo mencionan destacadamente. Todo lo cual tira por tierra la tampoco muy sólida credibilidad de "El hormiguero".


Esta pulsera brujeril fue creada por dos angelitos que creen en las "vibraciones de los plátanos" (haga usted su propio chiste subido de tono) y que se han forrado cobrando más de 30 euros por unas pulseras que se pueden fabricar por unos pocos céntimos, y que no pueden hacer lo que afirman. Básicamente, no es posible "capturar una frecuencia" en un holograma, como no es posible "fotografiar un gramo" o "grabar un kilómetro" en CD, y el cuerpo no tiene modo ni manera de saber que allí hay un holograma (un trozo de plástico metalizado inactivo) y menos aún leerlo e interpretarlo. El asunto es tan de escándalo que los comercializadores de este muñeco vudú de silicona con holograma han sido denunciados por FACUA y el propio Ministerio de Sanidad español ha advertido a las comunidades autónomas de un posible fraude.

Obviamente, desenmascarar un día a una de las tres revistas profesionales del embuste rarológico en España es bueno, pero tal logro se desvanece cuando, día tras día, durante meses y meses, la gente de "El hormiguero", empezando por su popular presentador, promueve un claro embuste como el de estas pulseras mágicas sugiriendo a su público que sirven para algo más que para llenarles los bolsillos a los vivillos de turno.

Por supuesto que algunas personas del público han notado esto, y se lo han preguntado desde el año pasado a estos faranduleros que "todo se lo deben a la audiencia". Éstos, con la arrogancia habitual de quienes se consideran por encima de la crítica, han ignorado la pregunta con toda eficacia, negándose a responder e incluso a darse por enterados.

Al final, entre "Más allá" y "El hormiguero" no existe la diferencia que parecen creer los angelitos que se ríen de la ingenuidad ignorante y comercial de una revista vendedora de ovnis, y piden premios mientras ellos exhiben su propia ingenuidad ignorante en la muñeca.

Y el colmo sería que lo hicieran porque les pagan...

mayo 01, 2010

Del racismo como irracionalidad

La distribución en Badalona en los últimos días de abril de un folleto xenófobo por parte del candidato del Partido Popular a la alcaldía, Xavi García Albiol (ya conocido por sus arranques violentos contra "propios", lo cual no hace más agradable este ataque contra los que considera "extraños") ha desatado nuevamente el siempre curioso (y siempre igual) debate sobre la xenofobia.

Antes que agotarnos en la denuncia del populismo goebbelsiano que identifica a un enemigo común para convocar a la ciudadanía tras él (como lo hizo Hitler con el complot "judeomasóncomunista" o George Bush con las "armas de destrucción masiva" de Iraq) quizá es más interesante analizar el razonamiento fallido detras de quienes apoyan, con entusiasmo, por cierto, a los políticos xenófobos, y que es el mismo razonamiento fallido que se puede aplicar a todo tipo de paranormalidad, religión y autoritarismo.

El silogismo sencillo es el siguiente: existía un status quo en una comunidad determinada, llegó un grupo de inmigrantes X y ahora hay más delitos. Más aún, muchos delitos están a cargo del grupo X. Luego entonces, no queremos a gente del grupo (étnico, nacional, religioso, racial, de preferencias sexuales, etc.) X. Hay que expulsarlos porque muerto el perro, se acabó la rabia.

Es claro que aquí funciona la "generalización apresurada". Es decir, quien razona según este silogismo se olvida de la posible distinción entre "ciudadanos honestos del grupo X", digamos Xa, y "delincuentesdel grupo X", digamos Xb. Más grave aún, si se da cuenta de que existe esa distinción, puede decidir que los del grupo Xa pueden ser "sacrificados" en bien de la comunidad.

Algo como lo que dijo Arnaud Amalric, abad de Citeaux, cuando durante la cruzada albigense se le pidió que distinguiera a los católicos de los herejes cátaros: "Mátenlos a todos. Dios sabe cuáles son los suyos". Misma lógica.´

Pero la generalización es doble. Lo que dicen muchos de los potenciales electores de García Albiol es "no queremos rumanos". Pero al mismo tiempo parecen estarse refiriendo "únicamete" a los gitanos rumanos. En palabras del candidato de la mano suelta: "Puede haber uno u otro que viva de la chatarra, pero la mayoría roba y son responsables de casi todos los delitos que se cometen en La Salut y Llefia (barrios de Badalona)".

Por supuesto, la memoria es débil. Tenemos la tendencia a recordar el pasado magnificando lo bueno y minimizando lo malo, lo cual lleva a esa idea, casi siempre demostrablemente falsa, de que "todo tiempo pasado fue mejor". ¿Acaso realmente el status quo era tan tolerable, tan bueno, tan ideal antes de la aparición del grupo X que es deseable la vuelta a él? ¿O simplemente lo vemos así porque los problemas los causaba alguien con aspecto, idioma, costumbres y antecedentes más similares a los nuestros?

El segundo defecto de razonamiento de esta forma de pensamiento es la incapacidad o indisposición a valorar estadísticamente ambos grupos, Xa (honestos) y Xb (delincuentes). Como ocurre en toda sociedad y en todo medio de comunicación, no se presta igual atención a los delincuentes, violentos, antisociales de un grupo que a los ciudadanos mayoritariamente tranquilos, honestos con apenas manchitas, decentes y silenciosos.

Si no me cree, vea cuántas veces sale en las noticias un delincuente desvergonzado como Emilio Suárez Trashorras (quien facilitó el robo de 200 kilos de explosivos con los que los terroristas del 11-M asesinaron a 192 inocentes y luego mintió por dinero) y cuántas veces salen todos los demás mineros asturianos, gente sencilla, honrada y muy trabajadora. Y claro, recordemos cómo siempre en Estados Unidos, como ejemplo clarísimo, siempre se anota cuando el ladrón era negro, pero no cuando era un blanco de Wichita, dejando la errónea impresión de que los negros en general delinquen más que los blancos de Wichita.

Por supuesto, en todo el asunto existe una indisposición a la búsqueda de evidencias para sustentar la conclusión, en gran medida por temor a que dichas evidencias sean contrarias a la conclusión y exijan replantearse el problema. Como en el caso de los creyentes en ovnis, en el yeti, en la telepatía y en la eficacia de la homeopatía, las evidencias se consideran sospechosas. Por ejemplo, en Badalona, sede de nuestro ejemplo, el comisario jefe de la Región Metropolitana Norte de los Mossos d'Esquadra, David Piqué, declaró que la cifra delincuencial de Badalona se sitúa por debajo de la media de toda la región. Por supuesto, quien haya sido robado por un gitano rumano en Badalona dirá, como el que se cura después de consumir algún mejunje homeopático o ha visto una luz en el cielo, que a él "le consta" que los gitanos rumanos son todos unos ladrones, que la homeopatía funciona o que los extraterrestres nos visitan. Y dirá que la evidencia científica o policial es "interesada", está "manipulada" y "no es de fiar". Todo esto lleva a que se repita con frecuencia la frase defensiva: "Yo no soy xenófobo, pero los rumanos son todos unos ladrones".

Y es que nuestro cerebro tiene la tendencia a seleccionar y elegir los datos que refuerzan los prejuicios ya existentes y a rechazar, ignorar o despreciar los datos que los rebaten. Esto se multiplica por la tendencia humana a buscar soluciones sencillas a problemas complejos, y una sola explicación para distintos fenómenos. Los lectores de este blog reconocerán en esto a los "himbestigadores" paranormales que quieren explicar todo ruido que les sobresalte con "fantasmas" (o "impregnaciones") por no asumir la posibilidad de que algunos ruidos sean causados por ratas, otros por murciélagos, otros por el crujir de maderos viejos. Igual, las docenas de fenómenos que pueden explicar el avistamiento de luces en el cielo se reducen todas a "los platillos voladores". En el caso del racismo, la complejidad del problema es tan apabullante que quienes están inmersos en la situación se rehúsan a considerar los muchos aspectos que la distinguen.

Pero el problema no es que los delincuentes sean rumanos, gaditanos, yonkis, militantes del PP, estudiantes de ballet, colombianos, gitanos, zurdos o vegetarianos... es que son delincuentes, y ése debería ser el tema. Si no, se deja la impresión de que a la hora de que nos roben, maten, violen y arruinen, preferimos que lo haga un compatriota en vez de preferir que no pase.

¿Qué aspectos complican las cosas en un entorno donde se dice que los gitanos rumanos son los responsables de un aumento en la delincuencia? Aún si fuera cierto, hay que considerar distintos aspectos. Por ejemplo, los gitanos rumanos, víctimas consecutivas del nazismo y del sanguinario Nicolae Ceauşescu, vienen a España a ser víctimas de Xavi García Albiol. Evidentemente todo ello obstaculiza brutalmente el proceso de integración que han vivido otros colectivos gitanos en Europa. Pero además, los rumanos, gitanos o no, no tienen la calidad de "inmigrantes" ni queriendo. Son ciudadanos europeos, tanto como Ángela Merkel o Le Pen. O el propio Xabier García Albiol. Por tanto, desde el punto de vista legal no pueden ser "expulsados", lo cual deja patente que el xenófobo tiene tan claro el problema que analiza mal como oscura le resulta  la "solución" del aparente problema, como no fuera, claro, una "solución final", en la que sin duda algunos (no la mayoría) piensan, pero mucho se cuidan de decirlo a la hora de hacer su propaganda.

De otra parte, la marginalización del diferente lo excluye socialmente y lo empuja más fácilmente a la delincuencia. Y entonces, atendiendo a las experiencias reales de la historia humana, y a lo que nos enseña la psicología, la sociología y el verdadero sentido común, ningún problema se ha resuelto nunca expulsando o aniquilando a los discriminados, a los diferentes, y sí haciendo un esfuerzo por integrarlos, educarlos, involucrarlos y entenderlos. Y de hecho es obligación de la comunidad receptora considerando las leyes de la Europa comunitaria. Pero esa solución sería extremadamente compleja, debe atender distintos aspectos (empleo, educación, socialización, trabajo social) y cuesta dinero, mientras que, a primera vista, la eliminación, expulsión o masacre parecen soluciones más fáciles, rápidas y baratas.

El análisis de los hechos en toda su complejidad exige bastante más trabajo que hacer la pancarta que aparece en el folleto del PP de Badalona: "No queremos rumanos".

Buscar evidencias exige hacer preguntas complejas: ¿El porcentaje de gitanos rumanos encarcelados ha aumentado en relación al número de gitanos rumanos residentes en España? En caso negativo, toda la argumentación racista cae. En caso afirmativo, es necesario preguntarse por qué. ¿Los inmigrantes gitanos rumanos hoy están en mejores o peores condiciones sociales que los de hace cinco, diez, quince años? ¿Los antecedentes socioeconómicos de los gitanos rumanos que vienen hoy a España son iguales que los de hace cinco, diez o quince años? ¿Y cómo se compara su situación a la de otros grupos marginados en España, tanto inmigrantes como gitanos españoles (que tampoco llevan aplausos habitualmente entre la sociedad, salvo que canten y bailen)? ¿Y qué tanto tiene que ver la crisis en este fenómeno? ¿Y la escolaridad? ¿Y la alimentación? ¿Y la posibilidad de integrarse a la sociedad que rodea al núcleo marginado (es decir, qué porcentaje de gitanos rumanos de Badalona que hoy tienen 5 años pueden aspirar realmente a ser médicos, empresarios, ingenieros, periodistas, informáticos o dependientes de joyería comparados con el porcentaje de españoles -gitanos o no- de Badalona que pueden aspirar a lo mismo)? ¿Y si se cambia la posibilidad de integración? ¿Y qué hacemos con el grupo Xa que ya habíamos olvidado, esos gitanos rumanos como los que presentó El Gran Wyoming en su programa "El Intermedio", que ciertamente no son delincuentes y por ende no merecen ser tratados como tales?

Para algunas personas esto resulta demasiado complicado.

Y es que, incluso si es cierto que los miembros de un determinado colectivo delinquen más que otro, esto no pasa "debido" a su etnia, religión, "raza" (palabra nunca bien definida), color, preferencia sexual, género, etc. Los delincuentes, a diferencia de lo que creen lombrosianos deterministas como los palafreneros de la paranormalología, ejemplificados en el aterrador doctor José Cabrera, psiquiatra de guardia de los programas delirantes de Íker Jiménez, no nacen. Salvo en el caso de psicopatías que son más tema de la medicina, la delincuencia es resultado de una serie de factores sociohistóricoculturales y económicos cada vez mejor estudiados, aunque los García Albiol del mundo prefieran ignorarlo.

El problema, pues, es un poco más complicado de lo que creen los racistas. Y la solución, también.

Tanto el análisis de los problemas como el hallazgo de sus mejores soluciones dependen de tener evidencias, datos, información, conocimientos y hechos certeros, no percepciones vagas, miedos irracionales, conclusiones preestablecidas ni intereses electorales espurios de manipuladores profesionales.

Plantear silogismos falaces con conclusiones inválidas y a partir de allí pretender crear una política no es distinto de salir a buscar al monstruo del Lago Ness partiendo de falsedades para concluir tonterías, hacer "alertas ovni" o realizar himbestigaciones al estilo de la-lo-el SEIP. El problema es que esta forma de pensamiento irracional, especialmente cuando se aplica a cuestiones de política y sociedad, siempre acaba provocando dolor, cuando no muerte y desolación, la humillación de las víctimas y la denigración humana, moral y emocional de los victimarios.

Ver crítica y racionalmente no sólo los temas relacionados con lo paranormal, con el "misterio" y con el esoterismo es así, también, vacuna contra fanatismos sencillos, emocionantes y peligrosos. No es poca cosa.