agosto 28, 2010

Antivacunas y consecuencias

Si le molestan las fotos que ilustran esta entrada, espero que también le moleste la idea de que hay millones de niños en peligro por la actividad de un grupo de irracionales "antivacunas", un grupo de personas habitualmente sin conocimientos sólidos sobre las bases de la vacunación, la composición y seguridad de las vacunas, que sin base científica alguna, sin ningún dato, sin ninguna prueba, afirman que las vacunas provocan graves problemas de salud a los niños, especialmente autismo.

Niña de Bangladesh con viruela (1973).
La viruela fue la primera enfermedad
erradicada (1977) gracias a las vacunas.
En 1967 causó dos millones de muertes.
Ningún estudio realizado con honestidad y según los protocolos adecuados ha podido hallar ninguna correlación entre las vacunas y el autismo o ningún otro problema de salud de los que hablan los antivacunas. Hubo un estudio que indicaba que había una correlación entre la vacuna MMR y el autismo, pero dado que todo intento por replicarlo fue infructuoso, pues nadie más pudo obtener los datos que Andrew Wakefield aseguraba haber obtenido, fue sometido a investigación. Finalmente, el investigador quedó totalmente desacreditado al descubrirse que su protocolo había sido incorrecto y los datos falsificados, y el Colegio Médico Británico dictaminó que era "deshonesto e irresponsable" habiendo exhibido una mala conducta científica, además de ocultar que tenía un conflicto de intereses, ya que sus estudios fueron pagados por padres que creían que sus hijos habían sido afectados por la vacuna. El artículo fue retirado por la revista The Lancet y a Wakefield se le quitó la licencia para ejercer en Gran Bretaña.

Si los antivacunas siguen adelante desvirtuando los hechos y provocando el pánico, las fotos y el vídeo serán realidad para millones de niños en todo el mundo. Téngalo presente. En países como Inglaterra, Estados Unidos y Japón, la caída en el número de niños vacunados está provocando el regreso de estas enfermedades.

Las vacunas, como todo en este mundo, todo, tienen riesgos y nadie ha dicho lo contrario. Nuestras decisiones habitualmente se toman evaluando los riesgos y beneficios de una acción. Si salimos de casa, tenemos una probabilidad de morir en un accidente de tráfico, atropellados o en una colisión. Sin embargo, si no salimos de casa no trabajamos, no compramos alimentos y morimos de hambre con un 100% de probabilidad.

Al vacunar a nuestros hijos, sabemos que pueden tener una reacción negativa, por ejemplo, dolor en el lugar de la vacuna, comezón o una leve fiebre. Y tienen una probabilidad entre 1 millón de sufrir una reacción alérgica grave. Sin embargo, su riesgo real según las estadísticas es infinitamente menor del que aseguran que corre los antivacunas. En cambio, si no se vacuna, tiene muchísimas más probabilidades de sufrir una enfermedad. Y que esa enfermedad le cause la muerte. De eso sí hay datos abundantes por ejemplo en este informe.

Pero, más allá de los datos, uno de los problemas más claros es que hoy, a diferencia del pasado, la mayoría de nosotros no vemos niños con sarampión, paperas, tosferina y otras enfermedades que se habían vuelto altamente infrecuentes gracias a las vacunas, y que están volviendo en forma epidémica en los países donde los antivacunas están más activos con su propaganda de miedo, pero sin datos.

Si usted vacuna a sus hijos, pues, puede evitarles la tosferina. Si no los vacuna, los expone a un mucho mayor riesgo de verse contagiados por la tosferina. ¿Qué es la tosferina? Es esto:


Aunque los antivacunas no quieran creerlo, la viruela fue erradicada gracias a las vacunas, y miles o millones de personas han salvado la vida o evitado enfermedades aterradoras gracias a las vacunas: poliomielitis, varicela, difteria, paperas, rubéola... enfermedades que estaban casi derrotadas y que hoy tienen como poderosos aliados a promotores del miedo que al no poder dar pruebas, dan propaganda para que usted olvide que el ser humano ha logrado evitarlas.

Enfermedades como la difteria:


... la poliomielitis:

Niño poliomielítico en la India

Niños afectados por la polio en la
República Democrática del Congo

... la rubéola:

Lesiones causadas por la rubéola

Cataratas infantiles, daño
secundario de la rubéola


... el sarampión:


... el tétanos:



... la varicela:

agosto 22, 2010

Discutir lo mismo... y no con los creyentes

Phil Plait, autor del excelente blog Bad astronomy participó en la 8ª reunión TAM (The Amazing Meeting) promovida por James "The Amazing" Randi, el brillante y entrañable desenmascarador de charlatanes, con una intervención intitulada "El objetivo del escepticismo" (pero que se ha dado a conocer como "No seas imbécil") que ha provocado comentarios y reflexiones importantes para quienes de una u otra forma participamos en la promoción de la educación crítica y científica.

En resumen (muy resumido, mejor ver el vídeo, que ya está disponible con subtítulos en español), Plait critica que algunos "escépticos" (nota al pie 1 explicando por qué uso el término sin mucha convicción) insulten y desprecien a los creyentes. Plait afirma que nadie abandona sus creencias y se vuelve racional al ser confrontado por un escéptico encabronado que lo llame "idiota" y se burle de su cosmogonía, sino con información y una disposición más amable.

Plait lleva esta reflexión al objetivo que buscamos quienes promovemos una visión no mágica del mundo, considerando que la bronca con el creyente no lleva a buenos resultados. Y ciertamente tiene razón. Se queja de que en el "movimiento escéptico" (sea lo que sea eso, claro, yo dudo que se pueda definir con precisión, y qué bueno) hay gente que hace esto y es fuente de preocupación en los Estados Unidos. Por desgracia, no dio ejemplos necesarios para que evaluemos por nosotros mismos qué está pasando. Aceptamos lo que dice Plait para efectos de la reflexión.

Para Plait, su objetivo es ganarse las mentes y los corazones de toda la gente, de toda, y conseguir que todo el mundo, todo, abandone toda creencia irracional. Y parece creer que tal es o debe ser el objetivo de todos los escépticos. Muy loable, y le deseo la mejor de las suertes.

Viendo críticamente la intervención (que creo que es de lo que se trata), parece haber algunos conceptos confusos que deben aclararse (aún repitiendo conceptos ya expresados en otras entradas como Quizá este blog no es para usted, que pese a encabezar este blog, no leen muchas personas para las que no es este blog, con los consecuentes raspones, o lo comentado en mi vídeo de la serie "El rey va desnudo": Ser ateo está bien) dado que lo comentado por Plait parece un fenómeno concretamente estadounidense y que no se puede extrapolar a todo el mundo.

El creyente y el que lo ordeña

Si cualquier persona se acerca a alguien que tiene sinceras y profudas creencias y pretende que cambie de opinión diciéndole "idiota", ridiculizándolo por creer en gilipolleces, humillándolo, colocándose en una posición superior a él o ella (nótese mi infrecuente concesión a la corrección política babosa) y sobajándola o insultándola de otro modo, es un imbécil, sí. Tal como dice Plait.

Es tan evidente que no creo que amerite mucho debate, vaya.

Pero con quien se suele discutir no es con simples (y honestos) creyentes, sino con quienes alteran, falsean o pervierten la ciencia con mayor o menor honestidad o convicción (pienso en personajes como Sheldrake, Von Däniken o Masaru Emoto), y con himbestigadores autocoronados que hacen pseudo-pseudociencia (como los angelitos del grupo Gaipo y cientos de clubes de chupaflautas similares en todo el mundo), con brujos de todos colores y sabores, desde la nueva médium televisual en España Anne Germain y sus colegas hasta Carmen Porter, desde Octavio Aceves hasta el santero de la esquina, los "sensibles" del Grupo Hepta, todos los falsos médicos de todas las disciplinas alternativas y, por supuesto, con todos los promotores que ordeñan eficazmente todas estas tonterías rentables y cualquier otra (como los periodistas del misterio o misteriodistas estilo Íker Jiménez, Javier Sierra o Enrique De Vicente).

Donde Plait parece ver a un solo grupo humano, parece haber en realidad varios: los creyentes sinceros, los embusteros profesionales, los promotores de los farsantes y quienes todavía están en una posición de "no sabe, no contesta".

El creyente sincero es víctima del que promueve las creencias del mismo modo que el esclavo es víctima de quien le pone las cadenas (o, más bajo aún, le convence de que se las ponga para ser una persona más iluminada, más buena y mejor armonizada con el universo... o algo así). Sus necesidades emocionales, su falta de preparación (culpa de un sistema educativo lamentable... en todo el mundo), su exposición permanente a una sociedad donde priman la religión, los medios de comunicación promoviendo supersticiones de las más bastas sin ningún espíritu crítico, su sentido de lo maravilloso, han sido manipulados y utilizados para cosecharlo para una u otra creencia (o varias).

Y el creyente sincero no suele debatir mucho. Mis tías no discutían de teología cuando yo les planteaba mis dudas respecto de la solidez lógica, moral o filosófica del catolicismo. Ellas no eran las defensoras de la fe, no. Estaban muy satisfechas en su creencia y eso les bastaba. No recorrían las calles buscando ateos con los cuales enzarzarse en batallas dialécticas, y de hecho tener un ateo a la mesa les provocaba incomodidad (y algo de penita pena) más que ánimos de confrontación.

Con los creyentes, en todo caso, se dialoga, se les ofrecen datos, se les cuestiona tratando de no ofenderlos y se les invita a informarse. Aunque esto no sirva para nada en la gran, enorme, vasta, gigantesca y colosal mayoría de los casos y por suave que sea uno puede acabar siendo atacado e insultado por el creyente, ya que para él, cualquier herejía o desacuerdo es de entrada un insulto, y haz como quieras.

Las creencias son entidades persistentes. Lo ha estudiado la psicología evolutiva, es motivo de libros como Por qué creemos en cosas raras de Michael Shermer o ¿Por qué persisten los dioses?, del brillante etólogo Robert Hinde.

Las creencias tienen una gran tendencia a perseverar, incluso ante masivas cantidades de evidencia que las contradigan, y lo sabemos. Difícilmente se puede contrarrestar con diplomacia, cortesía y sonrisitas. Y con cualquier otra cosa, vaya. Discutir con un sincero y firme creyente para convencerlo es, me parece, perder el tiempo.

Me parece muy bien que Phil Plait quiera cambiar las creencias irracionales de varios miles de millones de personas, y creo que se puede hacer. No se puede cambiar a estos miles de millones de personas que ya recorren el mundo con su carga de creencias irracionales, sino incidiendo en cada vez más personas cuando están en el proceso de establecimiento de sus sistemas de creencias para que incluyan el pensamiento crítico, cuestionador y basado en evidencias como parte de su arsenal cognitivo el resto de su vida.

Es casi imposible convencer a dos adultos sanos, razonablemente inteligentes y entregados al new age, el orientalismo bobalicón y el ecologismo sin neuronas, de que el feng-shui es una superstición más basta que la creencia en las hadas. Ir a su casa a decirles idiotas no cambiará nada ni impedirá que sigan pagándole a su decorador de interiores glorificado.

Pero sí se puede informar a quienes no han caído en las garras de los geománticos estilo chino para que tengan elementos que les permitan evaluar lo que los creyentes, las revistas rosa y los decoradores de interiores glorificados puedan decirles sobre el milenario feng-shui.

Y sí se puede incidir sobre todo en sus hijos adolescentes. Darles datos, alimentar sus dudas, poner al descubierto al fenshuyero que esquilma a sus padres, poner en cuestión a sus padres (cosa que de entrada hacen los adolescentes por motivos de diseño), acudir a su rebeldía natural, a su gusto por la ironía y el ridículo, a su mente abierta en el mejor de los sentidos, el que no da igual valor a todo.

Un solo joven que aprenda a desconfiar de las barbaridades de los charlatanes del ocultismo es, además, un joven que desconfiará de los charlatanes políticos, artísticos, periodísticos, comerciales, publicitarios. La libertad de pensamiento de una sola persona vale la pena cualquier esfuerzo.

Y para ofrecerle estas herramientas, es indispensable poner en cuestión a los promotores de las creencias, los chupaflautas, los embusteros, los estafadores, los que algunos llaman "magufos" (nota 2), sacarlos de quicio si posible, exhibir el absurdo profundo de sus posiciones, sacar al balcón sus deficiencias argumentales, exigirles pruebas de modo incesante para denunciar precisamente que todas sus fantasías carecen de pruebas, y expresar sin contemplaciones el juicio que merece el vender creencias irracionales sin pruebas, y que no suele ser halagüeño, elogioso ni muy positivo que digamos.

Y si alguien considera descortés llamarle "mentiroso" a un mentiroso... pues qué lástima.

Al poner en un miserable ridículo a los militantes del sector de los embusteros, de esos "charlatanes" a los que hace referencia el título de este blog, al ser despiadado con su falta de rigor, su manipulación y su desvergüenza, no se trata de que se conviertan en ateos, racionalistas militantes ni escépticos. A los que creen les es casi imposible cambiar y los que saben que mienten nunca cambiarán su fácil acceso al sexo, el poder o el dinero (o cualquier combinación de los tres) por simple respeto a la verdad.

Y allí resulta poco importante (o nada importante) que el evangelizador o defensor de la charlatanería sea, digamos, un pseudomédico en fucniones de cobranza o un convencido que ha decidido convertirse en promotor, comercializador, impulsor y defensor público de la tontería médica. Si se trata de una persona convincente, simpática y de bravo verbo, puede hacer tanto daño a su alrededor como cualquier charlatán. Aunque no cobre en dinero, su encendida defensa de alguna u otra pseudoterapia, habitualmente acompañada de la denigración de toda la ciencia, toda la medicina y todos los profesionales de las ciencias biomédicas sin excepción, puede costar vidas.

O sea, si el tema es serio, el respeto a las formas tiene que salir por la ventana. Si tenemos que entrar en la vivienda de un desconocido porque dicha vivienda está en llamas y adentro hay una persona a la que urge sacar para salvarle el pellejo, no cabe ninguna consideración sobre el respeto a la privacidad de nadie, ni escribir un artículo señalando cuán feo es el delito de allanamiento de morada.

Si nuestro objetivo es evitar que alguien que aún no ha hecho su apuesta emocional sea una víctima más de una creencia no sólo irracional, sino peligrosa y esclavizante, o directamente que se juegue la vida con una superstición sobre la salud, no es ilegítimo poner en evidencia a su victimario. Y en ridículo. Y en atención de las autoridades de justicia, si procede.

Esto tiene que ver con otro problema que detecto en la comunidad escéptica española, y es cierto hartazgo en las discusiones con promotores de creencias varias.

Ni equidistancia ni cortesanía

En general los creyentes, simples y honestos, no participan en foros, ni hacen comentarios en blogs ni en noticias de periódicos, ni escriben encendidos correos afirmando que nuestras madres ejercían una profesión socialmente mal vista, que actuamos porque nos pagan todos los jefes de todas las conspiraciones o avisando que nos piensan romper la cara o dar cuatro tiros. Esta labor queda en manos de los militantes que fungen de escuderos, ayos, palafreneros o criados de los negociantes del misterio en todos sus sabores y colores. Son los creyentes que han dado el paso de los bancos de la iglesia a la posición de monaguillo, sacristán o cosa similar. En general los negociantes del misterio han huido de las listas de correos donde se discute sobre temas relacionados con el ocultismo en sus distintas variantes, luego de descubrir que cada vez que se les ponía en ridículo, perdían clientes. Esto incluye también a alternativistas varios, simuladores de ecologistas, curanderos surtidos y demás practicantes del arte del embuste, que no son muy dados al diálogo y al intercambio, y no contestan correos electrónicos nunca, como habrá visto quien lea este blog y vea cuán divertido es mandarles cartas abiertas para que hagan el ridículo ignorándolas.

Los lacayos del ocultismo, la peonada, pues, son los encargados de repetir los mismos argumentos cansinos, superados, absolutamente respondidos una y otra vez, con el único objeto de seguir atrayéndole clientela a sus "líderes espirituales", chamanes, gurús y mesías de más barato por docena, sin arriesgar el "prestigio" (jojó) de los mismos. Si el paniaguado queda como un imbécil, no salpica al silencioso y digno chupaflautas que cobra.

El suministro de almas de cántaro, de mártires dispuestos a quedar en evidencia por uno u otro ocultista es, sin embargo, inagotable. Cuando uno se cansa, se retira o decide poner el tema en el cajón de "gilipollendejadas que cometí cuando era demasiado joven y demasiado ingenuo", su lugar es rápidamente ocupado por otros para los que todo el tema (sean los círculos de las cosechas, la homeopatía, las líneas de Nazca o los experimentos malhechotes de J.B. Rhine) resulta absolutamente novedoso porque les alimentan las mismas falsedades, argumentos insostenibles e historias fantásticas que hace treinta años. Y los vasallos vienen y los repiten como si fueran un descubrimiento de última hora.

En esas condiciones, no faltan los promotores del pensamiento crítico que lo dejan por imposible. ¿Para qué argumentar razonable y racionalmente en los comentarios de una nota sobre homeopatía, por ejemplo, si no se va a convencer a los creyentes y además hay que volver a escuchar los argumentos de siempre y tener que plantear los contraargumentos de siempre? ¿Es que no quedó claro la vez pasada? ¿Y ahora éstos también serán impermeables a toda forma de razón? ¿Qué sentido tiene esto?

En realidad tiene mucho sentido, pero no en lo evidente. Sí, los mucamos de la irracionalidad son inamovibles, es parte de la descripción de su puesto como pajes de los que cobran. Discutir con ellos, pues, es inútil en cuanto a conseguir algún avance con ellos. Sin embargo es muy conveniente recordar que en estos diálogos (y en las tertulias de la televisión y la radio, y en todo enfrentamiento al aire libre) no están sólo el audaz escéptico y las hordas babeantes de magufos. Hay un público. Un público silencioso, difícilmente cuantificable, que lee, que toma partido, que reflexiona y que saca conclusiones sin informar de cuáles.

Quienes participamos en los medios de comunicación (desde Twitter hasta la CNN), y especialmente quienes promovemos la razón crítica y cuestionadora, no podemos olvidar que nuestro trabajo es, precisamente, comunicar, como no lo olvidan los vendedores de misterios y sus pinches pinches (como diríamos en México y en España).

Cuando se debate en los medios, un objetivo esencial es impedir que el público se vea ante una engañosa unanimidad irracionalista, lograda gracias al tiempo libre que tienen los mancebos de la estulticia, sino que se tropiecen con visiones cuestionadoras, si posible divertidas e irónicas, con dosis justas de mala leche, que los lleven a pensar en la posibilidad de que las cosas son de otro modo, que pongan en duda las afirmaciones contundentes de los propagandistas.

Si uno va a la televisión a discutir con personajes que parecen haber extraviado las neuronas en el patio del kindergarten, no se debe tener la ilusión de que es posible convencerlos de su error (si en la mayoría de los casos ya saben que están mintiendo, hombre, no seamos ingenuos). Se trata de contrarrestar su mensaje al público con otro mensaje de crítica profunda, sólida, basada en hechos, aguda y profundamente irónica y satírica, para que el público no se los tome en serio, se ría, se atreva a reflexionar sobre lo que le estaban ofreciendo.

Por eso es necesario que los promotores del pensamiento crítico estén en toda tertulia a la que los inviten, por patética que parezca. Su ausencia da carta blanca y patente de corso a los evangelizadores de la anencefalia, a los que se ocupan intensamente de robarle al público confianza en la realidad, libertad, capacidad crítica, opciones de informarse más a fondo y dinero, poder o sexo en cantidades nunca despreciables, y a veces la salud, la calidad de vida o directamente años de existencia.

El charlatán que entra a discutir con los racionalistas no pretende convencerlos, eso es evidente a poco que se tenga un intercambio con ellos. No quieren convertir en creyentes a amables escépticos capaces de recitar diez falacias argumentales de memoria. Buscan conversos, y para obtenerlos ridiculizan a la ciencia, la inteligencia, el conocimiento y quienes los defienden, porque el número de conversos se refleja directamente en su cuenta bancaria, en su prestigio, en su acceso a más medios. El beneficio de su esfuerzo es inmediato. Una aparición en televisión de un supuesto vidente rinde sus frutos al día siguiente, en la cola de su "consulta". El crítico busca que el público piense y dude emplea razones, argumentos rigurosos y bien sustentados, datos, hechos y conocimientos, y no ve el resultado de su trabajo con tanta claridad, de hecho las más de las veces ni se entera de si su trabajo tuvo o no frutos. Y como no le van la supervivencia y el diario condumio en la eficacia que despliegue en el enfrentamiento, ya empieza con un fuerte handicap en contra.

Por eso, cada vez que se repiten los argumentos defectuosos de los vendemisterios, es indispensable repetir los contraargumentos racionales. Y de ser posible buscando formas orignales para presentar los mismos argumentos. Para la gran mayoría de los lectores, ambos argumentos son novedosos, y cada uno los evaluará independientemente de cuántas veces hayamos dicho "no existe ni una prueba de que la homeopatía funcione", por decir algo. No participar en un enfrentamiento, no impugnar, no hablar, le limpia el camino a los ocultistas profesionales.

Y de cuando en cuando el “escéptico” recibe datos que le indican que su labor sí ha dado resultado, mensajes, reacciones de grupos como los jóvenes médicos ingleses hartos del embuste de la homeopatía, algo de vergüenza creciente de algunos personajes públicos por identificarse con supersticiones prehistóricas, gente que encuentra el inicio de su relación con el pensamiento crítico en el trabajo de uno u otro escéptico, desde Asimov o Sagan hasta el más desconocido bloguero adolescente.

Y esto tiene que bastar porque tiene un valor verdaderamente gigantesco. Una persona capaz de ver críticamente su mundo es verdaderamente una apuesta por la esperanza de un mundo más libre, mejor educado, menos manipulable por charlatanes de todas las disciplinas.

_______________________________________________
Notas:

(1) Nunca me gustó utilizar la palabra "escéptico" para definir a quienes no creen en la magia y promueven el pensamiento racional, crítico y riguroso. Aunque fui cofundador de la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica y pertenezco al Círculo Escéptico, la palabra siempre me ha venido a contrapelo, porque todos, absolutamente todos somos escépticos, según con qué, a qué hora y bajo qué condiciones. La misma persona que va a que lo adornen con agujitas en una sesión de magia acupunturil puede ser por otro lado un profundo pensador escéptico respecto de la física de materiales o el diseño de dobladoras de lámina. De hecho, ése es uno de los aspectos que me parecen más curiosos de la mente humana, cómo se consigue hacer convivir la heurística genéticamente cableada de nuestros cerebros, con su plétora de sesgos cognitivos, conclusiones irracionales, exageraciones y reacciones sin reflexionar, con un pensamiento de alto nivel, racional, sereno y dispuesto a reorientarse y replantearse de cara a los hechos y los datos. Es decir, afirmar que uno es escéptico y otras personas no lo son en absoluto no es una definición real ni útil de la situación, y no me parece responsable apropiarme de esta clasificación filosófica.

(2) "Magufo" es un neologismo de los años 90 que denota a quien ejerce o "investiga" temas ocultistas, y a veces simplemente a quien cree en aspectos varios del ocultismo. Me parece una palabra eficaz y necesaria, pero se ha convertido en sí misma en campo de batalla, al grado que los especialistas en sabotear el pensamiento crítico en Wikipedia se enfurecieron babeantes cuando dicha palabra se introdujo en la enciclopedia y emprendieron un intenso esfuerzo censor, represor y mendaz (nada nuevo) para censurarla, como los pequeños torquemadas que son. Como me aburren las discusiones semánticas, y creo que el tema es demasiado serio, evito usar dicha palabra para tratar de centrarme en el fondo y no en la forma, cosa que además les sienta como una patada al estómago a los charlatanes, ocultistas y... magufos.

agosto 16, 2010

¿Todo cura el cáncer?

Como comentaba en la entrada "Alternativa... ¿a qué?" (que por cierto fue mi debut en el colectiblog Amazings, excelente punto de partida para conocer a los mejores blogueros de ciencia y razón crítica de España), una de las características más peculiares del mundo de las creencias pseudomédicas es que sus adeptos son capaces de creer todo tipo de afirmaciones contradictorias entre sí sin que les estalle la cabeza o se les funda la médula espinal, lo cual no deja de llamar la atención.

Una mirada desapasionada al alternativismo pseudomédico no puede sino asombrar a cualquiera que no comparta de entrada la idea de que el método científico queda invalidado y es rechazable porque los médicos no son perfectos y las empresas farmacéuticas son empresas capitalistas con todos los defectos del capitalismo. Y que no crea también, por supuesto, que si hay que dudar de la medicina científica y basada en estudios, evidencias y confirmaciones, hay que aceptar ciegamente y sin duda alguna cualquier idea relacionada con la salud, cualquiera, que se le ocurra a cualquier cantamañanas, cualquiera, siempre y cuando sea convincente, simpático, agradable y muestre una dosis generosa de victimismo ("me persiguen los malvados médicos, científicos y políticos corruptos") y de mesianismo ("me juego la vida por su salud, porque tengo la verdad agarrada de las joyas de la familia y la difundiré porque los amo") cobre lo que cobre y careciendo de toda prueba, evidencia, indicio, indicación, rastro o fundamento para suponer que no está mintiendo.

Una aproximación al cáncer (que no es una enfermedad, sino una clase de enfermedades, algunas muy distintas entre sí) nos muestra que, según los alternativistas, puede curarse con:


Evidentemente, nadie puede probar en su propio cuerpo o cáncer (o en el de un ser querido) todas estas supuestas terapias a ver si le atina a "la buena", por muy desesperado que esté. Evidentemente no todas las cosas arriba indicadas pueden ser eficaces curaciones mágicas contra el cáncer.

Si visita algunas de las páginas referenciadas arriba, verá que lo único que comparten todas es la afirmación de que todas son perseguidas por la medicina "oficial" (sea lo que sea eso). Y sin embargo la medicina "oficial" (sea lo que sea eso) no consigue reprimir a ninguna, lo cual no deja de ser curioso cuando se presenta a la medicina "oficial" (sea lo que sea eso) como un ente más poderoso que Supermán con un injerto de Hulk.

Visto esto, emprendimos una serie de búsquedas al azar relacionando las más diversas palabras con el emocionalmente cargado término "cáncer" y el resultado fue, cuando menos, alucinante: las fresas, las nueces, las bayas de goji, las espinacas, la fruta de la pasión (maracuyá), el polvo de curry, el romero, las almendras, la patata, el plátano, el limón, el aguacate, la ortiga... no hubo un solo alimento de origen vegetal que hayamos buscado que no resultara que según alguien cura del cáncer o cuando menos lo evita.

Si tomamos así algo de lechuga y le añadimos aceite de olivavinagre, pimienta negra, tomate y cebolla, tenemos una ensalada mixta común y silvestre que para la banda pseudomédica es algo así como una bomba nuclear anticáncer. Lo que dejaría la pregunta de por qué nos da cáncer si comemos ensalada... o lo que sea, pues según los alternativeros prácticamente todo cura el cáncer o lo evita, con excepción, claro de los tratamientos científicamente desarrollados y probados día tras día en todo el mundo. Ésos no curan el cáncer, nos dicen.

Ahora, pongámonos en la piel de un alternativista enfrentado a esta colección de afirmaciones. Todos los que hemos anotado (y muchísimos más literalmente cientos) ofrecen la cura del cáncer.

Simplemente por probabilidades y porque la especie humana es como es, podemos pensar que al menos algunos de estos procedimientos son falsos, y algunos incluso fraudulentos (es decir, el que los vende sabe que nos está camelando, pero le importa más su bolsillo que nuestra vida), aunque muchos fueran realmente eficaces para curar el cáncer.

Así, el alternativista acucioso tendría que encontrar una forma de separar la verdad de la mentira y el error.

¿Qué hacer para saber si algo cura el cáncer?

Bueno, experimentar con personas es un poco bruto, sobre todo como punto de partida. Pero se puede, primero, encontrar si hay una relación estadística relevante entre el uso de alguno de estos procedimientos y la inmunidad al cáncer.

A continuación, habría que tomar las que parecen tener una relació con la curación del cáncer y ponerla a prueba en el laboratorio, es decir, usar animales o tejidos cultivados cancerosos y ver si el uso de estos procedimientos cura o no el cáncer en animales como las ratas o en tejidos.

Si algunos de estos procedimientos dieran resultados positivos, se podría empezar a pensar en ciertos estudios que se podrían hacer con voluntarios humanos, cuidando tener controles adecuados para que las expectativas y percepciones de la gente y de quienes los atienden no afecten los resultados, para lo cual habría que hacer una prueba de las llamadas "de doble ciego", donde ni los pacientes ni los que los atienden saben si realmente la persona se está, digamos, azotando con ortigas reales o con un sustituto que parece ortigas pero no lo es, que sería un "placebo".

O sea, el alternativista, que odia a la ciencia, a los científicos, a la razón, al rigor experimental y a todos los que practican estas cosas horribles, tendría que usar el mentado "método experimental", parte del odiado "método científico", como única, única forma de determinar cuál o cuáles de todas las afirmaciones de cura del cáncer es verdadera, o ninguna.

Y ése es el problema ante el que siempre chocarán: que para determinar la validez de las afirmaciones de sus gurús, pseudomédicos, doctoryuyus, chamanes, brujos o hechiceros tienen que hacer precisamente lo que nos permite saber, por ejemplo, que en un porcentaje de casos la cirugía y la quimioterapia curan el cáncer de ovarios. Lo sabemos con certeza.

Lo otro no lo sabemos con certeza porque los gurús, pseudomédicos, doctoryuyus, chamanes, brujos o hechiceros no quieren usar métodos adecuados para poner a prueba sus afirmaciones.

Y entonces, confiar en una ensalada común y corriente para evitar el cáncer, o en azotarse con ortigas para curarlo, no es precisamente una estrategia recomendable.

agosto 14, 2010

No-diálogos en el infierno

De un tiempo a esta parte ha coincidido que tenga varios esperpénticos simulacros de diálogo con personas que -dicen- defienden el medio ambiente, la ecología, a los animales, a los consumidores o directamente a toda la humanidad desagradecida, y que exhiben el mismo comportamiento de los fanáticos creyentes en los ovnis, los fantasmas, las conspiraciones, la ouija, los poderes de Uri Geller y los integristas más fanáticos de cualquier religión: cerrazón a la crítica, recurso a falacias (muy destacadamente el ataque ad hominem), desprecio a las pruebas o evidencias que no les den la razón y ausencia todal de pruebas o evidencias que sí les den la razón. Y una falta de rigor que roza la perfección.

Aclaro que siempre he considerado que la destrucción del medio ambiente es en principio indeseable, sobre todo cuando, habiendo opciones, se comete sólo por obtener más beneficios, ganar más dejando una estela de destrucción y un medio inutilizable por otros seres humanos. O peor, cuando se hace por motivos militares. A los 16 años me detuvo la policía ante la Embajada de los Estados Unidos en la Ciudad de México, con un grupo de amigos, hippies aspirantes de ingenuidad conmovedora y peligrosa, cuando nos manifestamos contra la prueba nuclear que se iba a realizar en la península de Amchitka, en Alaska, el 6 de noviembre de 1971. Para protestar contra esa prueba nuclear también se dio la primera acción de lo que sería GreenPeace, cuando tenía en su seno científicos y no empleados con sueldos de banquero muy gordo. Así, desde mi adolescencia creo que una mayor conciencia ecológica es indispensable, y educar para cuidar el medio ambiente es fundamental para nuestra especie, siempre que se haga de modo crítico, racional, humanista, libertario y orientado por los más actualizados conocimientos científicos de los que dispongamos.

Pero cuando los principios, cualesquiera que sean, se convierten en dogma inatacable, en pretexto para la misantropía, en una visión acrítica, irracional, inflexible y cerrada donde cualquier disidencia es aplastada sin cuestionarse nada, adoradora del autoritarismo, la prohibición, la represión, la policía, el porrazo y el calabozo, tenemos una secta peligrosa, sea religiosa, ecologista, animalista, política, futbolística, etc.

Y, claro, en ocasiones las cosas son un poco más complicadas y no sirven de nada las visiones maniqueas, en blanco y negro, de buenos y malos, y donde los "activistas" ponen la denuncia pero nunca ofrecen ninguna solución.

Parafraseo tres diálogos recientes con sectarios que me han hecho recordar a los seguidores de Brian en esa joya del cine y el pensamiento crítico que es La vida de Brian, del grupo británico de comedia sin piedad Monty Python. Saque usted sus propias conclusiones.

No doy el nombre de la dama y los dos caballeros que participaron en estos no-diálogos porque para efectos de redacción he resumido, omitido y hecho adaptaciones que podrían llevar a que me acusaran de faltar a la verdad, de sacar cosas de contexto y, por supuesto, de cobrar grandes cantidades de dinero de Monsanto, Bimbo y otros monstruos del capitalismo salvaje, haciendo inexplicable para cualquiera que no sea investigador de lo paranormal el hecho de que yo tenga que seguir trabajando como una mula, que siga siendo pobre de solemnidad y que siga siendo de izquierda hasta la incomodidad. Misterios para violín, orquesta y contralto, supongo.

Diálogo 1: La soja en Argentina, glifosato, macrocefalia y berrinche

Cabreadito: En Argentina se fumigan los plantíos de soja con un producto llamado Roundup, de Monsanto, que contiene glifosato. La situación es horrible, produce un incremento atroz en los casos de cáncer en las poblaciones cercanas a los plantíos de soja, y muchos casos de microcefalia en bebés recién nacidos. Es aterrador.

Yo: Parece un asunto terrible que debe llevarse a la atención del mundo entero. ¿En qué porcentaje aumentó el cáncer y en qué zonas? ¿Tienes los estudios sobre el aumento del cáncer? ¿Y los reportes de los casos de microcefalia? ¿Y los estudios que indican al menos una correlación estadística, o preferiblemente causal, entre el glifosato y estos terribles efectos.

Cabreadito: Acá en Argentina todo mundo lo sabe. Además Monsanto es una empresa que abusa del medio ambiente.

Yo: Efectivamente, Monsanto es una empresa sumamente cuestionable y una de las muestras más claras de que el capitalismo salvaje no es una forma recomendable de mover la economía del mundo. Eso no está siquiera a discusión. Pero estábamos hablando de un aumento en los casos de cáncer y microcefalia, y yo lo que quiero ver son los datos sobre el cáncer y la microcefalia, para difundirlos.

Cabreadito: Bueno, hay un estudio que demuestra que si se le administra glifosato a embriones de anfibios, éstos tienen alteraciones en su desarrollo.

Yo: Vi el estudio en cuestión. Pero a los embriones humanos no se les administra glifosato directamente, hay una cosa llamada la barrera placentaria, gracias a la cual el bebé está a salvo de muchos tóxicos de la madre, sobre todo moléculas grandes. ¿O hay algún estudio que indique que el glifosato no sólo pasa de la soja al ganado a los seres humanos, sino que además puede traspasar la barrera placentaria? ¿O al menos algún estudio que indique que cerca de donde se fumiga con glifosato hay deformidades, como la microcefalia que mencionabas? ¿Tienes los estudios sobre cáncer y microcefalia?

Cabreadito: Pero esto es el colmo. No sabés que el cultivo masivo de soja ha sido una tragedia horrible para la Argentina. Hoy ocupa la mitad del suelo cultivable porque es más rentable que el trigo, el maíz y los cítricos, dejando en el desamparo a miles de productores. Y esto se ha conseguido gracias a que es soja transgénica de Monsanto, que resiste precisamente el glifosato.

Yo: Ciertamente sé que deberían ponerse en marcha mecanismos para que no se comprometa la independencia alimentaria de Argentina, cosa que sin embargo es bastante difícil en un esquema capitalista movido por los beneficios y controlado por multinacionales. Nada de eso lo discuto, en todo caso creo que debe ampliarse. Pero eso no prueba que el glifosato cause cáncer ni microcefalia, que fue lo que dijiste primero y que a estas alturas me parece que es una mentira con motivos políticos, propaganda manipuladora vil. O que los transgénicos sean malos en sí.

Cabreadito: Me estás insultando llamándome mentiroso porque querés defender el capitalismo.

Yo: No, nada de eso... sólo pregunté por los datos de lo que tú dijiste, que el glifosato causaba cáncer y microcefalia en ciertos pueblos de la Argentina.

Cabradito: Sos un hijo de puta, seguramente a sueldo de Monsanto, porque vos querés que se siga jodiendo Argentina y que los sojeros se hinchen de plata aunque el pueblo muera de hambre.

Yo: ¿Eh?

Diálogo 2: Obesidad infantil, comida chatarra y simplismo lacerante

ChuchoCris: Debemos luchar todos unidos para prohibir la comida chatarra en las escuelas mexicanas, porque es la causa de la obesidad infantil.

Yo: ¿Cómo defines "comida chatarra"? Pregunto porque hay muchas definiciones, para conocer la tuya y saber qué quieres prohibir. Y por cierto, yo sabía que la obesidad infantil tiene múltiples etiologías y no que sea causada por un solo factor.

ChuchoCris: Otra ONG de mi corporación de Salvamundos Sin Fronteras te va a mandar los estudios.

Yo: ¿No los tienes tú? Si estás empezando una campaña así, seguramente es porque sabes con certeza científica que realmente lo que llamas comida chatarra es LA causa de la obesidad infantil en México.

ChuchoCris: Es muy loable que opines distinto de otras personas. La pluralidad es una monada que me pone más tierno que Winnie the Pooh. Ya te llegarán los estudios, pero es algo que sabe todo el mundo, vamos, es de sentido común.

Yo: Emprender una campaña de prohibiciones, que afectará a muchas personas, acusando a muchos de provocar la obesidad infantil con sus productos, con la posibilidad de que se cierren empresas y se echen trabajadores a la calle no es algo que se pueda hacer con un "lo sabe todo el mundo". Se tiene que saber con certeza que uno está luchando razonablemente contra un mal bien identificado, si no, es una cacería de brujas.

ChuchoCris: Me da mucho gusto que pienses. Eso es bueno. Lo celebro y te defenderé siempre. ¿No te han llegado los estudios?

(Pasan dos semanas y me llega un enlace a un PDF sobre una intervención alimentaria para reducir la incidencia de diabetes infantil mediante cambios en la dieta, algo bien sabido y sumamente razonable. Sobre la relación "comida chatarra en las escuelas=obesidad infantil" ni una palabra. Menos aún una definición de "comida chatarra".)

Yo: El estudio no tiene nada que ver con lo que pregunté.

ChuchoCris: ¿No querías un estudio? Has estado molestando y trolleando con el estudio, ya te mandamos uno.

Yo: Sí, pero no se refiere al tema de la campaña que han emprendido a nivel nacional en un país como México. Ustedes como ONG (como las varias ONG que tú diriges y presides) están exigiendo que se prohíba la venta en las escuelas de ciertos productos que ni siquiera tienen bien definidos, y su argumento para ello es que esos productos son los causantes de la obesidad infantil. El mensaje es que la obesidad infantil desaparecerá en México por obra y gracia de esa prohibición, y por lo poco que yo sé, eso es una mentira, hay muchos otros factores que influyen en la obesidad infantil, como el tipo de alimentación que se da en el hogar, factores genéticos, baja actividad física o sedentarismo, etc. Están dando la idea de un problema con una causa y una solución, y eso no es verdad.

ChuchoCris: Me estás llamando mentiroso, y eso es un insulto. Tú eres un hijo de la chingada que lo que quiere es que los niños mexicanos sean gordos porque seguramente te paga Bimbo para que estés atacando a las ONG.

Yo: ¿Eh?

Diálogo 3: La química ficción de los progresistas ficticios

Juanadiarco: Los químicos no se eliminan, se acumulan en el cuerpo.

Yo: ¿Podrías decirme qué químicos se acumulan en el cuerpo?

Juanadiarco: Todos los agroquímicos; insecticidas, fertilizantes etc.

Yo: Es una acusación muy fuerte para hacerla sin pruebas sólidas. Los fertilizantes son digeridos por las plantas, y los compuestos no liposolubles... ¿cómo se "acumulan"? ¿En qué tejidos?

Juanadiarco: Cuentanos cómo digieren las plantas el DDT.

Yo: El DDT no es un fertilizante, hija mía, es un insecticida. Y es liposoluble, lo que significa que se disuelve en la grasa y sí se acumula precisamente en la capa de grasa. Vamos, que lo que dices no tiene nada que ver con lo que dije. Te pido de nuevo los estudios sobre la bioacumulación de "todos" los "agroquímicos".

Juanadiarco: He intentado dialogar contigo y sólo obtengo ataques y tontería. No te desgastes con insultos, mejor con argumentos consistentes.

Yo: No te he insultado. Tú hablaste de "todos" los fertilizantes y pesticidas, lo que incluiría los que sabemos que no son tóxicos ni bioacumulables, como los fertilizantes no fosforados y el ácido 3,5-dinitrobenzoico. Decir que todos los agroquímicos son tóxicos para los humanos y se "acumulan" en el cuerpo es mentira.

Juanadiarco: Sigo esperando que nos ilustres ¿como desintegran las plantas el DDT?

Yo: Es que nunca hablé del DDT. A saber de dónde sacaste eso. Yo te pedí pruebas de tu afirmación de la bioacumulación de todos los agroquímicos. Te recomendaría que fueras más rigurosa en tu activismo. No tienes que mentir para convencer a la gente y ganar adeptos.

Juanadiarco: No tengo porque aceptar respuestas ofensivas como ésta. Estás defendiendo lo indefendible.

Yo: No estoy defendiendo nada, sólo quiero saber si tienes pruebas de lo que dices o al menos la decencia de reconocerlo públicamente como líder ecologista que eres. El ecologismo debe basarse en conocimiento científico y hechos, no en manipulación, creencias absurdas y propaganda de pánico. Hay pesticidas que se bioacumulan negativamente, debemos luchar por que se sustituyan por otros más seguros. Hay otros de los que hay dudas, debemos buscar que se estudien mejor. Hay otros que son razonablemente seguros. Debemos promoverlos y darlos a conocer. Pero si partimos de la mentira "todos son tóxicamente bioacumulables" no avanzamos y estamos mintiendo. ¿Ya?

Juanadiarco: Seguramente te paga Monsanto para que defiendas el uso indiscriminado de todos los agrotóxicos, sin importarte ningún peligro.

Yo: ¿Eh?

agosto 10, 2010

Terrorismo ocultista de saldo

Pues ha vuelto a pasar.

Los ocultistas acuden a la amenaza y el temor para reprimir a sus críticos.

Según fuentes fiables, el vendedor de misterios Tomás Martínez Rodríguez, que milita en la tercera división del ocultismo español como "Tomé Martínez", ha lanzado veladas amenazas al autor del blog Misterios al descubierto para obligarlo a retirar un post.

No conozco al autor de "Misterios al descubierto" ni suscribo cuanto dice en su blog, especialmente cuando se despeña por los riscos manipuladores de la misantropía disfrazada de animalismo y la antropomorfizacion anticientífica. Pero me parece intolerable el terrorismo barato e indolente del ocultismo, y creo que debe conocerlo el público que es quien da su dinero a estos tipos a cambio de vil papilla intelectual.

Tomé Martínez participó en el lamentable programa "Espacio en blanco", donde Radio Nacional de España dilapida irresponsablemente el escaso dinero de los contribuyentes arrojándoselo a Miguel Blanco para que promueva a su gusto la estupidez, las creencias más bastas e irracionales, la anticiencia, la ignorancia, el negocio sucio del ocultismo y la antiinteligencia mientras cobra muy bonitamente, al parecer por los enchufes de que presuntamente dispone, como ya comentamos.

En ese despropósito de una hora de brujería de bajo nivel con cargo al sufrido ciudadano, Tomé Martínez repitió, puntualmente, todas las tonterías que se han dicho sobre la etnia dogon de Mali, a la que los cantamañanas le atribuyen haber sabido "antes que la astronomía" que Sirio es un sistema estelar y no una sola estrella.

Sirio

Sirio es la estrella más brillante de la noche, y por ello los astrónomos antiguos le prestaron gran atención. Y es normal que cualquier pueblo interesado hable del tema con quien los visite, más si el personaje sabe astronomía. Y los ocultistas cuidadosamente omiten señalar los indicios de que no hay misterio en este caso: los dogon se enteraron por los visitantes europeos que desde 1844 los cálculos sobre las alteraciones de la órbita de Sirio indicaban que se trataba de una estrella doble.

Uno de esos europeos pudo ser el mismo que difundió el cuento, el antropólogo francés Marcel Griaule (tan apasionado de la astronomía que la estudió en París antes de irse a África a hacer antropología en 1930). Antropólogos posteriores dan sustancia a esta hipótesis al descubrir que la estrella que Griaule identificó como Sirio no lo es para algunos dogones (la identifican igual como Venus que como una estrella invisible que sólo se ve cada 50 o 60 años) y que la supuesta "estrella acompañante" podría ser cualquier otra estrella cercana a la identificada. Y encuentran informantes que relatan que Griaule les enseñó mucho sobre Sirio.

Pero la sugerencia de Griaule era jugosa, y un tal Robert Temple llevó la interpretación al delirio, aunque para ello tuviera que falsear hasta los diagramas de Griaule, y procedió a escribir un libro escandaloso, delirante y sin rigor The Sirius Mystery o El misterio de Sirio publicado en 1975, afirmando sin pruebas que los dogones no sólo tienen ese conocimiento asombroso hace siglos, que ya es suponer mucho en un pueblo de tradiciones orales, sino que afirma -también sin pruebas- que hace cinco mil años unos extraterrestres procedentes del sistema solar de Sirio le dieron esta información a los dogones.

Igual podía haber dicho que los visitaron los pitufos o la bruja mala del Oeste, todo es una especulación dirigida a promover su empresa comercial de venta de libros, conferencias y demás.

(Usted decida qué es más probable, que un antropólogo apasionado de la astronomía comparta diálogos sobre un tema de interés mutuo con gente de un pueblo aislado cuya confianza quiere conquistar para estudiarlos, y se emocione ante aparentes coincidencias, o que unos extraterrestres de un planeta inexistente recorran 8,6 años luz para visitar a un pueblo poco populoso y no darle más información que "Sirio es una estrella doble" en vez de enseñarles métodos de irrigación o medicinales, que bien les vendría cuando en Mali la expectativa de vida al nacer es de 49,5 años.)

Sistema Von Däniken

La historia fue reciclada (como suelen hacerlo éstos) por varios creyentes en cosas descabelladas que no pueden probar (o "investigadores de misterios", como se llaman a sí mismos jocosamente). Uno de ellos, Tomé Martínez, quien lo regurgita junto con otros falsos misterios de la pseudoarqueología aplicando el sistema Von Däniken, negándole a toda cultura "primitiva" de color raro la posibilidad de tener imaginación y fantasías, y dictaminando, únicamente con base en sus ocurrencias, que todos los mitos y leyendas de esos pueblos "tienen que ser" representaciones de hechos reales, distorsionadas por el paso del tiempo (es que los tontos nativos son un desastre cuidando el legado de los etés, los atlantes o quien les haya dado el conocimiento). Y no, para éstos, esos pueblos no pueden desarrollar conocimiento propio ni siquiera para hacer un montón de piedras en forma de pirámide, como las de Egipto, cosa que les parece técnicamente alucinante a estas almas de cántaro (alucinante sería que 2.500 años antes de nuestra era los egipcios hubieran hecho la Torre Eiffel, pero no, tanto la pirámide de Keops como la Torre Eiffel son la tecnología de su tiempo con absoluta exactitud).

Es el racismo mal disimulado de los vondanikeneros: el Coliseo romano o el Partenón los hicieron los europeos, pero las culturas de colores raros no hicieron Macchu Picchu u otras construcciones. Los dioses raros de los pueblos "inferiores" con piel de color poco claro son, lo juran, extraterrestres que los nativos no entendieron. No lo dicen en el caso de Zeus o Plutón, ni escriben que Cupido era en realidad un visitante de las Pléyades o el Olimpo una nave nodriza acojonante, porque ésos sí que son producto de la maravillosa imaginación grecolatina tralalá.

Suspiro.

Radio con la mente en blanco

Tal es la historia que fue a repetir por 35º año consecutivo (y con 35 años de ausencia de pruebas) Tomé Martínez a la radio. Pero el aparentemente hipertrofiado ego de don Tomé se vio sacudido cuando entre los aplausos se escuchó la impertinente disidencia de Misterios al descubierto, que además de criticar legítimamente la actitud pedantesca de Tomé Martínez durante el programa, enlazó hacia material que pone en solfa los delirios que promovía.

Escuche usted el lamentable podcast pagado con dinero público para ver cuántas barbaridades no demostradas le presenta Tomasito falsamente como si estuvieran demostradas.

El cuento dogon está bastante desprestigiado. Pero como la mayor parte del material informativo sobre el tema está en inglés, los ocultistas hispanoparlantes se sienten más impunes e inmunes que sus colegas en países angloparlantes. Y si alguien quiere difundir información, reaccionan.

La reacción de Tomé Martínez no fue enviar o publicar datos, fuentes, enlaces, artículos científicos y comentarios de antropólogos respetados para corregir a Misterios al descubierto y argumentar a favor de lo que expuso durante la emisión, claro, sino mandar un correo para amenazar al autor que, como cualquiera que no conzca a estos gangsta-ocultistas, se atemorizó y retiró el post.

Algo así como censura. Algo así como represión. Algo así como un asco.

Y eso que el blog ni siquiera mencionó el delirante relato de médiums, fantasmas y perros ladradores que contó Tomé. Ni se cebó, que podía haberlo hecho, en detalles como que el sistema Sirio no tiene planetas con agua donde vivieran los "seres anfibios de Sirio" de Temple, Tomé y demás. Ni siquiera denunció que al decir que los dogon no reciben turistas, Tomé miente interesadamente, cuando el País Dogon es el principal reclamo turístico de Mali, ampliamente promovido por el gobierno del deprimido país africano.

Y el autor del blog no mencionó, en el post ahora borrado, este artículo, ni invitó a los lectores a regocijarse comparando lo dicho por el ocultista con lo que aquí se detalla, ni ponía al alcance del lector este excelente reportaje sobre los dogon y el "misterio" de Sirio con su correspondiente segunda parte, no menos buena, ni enlazó a la bête noire de los chupamedias, Luis Alfonso Gámez que da cuenta ágilmente del cuento y tampoco le dio a sus lectores el enlace a Ciencia Kanija que aclara también el tema.

Por un post bastante ligerito, pues, don Tomé se puso hecho un basilisco. ¿Qué haría ante una crítica más a fondo de sus pamplinas, incluida su denigración del método científico y de los científicos (entre ellos sus presuntos "amigos astrónomos" cuyos nombres no da, claro) a los que exhibe como cobardes y peseteros al final de su espesísimo rollo de una hora?

La verdad, los datos, la disidencia, ofenden a los ocultistas. Y los autores de blogs de divulgación del pensamiento crítico e información molesta solemos vernos sometidos por ello a injurias, acusaciones delirantes, advertencias de golpizas, amenazas de muerte (en serio, son unos tarados), campañas de desprestigio canallescas, sesiones de odio colectivo y, claro, amenazas de acciones judiciales como las de Pedro Amorós, Íker Jiménez o Bruno Cardeñosa.

Las más de las veces, los psicofonistas, "himbestigadores" sin media idea, misteriodistas sin ética detectable, buscaplatívolos y demás ocultistas no tienen intención de emprender un juicio, pues los jueces suelen ser poco pacientes con los que llegan con gilipolleces a quitarles el tiempo que deben invertir en intentar recuperar algo de lo que se llevó la banda Gürtel, por decir algo. Sólo presionan para proteger su negocio. Lo suyo es atemorizar a quienes no tienen más que su buena voluntad para impedir que víctimas inocentes les entreguen su duramente ganado dinero a estos especialistas en la filfa, la camándula y el camelo.

Los payasos de la represión, sin embargo, no son payasos, son represores.

agosto 09, 2010

Alternativa... ¿a qué?

Los ingenieros creen que lo saben todo, pero continuamente aparecen nuevos materiales, nuevas técnicas, nuevas formas de construir que ponen en jaque una y otra vez todo lo que se afirmaba antes. Por eso no se puede confiar en ellos nunca.
La ingeniería oficial es una gran mentira sostenida por poderosos intereses económicos que imponen “verdades” incuestionables sobre la base de un paradigma agotado, cientifista e inútil. Es hora de establecer un nuevo paradigma
La ingeniería oficial ha matado a millones de personas. Basta ver cómo falló el 11 de septiembre en Nueva York. Y todos los días fallan presas, edificios y puentes, pero pese a ello la industria de la construcción sigue adelante con toda irresponsabilidad, cómplice de los gobiernos y los poderes más repulsivos que nos controlan. Basta ver las fortunas que hacen las constructoras y sus dueños (por no mencionar al Pocero persiguiendo periodistas armado con una pala) para que quede claro que todo es un montaje sucio.
Hay otra forma de hacer ingeniería, una ingeniería alternativa, tradicional, milenaria y producto de la sabiduría de nuestros ancestros, una ingeniería perfecta, que no se derrumba, que no se cae, que no falla. Vamos, basta ver que mientras las Torres Gemelas cayeron como un castillo de naipes, la Gran Pirámide de Keops y su fundamento geobiomagnético de sustentación cuántica sigue allí, miles de años después.
Pero los promotores de esa ingeniería alternativa, holística, ortoangular, tradicional y milenaria somos perseguidos por los grandes intereses de la industria de la construcción. Si la gente supiera que no es necesario usar para construir sus grúas, sus apestosos aditivos de hormigón, sus antinaturales ladrillos, sus varillas de acero contaminante, sus bulldozers y sus explosivos, se derrumbaría un teatro millonario que nos tiene a todos aplastados bajo la bota del ingenierismo oficial.
Los ingenieros alternativos no construyen con hormigón, azulejos ni acero, no... ni transportan sus materiales utilizando el malhadado petróleo, sino que usan materiales completamente naturales como la madera y la piedra, y con ello pueden levantar rascacielos más altos, más sólidos y más resistentes que los derribados el 11-S, y los mueven con la fuerza de su mente y la energía gratuita obtenida del vacío.
Afirmar que esto es mentira simplemente porque nunca se ha construido nada con ingeniería alternativa, porque no hay ninguna prueba de que exista dicha ingeniería alternativa, porque nunca se ha aplicado con éxito y porque no ha producido ni una edificación demuestra que quien denuncia a la ingeniería alternativa como una charlatanería es gente de mente cerrada, probablemente vendida a los interesese de la industria de la construcción y con una infancia muy triste.
Si esto suena tan absurdo en relación con la ingeniería (podemos hacer un ejercicio similar con la “aerodinámica alternativa”, negando que los aviones vuelen y prometiendo alfombras voladoras), ¿por qué no nos suena absurdo en la "medicina alternativa" (que ni es medicina ni es alternativa)? Después de todo, los argumentos son los mismos. Ningún ingeniero ni ningún médico afirman "saberlo todo", sólo afirman que saben ciertas cosas de modo certero, y los avances en ambas disciplinas las corroboran y fortalecen en lugar de anular su validez. Los fracasos de ambas disciplinas no las invalidan tampoco, sino que señalan los caminos a los que ha de dirigirse la investigación posterior. El hecho de que sean grandes negocios implica todos los problemas del capitalismo, en especial del capitalismo salvaje, pero no implica que sus principios sean mentira. Y ciertamente proponer una alternativa al conocimiento de la ingeniería o la medicina no es garantía alguna de que la alternativa sea más válida, mejor como explicación, o preferible en la práctica.

La lógica que nos advierte que el texto sobre ingeniería es un delirio, sin embargo, se suspende ante pseudomedicinas alternativas, que con tales argumentos consiguen presentarse de modo convincente ante una gran parte del público, la suficiente como para eternizar su negocio.

Como en la parodia de “ingeniería alternativa” con la que abrimos, la "medicina alternativa" (que ni es medicina ni es alternativa a nada) ofrece una mezcla de paranoia contra el gran capital, un ofrecimiento mesiánico de salvadores de la humanidad perseguidos por el poder,. una caracterización malintencionada e imprecisa de la ciencia en general y una continua sugerencia de que las pruebas no son necesarias para aceptar una afirmación, sino que debemos conformarnos con que sea convincente, apasionante y emocionante. Es la mezcla que utilizan todos los pseudomédicos alternativos y sus defensores y promotores.

Lo más asombroso, quizá, es que en el proceso consiguen hacer pasar desapercibido el hecho de que creen en muchas cosas contradictorias a la vez.

La “medicina alternativa” es en realidad una colección de prácticas contradictorias entre sí que demandan a sus creyentes y practicantes una falta de rigor inconmensurable.

Pensemos en una clínica holística que ofrezca a su clientela sufriente tratamientos homeopáticos y de acupuntura. Tal clínica ciertamente está en la vanguardia en lo referente a márketing, pues ofrece una amplia variedad de productos para los deseos de todos sus consumidores. Claro que ver al paciente necesitado de curación como un consumidor al que se le da lo que quiere y no lo que necesita tiene un nivel de irresponsabilidad bastante elevado. Pero la situación se complica cuando nos preguntamos en qué creen realmente estas personas.

La homeopatía no sólo es una forma terapéutica, sino que sustenta sus prácticas en una teoría de la enfermedad. Para la homeopatía, todas las enfermedades son producto de tres (o según algunos cuatro) “miasmas”, algo así como efluvios de la naturaleza o errores de diseño de nuestro cuerpo. Por ejemplo, según ellos, el mismo “miasma” era responsable del sarampión y la sífilis. Nadie ha siquiera podido demostrar la existencia de los “miasmas”, y mucho menos que causen enfermedades y que el tratamiento homeopático los pueda extirpar. Y el problema sería además que sus pruebas deben ser más convincentes que las pruebas de la medicina real que indican que el sarampión es una infección respiratoria causada por un virus del genus Morbillivirus y que la sífilis es una infección totalmente distinta causada por la bacteria Treponema pallidum y el poco cómodo hecho de que el sarampión se evita con una vacuna y la sífilis se cura con antibióticos.

Pero los proponentes de nuestra clínica hipotética creen al mismo tiempo que las enfermedades no son causadas por miasmas ni por gérmenes patógenos, sino, como postula la acupuntura, por bloqueos en el flujo de una supuesta energía que nadie ha visto llamada chi a lo largo de los meridianos de nuestro cuerpo. De nuevo, nadie ha podido probar que el chi exista, que fluya, que existan unos meridianos en el cuerpo por los que fluye, que se bloquee, que cause enfermedades al bloquearse, que una aguja pueda desbloquearlo y que ello cure la enfermedad. Pero aún ante todo ese rosario de creencias, sigue siendo contradictorio pensar que la misma enfermedad está causada por miasmas y por interrupciones del flujo del chi. En la sífilis donde la medicina usa un antibiótico y la homeopatía una dilución infinitesimal de mercurio u oro, la acupuntura aplica una aguja.

Cada práctica pseudomédica que agreguemos agrega un problema. ¿La enfermedad la causan subluxaciones de la columna vertebral como afirmó el fundador de la quiropráctica y se curan manipulando peligrosamente la columna? ¿O es una alteración de la fuerza vital como afirman algunos naturistas, o un desequilibrio de los cuatro humores como afirman otros que curan con envolturas húmedas frías y calientes para "equilibrar las temperaturas"? ¿O es que el chi realmente no “fluye” por meridianos sino que se nos escapa (como el aire de un globo con orificio) y la curación no es de agujitas, sino de imposición de manos para tapar “energéticamente” esos agujeros según postula el reiki? Todas las corrientes de la medicina alternativa se contradicen entre sí, pero conviven en su cómodo y redituable esquema comercial.

En el proceso, se venden anualmente millones y millones de euros en supuestas curaciones variopintas y contradcitorias de todas las enfermedades imaginables, especialmente las que provocan mayor tensión emocional a sus víctimas y de la que prometen, con una irresponsabilidad denunciable, la curación absoluta, tal es el caso del cáncer, el SIDA y la diabetes. Que la gente no se cure sigue siendo un problema menor. La percepción general es que sí hay curaciones, y cuando se destaca la ausencia total, absoluta y clamorosa de toda prueba sobre la eficacia, utilidad, bondad o capacidad terapéutica de una u otra medicina alternativa, enfrentamos la incredulidad que debería reservarse a las afirmaciones de las medicinas alternativas, cuando no la duda de si realmente el método científico puede determinar si algo es eficaz o no. Una duda que no se presenta al subirse a un barco, por si Arquímedes estaba equivocado.

Y eso es lo que sigue pareciendo más asombroso, que quienes afirman su legítimo y sin duda sano derecho a dudar de la ciencia, de la medicina, de los microbios patógenos, de las vacunas, de los antibióticos, de los analgésicos, de la quimioterapia, de los antirretrovirales, de la insulina, de los antihipertensivos, de los análisis de laboratorio, de la honestidad y vocación de servicio de todo el personal médico, no encuentren sin embargo necesario dudar en lo más mínimo de las afirmaciones de la pseudomedicina, de cualquier persona que se autonombre “alternativo”, de las agujas, los preparados homeopáticos sin principio activo, la existencia del chi y el sospechoso hecho de que ninguna de estas disciplinas ha demostrado jamás tener reales poderes curativos cuando se le somete a controles razonables para determinar su eficiacia.

Aunque encuentren más difícil de creer en eso que en todo lo demás.