mayo 24, 2010

Punset: esoterismo con piel de buen rollo

(Nota: esta entrada dio pie a otra, la siguiente cronológicamente, que la complementa y amplía de un modo que hallo más satisfactorio: "Punset y los problemas de la divulgación científica".)

Eduard Punset promueve la creencia de que la acupuntura tiene propiedades curativas, pero no lo prueba, afirma que el chi existe, pero no lo prueba, y asevera que lo bonachón de un acupunturista profesional basta y sobra para convalidar todas sus afirmaciones, sin acudir a ningún estudio científico que pudiera poner en solfa cuanto afirma la mal llamada "medicina" tradicional china.

Esas alucinantes afirmaciones se encuentran en la revista Muy interesante de junio, el nuevo feudo de Punset donde hablará de gente que ha conocido.

En este artículo hacia el cual me llamó la atención amablemente uno de los lectores de este blog por medio de un correo electrónico (gracias, Juan), Punset habla de una medicina china "de verdad" (a saber cuál es "de mentira") que tiene "3.000 años de experiencia científica y humana". Es decir, cae en la vieja falacia de que las cosas antiguas son verdad únicamente porque son, precisamente, antiguas, sin necesidad de demostrar nada. Obviamente, en la larga experiencia humana, se han desarrollado muchísimas tradiciones, tan antiguas o más, y contradictorias entre sí. Y la única forma de determinar cuál de ellas es verdadera, o si ninguna lo es, es la ciencia, que ojalá tuviera 3.000 años de existencia y no los 500 que realmente tiene.

Obviamente, el curandero vietnamita al que Punset dedica su artículo en Muy interesante debe tener razó, porque le dijo a Punset que su cerebro (el del político catalán) funcionaba perfectamente. Es decir, le hizo la pelota y el divulgador cayó a sus pies.

Las afirmaciones delirantes de Punset en su desaforado panegírico se desgranan una tras otra sin ofrecer más pruebas que su imagen de viejecito simpático de hablar pausado: El curandero Nguyen Van Nghi sabía tanto como "la comunidad científica occidental". Algo sin duda asombroso para alguien que no estudió física, química, matemáticas, bioquímica ni ninguna otra disciplina científica, y cuya formación como médico que terminó en 1940 fue rápidamente sustituida por su creencia en la acupuntura y su enorme capacidad de aprovechar la locura de la acupuntura que siguió a la visita de Nixon a China, donde lo engañaron como a un estadounidense altanero, lo cual permitió a don Nguyen irse a Estados Unidos y vender la historia de la "medicina energética" sin ocuparse en probar su existencia, su validez y su eficacia. Porque estudios clínicos, experimentos controlados de doble ciego, estudios estadísticamente validados y publicaciones científicas de Nguyen Van Nghi no existen, no hay, nunca hubo. Ni uno. No hay. Nada. Nada que no sea su capacidad de caer bien que debe haber sido asombrosa.

¡Y así sabía tanto como toda la comunidad científica "occidental"! Vaya genio.

Declara Punset que Nguyen Van Nghi le curó con agujas la fibrilación paroxística, pero no nos dice qué tipo de etiología tenía su afección, quién se la diagnosticó, y qué validación obtuvo de la curación milagrosa, cosa que haría cualquier periodista serio, divulgador científico o no. Pero a cambio nos ofrece un poco de cursilería, al declarar que cuando el vietnamita le clavó agujas "por primera vez en mi vida supe lo que era un corazón acompasado con el ritmo del universo".

Joer, don Eduard, Eduardo, Edward o Eduardas (así atino fijo), pues qué notición, porque lo que usted dice sufrir es una afección que no debe tomarse a pitorreo, y sería maravilloso que se curara con agujitas en vez de controlarse con medicamentos. Es un descubrimiento maravilloso, y si se validara científicamente, le habría valido a su amigo un Nobel de Medicina o Fisiología.

¿No está validado científicamente tal milagro? Pues es un embuste, y usted cómplice del embustero.

Las frases de Punset, expresando su esperanza de que algún día la medicina pueda aprovechar lo que tienen en común Occidente y Oriente, y que, en la fantasía de Punset es que "cada cambio en la materia se debe a un cambio en el estado de la energía", frase hueca y sin sentido que sin embargo suena bien, como lo que podría decir Belén Esteban, que también tiene el favor del público, si vamos a darle relevancia a ese hecho, no justifica sin embargo que a las prácticas curanderísticas tradicionales chinas (o a cualquier otra) se les perdone el requisito, la exigencia, la necesidad de validar sus afirmaciones de acuerdo a un método que ha funcionado como no funciona, no ha demostrado funcionar, la acupuntura: el método científico.

Que Punset, en el recuadro o despiece, se ocupe de hablar de la energía "qi" (o "chi") como si fuera algo real, que "anima a todos los seres vivos" (la "vis vitalis", pues, una energía mágica) y para remate "cuyo flujo defectuoso explica el mal funcionamiento de nuestro organismo y nuestra mente", asombra y desconcierta porque es afirmación que se encuentra, en la vasta mayoría de los casos, en sitios que precisamente se dedican a la denigración de la ciencia, a las acusaciones delirantes contra los científicos y los médicos y a luchar en contra del espíritu de la Ilustración.

Lamentable.

El camino deEduard Punset como divulgador científico a raíz de su fracaso en las elecciones de 1994 con su propio partido "Foro", donde aspiraba a ser eurodiputado no ha sido del todo terso. Se ha visto jaloneado al menos por su propensión a la exageración y la hipérbole que con frecuencia desvirtúan los hechos que presenta con interpretaciones fantasiosas, sin bases y que en muchas ocasiones parecen buscar más la exaltación de su personalidad que la presentación de temas, la exposición de entrevistados o el servicio al público lector y televidente.

Un incidente conocido fue la caída de Punset bajo el influjo encantador de Uri Geller, quien le hizo un par de trucos de ilusionismo y llevó a que el tardío periodista se desbordara diciéndole al astuto israelí/mexicano (por esas artes que aquí desvelamos y sin que Enrique de Vicente pudiera jamás aportar los documentos que aseguraba que tenía): “Tú eras un pionero y ahora esto es ciencia, ciencia pura”.

Ciertamente, lo de Uri Geller no fue, no es y no será ciencia, ni pura ni mezclada con agua tónica. Es un simple y llano embuste donde un ilusionista guapo y excelente manipulador de gente finge tener poderes, los ingenuos le creen y éste se llena de dinero. Pero era alarmante, alarmantísimo, que Eduard Punset no supiera que Uri Geller había sido desenmascarado mucho antes de ese 13 de febrero de 1998 en que se tiró a los pies del estafador de las cucharitas. Curiosamente, ése es uno de los programas ausentes de la lista de emisiones de Redes que ofrece TVE.

Otros programas son igualmente aterradores, charlatanescos, pseudocientíficos o, según un neologismo muy usado en España, magufos. Por ejemplo, el del 10 de abril de 2000 habla de las imaginarias "graves alteraciones" que, dice Punset, provocan en la salud humana las líneas de alta tensión, los aparatos eléctricos y los teléfonos móviles. Para ello, de nuevo, Punset no acude a expertos científicos en el tema, sino a personajes bonachones, convincentes, puríficamente guruísticos como Mariano Bueno, un señor que hace zahorismo (alias radiestesia) y feng shui y que dice ser experto en la inexistente disciplina de la "geobiología", y que entre otras cosas vive de fomentar el pánico hacia la "contaminación electromagnética" que nunca ha demostrado que exista. Por ese mismo programa pasaron el naturópata José Colastra y la "biosónica" Marisol González Esterling que hace además "psicoastrología kármica" que es lo más anticientífico que se puede uno poner antes de quemar a Giordano Bruno. (No me resisto a reproducir una de las afirmaciones de esta ciudadana que se mantiene en la página de "Redes" de RTVE, es decir, pagada con nuestro dinero: "El peso atómico, molecular de cualquier alimento o vitamina se convierte en herzio". Si ésa es la ciencia que "divulga" Eduard Punset, su lugar natural está al lado de Íker Jiménez, por supuesto).

Pero además de éste y otros muchos ejemplos de charlatanería pura y dura y de exageración y malinterpretación de los datos científicos, es innegable que Eduard Punset tiene una personalidad magnética, un hábil manejo de los medios, unas relaciones públicas fantásticas, una capacidad de hablar siempre sonriendo y un dejo de sabio en situación de desamparo que captura a la gente. Esto evidentemente es un gran valor desde el punto de vista de la forma de comunicar. Y ésa la tiene tan dominada Punset que ha conseguido situarse, en la percepción pública, como una autoridad incontestable, absoluta, más allá de toda crítica, de cuanto se llame o parezca científico. Se pretende colocar a este personaje, pese a sus numerosas y frecuentísimas metidas de pata, al grado de no saber ni siquiera contar hasta diez, en un nivel de perfección suprahumano. Que sea más cursi que una comedia romántica interpretada por una Barbie puede repugnar a algunos, pero ciertamente gana adeptos en un mundo donde el periodismo se desvirtúa sin cesar.

Por desgracia, el contenido de lo tan bien comunicado es supersticioso, falsario, engañoso, pseudocientífico, fantasioso, irreal, mentiroso y nada fiable para su público, abusando de su buena fe.

Lamentable.
25 de mayo, 1:45 AM: Me hace notar Fernando Frías, vicepresidente del Círculo escéptico y autor del blog El fondo del asunto que Carolina Punset, hija de Eduard Punset, como concejala del poblado valenciano de Altea ha conseguido declarar al municipio libre de transgénicos. Y no porque tenga pruebas de que los transgénicos, así, en general, todos, sin excepción, sean malos, peligrosos o indeseables, que no las tiene... sino que milita en el partido Los Verdes Ecologistas-Pacifistas, que por supuesto creen en la contaminación electromagnética (sin pruebas), la igualdad de los animales con los seres humanos, y en general la agenda política cienciofóbica, supersticiosa e irracional de Los Verdes. Supongo que esto confirma que la superstición, efectivamente, se enseña en casa.